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Capítulo 9

— ¿Y cómo se conocieron? — Pregunta la madre de Christian.

— Un amigo... En común.

Sonrío un poco y meto un bocado de la ensalada en mi boca. ¿Qué debería decir? ¿La verdad?

Vine a buscar a un chico y su hijo me secuestró y chantajeo.

Si, no suena nada bien.

— ¿Vas a la Universidad de Georgia?

— Si, estudio literatura inglesa.

— La Estatal de Washington es una gran universidad, cuñada, deberías considerar tu traslado.

— ¿Si? Oh bueno, es que solo me faltan dos meses para terminar, luego de eso seré libre.

— ¿Y que piensas hacer después de eso? — Mía Grey me mira fijamente, ignorando la expresión de su hermano.

— Quisiera trabajar en una editorial, me encantaría pasar mis días entre libros.

— También podrías ser bibliotecaria — Agrega Christian — Ya sabes, ahí hay libros.

Encoge sus hombros como si no hubiera dicho nada, pero de alguna forma su comentario me resulta insultante. O podría ser que estoy molesta por su actitud.

— Entonces... — Retoma su hermana — ¿Han hablado sobre casarse?

Escupo el sorbo de agua que había tomado del vaso por la sorpresa de la pregunta. ¿Matrimonio? ¡Pero si apenas tengo 21 años!

— ¿Lo indiscreto es de familia? — Le pregunto a Christian en un susurro.

— No — Frunce el ceño — Mía, ¿Quieres por favor dejar de interrogar a Ana?

— No, gracias. ¡Hey! ¡Podríamos hacer una pijamada!

— ¿Acaso tienes 8 años? ¡Madura! — Le gruñe.

— ¡Chicos! ¡Por favor! Dejen el tema, quiero saber más sobre Ana — La señora Grey me mira con una gran sonrisa.

— ¿Sobre mi? Creo que ya dije todo, señora Grey.

— Grace, cariño. ¿Christian ya te contó sus grandes planes?

Eso suena interesante y es mi turno de husmear en la vida de mi taxista.

— ¿Grandes planes? — Pregunto con la ceja arqueada — Cariño, ¿Por qué no me habías dicho?

Cuando giro para mirarlo, su cara está completamente sonrojada en un puchero adorable. No sé si por la indiscreción de su mamá o si es porque lo llamé cariño.

— ¿No lo dije? Era una sorpresa — Carraspea un poco — Estoy ahorrando para comenzar mi propio negocio.

— ¿De taxis? — Pregunto y Mía suelta una carcajada.

— Por supuesto que no, voy a invertir en empresas.

¿Christian, un hombre de negocios? ¡Esto no me lo creo! Aunque el día que lo encontré en la universidad sin duda vestía muy elegante.

— Mi cielo es un genio para los negocios — Grace sonríe con orgullo — Cuéntale a Ana, cariño.

— Ya le había dicho que voy a la escuela de leyes.

— Si, pero no mencionaste a tu amiguita rubia, cariño.

Golpeo su mejilla con un gesto juguetón, pero su hermana ríe divertida y su madre luce avergonzada.

— Ana, cielo, lo siento tanto — Grace toma mi mano — Yo le insistí a Christian que saliera con Elena porque creí que no tenía novia.

— ¡Te lo dije, mamá! Esa rubia cabeza de burbuja no es el tipo de mi hermano.

— ¿Ah, no? — Pregunto con curiosidad.

— ¡Claro que no! A mi hermano le gustan castañas.

— ¡Mía! — Regaña él.

— ¿Qué? Es cierto, y Ana es tu tipo ideal de chica.

Ahora soy yo quien baja la cabeza, avergonzada. Esto de fingir ser su novia me hace sentir muy incómoda, sobre todo cuando se enteren que no estamos juntos.

— Muchas gracias por la cena, señora Grey — Digo para cambiar el tema.

— Oh, cariño, para mí es un gusto enorme conocerte al fin. Puedo estar tranquila porque creo que mi hijo ha elegido correctamente.

Dios mío.

— ¿Podríamos hacerte sentir más incómoda? — Se ríe Mía — Tal vez Christian debería tocar algo para ti.

— ¿Tocar? — Balbuceo.

— El piano, mi hijo aprendió desde los 6 años — Grace señala hacia la sala — Christian, ¿Por qué no tocas algo para Ana?

— No.

— Si, deberías tocar algo para mí, cariño — Le doy una gran sonrisa — Me encantaría escucharte.

Christian rueda los ojos y se levanta de la mesa para ir a la sala, su hermana y su madre detrás de él. Me siento en el sofá con Mía para escucharlo.

Apenas se sienta en el banquillo, sus dedos se deslizan sobre el teclado y la melodía que reconozco como Claro de Luna resuena por toda la sala.

— ¡Esa es una canción deprimente, Christian! — Chilla su hermana.

— Es Beethoven, tonta, no es deprimente — Se queja el chico de ojos grises.

— ¿Verdad que es bueno? — Dice Grace.

— Si, lo es — Él me mira fijamente — Aunque prefiero el Claro de Luna de  Debussy.

Christian sonríe y cambia rápidamente la melodía, así que me acerco para mirar las teclas del piano. Sin duda tiene una habilidad asombrosa.

— ¿Quieres intentarlo?

— ¿Yo? No sabría cómo hacerlo, prefiero mirarte.

Me siento junto a él en el banquillo para observarlo con detenimiento, se gira para mirarme sin dejar de tocar la perfecta melodía.

— Presumido — Me río.

— Tengo muchos talentos — Eleva una de las comisuras de su boca.

— ¿Ah, si? — Susurro mirando sus labios.

— Si, ¿Quieres ver?

Se acerca tanto que lo próximo que sé, es que me envuelve en sus brazos para besarme suavemente. Una de mis manos se apoya sobre su pierna y la otra sostiene su cabeza para que no se aparte.

Y por un momento, un breve momento, olvido el lugar en el que estamos.

— ¡Mamá! ¡Christian intenta darte nietos! — Grita Mía y se levanta del sofá para salir de la sala — Consigan una habitación.

Dios mío.

— Lo siento — Balbuceo sonrojada — No debí...

— No lo sientas — Acomoda mi cabello detrás de mi hombro — Eres mi novia.

— Y tú me besaste a mi, no tengo por qué disculparme — Cruzo los brazos y él rueda los ojos.

— ¿Eso es importante? ¿Quién besó a quién?

— ¡Pues si! — Gruño bajito.

Quiero reclamarle que me utilice, sobre todo porque estoy aquí con la intención de encontrar a Josh. Quién, dicho sea de paso, parece ser que fue tragado por la tierra y no es capaz de contestar mis mensajes.

— ¿Chicos? — Grace asoma la cabeza por el marco de la puerta — Supongo que querrás descansar, Ana, ha sido un viaje largo. Christian, llévala a la habitación de invitados y asegúrate que esté cómoda.

Se aleja de nuevo, y Christian arquea una ceja con expresión divertida.

— ¿Qué prefieres? ¿Estar cómoda o pasarla bien un rato?

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