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EL SACRIFICIO DE ZION

  NARRA GINA

Los pequeños rayos de sol que se escurrían entre las cortinas acariciaban y daban calor a mis mejillas, un nuevo día iniciaba y aquella sensación de vacío volvía a embargarme como cada despertar.

-Si sigues esforzándote de esa manera todo ira peor Gina...- decía Zion entrando en la habitación con el desayuno.

Hacía casi un mes que habíamos llegado con Zion, mi guardián a esta ciudad, había intentado llevar una vida normal como cualquier otra niña de mi edad, aunque...

-No entiendo porque sigo sintiendo que este no es mi cuerpo Zion, no lo entiendo- dije negando con la cabeza.

-No lo pienses tanto, no puedes vivir de esa manera queriendo hallar la lógica a todo... debo ir a trabajar, espera aquí, sabes que puede llegar a ser muy peligroso afuera- me abrazó fuerte y besó mi frente.

-Me volveré loca Zion aquí encerrada, por favor, llévame contigo- supliqué como otras tantas veces.

-Al caer la tarde, hay un parque aquí cerca, puedes ir allí, pero no durante mucho tiempo- volvió a decir tomando mi mano.

-No entiendo tu manía de cuidarme tanto!- solté furiosa quitando su mano de la mía.

-Es por tu bien Gina... es que...- calló al momento como si aquello que diría fuera un error.

-Qué Zion! Qué tan malo le puede suceder a una niña de 12 años...-

-Podrías morir! no lo entiendes! eres todo para mí!- gritó furioso -Lo siento, se me hace tarde, sólo...- volvió a verme confundido -Cuídate Gina por favor-

-Entendido...- suspiré lanzándome a la cama nuevamente viendo hacia la ventana.

Aquello ya me estaba cansando realmente, me sentía atrapada y con muchas dudas y espacios en blanco en mi mente que no sabía como rellenarlos. Era doloroso y confuso.

-AHHHHHHHHHHHHHHHHH! ODIO ESTO!- grité sofocada.

-Te encontraré...- oí un susurro.

-Quién anda allí!- dije poniéndome de pie en un salto.

Sólo el silencio fue la respuesta que obtuve. Una punzada en mi cabeza me hizo caer de rodillas al frío piso de madera, el mareo y la confusión me atormentaban.

-Ya basta, por favor! necesito respuestas!- repetía golpeando el piso de madera bajo mis rodillas.

-Yo te las daré...- volvió a decir la voz.

-Basta de juegos! quiero la verdad!- grité furiosa al tiempo que todo se volvía borroso.

Saqué fuerzas del fondo de mi ser para no caer desplomada y quedar a merced de aquel visitante inesperado. La verdad era que luego del extraño sueño donde veía a Gabriel, mi hermano, llamarme, no había podido volver a hilar ningún tipo de recuerdo y eso me estaba comenzando a enloquecer.

-Mi Princesa... de verdad quieres respuestas?- susurró en mi oído aquella voz, parecía reconocerla pero no estaba segura.

-Quiero saberlo todo... por favor... necesito saberlo- volví a decir cerrando los ojos al sentir sus brazos rodeando mis hombros.

-Realmente extrañé tu dulce aroma Gina...- dijo besando mi cuello haciéndome temblar nerviosamente -Sé que te preguntas por qué este cuerpo parece no ser tuyo, por qué este lugar en el que vives realmente no parece ser tu lugar...-

-Quién eres?- pregunté intentando liberarme de su agarre.

-Oh, Princesa, eso realmente dolió!- contestó arrodillándose frente a mí y levantando su rostro lentamente.

-Aún no me recuerdas?- susurró lentamente acercando su rostro al mío.

-No... no...- no podía recordarlo, su rostro, estaba surcado por una cicatriz -Eres un caballero? De mi padre?-

-Realmente no recuerdas nada? Que conveniente- dijo sonriendo maliciosamente -Pero aún no me has respondido, quieres o no quieres saber la verdad, recuperar tus recuerdos... o prefieres permanecer en la oscuridad?- continuó diciendo acariciando mi rostro.

Su tacto hacía que realmente me sienta nerviosa, cada uno de mis nervios reaccionaba y no de una manera placentera, parecía más una advertencia que una visita agradable. Pero necesitaba saber, de una manera u otra debía averiguar que era lo que faltaba en mi mente para volver a ser la que siempre fui, comenzando por mi cuerpo.

-Qué quieres a cambio... la palabra peligro está marcada en tu rostro- contesté poniéndome defensiva.

-No mucho, a decir verdad, sólo tenerte a mi lado es más que suficiente recompensa para mí- intentó sonar amable y acarició mis cabellos.

Zion, lo siento, perdóname por favor pero no puedo, necesito saber, averiguar que soy realmente o enloqueceré.

-Bien, qué esperas Caballero, ya que no piensas decir tu nombre...- dije volviéndome hacia él tendiendo mi mano.

-Como la Princesa ordene- dijo levantándome en sus brazos abriendo la ventana.

NARRA ZION

Esta niña terminará por matarme con sus imprudencias, solté un suspiro mientras echaba llave a la puerta saliendo rumbo al trabajo. El clima de la ciudad era realmente relajante, agradable, sentía que podía caminar horas sin cansarme. Pero nada el día de hoy podía relajarme, Gina cada día se volvía más y más inquisitiva, más curiosa y eso no era bueno, la llevaría a cometer una locura en cualquier momento.

Aun no podía volver a lo que era. Seré egoísta pero no quiero perderla y recuperar sus recuerdos significa que la perderé. Más aún sabiendo la historia de su predestinado. Si Sean ya ha despertado sabrá que realmente es Gabriel y que Gina no es su hermana como creía. Ellos están predestinados y la historia vuelve a repetirse.

-Pero... que demonios!- esa presencia, no puede ser, es imposible!

Me largué a la carrera volviendo hacia el apartamento donde esta Gina. Esa presencia era inconfundible y no significaba nada bueno. Lo sentí y su maldad destila por todos sus poros.

-Rayos! Debo darm...- iba inmerso en mis pensamientos cuando una mano detuvo mi urgencia.

-Zion...- esa voz familiar.

-Atis... pero que...- esto era malo realmente malo.

-De seguro lo habrás sentido- dijo sin más.

-Vamos. Estamos cerca- dije volviendo a la carrera para llegar al apartamento.

Gina sin sus recuerdos y aquel maldito cerca de ella solo terminaría mal, para Gina.

-No lo permitiremos Zion- dijo Atis agitado leyendo mi mente.

-Lo sé- apenas susurré.

Lo que más temía es que él no haya venido solo. Marcus.

-Por qué?- pregunté.

-Marcus la necesita. Es la única capaz de darle descendientes con sangre fuerte. Capaces de derrotar a Gabriel. Además de ganar tiempo y evitar que Gina pueda romper el hechizo de edad. Tenemos solamente dos lunas para que recupere su memoria y que Tadeo pueda quebrar el hechizo definitivamente- explicó Atis mientras seguíamos corriendo hacia el apartamento.

Al llegar la esencia de maldad se percibía en el aire. La puerta del apartamento no estaba abierta. Tampoco la de Gina. Me dispuse rápidamente a abrirla y lo que vimos fue lo peor.

-Gina! No!- Él la tenía en sus brazos, el maldito la había convencido.

-Necesito respuestas Zion, las mismas que tú te niegas a darme, él me las dará- dijo Gina con un reproche impreso en aquellas palabras.

-Hazle caso a la Princesa Zion- canturreó aún sosteniéndola el visitante en sus brazos -Será lo mejor, incluso para ti Zion, si me dejas ir con ella te librarás del castigo que Marcus tiene preparado para ti-

-ABIEL! DÉJALA EN PAZ!- gritó Atis tras de mí.

-Oh! la familia se ha reunido al fin?!- dijo riendo maliciosamente Abiel.

-Si no quieres una cicatriz más profunda te aconsejo que quites tus asquerosas manos de la Princesa!- volvió a rugir Atis

-No querrás decir tu...- comenzó a decir Abiel pero...

-BASTA!- gritó Gina soltándose del agarre de Abiel.

Ambos estaban en la cornisa de la ventana y al deshacerse del agarre Gina perdió el equilibrio cayendo al vacío.

-GINA! NO!- pude gritar al tiempo que Atis se hacía con Abiel para que pudiera rescatar a Gina.

-ZION! CUIDADO!- gritó al tomarla entre mis brazos.

-SI NO ME LLEVO A LA PRINCESA, ME LLEVARÉ AL TRAIDOR!- oí gritar a Abiel desplegando sus alas tras de mí.

-No te preocupes Princesa, a ti no te pasará nada...- susurré colocándola sobre el suelo firme -AQUI ME TIENES MALDITO! VEN POR MI!- grité intentando sonar amenazante ya que yo para Abiel no era rival en lo más mínimo, sabía que lo había hecho era similar a un suicidio.

-ZION!- oí gritar a Atis dirigiéndose hacia donde yo estaba para ayudar.

-NO! GINA ES LA PRIORIDAD! LLÉVALA LEJOS ATIS! AHHHHHHH- sentí la daga de Atis sobre mi brazo -MALDITO!- dije y comencé a alejarme del lugar en el que Gina y Atis se encontraban.

Era lo mejor y lo único que podía hacer, darles tiempo para que se la llevara lejos donde Marcus y su locura no la alcanzaran...

-Sé feliz Princesa...- susurré sosteniendo la herida que me había hecho Abiel.

-YA DEJA DE HUIR MALDITO! IGUALMENTE TU UNICO DESTINO ES LA MUERTE!- volvió a gritar mientras caía sobre mí.

-Mi parte está hecha, no me importa morir por mi Princesa, daría mi vida en cualquier momento por ella- dije casi sin aliento.

-PUES MUERE ENTONCES!- y eso fue lo último que oí antes que mi vista se nublara y cerrara mis ojos.  

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