(Mc 8, 36) "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?"

Esta corta frase da en el clavo, sin adornos ni rodeos. Para comprenderla creo que tenemos que pensar: ¿qué significa perder nuestra vida? No se refiere al sentido literal que sería morir, o para ser más clara: que nuestro cuerpo dejara de funcionar. Sino que tiene que ver con "no vivir de verdad", cuyo síntoma más importante es no ser feliz. 

¿Para qué vivir si no eres feliz? Ahí es cuando no se encuentra el sentido, ni las ganas de levantarse por la mañana. Luego está la otra parte de la frase, que habla sobre "ganar el mundo entero". Se refiere a lo material, cuando tienes logros donde solo se busca la satisfacción personal en base a la posesión de bienes o de una posición que fomenta la soberbia, la vanidad y el egoísmo. Puedes dedicar tu vida a acumular bienes materiales y a labrarte una posición económica y social privilegiada. Esto al final te hará ser una persona con muchos "logros", que se ganó el mundo entero, pero ¿eso te asegura la felicidad? 

En mi caso me ha tocado ver personas con muy pocos bienes materiales, pero que siempre tienen una sonrisa en sus labios. Pasan penas a diario, pero las superan gracias a la familia que han construido. Si consiguen algo dan gracias a Dios y comparten entre todos. Saben que la "posesión" más importante son las personas que tienen a su alrededor. Pero por otro lado, hay familias que no pasan ningún apuro económico, pero que prácticamente ni se conocen entre ellos. Hijos que no confían en sus padres, pero a los cuales jamás les faltará la zapatilla de moda ni el último videojuego. 

En resumen, creo que lo que está claro es que todos buscamos la felicidad. El problema radica en darse cuenta de qué será lo que nos la dará realmente. Y si fallas en eso, perderás tu vida.