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Capítulo 17

Tuve que pedir prestada la laptop de Kate para hacer una videollamada y me sorprende darme cuenta que es lo más emocionante para hacer un sábado por la noche.

— Creo que fui vetada de la biblioteca.

Me quejo, pero él vuelve a reír del otro lado de la pantalla. Mi reloj marca la media noche, pero en Seattle son apenas las 9 y mi entrometido taxista ya está en casa para la cena.

— Te lo merecías — Se ríe — Y estoy dispuesto a hacerlo de nuevo.

— ¿Hacer qué? ¿Molestarme?

— ¡Claro! ¿Cuál otra razón tendría para llamarte cada 5 minutos?

— ¡No, por favor! Voy a apagar el móvil cada vez que entre a clases.

Bajo el volumen de mi voz porque mamá y Bob aún están en la sala mirando una película, así que mantengo mi conversación lo más privada que puedo.

— Entonces... ¿Qué se supone que...?

— ¡Ana! ¿Eres tú? — Una voz aguda grita desde el lado de Seattle.

Christian lleva sus manos hacia arriba para cubrir sus orejas mientras su hermana aparece en la pantalla.

— Hola Mía.

— ¡Cuñada! Me alegra tanto verte, tengo mucho que contarte — La chica acapara por completo la pantalla — No te importa que hable un rato con Ana, ¿Verdad?

Hace un gesto hacia el chico a su lado, y como la cámara de la laptop no lo enfoca, solo puedo escuchar su voz.

— De hecho si, estaba hablando con ella de...

— Lo que sea, solo serán unos minutos — La cámara se mueve y enfoca hacia el pecho de Mía — Como iba diciendo, hay mucho que quiero contarte.

— ¡Mía! ¡Vuelve a aquí con mi computadora!

Mi cuñada ríe mientras sube las escaleras corriendo, puedo ver sombras detrás de ella y la figura de su hermano tratando de alcanzarla.

— ¡Solo un momento! — Intenta cerrar la puerta de su habitación pero Christian la empuja.

— No, regrésamela.

— Entonces dame el número de Ana para que yo pueda llamarla.

— No.

Por un momento no entiendo qué está pasando o por qué siguen peleando. Lo único que puedo hacer es esperar a que dejen de hacerlo para poder ver a mi chico.

¿Dije mi chico?

— ¡Mamá! ¡Mía no me deja hablar con Ana!

La voz de Christian se escucha, pero no puedo verlo porque la pantalla está en negro.

— ¡Mía! — Ahora es la voz de Grace — ¡Deja que tu hermano hable con su novia! ¡Y denle mis saludos a Ana!

— Llorón — Se queja ella — Hablaremos después cuñada, tal vez yo debería visitarte en Georgia alguna vez.

Escucho más voces, gruñidos, pasos y una puerta cerrarse con un golpe. La pantalla de la laptop se levanta para enfocar de nuevo al guapo chico de los ojos grises.

— Lo siento por eso.

— No lo sientas, fue divertido. Y saluda a tu mamá de mi parte.

— Así que, ¿En qué estaba?

— En qué si no me corren de la escuela, podría graduarme antes que tú.

— Oh, si, eso. ¿Sabes qué harás después de graduarte?

Pregunta de nuevo y vuelvo a sonreír. Cada vez que hablamos por teléfono y las cosas se ponen serias tenemos esta conversación. Supongo que ambos tenemos miedo de lo que pueda pasar después.

¿Estaré lista para dejar Georgia? ¿Podría hacer una vida en Seattle? Si las cosas no funcionan con Christian, ¿aún querría quedarme del otro lado del país?

— ¿Ana? — Mamá golpea la puerta de mi habitación — ¿Que estás haciendo? Espero que no haya un chico ahí dentro.

— ¡Mamá! — Chillo avergonzada — Estoy sola.

— ¿Y con quién estás hablando?

— Con mi amigo Christian, te conté de él.

— Oh, si. El chico lindo que te ayudó a buscar a tu padre.

— ¡Mamá! — Vuelvo a chillar.

— Bien, bien, te dejo sola entonces. Pero nada de sexo telefónico y esas cosas de los chicos de ahora, ¿Entendido?

— Si, mamá.

Escucho su risa detrás de mí puerta y estoy segura que la vergüenza se extiende por mi piel pálida. Cuando vuelvo a enfocar mi atención en Christian, él también luce avergonzado.

— Vaya, no sé que decir de eso — Arquea ambas cejas — Creí que era una videollamada inocente, pero si quieres sexo telefónico me alegra saber que ya no estoy en la cocina de mi casa.

— ¡No habrá sexo telefónico esta noche! ¡O cualquier otra noche! — Balbuceo sonrojada de que haya escuchado la conversación con mi mamá.

Y ella parece no haberse alejado mucho de mi puerta, porque de nuevo escucho su voz que me grita.

— ¡Anastasia! ¿Qué dije sobre el sexo Telefónico?

Dios mío... Llévame ahora.

— ¿Qué? — Ahora es Bob el que se escucha — ¿Quién está teniendo sexo telefónico? ¿Ana?

— Si — Susurra mi madre pero la escucho — Con el chico ese de Seattle, del que no deja de hablar. ¡Creo que mi nena está enamorada!

— ¡Mamá! — Gruño de nuevo — ¡Algo de privacidad, por favor! Christian puede oír todo lo que dices.

Miro de nuevo la pantalla y él está mordiendo su mano para contener la carcajada que crece con cada palabra de mi madre. ¿Podría esto ser más vergonzoso?

— ¡Oh! ¡Hola Christian! — Grita Carla — Espero conocerte pronto. Dime,  ¿Annie ya te invitó a su graduación?

Me tapo la cara con las manos porque no hay más donde esconderme. Creí que solo su familia era indiscreta pero parece que la mía sufre del mismo mal.

— Haré lo posible por visitarlos, señora Adams — Contesta el chico con una gran sonrisa.

— Creo que tu madre y la mía podrían ser grandes amigas — Agrego para cambiar el tema.

— ¿De verdad vas a invitarme a tu graduación? ¿O ibas a mencionarlo solo por compromiso?

— Por supuesto que iba a invitarte — Hago una gesto con la mano para restarle importancia — Solo que no estaba segura de que quisieras venir hasta Georgia.

— Iré.

— ¿Si?

— Claro. Es mi turno de avergonzarte con tu familia.

— ¿Más? — Me río — Creo que hiciste mucho esta noche.

— Oh, puedo ser peor. Créeme.

Sonríe y su rostro se ilumina dándole ese aspecto travieso que me encanta. Desvío mi vista de él cuando la esquina inferior de la pantalla parpadea con una notificación de mensaje.

Josh.

¿Después de todo este tiempo? Y sé que lo he superado porque desactivo el mensaje para continuar mi conversación con mi chico de ojos grises.

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