LOCURA
NARRA GINA
Al ver que Anat se alejaba junto a Gabriel supe que era momento de alejar a Marcus de los demás. Gran parte de la energía que sentía parecía haberse esfumado cuando vi a Steve o Darius o quien quiera que fuese y eso me mostró que aún no había despertado por completo y eso causaría más problemas al enfrentarme a Marcus, otro motivo para alejarme de aquí, por lo tanto sólo abrí mis alas y sin más comencé a alejarme del castillo.
-¿Quién es la cobarde ahora?- oí gruñir a Marcus tras de mí.
Había mordido el anzuelo y opté por apresurar mi vuelo. Busqué aquel lugar donde todo había comenzado, la cascada, al divisarla a lo lejos la tranquilidad me invadió y aumenté velocidad.
-¿Ibas a algún lugar en especial?- Marcus se había colocado a mi lado y su sonrisa macabra hizo que me estremeciera al recordar cada una de sus torturas en el pasado.
-Al lugar de tu fin- dije intentando sonar lo más segura y fuerte posible.
-Eso me encantaría verlo Gina- masculló golpeando mi costado con su garra.
El dolor era punzante y pude ver un hilo de sangre tiñendo mi ropa. Vi la cascada a mis pies y descendí rápidamente. El aroma de la sangre despertaba un ardor en mi cuerpo, sed, la sed nuevamente comenzaba a atacar. Me sentía mareada y agitada, mi respiración acelerada hizo que el momento en el que ataqué a los soldados regresara a mi mente.
-¿Qué sucede pequeña? ¿la sangre comienza a dañar tu mente?-
Gruñí en respuesta y deje que solamente mi espíritu fuese llenado por todo lo que realmente era, debía derrotarlo, acabar con todo, ver el sufrimiento en los demás, mi madre siendo utilizada aún ahora para acabar con la vida de Atis, mi padre y el único amor de su vida, Darius debía acabar con su padre y Anat con Gabriel, cómo cabía tanto odio y maldad en una persona, la respuesta es simple, Marcus no es una persona, lo sé, es un vampiro, pero además de serlo es un monstruo, uno que se ha encargado de crear terror y dolor a su alrededor por años.
-Pues para ti Marcus, el hecho de que la sangre comience a afectar mi cordura es algo de temer- afirmé volviendo a usar mi energía para transformar mis manos en espadas y arremeter contra él con todas mis fuerzas.
-Eso es princesa... libera al demonio que hay en ti- rió con un tono siniestro y aterrador.
Lancé golpes a diestra y siniestra intentando volver a despertar y atacar como lo había hecho con los soldados antes, pero no podía, al contrario, me sentía débil, demasiado.
-¿Qué pasa princesa? ¿Quieres esto?- dijo volviéndose hacia mí haciendo una herida en la palma de su mano dejando que la sangre manara de ella.
-De la tuya jamás- gruñí intentando permanecer fuerte.
-No conseguirás mejor sangre que esta para recuperarte princesa...-
-¡Gina!- oí una voz proveniente del bosque, la conocía, sé que la conocía.
No pude evitarlo y solamente caí rendida de rodillas y los pasos de Marcus se oían cada vez más cercanos a mí, su risa macabra era como un preludio del fin, tanto intentar en vano, al fin y al cabo no era más que una marioneta inútil en sus manos como lo fui desde niña, utilizándome para mantener a mi madre a su lado.
-¡ALÉJATE DE ELLA MALDITO!- vi como Marcus retrocedía y al levantar la vista vi como un caballero con armadura y cabellos dorados se encargaba de alejarlo al tiempo que dejaba una espada clavada en su estómago.
-¿Zion?- susurré y él sonriendo volvió su mirada hacia mí. Con prisa quitó la espada del cuerpo de Marcus y se acercó.
-No te preocupes princesa, estás exhausta y hambrienta, anda- dijo ofreciendo su muñeca -bebe princesa, date prisa, es la única manera en que puedas recuperarte y enfrentarlo-
-¿Por qué?-
-Te lo debo princesa, estamos todos a tu lado y siendo tu apoyo, no lo olvides nunca- acercó su mano hasta mis labios y al beber aquel líquido carmesí me sentí completamente lejana a mí misma.
Las imágenes de haber estado destrozando a los soldados, sus cabezas separadas de su cuerpo volvieron a mí así como la sed de matar y continuar bebiendo la sangre de cualquiera que se interpusiera en mi camino a partir de ahora, el gemido de Zion hizo que dejara mis pensamientos de lado y volviera a la realidad, su sonrisa y sus ojos cargados de cariño hicieron que el monstruo que estaba despertando en mí no le hiciera más daño que mi par de colmillos marcados en su muñeca.
-QUÉDATE ATRÁS ZION... NO SÉ COMO VAYA A RESULTAR ESTO- sentencié con la voz distorsionada y sintiendo mis venas arder al tiempo que mi cuerpo comenzaba a reaccionar y cambiar nuevamente al despertar.
Me acerqué con cautela hasta el lugar en el que Marcus comenzaba a levantarse nuevamente, aquella herida no había sido nada grave, pero sí me había dado el tiempo suficiente para que Zion pudiera alimentarme y recuperar mis fuerzas.
-Así que el traidor fue salvado una vez más, malditos... al igual que todos, ellos también morirán- masculló Marcus escupiendo sangre.
-NO LO CREO MARCUS...- al oír mi voz levantó la mirada y por un momento hasta creí ver el desconcierto y terror en sus ojos.
-Has despertado al fin...- sonrió irónicamente y se puso de pie -entonces él ha llegado justo a tiempo-
-¿ÉL?-
-Lo pedido, allí lo tienes... o lo quieres bien muerto de una vez- el cuerpo de Gabriel se desplomó a los pies de Marcus.
-Gabriel... ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOO!- maldito cobarde, volvía a jugar con mi mente el bastardo.
Tomé mis cabellos entre mis manos mientras veía como el cuerpo de Gabriel se desangraba ante mi mirada, Anat había vuelto a ser la misma bajo el influjo de Marcus al acercarse a él, era la única explicación que encontraba para lo que había hecho, no podía ser de otra manera.
-Liquídalo- sentenció Marcus mientras tomaba en sus brazos a Gabriel para arrojarlo a los pies de Anat quien totalmente transformada veía siniestra caer a Gabriel a sus pies.
-Gina... te... ama...ré... siempre- fue lo último que oí antes de que Anat lo tomara y atravesara su corazón con una daga.
-¡GABRIEL!- fui hasta donde se hallaban y de un golpe aproveché la distracción de Anat y la arrojé lejos tomando a Gabriel entre mis brazos para alejarme de el lugar de la pelea y salvar su vida.
Sentía que el odio crecía en mi conforme la vida de Gabriel se escabullía entre mis manos, una vez más se había sacrificado por mí, y yo aún seguía en el mismo lugar llorando por los rincones maldiciendo que no podía siquiera acertar un golpe en aquel maldito monstruo de Marcus. Vi como Zion se interpuso en el camino de Anat quien se disponía a seguirme y acabar con lo que había iniciado. Marcus realmente era el ser más cobarde que había conocido, jamás pensó en ensuciar sus manos conmigo, usaría a Anat para ello, pero no se lo permitiría, no dejaría que la utilizara una sola vez más, esta locura acaba ahora realmente.
Quedé oculta tras un árbol y deposité el cuerpo laxo de Gabriel en la húmeda tierra, sus ojos cerrados y su respiración casi consumida decían que no tenía mucho tiempo para traerlo de nuevo a la vida con mi sangre, no podía perderlo, dejé que mis colmillos se hicieran ver...
-No dejaré que te alejes de mi Gabriel, no te perderé, esta vez te quedaras a mi lado para siempre- susurré clavando mis colmillos y dejando que mi veneno se abriera camino en sus venas para volverlo a la vida.
Un duro golpe en mi costado hizo que me separase de Gabriel dejándolo sólo sobre la grama que nos rodeaba, cuando intenté ver que era aquello que me había golpeado vi a Zion intentando incorporarse y de un movimiento sostener a Anat contra uno de los árboles.
-No eres tú Anat... lucha hija- repetía Zion tratando de alejarla de mí.
-Tú no eres mi padre, eres un maldito mentiroso al igual que mamá- gruñía en respuesta al pedido de Zion.
-Lo sé, pero te amé como si fueras mi propia hija, te cuidé y protegí cuanto pude y daría mi vida por ti-
-Eso quería oírlo- sonrió de lado Anat al tiempo que clavaba una daga en el pecho de Zion y lo lanzaba lejos de nosotras.
-ZION-
-Ya deja de gritar que me tienes cansada Gina... a ver que tan fuerte eres y si valió la pena todo lo que soporté por tu causa-
-Mi lucha no es contra ti Anat, no eres más que una víctima al igual que lo fui yo antes, no te das cuenta, él es un maldito cobarde, no se atreve a enfrentarme y te utiliza-
-Error, ahora esto lo hago por simple gusto propio, no seré nunca más reemplazo de nadie una vez que acabe contigo-
La vi venir hacia veloz y decidida con su espada cortando el viento a su paso, pude esquivarla de un sólo movimiento y logré golpearla en la espalda para alejarla de mí, de verdad que no pensaba ni quería dañarla.
-Ya detente Anat, no lucharé contra ti-
-¿Qué te crees demasiado para mí? ¿O no crees poder vencerme y te rindes?-
-Mi pelea es contra Marcus... PERO ERES UN MALDITO COBARDE ¿ME EQUIVOCO?- grité tratando de atraerlo para evitar lastimar a Anat.
-Te equivocas...- susurró en mi oído haciendo que me sobresalte.
Me rodeó con sus brazos y sostuvo con fuerza impidiendo que me moviera, de reojo pude verlo relamerse los labios y observar mi cuello fijamente, sin más se apoderó de él y comenzó a beber extasiado de mí. Sabía lo que pretendía haciéndolo, secarme y drenar toda la energía que poseía. Lo único que me quedaba era abrir mis alas logrando golpearlo y aprovechar para alejarme de allí y poder recuperarme para volver a atacar.
-¿Ahora quién huye princesa?- carcajeó siguiendo mi vuelo.
Desde arriba pude ver los cuerpos de Zion y Gabriel, ambos mal heridos y la mirada de Anat fija en ambos, eso era, debía huir, volver a alejar a Marcus de allí y lo haría rompiendo mi última barrera y transformándome en el monstruo que tanto odio, sólo espero poder controlarlo y que no se desate una locura mayor de la que ya hay.
-ESTO ES ENTRE TÚ Y YO MARCUS, NO SEAS COBARDE Y ENFRENTA A LO QUE HAS CREADO- mi voz volvió a distorsionarse.
Vi mis manos y mis brazos y comenzaba a vislumbrarse la radiante piel carmesí que había divisado por primera vez muchos años atrás, mis garras filosas y mi cuerpo completamente transformado me decían que aquí era cuando la verdadera batalla comenzaba.
-VAMOS MARCUS, NO TE ESCONDAS DETRÁS DE TUS SIRVIENTES, VEN POR MÍ POR TI MISMO-
Me lancé contra él aprovechando su sorpresa frente a mi transformación y logré golpearlo en el pecho tan fuerte que se desplomó hasta caer en la cascada, volé hacia él, no sin antes recoger la espada de Zion que había quedado olvidada cerca del lugar. La agitaba y sentía el viento cortarse con ella y aquello realmente me llenaba de energía.
-QUE SE SIENTE MALDITO BASTARDO- volví a gruñir al llegar hasta él.
-No podrás conmigo Gina-
-INSISTES EN ESO MARCUS... ES QUE YA PUDE- dije clavando la espada en su pecho.
Un gruñido de dolor abandonó su garganta al momento que retiré la espada y me dispuse a volver a usarla contra él.
-Yo siempre gano Gina... el monstruo que eres acabará con todo lo que amas y te rodea- susurró al tiempo que escupía hilos de sangre.
-NO LO DEJARÉ, NO SERÉ COMO TÚ-
-Lo serás, serás peor que yo, los matarás y luego llorarás... y el arrepentimiento te acabará como lo hizo conmigo, te odiarás más que a nadie-
-CALLATE- gruñí acertando el último golpe certero sobre su cabeza con la espada, separándola de su cuerpo.
No supe en qué momento fue que perdí el último hilo de cordura que me mantenía unida a la realidad y comencé a golpear el cuerpo de Marcus y hacerme con su cuerpo y beber de él hasta la última gota de su sangre, sentía sed, mi cuerpo ardía, me sentía perdida ante todas aquellas sensaciones que ahora me invadían y no podía detenerlas. Sentí unos pasos acercarse lentamente y sin más sólo me giré y me lancé sobre él haciendo que se precipitara al suelo quedando a horcajadas.
-GINA DETENTE, NO TE PIERDAS, REGRESA- sentí unas manos fuertes tomar mi rostro y lo que vi reflejado en sus pupilas terminó por desencadenar mi locura.
-ALÉJATE DE MÍ- grité estupefacta al ver mi rostro, mis ojos eran dos pozos carmesí oscuro, mis labios cubiertos de sangre al igual que mis manos y la ira que irradiaban mis ojos... debía irme, no podía dañarlos.
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