Capítulo 29
Todo pasó demasiado rápido.
Después de firmar el contrato de renta del departamento días después, me preparé para llamar a mamá y contarle sobre mis nuevos planes con mi novio, aunque ella no estaba muy sorprendida.
La parte difícil fue explicarles lo mismo a los Kavanagh y que ellos dejaran de mirarme con preocupación. Lo entiendo, no conocían a Christian y pensaron que eran responsables de mi cuando accedieron a traerme con ellos.
Fue Kate quien finalmente intervino y yo terminé confesando cómo había conocido a Christian y lo seria que era nuestra relación ahora. Por su parte, Mía estaba feliz de deshacerse de su hermano y Grace trató de convencernos de vivir en su casa de Bellevue.
— Siento que estás madurando demasiado rápido — Se queja Kate y sorbe otro trago de su copa.
— Lo sé, ¿Quién lo diría?
— Yo no, eso es seguro — Me señala — Haces que me sienta vieja, ¿Estoy vieja?
Se queja. Se supone que este sería el último día de mudanza oficial y se ofreció a ayudarme a traer mis últimas cajas. El problema fue que apareció con un par de botellas de vino, y hasta el momento las cajas siguen cerradas y apiladas junto a la puerta.
— ¡Exageras! Por supuesto que no estás vieja, Kate. Es el alcohol hablando por ti — Señalo la botella de vino con menos de la mitad de su contenido.
— ¡Te odiaré si te casas antes de que pueda tener novio! O que tengas hijos pronto, ¡Prometimos que estaríamos embarazadas juntas!
— Hey, nadie se está embarazando aún, ni hemos hablado de matrimonio.
— ¿Ah, no? ¿Por qué jodidos no?
— No lo sé, supongo que aún no es el momento.
— ¡Oh, no! ¡Te lo dije! ¡No quieren comprar la vaca cuando tienen leche gratis!
— ¡Kate! — Chillo ofendida.
— Es la verdad... Yo te aconsejo — Me señala con su copa — Que dejes de tener sexo con él hasta que ponga un anillo en tu dedo.
— No quiero presionarlo.
— Pues tendrás que hacerlo si quieres vestir de blanco algún día.
— No es necesario, Kate — Me río de la expresión de mi amiga — No tengo ninguna prisa por casarme.
Nuestra conversación se ve interrumpida por el timbre del ascensor y el par de chicos que sale de él. Christian se afloja la corbata mientras nos mira a Kate y a mi sentadas sobre la alfombra de la sala.
— ¿Se divierten? — Pregunta señalando las botellas y las copas sobre la mesita.
— ¡Oh, Christopher! ¡Qué bueno que llegas!
— Es Christian — Le gruño a mi ebria amiga.
Mi chico arquea una ceja, pero dejo de mirarlo porque Kate intenta ponerse de pie derramando algo de su bebida en el intento.
— Si, si, como sea — Hace un gesto despreocupado con la mano — ¿Cuando piensas pedirle matrimonio a mi amiga?
Rayos, Kate.
— ¿Qué?
— No te hagas el bobo, sabes de lo que hablo — Se pone de pie para ir hacia él — Ana ha soñado con el día de su boda desde que éramos adolescentes, así que más te vale que estés preparando una gran sorpresa.
Me llevo las manos a la frente sintiéndome avergonzada, Kate no acaba de decir eso, ¿O si? Volteo para mirar a Christian sintiendo el calor en mi rostro.
— Lo siento — Susurro esperando que pueda leer mis labios.
De nuevo Kate intenta ir hacia él, pero se detiene de pronto. Su rostro se ilumina cuando mira al chico detrás de Christian y le sonríe agitando sus pestañas.
— Hola.
— H... hola — Saluda el chico.
¿Quién rayos es ese? Miro a Christian esperando una explicación.
— Lo siento — Se gira para señalarlo — Él es Elliot, es el contratista para mi nueva oficina en el centro.
El chico rubio asiente avergonzado y su mirada pasa de mi a Kate, haciendo que ella sonría aún más.
— Ella es Ana, mi novia — Me señala — Y su amiga Katherine.
— Llámame Kate, bomboncito — Se ríe la rubia — ¡Eres tan lindo!
Elliot presiona sus labios con fuerza, pero sus orejas se ponen rojas haciéndome ver qué mi amiga no le es tan indiferente.
— Kate, basta — Le susurro — Bebiste mucho y vas a asustarlo.
— Claro que no — Se burla mostrándome su lengua — No lo escucho quejarse.
No ha dicho nada en absoluto. Mi amiga se aproxima a él y apoya su brazo en el hombro de Elliot para mirarlo.
— De cerca eres más lindo — Le susurra — ¡Oh! ¡Mira Ana! ¡Se sonroja!
— ¡Kate! ¡Deja de avergonzarlo! — Intento defenderlo.
— Dime una cosa, Elliot, ¿Tienes novia?
La escucho preguntar pero Christian ya está llevándome con él a la cocina, así que no escucho la respuesta.
— ¿Tú también estás ebria?
— No.
— ¿Por qué está bebiendo ella?
— Está algo desanimada y creo que tiene qué ver con el hecho de que Mía y Ethan están saliendo oficialmente.
— ¿Mía? ¿Mi hermanita Mía?
— Si.
— Mierda, nena, debiste empezar por ahí. Ahora también yo necesito un trago.
— No exageres, Christian. Tu hermana tiene la edad suficiente para salir con un chico sin tener que darle explicaciones a su hermano mayor.
Me inclino para besarlo, pero algunos cuchicheos y una risita nos hacen girar hacia la sala. Kate está sobre Elliot, pasando sus dedos por su cabello mientras lo besa.
— Genial, tu amiga ebria acaba de ligarse a mi contratista.
— Ya lo oíste, no lo escucho quejarse — Defiendo a Kate.
— ¿Por qué no les damos algo de privacidad? — Una sonrisa traviesa se estira en sus labios — Seguro encuentran algo qué hacer mientras tú y yo supervisamos la decoración de la habitación.
Es mi turno de arquear una ceja ante su insinuación de sexo. ¿Dejar a mi amiga sola y a merced de un extraño? Le doy otro vistazo rápido al par de rubios en la sala, Kate está prácticamente sobre el chico.
— Bien, vamos. En este punto estoy más preocupada por lo que ella pueda hacerle a tu amigo Elliot.
Se ríe pero toma mi mano para llevarme hacia el pasillo del departamento. Y es mi turno para avergonzar a mi amiga.
— ¡No mates al chico, Kavanagh! ¡Déjalo respirar!
Si, esto definitivamente está resultado más interesante y divertido de lo que esperaba. Me encanta estar en Seattle.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro