Capitulo Único
Dedicado a
♡
Aitana era una loba inusual, demasiado inusual, era de esas escasas en su especie de Omegas con visiones, literalmente tenía visiones.
Lo había heredado de su abuela, se crío con ella y la veía cada día por una hora, sentada frente a un reloj de arena mirando concentrada como cada granito bajaba por la cintura estrecha para cumplir con su tiempo trance
Pero para Aiti, las visiones llegaban de diferente manera y en las noches, cómo sueños, además, solo veía una cosa.
La imagen se remarcaba cada vez más al pasar los años.
Al principio, la escasa imagen de una cascada enorme, y solo podía oír el agua descender y chocar contra las rocas.
Tiempo después, la misma imagen está vez, con una sombra a lo lejos que era descubierta por la luz de uno que otro rayo en el cielo.
— Se avecinaba una tormenta. Murmuró la primera vez que vio aquello.
Cuando su loba despertó por completo, pudo ver una imagen más concreta de ello.
Estaba a la orilla del risco y a su costado un gran río que descendía en una cascada, la que levantaba una niebla espesa ante la mañana.
Un frío recorrió su espalda, alguien la observaba, giro en su eje pudiendo ver una sombra, era algo monstruoso, enorme, temible, lo sabía, sentía esa percepción, pero en ningún momento hizo suyos aquellos sentir, más bien, la intriga se apoderaba de su cuerpo y las ganas de querer investigar...
Daba pasos concentrados, calmados y pacientes, hasta que dos orbes en el aire se quedaron pasmados.
Uno era azul, la tristeza se notaba en el, lastima y dolor, quería ir y abrazarlo, quería acariciar y quitar lo que le causaba dolor.
El otro, rojo, un rojo tan intenso y brillante que erizo su piel, era un Alfa, solo ellos tenían los ojos de ese color, en su cabeza escucho con detención la frase "Mi Omega" retumbar en su pecho.
Y la felicidad lleno Completamente su pequeño cuerpo.
Tambien queria reclamarlo, también quería dejar en claro que el es su Alfa, pero por más intentos, jamás, las palabras salieron de su boca.
Al despertar quedó con esa sensación, su loba comenzó a llorar al igual que ella. Daría cualquier cosa para quedarse un poco más y conocer a la persona portadora de su Mate, y así, se mantuvo todo el dia.
Nadie la hizo reír, nadie le hablo, ni mucho menos le pregunto que le pasaba y solo quería quedarse echada en su lecho y dormir para soñar nuevamente lo mismo.
Los sueños y visiones, jamás volvieron, aquel fue el último y pensaba en ello cada día, cada hora, cada minuto, y solo así, lo mantuvo vivo en su interior.
— Cariño —grito una de sus tías, con ella se debió quedar luego de la reciente muerte de su abuela.
— Voy —grito guardando la última caja de mudanza.
— Estás lista.
— Si... —recibio un cariño por parte de la mayor, sonrieron ambas.
— Será divertido, te agradará vivir en el bosque, con tus primas y la familia que te queda.
— Eso espero —dijo viendo la casona en la que vivió toda su vida juntos a su abuela.
Los recuerdos eran hermosos, recuerdos que atesoraría siempre, escucho el motor del pequeño camión rugir y se encamino a subir para al fin irse de ese melancólico lugar.
Había llegado hace mucho, dos semanas para ser exactos.
El bosque de la manada Moonligth era hermosa, todos muy amables, le daban la bienvenida a la nueva integrante y ella se sintió cómoda ahí.
Conoció a cada miembro de la gran familia lobuna, pero jamás, vio al alfa.
Escuchaba historias aterradoras sobre el.
"Un tipo joven, sexy, amable y muy temeroso. Bastaba con solo una mirada de el para convertirse en piedra".
"Alguien a quien no le importaba mucho la manada, los abandonó porque simplemente, no quería responsabilidades".
"Un lobo adolorido que aún no superaba la muerte de su mate"
Y así, un sinfín de cosas extrañas que sintió claramente mentiras.
Ella no se daba el lujo de creer, siempre su abuela le aconsejo conocer a las personas y luego juzgar con hechos concretos.
Para su cumpleaños, su tía hizo una pequeña reunión con los amigos que ya había hecho, la paso extraordinario, entre risas y juegos, bromas y conversaciones profundas.
Ágata, su prima llegó con el pastel en sus manos, cantando el famosillo feliz cumpleaños, todos gritaron que pidiera un deseo y así ella lo hizo.
Mirando fijamente la lumbre, sonrió y en su mente dijo las palabras... "Deso conocer a mi alfa" y como si hubiera desatado la magia a su alrededor, una brisa paso entre los invitados apagando el fuego de la vela antes de que ella soplará.
— No te preocupes Eonnie —encendio de nuevo y al fin la chica pudo apagarla sin ningún problema.
Cuando los invitados la invitaron a dar una vuelta por el parque de la manada, acepto con amabilidad, en compañía de Ágata salieron con los chicos y chicas que no superaban el número de seis.
Risueños, uno de ellos se acercó a la muchachita.
— Aiti, desde que llegaste llamaste mi atención, quería saber si te gustaría salir conmigo. — la Omega se quedó pasmada, buscaba las palabras correctas para rechazar al amable joven sin herir sus sentimientos.
Pero nada se le ocurrió
— Prima, debemos irnos —interrumpio su familiar al notar su incomodidad.
— Si, la tía debe estar preocupada, ya es un poco tarde. —respondio ella siguiéndole la corriente a su salvadora.
Se despidieron y encaminaron sus pasos hasta la casa que solo quedaba a unas cuadras.
— ¿Lo harás?
— Claro que no... Jihyuk es muy amable y guapo, pero no es mi mate, quiero encontrarlo y que sea el siempre, el primero y el único.
— ¿Nunca has estado con un alfa?
— Dios, no!!... La abuela siempre me enseñó a que lo mejor era entregarse a quien era tu destinado.
— ¿Y que pasa si el si ya ha estado con alguien más?... O aún más ¿Si cuando lo encuentras el ya tenga una pareja?... Sabes que algunos lobos no esperan a sus destinados.
— Eso sería muy doloroso, la verdad no había pensado en ello, no sé que haría ante ello —respondio cabizbaja.
Sus deberes los hizo de la misma manera, lenta, pensando en las palabras de su prima...
¿Que pasaría si su mate ya tiene una pareja? ¿O cachorros?.
Dios!!
Solo pensaba que si fuera así, jamás se interpondria, es más... Desaparecería de la faz de la tierra por el resto de su vida, muriendo sola con un corazón dolido y destrozado.
Se recostó en la cama, pendiente del techo sobre su cabeza, analizando y en la misma, sus ojos comenzaron a cerrarse con lenttud.
Escuchaba claramente el sonido de la cascada, sentía en su piel la humedad de la niebla, un viento que levemente acariciaba su rostro y cuando al fin decidió abrir sus ojos se vio parada en aquella cascada con la que soño hace mucho.
Emocionada giro en su eje, viendo hacia el bosque, esperando a que los ojos de colores aparecieran.
Así fue un par de segundos después.
Camino hacia ellos, con pisadas firmes y a la vez miedosas, se repetía una y otra vez no despertar.
— Mía — la voz retumbó en su pecho y todo su cuerpo, una leve sonrisa apareció en los labios de la chiquilla.
— Mío —respondio ella casi en un grito— ¿Cómo te encuentro?
— Busca este lugar —respondio el escondiéndose entre la espesa niebla.
— No te vayas... Por favor —rogo— solo unos momentos más
— Te he esperado por mucho, no puedo salir de aquí, necesito que me encuentres.
— ¿Cuál es tu nombre?... Soy Aitana.
— Encuentrame... Iría por ti, pero no puedo.
— ¿Por qué? —sus ojos entristecieron— Alfa, cuentame.
— Por mi mate —ella detuvo los pasos.
— ¿Tienes una mate? —su loba lloro en el interior— ¿Y yo que soy?... ¡Alfa! —exigio— Necesito despertar —solto en un sufrido susurro
— Omega —hablo cuando la vio alejarse.
— Déjame.
— Omega —le dijo con voz de mando, su cuerpo se congelo, no podía dar otro paso ni aunque quisiese
— Te lo ruego, déjame despertar —pidio con lágrimas en sus ojos.
— Cierra tus ojos —oyo una voz dulce a su espalda— cierra tus ojos y podrás despertar.
Apretó los ojos deseando hacerlo, tenía su corazón destruido, ni ella ni su loba quería estar ahí, no lo buscaría jamás, el tenía ya una mate, estaba destinada a la desgracia e infelicidad.
Una tierna caricia en su rostro le ocasionó erizar su piel, una mano tocó su cintura pequeña y el calor de los labios sobre los suyos.
— Eres mi mate, mi única mate.
Aquellas palabras la impulsaron abrir sus ojos y cuando lo hizo se hayó en la habitación donde había dormido desde un principio.
Los rayos del sol entraban por la ventana, se arrepentia de ello, intento volver a dormir y soñar de nuevo con el, pero no pudo hacerlo, el sueño había sido espantado y la concentración no ayudaba.
Debió levantarse, rendida, se levantó, perdida, desayuno, no estaba presente, su mente divagaba los recuerdos recientes de aquel sueño.
— Aiti, sucede algo —no era común en ella estar en las nubes, por lo que llamos la atención de su tía.
— He estado soñando con un lugar, desde mucho tiempo, y me perturba.
— Cuentame —le presto toda la atención.
— Es una cascada, en una de las orillas hay una gran roja color gris, rodeada de pinos, llena de niebla, una espesa niebla que da miedo. Pero a la vez hay algo que me llama a ese lugar. —conto enfocada en su taza de té.
— ¿Que cosa?
— Mi alfa —dijo llevando su mirada a la mayor— puedo verlo en su versión lobuna, enorme, blanco, temible pero pacífico, y cada que me lo encuentro en mis sueños, me reclama como suya, sus ojos son heterocromaticos, rojo y azul, y anoche me pidió ayuda porque no puede salir de dónde está.
Su tía al oír sus palabras, quedó sin palabras, su sobrina había vuelto la mirada al café en su mano volviendo a ser la silenciosa desde la mañana.
— Prepara un bolso —le dijo sosteniendo su rodilla— ropa abrigada, y un vestido hermoso
— ¿Para que?
— debes buscarlo, tu mate te necesita, irás por él.
Una sonrisa cálida formó la mayor que le dió la fuerza que la chica necesitaba en ese momento, de un impulso se levantó y preparo algunas cosas, su tía, le preparo otras.
Y así, una aventura para Aitana, se desató esa mañana.
Yaila, su tía, manejaba concentrada por una carretera rodeada de árboles, se respiraba aire fresco esa mañana, junto a su hija revivirian una de las tantas salidas que hacían junto a su madre, abuela de las niñas, un campamento.
Entre las tres prepararon muchas cosas, tiendas de camping, cocinillas, comida, todo lo necesario.
— Cuando dijiste cascada, imaginé una a la que la abuela nos llevaba, nos contaba una historia antigua de ese lugar que nos erizaba la piel con tu madre.
Un alfa fue maldecido por la luna de su mejor amigo, ella era una bruja, enamorada de ambos y rechazada por este alfa que no quiso traicionar a su Beta, la maldición, es que vivirá en las tinieblas de aquel bosque sin encontrar la salida hasta que su mate lo encuentre.
— ¿Quien se atreve ría a hacer tal barbaridad? —pregunto Aiti al oír el corto resumen.
— Son solo leyendas, cariño.
— Aún así, si ya tenía su mate, ¿Cómo no conformarse con el amor de él? —su tia sonrió.
— hay veces en las que nos enamoramos de otros, pero la diosa luna es la que manda.
— ¿Te ha pasado madre?
— Cuando fui joven, me gustaba un chico, pero al presentarse mi loba, resultó que mi loba era mate de otro.
— ¿No eres esa bruja... O si?
— Claro que no... —rio pendiente del camino— cuando conocí a Samuel mi loba lo reclamo como suyo, mi parte humana le costó enamorarse de el, pero lo amo.
— Entiendo, hay un chico que me invita a salir constantemente, se que no es mi mate y a pesar que no le contesto, se que no podría estar con él... Quiero que mi primer amor sea mi mate, quiero que sea el primero y el último.
— Jihyuk es un buen chico —comento su prima— espero aparezca su mate pronto.
— Quizás seas tu —bromeo su prima— cuando se presente tu loba lo sabremos.
— La verdad... Si me gustaría —murmuro— el me gusta.
— ¿En serio?
— Gracias por no aceptar salir con el, prima, me habría destrozado tu decisión.
Entre tanta conversación el camino se hizo corto, Aitana se sorprendió por el parecido de aquel lugar comparado con sus sueños.
Entre las tres, comenzaron levantar el camping antes del anochecer, encendieron fogata y derritieron malvaviscos mientras reían y recordaban bellos momentos cuando la abuela estaba viva haciéndoles compañía.
Al llegar el momento de dormir, solo se oía el rico, grillos y el viento que silbaba despacio.
Las tres cansadas cayeron en un profundo sueño, y cuando la luna estaba en su punto máximo, brillando con más intensidad, una niebla comenzó a caer desde la cascada.
— Aitana —se oían en susurros— Aitana —volvio a decir, la chica abrió sus ojos con lentitud, y una silueta había a un costado de su tienda— Aitana.
— ¿Quien es? —ella no sentía miedo.
— Es el —dijo por el link Moira, su loba— Es nuestro mate.
La muchachita se levantó de sopetón tomando un abrigo y saliendo para encontrarse con él.
El muchacho se alejaba de ella, lo vio perderse entre aquella niebla, tomo una lámpara antigua de parafina que su tía había llevado, la que encendió con rapidez y fue en búsqueda de él.
Subió una empinada colina, buscando entre la nube que la rodeaba, su nariz olfateaba en diferentes direcciones, y así, siguió su rastro.
Miro por el risco, se veían las copas de los árboles de robles y el campamento que levantaron junto a su tía y amiga, todo se miraba tan bello desde ahí.
De pronto, un aire tibio la recorrió de pies a cabeza, como un resoplo en su nuca que le erizo la piel, comenzó a girar con lentitud, la niebla se disipaba y los ojos se hacían cada vez más claro, uno rojo y otro azul.
— Mía —reclamo el monstruo lobuno de gran tamaño.
— Mío —murmuro ella al saber que su mate estaba en ese lugar, su corazón se aceleró, el desespero de correr a él y enterrar su nariz en su cuello para impregnarse de su aroma, dejarse abrazar, invadir, y marcar como era debido.
— Aiti —escucho en el cielo y miro las nubes, el sol comenzaba a salir, y aquella visión del lobo se desvanecía con cada rato asomarse.
— ¡No! —exigio con molestia— Quédate conmigo.
— ¡Aiti! —volvio a oír
— Por favor, no me dejes.
— Jamás lo haría —escucho en su interior— Búscame.
— ¡¡Aiti!! —oyo con más fuerza y sus ojos se abrieron, se sentó en la cama dónde dormía en su tienda, con la respiración agitada, esperanzada, queriendo buscar donde sea a su Mate que lo sentía cada vez más cerca— ¿Estás bien?
— S...si...
— ¿Quien es Jimin?
— ¿Eh?
— Repetias una y otra vez Jimin... ¿Quien es Jimin?
— Mi mate —dijo con una sonrisa— ¡Tía! —grito y se levantó para salir afuera.
— ¿Que sucede? —pregunto la mayor con intriga.
— Cuentame de esa leyenda.
— ¿La leyenda del Alfa?
— Esa misma.
— bueno... Park Jimin —su hija llevo sus manos a la boca con asombro al oír el nombre que su prima decía una y otra vez— Es el alfa de nuestra Aldea. Cuando se presentó, Lee Jung se enamoro de el, desde muy joven se hizo cargo de la Aldea, tenía un mejor amigo, Kang Son, termino presentándose como un beta y se volvió la mano derecha de Jimin, eran muy buenos amigos, trabajaban perfectamente juntos, la aldea era pacífica y quien necesitase asilo Jimin los recibía.
Pero está chica, Lee Jung, se llenó de ira, se había confesado a Jimin y este le dijo que si se presentaba como su mate la aceptaría, al igual que tú, nuestro Alfa tenía ese deseo que su mate fuera el primero y el último. —la muchachita sonrio— al pasar el tiempo, la presentación de ella se hizo presente, y su loba, reclamo a el beta como su mate, pero su persona estaba obsesionada con el alfa y no acepto eso.
Cuando todos creyeron que al fin lo aceptaba, nuestro Alfa desapareció, dos días después, el beta, y finalmente ella.
— Pero... ¿Cómo saben que es una maldición?
— Porque... Una niña, que vivía en la casona del alfa, dijo que una noche Lee Jung llegó cuando la luna brillaba en su totalidad, escucho una discusión de Jimin y la chica, una espesa niebla se adentro en el hogar y el Alfa, desapareció.
Ella sabía que algo malo había hecho Lee Jung, y la siguió por dos días solo para averiguar dónde estaba el Alfa, pero vio que esa niebla se hacia presente cuando Kang Son le exigía decirle la ubicación de su amigo, y este, desapareció.
— ¿Cómo se puede romper la maldición?, ¿Quien era esa muchacha?
— No lo sé cariño, solo son leyendas.
— No lo son... No son solo leyendas —miro a su prima— Dile.
— Park Jimin... Es el nombre que Aiti repetía una y otra vez cuando dormía. —su tía abrió sus ojos sorpresivamente.
— Es mi mate, necesito encontrarlo... Por favor tía, debes recordar algo más que te haya dicho la abuela.
— Yo... —nego lento— No lo sé cariño, fue... Hace tanto tiempo —la muchacha bajo los hombros derrotada— ¿Que soñaste ahora?
— El me llamo, al despertar, ví su sombra pero cuando salí se alejaba —apunto con su dedo arriba— allá me reclamo, pero el sol comenzó a salir, y cierta persona me despertó.
— Lo siento —susurro con ternura.
— ¿Algo más?
— Había mucha niebla, una espera que con suerte podía ver qué había frente a mi.
— Bien... Empaquemos.
— ¿Nos iremos? —gritaron a la vez.
— Claro que no, subiremos, esta noche, no dormiremos, y si viene, lo buscaremos.
Y así, comenzaron a guardar todo, el corazón de la Omega latía con fuerza con cada paso que daba, hasta la gran colina, sentía en su piel cada vez más cercanía a su mate, eufórica y con mucha energía, agilizó sus pasos, y fue la primera en llegar a la cima.
Miro las copas de los árboles por el risco, tan hermoso como recordó en el sueño.
— tengo nervios, Moira
— también yo... Espero lo encontremos esta noche —un aroma inusual llegó a sus fosas nasales— es él.
— ¿estás segura?
— Vamos, antes que lo perdamos —dijo la loba.
La muchachita se levantó y miro a su familia que intento mantenerse despierta, hace unas horas que se habían dormido y ella no les recriminó, más que mal, era misión de ella encontrar a su Alfa.
Salió de la tienda, la niebla comenzaba a caer, la luna estaba en su punto más alto y brillaba tan fuerte que todo lo alumbraba, si no fuera por la nube tensa podría ver en qué dirección la guiaban sus pies.
Simplemente seguía el instinto de su loba, el olfato le indicaba por dónde caminar haciendo más fuerte el aroma de pinos, esencia de coco y menta. Una exquisitez que podía sentir salivar su boca.
A la distancia, una figura se hacia presente, detuvo sus pasos, esa, no era de su Alfa, su cuerpo tembló de miedo, quiso correr, lo que no consiguió por temor a que la viesen.
— ¿Quien está ahí? —dijo una femina— ¿Quien invade mis terrenos?
Cautelosa, dió un paso al costado escondiéndose detrás de un gran tronco, su respiración se aceleró, sudo en magnitud.
— Omega —volvio hablar— Eres una Omega —la escucho más cerca— ¿Que haces aquí? —al instante escondió su aroma, rogaba en su interior que alguien la salvase, cerró sus ojos.
Pasos retumbaban en el piso, como si una estampida se acercaba a ella, las piedras vibran con el resonar, las ramas de los árboles se quebrajaba y un gruñido estruondoso provocó que los pájaros salieran de sus nidos asustados.
— Hasta que sales de tu escondite, Alfa.
— No te metas con ella —amenazo
— No me digas que es tu Mate —una risa leve de burla se oyó.
—Sujetate —dijo.
Aitana miro a su costado, un lobo gris de gran tamaño se acercaba a ella, intuitivamente sus manos se enredaron en su pelaje, y colgada de su cuello escaparon de fuera quien fuera la amenaza.
— Resbalo —advirtio la muchacha.
— Solo un momento más —pidio él y corrió más rápido.
— Alfa —grito Aiti cuando ya no pudo aguantar más el agarre.
En un movimiento repentino, El lobo se devolvió por ella, transformando su cuerpo y sosteniendo el pequeño cuerpo de la chica, recibiendo el golpe contra el suelo con su espalda, solo, para evitar que ella saliera lastimada.
La tierra se levantó, ella tocio con el polvo, y al mirar se encontró con el chico desnudo completamente, sus ojos estaban cerrados y su cuerpo, no reaccionaba.
— Alfa —murmuro llena de miedo— No me dejes ahora.
— Te dije que no lo haría —el abrió sus ojos y la miro con una bella sonrisa— al fin me encontraste —las mejillas de la Omega se llenaron de rubor, más aún al verse sobre el cuerpo del chico desnudo.
En un afán por levantarse, rozo la intimidad, nerviosa, se quitó sobre el y miro en otra dirección.
— Estaba más cómodo y cálido contigo sobre mi. —se levantó del piso, ella sonrió, pensaba en lo mismo, era mucho más cómodo estar sobre el que estar llena de vergüenza a su lado, aunque, agradecía poder echarle un vistazo a tan majestuoso cuerpo.
— ¿Quien era ella?
— Lee Jung, siempre que creo encontrar la salida de este lugar, ella llega y me arrastra con la niebla.
— ¿Y como saldremos de aquí?
— Creeme, he intentado de todo.
— ¿Y Kang Son?
— ¿Por qué no me ves?
— Es que... —se paró frente a ella— Es que...
— Eres hermosa —tomo su mentón y levanto su vista— espere mucho por ti.
— También yo —sonrieron.
— Dios, hueles tan bien —acerco su rostro al de ella oliendo su piel— Creo que mi celo se adelantará.
— Alfa —murmuro extasiada, y Jimin atacó sus labios.
La chica, se derretía en sus brazos, siguió el ritmo del beso colgándose en su cuello, la erección del Alfa se hizo presente al instante, la apretó a su cuerpo y arrastró hasta el tronco de un árbol en dónde la arrinconó, frotando su miembro en su intimidad.
— ¿Me dejas?
— ¿Aquí? —espeto con asombro, Jimin sonrió escondiendo sus orbes, acaricio su piel con sus nudillos deslizándose por las mejillas, cuello, pecho hasta llegar sobre los montículos esplendorosos que ella lucia con esa ropa ajustada.
Aiti elevó su pecho deseosa, excitada y dispuesta a hacer lo que su alfa ordenará.
Pero Jimin no estaba dispuesto a tomarla ahí, en medio de la nada, entre los árboles y la tierra sucia, no, claro que no, y por muy empinado que su miembro estubiera, entro en razón junto a su lobo, la primera vez de ambos, sería espléndidamente inolvidable, por lo que tomo distancia, transformó su cuerpo en el lobo que era y se inclino para que ella lo montase en su lomo.
Miraba maravillada aquella cabaña en la que habían llegado, en medio de la nada, Jimin salió de la habitación está vez vestido casualmente con un pantalón ancho y una polera de algodón, aún así, el bulto en su pantalón se miraba con notoriedad, ella, solo quería que la tomara en ese momento, aún así, sentía los nervios de punta de solo imaginarse estar con el.
— Ven aquí —golpeo un sillón de madera lleno de cojines.
— ¿Cómo es que hiciste todo esto?
— Ingenio —ella se sentó a su lado, de un movimiento, Park tomo sus caderas y la sentó en su regazo, el calor de su falo emanaba con fuerza.
— Necesitamos salir de aquí.
— ¿Tienes apuro? —levanto su cadera haciendo tiritar a la muchachita— estoy en celo Omega, y creo que el tuyo también se aproxima —olfateo su piel aspirando con fuerza— Dime si te puedo tomar.
— Eres mi mate, mi alfa —susurro embobada con el aroma que cada vez sentía más fuerte embriagando su cuerpo— Puedes hacer conmigo lo que quieras.
— ¿En serio? —lamio su cuello.
— Ah~... Si Alfa —con fuerza y a la vez delicadeza tomo las mejillas de ella— Ah~... Solo tengo una petición.
— La que quiera mi Omega —Aiti trago aire viendo los ojos profundos de Jimin, este sonrió ladino y supo de inmediato— Tendré cuidado
— Alfa —musito y las mejillas de ella se llenaron de un carmesí, sus redondos ojos brillaron como el firmamento mismo, salivo tanto que caía por sus comisuras, había entrado en celo también.
Las garras de ella crecieron un par de centímetros, las que enterró en los hombros sin provocar daño y deslizo por todo el frente del alfa, su boca la pego a los abultados labios del chico, lamió deseosa y la intensidad por parte de ambos fue desatada, como dos lobos eufóricos llenos de deseo.
— Perdón, lo siento —repetía cuando la muchacha gemia bajo él por la brusquedad de sus movimientos.
— Estoy ardiendo —expreso con desespero, saco sus colmillos y raspó ligeramente la piel de su mate.
— Omega, si haces eso harás que me desespere —haciendo caso omiso, Aiti repitió el acto está vez, mordiendo la piel de su cuello— Omega rica —pujo con intensidad.
La chica gimió está vez con más fuerza dolorosamente, Jimin beso cada parte de su rostro, evitando moverse entre sus piernas, ya le había ocasionado el suficiente dolor como para que siguiera, esperaría quieto hasta que el dolor en su centro se esfumará completamnete.
—Lo siento, perdón, mi Omega, prometo que no dolerá más. —beso sus labios con delicadeza— ahora todo será mejor —ella asintió aún agitada, deslizo lentamente hacia afuera y dentro y los sonidos de su pecho fueron con sonidos y expresiones diferentes.
— Mi alfa —escucho de ella con una voz rasposa, sus ojos cambiaron a un color pardo y brillante, su loba se hacia presente, por lo que también dejo salir a Joan su lobo.
— Omega deliciosa —dijeron a la vez— mi lobita —murmuro y se encajo en su cuello besando su glándula mientras el vaivén era más presuroso.
Las ansias de marcar y anudar lo invadian tanto como el cosquilleo en su espalda baja, anunciando su culminación, estrujó sus pechos perfectos y redondos sin salir de su cuello.
— Permíteme —rogo cuando el nudo comenzaba a formarse, ella abrió paso en sus piernas aún más y su cuello a la vez disponiéndose a su Mate.
Entonces los colmillos crecieron enterrandose con astucia en el cuello de la Omega al mismo tiempo en que era apretado el nudo soltando la escencia de ambos, la sangre de la marca se deslizo entre los colmillos y con su lengua limpio sintiendo el exquisito sabor.
Los sentidos se agilizaron, compartieron pensamientos y sentimientos, compartieron deseo y compartieron satisfacción.
Ambos se vieron a los ojos sonrientes, se pertenecían y no había nada mejor que tenerse al otro, son uno, y nada ni nadie los separaría nunca.
Luego de tres días en un encierro fogoso, calmando sus celos, decidieron al fin buscar una salida.
Salieron al anochecer, por alguna razón Aiti sentía que debía ser en ese momento pues era cuando el se presentaba en sus sueños.
Caminaron hasta el río, siempre con las manos tomadas, Jimin se sentía seguro con ella y viceversa.
Al llegar a la orilla del río, comenzaron a caminar siguiendo la corriente, la niebla comenzó a caer espera, la luna llegó a su punto más alto y brillo tanto que está vez alumbraba a través de la nube a su alrededor, la diosa les ayudaba a encontrar el camino, lo que agradecían enormemente.
— No podrás salir de aquí —se escucho en un estruendo.
La muchacha asustada se allego al brazo de su Alfa y este sintió la necesidad de protegerla, soltó su aroma para tranquilizar el miedo que sentía, gruñendo a la defensiva.
La Omega agarro con fuerza la mano de su mate y comenzó a correr.
—Jimin, allá —dijo ella al ver el risco de la cascada.
— Aitana, corre —grito el a la distancia, una opresión sintió en su pecho al sentirlo lejos.
Se detuvo abruptamente, el lobo estaba transformado protegiéndola.
— ¡No! —murmuro ella desesperada y volvió con el, pasando entre el espacio de sus patas y quedando frente a Lee Jung, sus ojos se abrieron enormemente al ver a la mujer.
La conocía, la reconocía perfectamente, en la casa que vivió junto a su abuela había fotografías de ella por doquier, sus ojos se llenaron de lágrimas, y un dolor por las mentiras que había oído, sin saber que era real y que no.
— La muchachita tiene agallas.
— Así me enseñó mi abuela —la mujer sonrió ladino— Tu madre —quito la sonrisa.
— Aitana —musito para sus adentros— ¡No puedes ser tu mate! —grito a los cuatro vientos con molestia.
— Madre... —se giro hacia Jimin que había cambiado su cuerpo al humano y lo empujó al río, siendo arrastrado hacia la cascada.
— ¿Que mierda hiciste? —grito al ver su acto— Ese Alfa es mío.
— ¿Por qué?
— Me enamore de él
— Es mi mate —la mujer se acercó a ella y la tomo de su cuello, levantando del piso sus pies.
— Jamás dejaré que Jimin sea tu mate, prefiero terminar con tu vida a qué te marque.
— Ya lo hizo —dijo costosamente y la mujer miro su cuello— Me anudo, me marco, le pertenezco y me pertenece.
— ¡No!
— Tu llevas una marca, la de mi padre.
— Cállate.
— Madre —hablo con su último aliento, sus manos soltaron el brazo que la sostenían, el piso comenzó a temblar una vez más, está vez con más estruendo, la niebla se disipaba, y la luna la alumbraba solamente a ella.
— Kang Son —dijo, soltó de la chiquilla y lo miro con atención.
Con la pocas fuerzas que le quedaban mantuvo sus ojos abiertos, viendo como el lobo negro desgarraba cada extremidad de la bruja que reconoció como su madre. El lobo babeaba de la ira, sus costillas se inflaban del aire que aspiraba con rabia y salían por su nariz rezongando sobre ella, se acercó lentamente y con delicadeza la acarició con su osico, fue ahí, cuando la chica perdió la noción del tiempo cerrando completamente sus ojos.
La paz rodeaba el lugar en el que estaba, intento abrir sus ojos, se encontró en un cuarto grande, tibio y seguro, el aroma a pino, escencia de coco y menta estaba por doquier, lo que causó en ella tranquilidad.
— Lobita deliciosa —escucho mientras volvía a cerrar sus ojos— ¿Despertaste? —ella sonrio— Ven aquí con tu Alfa, ayúdame a liberarme de estos cachorros.
— Son tus cachorros —respondio ella por el link— Ayer me tocó a mi.
— Lobita quiere ser castigada —volvio a reir y no escucho más.
Aquel día la maldición del Alfa Park fue rota, y aunque le dolía la muerte de su madre no la lamento tanto al darse cuenta que fue la responsable de tanto daño.
Kang Son le contó la verdad de muchas cosas, había sido consevuda y al nacer intento asesinarla solo por ser hija de el, pero su abuela que sabía casa cosa se la arrebato y arranco con ella en sus brazos solo para ponerla a salvó.
Ahora, convivía feliz como la Omega de la manada de Park, liderando con sabiduría y con tres cachorros que nacieron producto de los nudos en los celos de ambos.
Era totalmente feliz, rodeada de personas qu la aman y con ese alfa tan tierno y fuerte que la diosa luna le otorgó.
Escucho el rechinar de la puerta, aguanto las ganas de reír e imitó estar dormida.
— Lobita mala —se recostó a su lado— me abandonaste con los cachorros.
— ¿Que te hicieron está vez?
— Pidieron la historia de la loba Omega que rescato a su mate alfa de la maldición —ella carcajeo con ternura.
— De nuevo contando eso.
— Me enorgulleces, sin ti no habría salido de ese lugar.
— Debía rescatar a mi Alfa.
— Te amo lobita, gracias por buscarme, rescatarme y salvarme.
Las risas se escucharon en la habitación, los tres cachorros se hacían presentes invadiendo la habitación de la pareja feliz.
Saltaron sobre el Alfa y besaron el rostro de la tierna Omega, gritando y pidiendo nuevamente la heroica historia que su padre contaba con orgullo.
Dónde una Omega busco entre la niebla los ojos heterocromaticos, exponiendo su vida con tal de salvar a su mate, poniendo como ejemplo que cuando la luna te da la pareja correcta, son capaces de hacer cualquier cosa.
Fin
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