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Capítulo 30


Final.


~ • ~


— ¿Estás segura de esto?

— Si.

— Nena... Aún puedes arrepentirte.

— No lo haré.

— No es lo que quieres — Insiste.

— ¡Si lo es! Te quiero a ti, eres todo lo que necesito.

Presiona las labios formando una dura línea y asiente, dando por terminada la discusión. Saca las manos de los bolsillos de su pantalón oscuro para tomar mi mano.

— Entonces vamos, no los hagamos esperar más.

Dejo que me lleve a través del pasillo del departamento hasta la sala, donde nuestros pocos amigos y familia nos esperan.

Un año y medio después de mudarnos a este lugar, tendremos nuestra primera fiesta. Una boda.

— ¡Mi niña! — Mamá chilla apenas me ve.

Se aferra a mi en un fuerte abrazo que me saca el aire de los pulmones, parece incluso más emocionada que yo. Por fortuna, mi padrastro viene en mi rescate.

— Cariño, vas a estropear tu maquillaje — Bob la sostiene de los hombros para apartarla.

— ¡Oh! ¿Es que no puedo estar emocionada por mi nena?

— Está bien, mamá. Hagamos esto y luego podremos celebrar.

Volteo sobre mi hombro para buscar a Christian, que desapareció de mi lado. Lo encuentro frente a Grace mientras ella limpia una vez más su rostro con una toallita y acomoda su corbata.

— ¡Banana!

Kate casi brinca sobre mi espalda por la felicidad, me estruja entre sus brazos sin darme siquiera la oportunidad de girarme para mirarla.

— Hola Kate, ¿Dónde está Elliot?

— Mmm, por allá — Señala a un rincón de la sala — Él y Ethan han estado muy sospechosos desde hace un rato.

— ¿Sospechosos?

— Si, pero no te preocupes, nada que unos buenos tragos no puedan solucionar.

— ¡Kate! Aún no puedes beber, debes esperar al brindis.

— No para mí, tonta. Para Elliot... El alcohol le suelta la lengua.

— Justo como a ti — Me río.

El resto de las personas en la sala son amigos cercanos de la familia Grey y algunos empleados de Christian. Su pequeña oficina pasó rápidamente a ser un edificio de tres pisos.

— ¿Podrían acercarse los novios?

La jueza nos llama a la mesa del comedor donde se dispuso todo lo necesario para la ceremonia. Christian, Grace, Carla, Bob y yo nos acercamos primero.

Un par de meses atrás, mientras veíamos una película en esta misma sala, Christian preguntó si quería casarme con él. Creí que jugaba porque solo me recostó en su pecho y lanzó la pregunta de forma espontánea. Esperé en silencio una risa que me indicara que era una broma, pero jamás llegó.

— “¿Entonces? ¿Te casarás conmigo?”

— “Si.”

Fue todo lo que dije. Creí que lo olvidaría, pero la semana siguiente llegó con una lista de requisitos para la licencia y todo lo demás. Solo cuando nos sentamos a discutir los pormenores de la ceremonia, es que me quedó claro que no necesito una gran boda. Necesito a mi chico.

Después de eso, lo demás fluyó.

Mía y Kate me ayudaron a elegir un vestido, Grace se encargó de las flores y la decoración, Christian organizó la elegante cena con una reconocida compañía de catering.

— Todo se ve genial, ¿no? — Christian susurra cuando besa mi mano.

— Tengo que reconocerlo, señor Grey, era cierto que podías hacerte cargo de todo.

— Dame algo de crédito, nena, dije que yo lo controlaba todo.

La jueza comienza a hablar sobre las nuevas responsabilidades que enfrentaremos y de cómo tendremos que trabajar juntos para lograrlo. No me gustan sus palabras, creo que hemos hecho un buen trabajo en los últimos dos años.

Ella sigue hablando mientras mi vista se desliza al chico a mi lado para admirarlo. Ya no es el tonto despreocupado que conocí en el aeropuerto, se ha vuelto un serio hombre de negocios y se toma las responsabilidades muy en serio.

No solamente se encarga de que su hermana termine la universidad, sino además apoya a su madre en todo lo que le sea posible. Ofreció incluso pagar los pasajes del avión cada vez que mamá y Bob quieran venir a visitarnos.

— ¿Alguien conoce alguna razón para que estás dos personas no contraigan matrimonio el día de hoy? — Pregunta y mi ceño se frunce al instante. ¿Es necesario hacer esa pregunta?

La jueza echa un último vistazo antes de señalarnos los documentos sobre la mesa, que deberán ser firmados por nosotros y nuestros testigos. Kate y Ethan de mi lado, Elliot y Mía por Christian.

— Pueden intercambiar anillos ahora — Señala después de las firmas.

Esos son un regalo de Grace, quién rápidamente se acerca con una caja en sus manos. Acaricia la espalda de su hijo y besa mi mejilla con dulzura.

— Bienvenida a la familia, hija.

— Gracias, Grace.

Son sencillos pero definitivamente hermosos. Bandas doradas con nuestros nombres grabados por la parte interna y la fecha de este día. Mi vista sigue fija en mi alianza, así que no me percato de lo que ocurre a mi alrededor hasta que Christian apoya su brazo en mi cintura.

— Felicidades, señor y señora Grey.

— Gracias — Christian estrecha su mano y hago lo mismo.

Todos se acercan a abrazarnos y darnos sus felicitaciones, luego Grace señala hacia el comedor elegantemente dispuesto para todos los invitados que comienzan a tomar lugar.

— Ven conmigo — Mi esposo tira de mi mano.

— ¿A dónde? — Señalo confundida — Todos nos esperan en la mesa.

— Tardaremos un momento.

Dejo que me lleve hacia el ascensor, lo veo presionar un código diferente y me sostengo de su brazo cuando la caja metálica comienza su camino hacia arriba.

— ¿A dónde vamos?

— Shh.

— No me gustan las sorpresas.

— Shh.

Segundos después, las puertas se abren y el aire frío me agita el cabello. El techo. Estamos en el techo del edificio que además sirve de Helipuerto.

— ¿Qué hacemos aquí?

— Me di cuenta que no tenemos un lugar especial — Camina algunos pasos hacia el centro — A menos que queramos conducir hasta el aeropuerto.

— O el campus de la universidad — Sonrío.

— No lo creo. Aunque podríamos regresar a esa habitación del Fairmont a recordar viejos tiempos.

— No es necesario, Christian. Tenemos nuestro propio departamento.

— Si, pero justo ahora está demasiado concurrido y me gustaría tener algunos minutos a solas con mi linda esposa.

— ¿Aquí? — Chillo mirando los altos edificios de Seattle.

— ¿Por qué no?

Señala hacia un pequeño desnivel y justo ahora puedo apreciar la mesa con dos sillas dispuestas en el centro. Algunas flores de centro de mesa y bandejas metálicas cubiertas.

— ¿Qué tienes en mente? — Le sonrío caminando hacia él.

— Vamos a brindar, no por el inicio, sino por la continuación de nuestra vida juntos.

Me acerco a abrazarlo y besarlo, porque casarme con Christian es la segunda mejor desición que he tomado en mi vida.

¿La primera?

Haber tomado ese vuelo hacia Seattle dos años atrás que me llevó a encontrar algo que no estaba buscando.

Al Amor de mi vida.

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