1- El dolor del pasado y el presente
—Te amo mi princesa sos mi vida —le doy un beso en la frente y ella me contesta yo también te amo mucho mami.
—¡Mami! —la arrancan de mis brazos.
—No, no, nooo por favor no se la lleven —corro pero no puedo alcanzarla.
Me despierto toda sudada otra vez esa pesadilla, ya no puedo más. Me levanto camino a la cocina a tomar un vaso de agua, observo desde mi ventana todo lo que tengo, todo lo que hemos logrado con mi esposo Gabriel y aún así no me siento completa, ¿Y como sentirme completa? si me falta ella ¿que será de su vida? ya debe de ser toda una mujer mi princesa.
¿Dónde estarás? es la pregunta que me hago todo los dias ¿Serás feliz? ¿Te acordarás de nosotros? Espero que así sea, es lo que le pido a Dios y que siempre te proteja, donde quiera que estés.
Un abrazo por la espalda me envuelve en sus protectores brazos, es mi marido, él sufre como yo, pero a diferencia de mí se muestra fuerte, para poder sostenerme.
Hace 20 años sufrimos, hace 20 años que se la llevaron de nuestra vida, que nos robaron a nuestra hija ¿El culpable? El maldito de mi suegro, decia que yo engañe a su hijo y que nuestra hija era una bastarda por eso pagó para que se la roben, el muy desgraciado confesó todo eso, años después agonizando ¿Esperabas el perdón? No te perdono y espero que te pudras en el infierno en el que ardes.
Nadie lo podía creer mi pobre suegra sufrió y sufre mucho por su nieta desaparecida, como todos nosotros.
—Amor vamos a regresar a la cama a descansar —me dice él—. Mañana tenemos una reunión en la oficina temprano.
Me toma de la mano para llevarme de vuelta a nuestra cama, verme así le parte el alma, él me amo y quiere verme feliz, aunque sabe que es algo difícil para ambos, desde que se llevaron a nuestra hija, yo no he sido capaz de volver a sonreír o ser la misma.
Abro los ojos y Gaby me tiene abrazada lo miro y es tan hermoso después de 20 años de casados sigue siendo el hombre de mi vida. Lo llamo suavemente, él abre esos hermosos ojos color celestes que tiene, sonríe y me besa, raspándome con la barba que ya tiene sus canas por el paso del tiempo. Cuando ya estamos duchados y listos vamos al gran comedor a desayunar.
Buenos días señora y señor Gabaldón, el desayuno ya esta listo.
Gracias Dora —responde mi marido Gabriel.
Gracias.
Me miro en el reflejo de la ventana del vidrio y solo veo una mujer hermosa de 45 años, pero fría, de expresión dura y seria, nada de parecido a la foto que sostengo en mis manos de años atrás cuando aún tenía a mi hija conmigo.
Obviamente no siempre fui así y no soy así con mi familia, a la cual amo, solo con mis empleados y la gente que no conozco. Pero tampoco soy la tía afectiva que mis sobrinos quisieran tener, ya que no puedo evitar sentir cierta envidia y recelos porque mis hermanos si pueden disfrutar de sus hijos, mientras yo me la paso extrañando el recuerdo de la mía, y esos escasos 3 años en la que la tuve entre mis brazos.
Yo soy la desgraciada, que la única hija que tenía me la robaron y nunca más quise traer más hijos al mundo.
Hoy particularmente no me siento de animos ya que mañana seria el cumpleaños de ella, mi princesa Luz. Elegimos ese nombre para ella, ya que era lo que su nombre significa, la luz de la familia, la primera en nacer y quien llegó para iluminar muestras vidas, al llevarsela se llevaron también un poco de todos pero más tomaron de nosotros, sus padres. Me volví una mujer fría, endurecida por el rencor y el resentimiento, pero aún más por el dolor de llorar hace años a una hija a la que probablemente jamás pueda volver a ver. Cumpliría 23 años, si me la robaron cuando apenas ella tenia 3 añitos.
La única pista que teníamos de nuestra hija es que se la habían entregado a una señora llamada Catalina, eso y una foto de esa señora que supuestamente el marido de ella fue quien nos la robó a pedido de ese infeliz de mi suegro, ósea que ella también era cómplice de él.
A veces siento que estoy hasta enojada con mi pobre marido Gabriel, sino lo hubiese conocido ni a su maldito padre, podría tener a mí bebé conmigo, o si ese día él la hubiera vigilado mejor, no se la habrían llevado. Rápidamente aparto esto de mi mente él no tiene la culpa y es una víctima como yo y nuestra hija, de ese hijo de puta de su padre. Pero no pierdo la esperanza de volverla a ver algún día
—Amor aquí estabas —entra Gabriel y dejo la foto en la estantería— ¿No te sentís bien?
—¿Y qué crees? —le respondo mal, pero él no pierde la paciencia.
—Tenes razón, perdón... —se acerca hacía a mí— 23 serían mañana... —toma la última foto que nos sacamos con ella y le acaricia el rostro a través del cristal— sería una mujer hermosa.
—Ella no está muerta Gabriel, solo no sabemos dónde se encuentra.
—Perdón amor, lo estoy haciendo todo mal hoy —se disculpa e intenta acercarse, pero salgo rauda caminando a paso ligero para buscar mi cartera.
—Solo vamos a la empresa, tenemos esa reunión importante hoy, terminemos con esto —mi dolor de cabeza, es insignificante al dolor que veo en los ojos de él—. Perdón amor, soy una idiota, no debería haber reaccionado así, es que tan solo esta fecha...
—Está bien, te entiendo también er... es mi hija y la extraño cada día —toma mi mano y me besa en un semáforo, antes de que le de el verde.
El hombre que se la llevó murió en un accidente hace años, cuando estuvimos cerca de atraparlo y a su esposa. Aunque todas las pistas parecían ir bien encaminadas ella desapareció de la faz de la tierra, con mi hija que en ese momento tendría unos 4 años y nunca más supimos de ella. La cara de esa mujer nunca la voy a olvidar y el día que la encuentre juro que me las va a pagar, asi sea lo último que haga.
Llegamos al hotel central donde está
nuestra oficina, apenas entramos todos los empleados nos saludan con un buen día, ya me conocen muy bien, y más con mi carácter de mil demonios.
La mayoría al menos me mira con miedo, mi marido en cambio es un poco más accesible que yo, bueno mucho más accesible, a él al menos no le temen, por eso se encarga del personal, cerrar tratos, y yo de los números.
En recepción hay 4 personas atendiendo al los huéspedes, 2 muchachas y un señor ya entrado en edad y por supuesto el jefe de recepción.
Las chicas hace un año que empezaron a trabajar acá pero la verdad es que una de ellas no la soporto y me desespera mucho, no me pregunten porqué pero no la puedo ni ver, la detesto y me encanta hacerle la vida a cuadros.
Esperamos el ascensor y se acerca mi "amiga" María.
—Buenos día Lau, buen día Gabriel
—Buen día —responde el secamente, a mi esposo no le cae muy en gracia.
—Buen día María ¿cómo estás..? ¿Todo en orden por acá? —Ella es una de las encargadas y aparte mi amiga por decirlo, igual yo no confió en nadie y siempre está atrás mío como perro faldero.
—Sí, todo en orden como siempre, me extraña que preguntes eso —se ríe de manera condescendiente— ¡Ah! te comento que la buscona recepcionista que te cae mal, hoy llego tarde 10 minutos se ve que estuvo de fiesta anoche, porque tiene unas ojeras.
—No me extraña porque pinta de
liguera tiene, se ve que esta esperando cazar algún hombre con dinero. Después me encargo de ella, va aprender a no llegar tarde otra vez si no quiere que la ponga de patitas en la calle.
—Laura sabes que no me gusta que hables así de los empleados, aparte del personal me encargo yo.
—María me mira y se queda callada-— No entiendo porque te agrada tanto esa corriente de Paola, vivís defendiéndola.
—No es una mala chica y las ojeras deben ser porque se la pasa estudiando, ya que está a punto de recibirse de arquitecta. Antes de abrir la boca deberían corroborar la información completa —le da una mirada a María que avergonzada agacha la cabeza. Al parar el ascensor sale primero dejándonos a las dos atrás.
Llegamos a nuestra oficina y cierro de un portazo, si la mañana venía mal estaba a punto de volverse peor.
—¿Qué bicho te picó?
—Ninguno, viene María con mala leche a llenarte la cabeza en contra de Paola y le crees...
—¿Ahora te gusta la nueva?
—Laura no empeces con tus fantasmas, esa chica podría ser mi hija...
—¡Pero no lo es Gabriel! No es tu hija, ni mía ¡¿Tengo que recordarte gracias a quién?! —En este punto ambos nos miramos con bronca y dolor, una palabra podría herir al otro de muerte— habla con ella y que no llegue tarde, es su trabajo y lo que sea que tenga que hacer me importa tres mierdas, sino voy a intervenir yo.
IMPORTANTE: Quiero aclarar que esta obra me la cedió su autora, no es cien por ciento mía, si bien me la cedió como hasta el capitulo 3 y yo le agregue todo lo demás hasta concluirla, la idea inicial fue de ella. Ahora sí, sin más que decir los dejo leer.
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