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LA HIJA DEL CAPITAN

NARRA GINA

-Princesa, por favor...- oí decir al hombre que acompañaba a Zion.

-No quiero, Zion... Zion está!- repetí preocupada por él sin entender nada de lo que había pasado antes.

-Por favor Princesa, Zion realmente solo quiere protegerla, por favor venga conmigo, puede confiar en mí, créame que nada más lejos de mi persona está el hacerle daño- volvió a insistir tendiendo su mano.

-Zion...- suspiré tomando la mano de aquel hombre y largándonos a la carrera.

No podía entender nada de lo que había visto nada más segundos antes, memoria, recuerdos.

-DEMONIOS! BASTA!- grité deteniéndome en seco.

-Princesa?- dijo Atis volviendo donde yo había quedado -Princesa?- volvió a repetir acercándose más hacia mí.

-Basta Atis... quiero saberlo todo... debo... yo...- mi respiración de pronto comenzó a agitarse más y más.

-No tenemos tiempo Princesa, déjeme cargarla, está exhausta- sentí sus brazos pasar debajo de mis piernas y cargarme en sus brazos.

La confusión comenzaba a hacer estragos en mi cabeza, aquel torbellino de imágenes no me dejaba ninguna opción sobre lo que debía hacer. Me removí lentamente en mi cama y vi a Atis durmiendo en la silla al costado de la cama, intenté hacer el menor ruido posible y me escabullí por aquel apartamento en busca de una salida, no solamente de aquel lugar, sino también a la revolución que tenía en mi mente. Imágenes repetidas se venían en segundos acompañados por fuertes dolores de cabeza como así también un estremecimiento de todo mi cuerpo. Mi pequeño cuerpo, que motivos hacían que parecían el cuerpo de una niña, no lo sé, porque sé que soy todo menos una niña.

-Cómo llegué a este punto! QUIERO MIS RECUERDOS!- grité en la azotea de aquel edificio -Hermano, por qué lo llamé así, Gabriel.

-Hay una manera de recuperarlos, pero no creo que sea la más eficiente y buena para ti, además... estás segura de quieres recuperarlos?- oí detrás de mí.

-Quiero recordar, necesito recordar- suspiré sintiendo como tomaba mis manos con suavidad.

-Será un viaje largo Princesa, vamos?- dijo tomándome en sus brazos.

No supe por que me sentía segura con aquel hombre, decía ser un caballero mío pero, debía de dudarlo, aunque, mi mente no tenía ninguna duda, solo quería recuperar mi vida.

-Vamos Atis- dije sosteniéndome de su cuello.

-Como usted ordene Princesa- dijo tomando impulso y saltando entre los tejados.

Nos alejamos cada vez más de la ciudad, no sabía realmente hacia donde me llevaba Atis, a lo lejos podía ver el bosque que rodeaba a la ciudad pero seguía sin entender por qué me llevaba hasta allí, no recordaba haber estado allí antes, sin embargo, aquella vista se me hacía tan familiar.

-Aquí es Princesa- dijo bajándome lentamente sobre la grama del bosque.

-Qué es aquí Atis?- pregunté curiosa.

-Dónde todo inició y donde todo terminará- sonrió hacia mí gentilmente y pude sentir algo en él que me hacía sentir en casa.

-Corrección Atis! Aquí es donde todo termina para ti!- vi un hombre aparecer tras de Atis enterrando su espada en el cuerpo de Atis.

-ATIS NO!- grité tratando sostenerlo cuando se desplomó semi inconsciente.

-Princesa, corra! vaya lejos de aquí por favor...- decía con la respiración entrecortada.

-No Atis, ya no quiero más muertos ni gente sufriendo por mi causa, debo terminar con todo esto- dije sin saber lo significativas que serían esas palabras para mí más adelante.

-Vaya! pero si la pequeña e inútil Princesa está dispuesta a pelear ahora, esto se pondrá interesante...- oí canturrear al hombre que había herido a Atis.

-Y quien demonios se supone que eres tú?!- grité furiosa volviéndome hacia aquel hombre.

-No me recuerdas "hija"- dijo acentuando más irónicamente la última palabra.

-Hi...ja...- repetí asombrada por ello.

-Con que era verdad que Zion te había borrado la memoria? Ese tonto queriendo fastidiarme ha logrado hacer algo bueno al fin- murmuraba sin que yo pueda lograr comprender a que se refería realmente.

-Princesa, no lo haga, por favor...- suplicaba Atis en mis brazos -Me recuperaré en un momento, por favor aléjese de él!- 

-No Atis, necesito mis recuerdos, los quiero, ya toda esta zozobra me está enloqueciendo!- dije volviéndome hacia el hombre que estaba sonriendo victoriosamente.

-Eso es Princesa, ven conmigo, tengo toda y cada una de las respuestas que tanto anhelas!- continuó diciendo tendiéndome su mano.

-No! cometes un error hi...- me paré en seco volviendo hacia Atis para escucharlo.

-Qué?!- dije confundida y al momento sentí las fuertes manos de aquel hombre sosteniendo mi cintura cargándome junto con él sobre un corcel y a lo lejos vi una luz tan brillante que logró enceguecerme al instante.

-GINA NO! MALDITO SEAS MARCUS!- oí gritar a Atis tras de mí.

-Mar...cus...- sentí un escalofrío al oír el nombre de la persona que me llevaba en brazos.

-No te preocupes hija mía... te ayudaré a recordar todo lo que desees!- dijo al tiempo que cruzábamos el umbral abierto delante nuestro.

NARRA ATIS

-MALDICIÓN!- grité furioso tratando levantarme pero la herida que había abierto Marcus era profunda y debido a la sangre que perdí intentando hallar a Gina no curaba como debía.

La perdí, otra vez la perdí, con un demonio! repetía golpeando el suelo con los puños hasta hacerlos sangrar, pero, ni siquiera eso hacía que mi corazón se calme al menos un poco, Gina con Marcus, era lo que debíamos evitar y ahora él la tiene en su poder! 

-Levántate Atis! Maldita sea!- ordenaba y forzaba a mi cuerpo haciendo que se dirija arrastrándose hacia el portal que se había abierto minutos atrás para dejar pasar a Marcus y Gina.

Sostuve con fuerza el amuleto que Elena me había dado para recuperar mi salud al menos un poco más rápido de lo que estaba haciéndolo mi cuerpo, pero todo era en vano, el tiempo se pasaba y cada segundo era vital para Gina, la luna asomándose por el occidente dejaba solamente una luna más por pasar y luego la esperanza de vida de Gina quedaría reducida a nada prácticamente. No podía ser, debía salvarla, al menos intentarlo, no podía dejar sufrir a mi hija nuevamente a manos de Marcus.

-Atis?...- oí a lo lejos mi nombre sumergido en la penumbra por la debilidad que sentía -Demonios! Atis!-

-Duncan?- susurré apenas consciente por un segundo -Duncan, mi hija... Marcus...- repetía sin cesar.

-Gina...- dijo Duncan llegando hasta mí y cargándome.

-Mar...cus... se la lle...vó...- respiraba cada vez con más dificultad -Dé..ja... sal.. va...- 

-Te llevaré con Elena Atis, resiste un poco más amigo por favor- 

Luego de eso no supe más que fue de mi cuerpo y mi mente, creía que había muerto, el único pensamiento que ocupaba mi mente iba con ella, Gina.

-Elena! Atis... Atis!- oía repetir a Duncan desahuciado.

-Dunc... qué pasó?! tráelo aquí pronto!- dijo al tiempo que sentía como Duncan me colocaba en una superficie mullida.

-Duncan, ve por Tadeo! está con Gabriel en la cascada- dijo Elena.

Oí una puerta cerrarse y supe que Duncan había cumplido con el mandato de Elena.

-Rayos Atis?! qué has hecho?! Marcus casi acaba con tu vida, su ponzoña está a punto de llegar a tu corazón y...- tomé su mano y sentí un escalofrío abandonar mi cuerpo.

-Mi... hi... ja... Mar... - no podía más, sentía cada vez más dolor al respirar, iba a morir, la ponzoña de Marcus estaba por todo mi cuerpo.

-No hables Atis, lo sé, haremos todo por recuperarla, no te preocupes- volvió a decir Elena tomando mis manos y recitando conjuros que no lograba entender.

El sonido de la puerta abriéndose y los pasos sonoros en la habitación intentaron hacerme reaccionar, pero mis párpados aún seguían pesados y no podía siquiera intentar abrirlos.

-Atis!- Gabriel, mi Señor, le he fallado.

-Qué demonios pasó!- oí decir a Tadeo, tan deplorable me veía en realidad.

-Tadeo, eres el único que puede deshacer el efecto de la ponzoña...- dijo Elena al tiempo que soltaba mi mano.

-Esperen todos afuera...- su voz sonó dura y fuerte y seguido a ello la puerta se cerró quedando todo en silencio -Amigo mío, esto dolerá...-

Un grito ensordecedor abandonó mi cuerpo al tiempo que sentía como Tadeo drenaba cada gota de sangre ponzoñosa de mi cuerpo, ardía como el infierno y el dolor calaba hasta lo más profundo de mi ser.

-Soporta un poco más amigo mío, tu hija te espera... no la puedes volver a perder- dijo continuando con su tarea mientras mi cuerpo se perdía entre el ardor y el dolor.

Gina, hija, aguanta... sólo un poco más.

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