— No era esto lo que tenía en mente — Gruñe Christian.

— ¡Shh! No me dejas escuchar.

Su hermana lo calla porque la película que puso en el televisor de la habitación de invitados acaba de comenzar. Christian me trajo a la habitación y apenas iba a besarme cuando Mía apareció.

— ¿Por qué no miras tu estúpida película en otro lado?

— Porque quiero verla con Ana, ¿Verdad Cuñada?

— Pero ella no quiere verla — Le dice su hermano de nuevo — Dile Ana, dile que estábamos ocupados.

Ambos me miran y balbuceo sin saber qué decir, cualquiera de las opciones que elija dejará molesto a un Grey.

— Supongo que podemos mirar un poco la película, ¿No? — Fuerzo una sonrisa, pero el ceño fruncido de Christian me hace saber que está molesto.

— ¿Lo ves? ¡Vete! — Su hermana señala la puerta.

— No voy a dejar a Ana, ¿Por qué no te vas tú para que podamos estar nosotros solos?

— No, gracias.

Ella sonríe y agita su mano frente a él para que guarde silencio. Se acerca más al borde de la cama para sentarse, mientras Christian se recarga en el cabecero y tira de mi brazo para que me recueste junto a él.

— Escuché buenas reseñas de esta historia, es romance pero creo que te gustará — Dice Mía sin mirarnos — El chico está guapísimo y ella es tan linda que parece...

Escucho su voz a lo lejos antes que caer rendida por el sueño. Sé que tengo la cabeza apoyada en el pecho de Christian y siento sus brazos a mi alrededor desprendiendo calor.

Me digo a mi misma que solo serán un par de minutos, pero cuando vuelvo a abrir los ojos la habitación está bien iluminada. La persiana metálica está levantada y Christian aún me sostiene en sus brazos.

— Hey, despierta — Me remuevo para que me libere — Ya es de día.

— Cierra los ojos, vuelve a dormir — susurra sin mirarme.

— Pero deberíamos levantarnos, ¿Que va a pensar tu mamá?

— ¡Mi mamá! — dice sorprendido y se sienta en la cama — Ah, no, espera. No hicimos nada malo.

Se deja caer de nuevo en la cama como si sus palabras aliviaran mi angustia.

— Pero ella debe saber que te quedaste aquí conmigo — Chillo avergonzada.

— Y seguro le encantará tener nietos, ahora vuelve a dormir.

Tira de mi mano para abrazarme de nuevo y por un breve momento pienso en sus palabras. ¿Su mamá está de acuerdo con que compartamos habitación?

— Christian...

— Shh, cierra los ojos.

Obediente, hago lo que pide y vuelvo a acurrucarme junto a él. El calor que irradia su cuerpo es suficiente para mantenerme cómoda y abrigada es este horrible clima frío de Seattle.

— ¿Ana?

La voz aguda de Mía viene a mi como un eco distante, hasta que sacude mi brazo con fuerza. Es entonces que me doy cuenta que sigo en la cama y sola porque Christian ya no está.

— ¿A dónde fue? — Gruño tallando mis ojos.

— ¿Mi hermano? — ella arquea las cejas — Está en la cocina preparándote el almuerzo.

— ¿Preparándome? — Eso suena extrañamente interesante — No sabía que cocinaba.

— ¡No lo hace! Mamá está asustada — Se ríe — Bajemos antes de que incendie la cocina.

Me peino un poco frente al espejo para luego seguir a mi cuñada por las escaleras. El aroma dulce de los hot cakes y miel me alcanza antes de que ponga un pie en la cocina.

— Cariño, despertaste — Saluda Grace — Buen día.

— Buenos días — Le digo, pero mi mirada está fija en el chico de los ojos grises frente a la estufa — Cariño, ¿Qué haces?

— El desayuno — Un ligero rubor le sube a las mejillas — Creí que te gustaría comer hot cakes con fruta.

— Eso suena delicioso — Alabo antes de echar un vistazo al sartén.

Bueno, es obvio que no cocina. Los pedazos de masa que Christian prepara no se parecen en nada a la figura redonda de los hot cakes regulares.

— Se ven bien — Balbuceo mirando algo con forma similar a una estrella.

— ¿Te gustan? — Pregunta Mía sin esconder la sorpresa en su tono — ¡Debe estar realmente enamorada!

Grace suelta una risita divertida y Christian vuelve a sonrojarse por la mirada de su madre. Dios mío, será terrible cuando se enteren que no somos una pareja de verdad.

— Están listos — Ojos grises sonríe — Siéntate nena, ya llevo tu plato.

Ahora soy yo quien inclina la cabeza, avergonzada. Christian ha sido insoportable pero también muy atento conmigo, sin duda Grace hizo un gran trabajo con él.

— Gracias cariño — Sonrío mientras me siento en la barra de la cocina.

Mi novio falso pone mermelada y mantequilla sobre mis hot cakes, así que corto un trozo para probarlos. Aunque no lucen como los de un restaurante, si tienen un sabor bastante agradable.

— Deliciosos — Me llevo otro trozo a la boca — Los mejores que he probado.

— ¿De verdad? — Suelta sorprendido — Dame un poco.

Dice y abre la boca para que yo le dé un trozo de los míos. ¿Es en serio? Busco otro tenedor con la mirada, pero no lo encuentro así que tengo que compartir el mío.

— Aquí tienes, cariño.

Toma el bocado con cuidado y me mira con los ojos entrecerrados. Cuando ha masticado gran parte de ellos, sonríe.

— Tienes razón, soy muy bueno en esto.

Antes de que pueda contestarme, mi móvil vibra en mi bolsillo. ¡Josh! Me apresuro a tomarlo para mirarlo, pero es mi mejor amiga Kate quien me llama.

— Hola Kate — Saludo en voz baja.

— Hola Ana. ¿Cómo te va? ¿Ya lo encontraste? — Grita con emoción, llamando la atención de los Grey frente a mi.

— No, aún no. He preguntado por ahí pero nadie parece conocerlo. Si no encuentro nada en los próximos días tendré qué desistir y volver.

Christian frunce el ceño ante mis palabras, pero es la verdad. O una verdad a medias porque lo que Kate pregunta no tiene nada que ver con lo que Christian piensa que busco.

Mierda.

Me he enredado a mi misma en esta telaraña de mentiras, y por la expresión de la señora Grace, no hay forma en que yo salga bien librada de esto.

— Kate, te llamaré más tarde, ¿Está bien?

— Si, claro. ¡Suerte!

Cuelgo la llamada bastante avergonzada. Nada de lo que dije a Kate debe tener sentido para los Grey.

— ¿Cariño? — Grace me mira con preocupación — ¿Está todo bien? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?