MI VALIENTE PRINCESA
NARRA GINA
Desde que Zion salió por la puerta del calabozo supe que lo que vendría sería tan duro como mi vida misma, debía ser fuerte, pero ya quizás y ni siquiera eso sería suficiente para poder sobrevivir, estaban, literalmente, acabando con mi vida.
-Creo que tu defensor número uno acaba de irse- dijo Abiel sujetando mi cabello y levantándome para quedar a la altura de su rostro -igualmente luego me encargaré de él...-
-No te atrevas a tocarlo maldito per...- intenté ser valiente y seguir enfrentándolos pero su rodilla en mi estómago me hizo callar en un segundo.
Aire... necesito aire, tengo sed, Sean ven ya por favor, no puedo morir aquí, no sin ti.
-Marcus? que piensas hacer?- oí a Abiel decir dirigiéndose a mi padre.
-Lo que te plazca, mejor seguiré a Zion, estoy seguro que sabe más de lo que dice- contestó con un dejo de indiferencia hacia lo que a mí concernía.
-A tus órdenes mi Rey- la risa socarrona de Abiel se oyó en el eco del frío calabozo.
Lo sentí acercarse a mí, su fría mano me tomaba de la barbilla obligándome a verlo.
-De verdad que siento mucho tener que hacer esto mi Princesa, pero, es que disfruto tanto el verte sangrar y sufrir por no doblegarte- susurró en mi oído para luego lamerlo de la manera más asquerosa -Te haré rogar por tu vida antes que puedas pedir ayuda-
Dejé caer mi cabeza, por la falta de fuerza y por lo rendida que me sentía, ya habían logrado lo que querían, verme abatida, pero no rogaría, no les daría el último placer que tanto pedían. Oía uno tras otro los latigazos chocar contra mi espalda desnuda, ya Marcus lo había dicho, debían ser cincuenta, veinticinco de él mismo y veinticinco de Abiel.
-Aún no vas a pedir ayuda? faltan quince latigazos más para que grites mi Princesa- decía mientras giraba el látigo sobre su cabeza para luego lanzarlo contra mí.
No respondía, no podía, mi voz se iba apagando junto con mi vida, no me reconocía, mi rostro, mi cuerpo quebrado y lastimado, el dolor se iba desvaneciendo con cada golpe, un golpe con su dolor amortiguaba al anterior, los latigazos habían cesado y sentí a Abiel acercarse a mi lugar.
-No te han enseñado que es de mala muy mala educación el no responder a tus mayores?- dijo parado frente a mí.
-Ni eres mayor, ni te debo respeto... perro...- dije escupiendo en su ropa la sangre caía de mi frente hasta mis labios.
-Como perra te comportarás ahora...- siguió diciendo mientras me apoyaba contra la pared besando asquerosamente mis labios rotos.
El gusto a sangre y sal mezclado con su olor era lo más asqueroso que podía sentir, sus manos apuradas subían y bajaban por mis piernas, sentí las llaves liberar los grillos, esa era la oportunidad perfecta de haber tenido al menos un poco más de fuerza, pero no pude, sólo pude sentirme caer sobre el húmedo piso y Abiel colocarse sobre mí a horcajadas.
-Ya no luchas? Me aceptas acaso?- sonrió irónicamente.
-Ni muerta lograrás que te acepte...-
-Tus deseos son órdenes Princesa- respondió a mi comentario.
Levantó rápidamente el vestido que me cubría precariamente y sus manos y lengua hacían lo que querían conmigo, arañaba, hurgaba, mordía hasta sangrar, me desangró como pudo mordiendo mi cuello y pechos mientras con sus dedos hurgaba mi femineidad a su antojo.
-Ruega por tu libertad... por tu vida...- decía entre gemidos.
-Muere o mátame Abiel...- dije con el hilo de voz que me quedaba.
-Primero te gozaré ... Princesa- respondió ironizando mi título real.
Sentí caer sus ropas y acto seguido penetrarme con la brutalidad que siempre hacía de él su característica principal, una tras otra, quebrándome, llevándose con eso el poco orgullo y valentía que sentía.
-Abiel!- oí gritar a Marcus fuera del calabozo.
-Zion está con mi hijo... ve y mátalo... a uno... o a los dos... tú eliges!-
-Está bien Marcus... volveré más tarde mi Princesa, esto aún no acaba-
Oí cerrarse la puerta del calabozo y en mi mente sólo cruzaba la idea de que puedan herir a Sean y a Zion.
-No te preocupes por tus guerreros, correrán el mismo destino que tú... morirán!- dijo Marcus antes de darme un golpe fuerte en la cabeza.
Perdí la consciencia además de todo lo perdido ya, caí en un sueño profundo que parecía no tener final, llegué pensar que estaba muerta y lo oí.
-Mi princesa...- susurró preocupado tomándome en sus brazos con el cuidado con el que siempre lo hacía.
-Zi...on... volviste- pude apenas susurrar acariciando su rostro -Estoy feliz... volviste...- dije sin pensarlo abrazándolo y cayendo dormida en su pecho.
NARRA ZION
Mi princesa, herida casi de muerte, estaba irreconocible, ya no había tiempo, debía sacarla de aquí a como dé lugar, sin importar la ayuda externa ni nada, la sacaría de allí luego de curarla y alimentarla.
-Princesa... te sacaré de aquí...-
-Te matarán Zion...- susurró aún acurrucada en mi pecho.
-Nos matarán si nos quedamos de todas maneras, no soporto más el verte sufrir así y no poder hacer nada por evitarlo...-
-Zion... Sean... él...-
-Él no vendrá princesa... no está preparado y a ti no te queda mucho tiempo... será esta noche... te llevaré lejos de aquí... ya verás-
-Zion, no podemos, la profecía...-
-Puede esperar, tu vida no y sin ti no hay profecía que valga...-
-Zion...-
-Nada de lo que me digas cambiará mi decisión, volveré con alimento y medicina-
La recosté todo lo suave que pude sobre la capa de mi uniforme y fui al castillo por medicinas y alimento que me proporcionaba una de las nanas que cuidaba a Gina de niña.
-Sálvala Zion! su padre dijo que mañana la ejecutará, incluso ha enviado a preparar la torre, por favor...-
-Juliete... lo haré... distráelo esta noche por favor... la llevaré lejos del castillo y de su padre-
-Lo haré Zion, llévatela por favor!-
-Lo prometo...-
Y jamás rompo una promesa, volví y la encontré dormida, la debilidad por la falta de alimento y sangre y lo que había bebido ese maldito sádico de Abiel de ella la habían llevado al borde de la muerte.
-Eres realmente fuerte mi Princesa-
-Aún puedo luchar si decides llevarme lejos de aquí-
La tomé en mis brazos y la acerqué a mi cuello.
-Si quieres luchar debes sanar pronto... bebe mi Princesa-
-Perdóname Zion- susurró antes de clavar su colmillos y beber de mí.
-No tengo nada que perdonar, hazlo y vámonos de aquí-
La dejé descansar en mi regazo luego de beber mi sangre,sería mejor si fuera alguien más fuerte pero serviría para que al menos pudiera moverse y ayudarme a escapar con ella. Era pasada la medianoche, la dejé unos momentos recostada mientras salí a vigilar que estuviera al menos un momento la guardia baja del castillo para poder huir con ella.
-Princesa, despierta...-
-Zion?-
-Es la hora...- dije tomando su mano y ayudándola a pararse.
-Está bien. Estoy lista- dijo aceptando la espada que le había traído para ella.
Salimos del calabozo lo más sigilosamente posible, deseaba tanto llevarla lejos que comencé a moverme tan rápido como podía, tanto que por un momento descuidé mi guardia y...
-Pensabas que podrías hacerte con ella y salir ileso?-
-Marcus?-
Aquello era malo, Gina débil y yo debía protegerla, no era nada más que un insecto tratándose de un rival como Marcus.
-Al menos te daré pelea maldito!- amenacé dejando a Gina cerca de la puerta de salida del castillo -Princesa...-
-Lo vencerás... lo sé...- dijo acariciando mis mejillas.
Sin mediar palabras Marcus se avalanzó sobre mí dejándome prácticamente sin lugar hacia donde huir, sus golpes eran certeros y ligeros, no podía verlos venir siquiera podía tratar de esquivar uno cuando el siguiente llegaba...
-Este es el que me vencerá hija?- decía riendo sádicamente mientras me lanzaba por los aires.
La caída libre era dolorosa más aún con el golpe en el estómago que me propinaba con su rodilla antes de caer al suelo.
-Déjate maltratar Zion...- habló a mi mente Gina.
-Lo haré...- repliqué dejándome lastimar por Marcus hasta llegar al borde de la muerte.
Comprendí al instante lo que Gina pretendía hacer... el hechizo...
-Muere!- oí decir a Marcus levantando su espada y situándola sobre mi pecho.
Lo siguiente fue verla, altiva y temeraria como sólo una vez la había visto, la transformación, sólo era posible cuando su miedo por perder a un ser querido llegara al límite.
-Hija mía... matarás...- dijo Marcus forcejeando con ella por su espada.
-A mi propio padre... claro que sí!... acaso no ibas tú a matarme?- aquello pareció sorprender a Marcus -O no mataste tú a tu amada Victoria? mi madre?-
Dicho esto último Gina aprovechó el momento de debilidad de Marcus haciéndose con su espada y clavándola sin piedad en su pecho.
-Por mi madre... querido padre...- dijo viendo a Marcus caer sobre sus rodillas.
-Zion! corre!- dijo tendiéndome sus manos.
Fuimos directamente al bosque donde nos esperaba el portal, sentía disminuir la velocidad de Gina al llegar, aún cargaba la espada de su padre, pero la transformación la había debilitado.
-El portal...- susurró al ver el claro del bosque.
-Princesa...- alcancé a tomarla en mis brazos antes de tocar el suelo.
-Zion...-
-Lo lograste mi Princesa...- contesté cruzando el portal con ella en mis brazos -Lo hiciste mi valiente Princesa- susurré en su oído antes de besar sus labios.
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