— ¿Por qué habría de hacer algo así? — Su ceño se frunce con frustración.

— Porque actuabas muy raro, y dijiste algo sobre el futuro que no sonaba muy alentador y creí... Creí que el encanto de nosotros se había terminado.

— Nena... — Estira su mano sobre la mesa para tomar la mía — Estás equivocada, solo quiero discutir lo que tengo en mente y ver si estamos en el mismo canal.

— ¿No te parece muy pronto? Es decir, acabas de graduarte ayer.

— Que obtuviera mi título universitario era para Grace. Lo que yo realmente quiero es tener una empresa que desarrolle nuevas tecnologías.

— Suena complicado.

Sus manos vuelven al menú cuando el chico aparece para tomar el pedido. Ahora estoy un poco más confundida, si aún no tiene un trabajo, ¿Cómo haremos para tener un departamento propio?

— Estás pensando demasiado — Me regaña por mi expresión — Solo deja que te muestre lo que he planeado para nosotros.

— Todo esto me parece muy apresurado — Balbuceo en voz baja — ¿Estás muriendo? ¿Estoy muriendo yo? ¿Tu madre te echó de la casa?

— ¿Qué? — Se ríe — ¿Esa serían las opciones para que yo quiera vivir contigo?

— No lo sé, no estoy embarazada, así que esa opción está descartada.

— ¡Wow! ¿Podemos ir despacio en eso? Es muy pronto para hablar de niños.

Su expresión divertida me relaja, así que sigo este extraño juego tan típico de nosotros.

— Déjame ver si entiendo, Christian Grey — Lo miro de forma acusadora — ¿Quieres sexo pero no hijos?

— Así es — Eleva una comisura de su boca — Por lo menos los próximos tres o cuatro años, luego discutiremos el siguiente paso.

— Pues no lo sé — Finjo decepción — No sé cómo tomará mi mamá esa noticia.

— ¿Por qué? Somos adultos, podemos tomar esa clase de desiciones.

— Lo sé, es solo que amará tener nietos... Tal vez hasta quiera mudarse a Seattle para estar más cerca de nosotros.

— Jesús... Creo que me está dando un ataque de pánico.

Comienzo a reír a carcajadas por su expresión y un suspiro de alivio sale de sus labios. Si, estoy de acuerdo en que somos demasiado jóvenes para la parte de los niños. Incluso creo que estamos muy al inicio de nuestra relación.

Tomamos nuestro desayuno con tranquilidad, charlando de cosas superficiales hasta que terminamos. Christian paga la cuenta del desayuno y salimos del restaurante.

— Por acá — Señala hacia un extremo de la calle — El edificio de departamentos está sobre esta misma calle.

Cruza su brazo por mi cadera y yo hago lo mismo para estrecharlo contra mi, incluso parecemos de esas parejas que llevan la mano en el bolsillo trasero del jean del otro.

Casi 7 cuadras y 10 minutos después, nos detenemos frente a un lujosísimo edificio con ventanas panorámicas de cristal y un elegante portero. No es mi remotamente cercano a lo que imaginé.

— ¿Aquí?

— Si.

— ¡Pero es... Es demasiado!

— No lo es, tranquila.

— Pero Christian...

— Vamos a ver el departamento, si te gusta nos lo quedaremos.

Me empuja para que camine con él hacia el vestíbulo y luego al ascensor. Teclea un número en la pantalla y el ascensor se detiene en el tercer o cuarto piso.

— No es el departamento más lujoso — Dice cuando la puerta se abre — Pero es bastante cómodo para nosotros dos.

— Este lugar es... Impresionante.

El departamento es amplio y tiene algunos muebles distribuidos en la sala y el comedor. Los pisos son brillantes y combinan con la encimera de mármol de la cocina.

— ¿Podemos pagar esto? — Pregunto mirando el candelabro de cristal de la sala.

— Si. Pero no te encariñes, el que deseo comprar es el ático.

Apunta con su dedo hacia arriba y no puedo imaginarme un lugar mejor que éste. Pero en definitiva, si algo es más lujoso que esto, será el penthouse del último piso.

— Aquí estarás cómoda, tendrás tu propio espacio para una estudio o lo que sea que necesites. Y lo mejor de todo, no tendrás que compartir habitación con los Kavanagh.

— Yo no comparto habitación con... — Me giro para mirarlo — ¿Esto es por Kate? ¿No te agrada?

— No es ella quien me preocupa, nena.

Arrugo las cejas con confusión hasta que lo comprendo. Dios mío, el chico es perfecto pero está loco.

— ¿Esto es por Ethan? — Chillo — ¡Es mi amigo! ¡Y a él le gusta tu hermana!

— El punto de que vinieras a vivir a Seattle es que podríamos pasar más tiempo juntos — Se acerca para sostener mi rostro — No con otros chicos. Preferiría encontrarte aquí cada tarde y hacer planes como todas las parejas, ¿Es eso malo?

— No, supongo que no.

Me alejo de él para caminar un poco alrededor, pensando en los pros y contras de esta nueva situación que se presenta. Nunca viví sola, siempre estuve protegida con Mamá y Bob, aunque sentía que me perdía de grandes experiencias.

— Esto definitivamente es un salto de fé.

— ¿En nosotros? — Pregunta desde la sala.

— Si.

— Nena, creo que ese salto lo dimos cuando fui a Georgia a conocer a tus padres.

— En eso tienes razón, señor Grey.

Le sonrío y camino de vuelta para lanzarme a sus brazos. ¿Esto es nuevo? Si, ¿Estoy aterrada como nunca? Doble Si. ¿Estoy lista para hacerlo?

Definitivamente sí.

— Entonces creo que deberíamos firmar ese contrato antes de que alguien más se quede con nuestro departamento.

— ¿De verdad? — Sonríe.

— ¡Claro, señor Gray!

— Nena — Se ceño se frunce — Tendremos que hablar seriamente del asunto de cambiarme el apellido.

— ¿Ah, si?

— Si, o comenzaré a llamarte Ana Stahl.

— ¡No te atreverías! — Chillo divertida.

— Rétame — Se ríe — Señora Gray.