Capítulo 20
Mis ojos se desvían de Gina en el preciso instante en el que mi móvil vibra con una notificación. Intento volver la atención a la chica que me habla, pero mis manos ya están presionando el botón de mensaje.
*¿Cuánto tiempo más piensas perder con esa chica?*
— No estoy perdiendo el tiempo — Gruño molesta — ¡Un momento!
*¿Cómo sabes que estoy perdiendo el tiempo? ¿Estás aquí?*
*¿Aquí, donde?*
*¡En Georgia! ¿Dónde estás?*
*En tu corazón*
*¡Christian! ¡Deja ya de bromear!*
Le hago una seña a Gina y me alejo de ella para mirar a mi alrededor. Él está aquí y puede verme, no hay otra explicación. Entonces, ¿Por qué no aparece?
Camino entre las personas buscando a un chico de ojos grises, pero es mamá quien me hace señas para que me acerque. Ella y Bob traen un ramo de flores para mí.
— Felicidades, mi cielo — Me abraza.
— Gracias mamá — Se aparta para que Bob también me abrace.
— Felicidades pequeña, esto es para ti.
Me entrega el ramo, pero mamá se lo quita rápidamente de las manos. Me hace una seña para que le entregue también la toga, dejándome solo con mi elegante vestido gris.
— Yo me llevaré esto, cariño. Diviértanse — Toma la mano de su esposo para alejarse — Y dile a Christian que lo esperamos en casa.
— Hmm, mamá... Creo que él no está aquí.
— ¿Ah, no? — Ella se ríe — Creí que aquel chico tan guapo que se sentó junto a nosotros era él.
— ¿Quién? ¡¿Donde?!
Giro de nuevo sobre mis talones y ahí, en medio de los graduados sonrientes, está él. Lleva un traje gris que le ajusta perfecto, haciéndolo lucir tan guapo como lo recuerdo.
— ¡Christian!
Chillo de felicidad y corro hacia él, que me atrapa en sus brazos y me levanta para cargarme. Ni siquiera me preocupo por lo extraña que debo lucir trepada sobre el chico que me sostiene.
— Hola nena, vaya que te alegras de verme — Se ríe.
— ¡Eres un tonto! Pensé que no cumplirías tu promesa de venir a verme.
— Oh, no. Yo siempre cumplo mis promesas. Es solo que tomé un taxi en el aeropuerto y el jodido karma hizo que el fulano incompetente me dejará del otro lado del campus.
— ¡Ay, perdón! — Me sonrojo cuando lo recuerdo — Ya puedes bajarme.
— ¿Sigue en pie lo de la cena?
— Si, nos encontraremos con mis compañeros en el restaurante, luego vamos a casa por un cambio de ropa para ir a la cabaña.
— Bien.
Aún no puedo creerlo. Esta aquí. ¡Christian está aquí! Cumplió su palabra y estoy tan feliz que podría saltar por todo el auditorio.
Tomo su mano para llevarlo hacia la salida, donde algunos de los chicos de mi clase se reúnen para la cena. Gina y su novio se suben a su auto cuando nos miran.
— ¿Cambiaste de opinión? — Se ríe mirando mi mano unida a la de Christian — Suban, así vamos todos.
Nos acomodamos en los asientos traseros, mientras Gina sube el volumen del radio. Yo, en cambio, no puedo dejar de mirar al chico sentado junto a mí.
— Gracias por venir — Doy un suave apretón a su mano.
— Te dije que vendría y me alegra estar aquí. ¿Ya dije que te extrañaba?
Me inclino hacia él porque quiero besarlo, ¡Si! ¡Besarlo! Creo que esto de una relación a la distancia ha funcionado bien por dos meses, aún es el chico que me hace sentir mariposas.
— Tengo una duda — Dice antes de que mis labios toquen los suyos — ¿Sigues hablando con el estúpido Josh?
— No, ¿Para qué? Es decir, si me ha enviado mensajes pero no los he contestado. ¿Cuál es el punto de mantener una amistad forjada a base de mentiras?
— Bien, solo eso quería saber.
Ahora sí, deja que mis labios lleguen a su destino en un beso suave y lento que me hace sonrojar solo un poco. Me aparto de él solo cuando hemos llegado al restaurante donde será nuestra cena.
— ¡Vamos Annie! ¡Noche de copas! — Gina grita cuando bajamos del auto.
— ¡Claro!
— Oh, no. Olvídalo — Se ríe Christian — Recuerdo bien cómo el alcohol te pone graciosa.
— ¿Ah, si? Y yo no recuerdo que te quejaras de lo que ocurrió después de eso.
— Tienes razón — Arquea las cejas — ¡Es una noche para celebrar! ¡Yo invito la primera ronda!
— ¡Genial! — Chilla Gina del brazo de su novio.
— Tendrás que controlarte — Le susurro — Mamá aún nos espera en su casa, y dudo mucho que aprecie que lleguemos en estado inconveniente.
— No hay problema, aún tenemos la cabaña.
Rayos. Tiene razón, la idea de Kate de ir a la cabaña es tener una celebración alocada. Por supuesto, ella tiene planes con algún chico, ¿Pero yo? ¿Podría ir yo más allá con Christian?
— Es en aquella terraza — Señala Gina al grupo de chicos y chicas en el extremo — ¿Quieren tomar algo?
Antes de que su novio David diga algo, Christian palmea su hombro para que lo siga a la barra. ¿Va en serio lo de invitar la primera ronda?
— Es lindo... Muy lindo — Mi amiga golpea mi hombro — ¿De dónde lo sacaste, Steele? No recuerdo haberte visto con ningún chico antes.
— Él... Yo... Hmm, nos conocimos en Seattle.
— ¿Seattle? Mierda, chica, ¿Que hacías del otro lado del país?
Buscando a un imbécil.
— Tenía un asunto pendiente y ahí nos conocimos.
— Pues la hiciste en grande — sonríe con algo de perversión — Espero que te diviertas mucho, mucho esta noche.
Nos quedamos calladas cuando David y Christian se acercan con los pequeños vasos. El resto de mis compañeros de clases se abrazan y toman fotos en toda clase de poses y muecas extrañas.
— Aquí tienes. Recuerdo tu gran amor por el tequila y espero que sea bueno.
— Pues qué amable, gracias. Pero no pienso emborracharme aún.
— Tranquila, nena — Acaricia mi cabello — Aún tengo tiempo.
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