Capítulo 7: El castigo
– Esta mañana te vi con esa chica. ¿por qué insistes conmigo si la tienes a ella? – señale, entonces él aflojo su abrazo para mirar hacia abajo y poder ver mi rostro y yo solo hice una mueca para mirar hacia arriba dejándome ver su rostro.
– Ja ja, ¿hablas de Cindy? Ella es una amiga de la familia. No hay nada entre ella y yo. ¿Te pusiste celoso Noah? – Odiaba esa maldita palabra, ¿Celoso yo? No respondí así que solamente me encerré en mis pensamientos. «Si, estaba tan celoso que hice que explotaran los aspersores.»
Él abrió los ojos de par en par. - ¿Así que fuiste tú? – indagó, él me había escuchado, «Mierda» dije dentro de mí, - Noah no digas palabrotas. – Estaba tan frustrado en ese momento, ni si quiera podía tener privacidad. - ¿Todos los lobos son así? – Pregunte indulgente y el solo me miró como si no supiera de que hablaba – Quiero decir ¿Todos ustedes van por ahí proclamando como suyo a alguien y luego invaden la privacidad de sus pensamientos? – Me miró indignado como si hubiera hecho una gran ofensa hacia él.
– Noah, en primer lugar, nosotros no proclamamos a cualquiera nuestra pareja, nuestra pareja es alguien que nace para nosotros y nosotros para ellos, es nuestra alma gemela y los lobos podemos crear un link comunicativo con nuestras parejas, aunque nunca había visto uno como el que nosotros tenemos. Normalmente el link le permite a un lobo hablar con su pareja por medio del pensamiento, pero en vista de que no eres un lobo quizás esa sea la diferencia en nuestro caso, algo hace que pueda escuchar los tuyos, Noah ¿entiendes? – Sentenció Bruno.
Asentí con la cabeza, entusiasmado por hacer más preguntas, pero él me interrumpió. – Noah, ¿saldrías a otra cita conmigo? – esperen, todo este tiempo, la flor que me obsequio, las fresas con chocolate, ¿era nuestra cita? – Si prometes no comportarte como una basura saldré contigo. – dije serio, él se emocionó y me abrazo muy fuerte, tanto que apachurro mi brazo adolorido. – Duele Bruno, para. –
Entonces se fijó, me quito el suéter a la fuerza y vio la marca roja en mi brazo, - No te asustes por lo que voy a hacer. – Susurró tratando de que no me exaltara, tomó mi brazo con una de sus manos y el dolor desapareció poco a poco, vi como sus uñas se clavaron en mí y parecían sustraer lo dañado, había sanado mi brazo. - ¿Có-cómo hiciste eso? – intenté preguntar, pero el tomo mi mano y me llevo hasta la puerta principal, - Noah ya habrá tiempo para responder tus preguntas, mira la hora. –
Grandísimo Tutancamón eran las 6:50 p.m. Mery iba a matarme, debía estar a las 7:00, íbamos a emprender el rumbo, - Espera Bruno, mis cosas. - Bruno me miró y reacciono luego de un momento. – Espera aquí ¿sí? Iré por tus cosas – Vi cómo se alejaba por el camino hasta las escaleras. Escuché un silbido y volteé a ver, bajo las escaleras estaba Nora llamándome, - ¿qué sucede señora? – comenté acercándome, pensé que algo malo estaba sucediendo. – Gracias por hacer de los días de mi niño más felices, nunca lo había visto sonreír tan abiertamente, eres especial Noah. –
Le devolví una sonrisa muy tímida sin saber muy bien que decirle. – Bruno y yo solo somos amigos, no estamos saliendo... - Continué muy apenado, - Yo sé que no, pero lo harán. – Sonrió de manera picara la señora Nora, yo solo agache la cabeza, sonrojado - ¿Tú quieres a mi niño? – Entonces subí la cabeza encontrándome con la mirada seria de Nora. – Yo... lo quiero demasiado, es solo que... no puedo decirle que sí, no ahora. – Y Nora lo entendió, ella no debía forzar las cosas, no cuando sabía que tenía sentimientos por Bruno ella había descubierto mi verdad y entonces concretó. – Lo que sea que te esté deteniendo para hacer feliz a Bruno, resuélvelo. No hay mucho tiempo. –
Entonces Bruno bajo por las escaleras con mis cosas e hizo que me despidiera de Nora. Guardé conmigo las palabras que Nora me obsequió, subí en su transporte y luego simplemente me dormí en su auto, sentí paz, me dormí con la confianza suficiente en que Bruno no intentaría nada y con la seguridad que no soñaría nada aterrador, no esta ocasión.
En ese corto camino, soñé con él, soñé con sus labios y sentí tan real sus labios pegados a los míos, abrí los ojos esperando que mi sueño fuera la realidad, pero el auto estaba estacionado y mis labios húmedos, - Ya llegamos. ¿Quieres que...? – intento argumentar Bruno, ¿él estaba nervioso?, le comente que no necesitaba su ayuda, no cuando Mery se pondría como una fiera cuando lo viera. No quería que lo conociera en esas condiciones. – Hasta mañana Bruno, este es mi número de teléfono. – Comenté escribiendo mi número en su mano y dándole un beso en la mejilla.
Ví como el auto de Bruno se alejaba poco a poco y suspiré pesadamente; miré el reloj daban las 7:30 p.m. entré por la puerta principal y mamá estaba esperándome de brazos cruzados haciendo un pequeño zapateo en la madera del suelo. – Noah Alexander Blair Williams, ¿dónde está tu camioneta y por qué llegas a esta hora? – dijo imponente Mary.
– Es que tuve un percance. - Articulé
- ¿Qué percance fue ese? – Indagó alzando una ceja. – No te puedo contar mamá. – Comenté apenado de la situación, mamá había confiado en mí, pero simplemente no podía ir y decirle "mamá, veras un lobo me secuestro, me hizo tener una cita con él y me besó" seria mucho por procesar, - bien, no me lo digas Noah. Si no confías en mi yo tampoco lo haré más, tienes las salidas prohibidas, iras de la casa a la escuela y de la escuela vendrás hasta aquí, no quiero excusas porque a la otra no seré tan buena como ahora. –
Ni si quiera pude decir nada, estaba impotente porque Mery ya no quería confiar en mí, la miré a los ojos suplicándole, pero ella no se inmutó, su rostro se mantuvo sereno y firme ante su decisión y yo solo apunte a salir de allí corriendo hacia mi habitación.
No la culpo, no esta vez, había sido mi culpa y realmente no quería tener una discusión con ella, peor aún que Aleck se enterara, tomé un baño y me abrace a mi almohada en cuanto me vesti, estaba tan inquieto, distante y confundido, esos sentimientos me tenían intranquilo, así que solo me aferré a mi cama y lloré porque no sabía que estaba rondándome, no sabía que era exactamente, no sabía porque mi corazón seguía latiendo, pero de lo único que tenía seguridad es que si estaba con vida debía descubrir con qué propósito.
***
Como de costumbre me había levantado temprano para asistir a la escuela, baje las escaleras y me acerqué a la cocina sigiloso, miércoles, esperaba que este día fuera mucho mejor que los dos primeros, que no suceda nada raro, le rogué al destino. Me había puesto mi gorrito plomo, mi camisa blanca, mis jeans azules, mis botas y mi suéter crema. – Buenos días mamá. – Comenté con la voz baja.
– Buenos días. – respondió. Puso un jarro con café para mi sobre la mesa, puse mi bolso en el suelo cerca de la silla y me acodé. - ¿Dónde está tu camioneta, Noah? – interrogó ella, me había olvidado por completo de esa cuestión. – La deje en el estacionamiento de la escuela. – ella no respondío, le di un sorbo al café y la miré mientras enjuagaba los platos, - ¿Cómo regresaste a casa anoche? – No sabía que responderle, debía decirle algo. – Un amigo me trajo mamá. –
Ella volteo a verme como si me analizará. – Noah, si me estas mintiendo por favor, para. Tú no tienes amigos, recién llegamos a esta ciudad. – comentó ella de manera severa, intente comentarle algunas cosas, pero nuestra conversación se vio interrumpida cuando la bocina de un auto sonó repetidas veces, parecía estar en frente de nuestra casa, mamá observo por la ventana de donde venía el ruido y yo solo me alerte, esperando que no fueran más problemas.
Tocaron el timbre. Mamá y yo nos miramos desafiándonos y al final termino atendiendo la puerta ella. Seguí con mi desayuno, mientras ella hacia lo suyo cuando escuché, - Buenos días señora, ¿esta Noah? – era la voz de Bruno, y entonces parecía que el pan y el café en mi boca hubieran querido atentar contra mi vida, casi me atoro al escucharlo, agarré mi bolso del suelo y corrí hacia la entrada, encontrándome a mi mamá maravillada, Bruno era guapo, exageradamente guapo, - ¿Noah? Pues, no se ha ido, está en la cocina, ¿quieres pasar cariño? – Bruno negó y direcciono su conversación con mi mamá hacia otro asunto.
– Por mi culpa, ayer llego tarde, y me disculpo por eso, además su camioneta también se quedó en la escuela y quería ver si el aceptaba que lo llevara a la escuela. – Mi mamá abrió los ojos con cara de asombro y volteo hacia atrás dirigiéndome miradas locas. – Así que, ¿mi pequeño estuvo toda la tarde contigo ayer? – Soltó mi mamá sin tacto alguno volteándose a ver a Bruno otra vez mientras yo me hacia el desentendido.
– Lo invite a una cita, fue mi culpa señora, no vaya a ser muy severa con él, me conto que usted se pondría de mal humor si no llegaba a tiempo, pero fui irresponsable y se me paso por alto. – Pude escuchar los gritos internos de mi mamá, se volteo a verme como si me estuviera reclamando, "¿Con qué una cita Noah?" casi pude escuchar sus pensamientos. Ella iba a torturarme luego, - No te preocupes Bruno, lo había castigado, Noah no me había comentado nada sobre esa cita, ¿Por qué no me dijiste cariño? – comentó dirigiendo su mirada hacia mí con una sonrisa muy bonita, Bruno se dio cuenta de mi presencia y pareció ¿sonrojarse?
– Hola Noah, ¿Te puedo llevar a la escuela? – iba a decirle que no, no le pedí su ayuda «¿Qué haces aquí Bruno?» establecí, no entendía como había llegado a dominar tan rápido esa habilidad. «No te molestes, Noah déjame llevarte ¿sí?» iba articular una respuesta verbal cuando mi mamá dijo. – Claro, Noah estaría encantado. ¿verdad que si bebé? – Genial, ahora ya no podría negarme, solo asentí con la cabeza, acomode mis cosas en su auto y mamá me ofreció un beso en la frente, como todas las mañanas desarreglando mi gorrito.
Bruno abrió la puerta del copiloto para mí, me subí y luego él la cerró de vuelta. Antes de encender el auto, mi mamá y Bruno hablaron sobre algo que no entendí y luego él se subió sonriente del lado del volante «¿De qué habrán hablado?» pensé para mí mismo debatiéndome entre preguntárselo o no.
– Dijo que te levantaba el castigo y además... - Bruno se quedó pensando un momento sobre si decirme o no.
- ¿Además qué, Bruno? – añadí cruzándome de brazos de manera amenazadora.
- Le pedí permiso a tu mamá para llevarte a una cita el viernes. – Dijo en seco Bruno.
- ¿ella que dijo? – Pregunté sonrojado.
– Me dijo que sí, pero que no te lleve tan tarde a casa. Noah ¿estás enojado conmigo por eso? – Negué con la cabeza, ya no podía enojarme con él, siempre terminaba haciendo lo que él quería, incluso si me negaba el destino se las arreglaba para obligarme a tener situaciones cerca de él y entonces llegué a pensar que tal vez no sería tan malo darle un poco de libertad a mi corazón, permitirme un privilegio como el amor, no era tan malo o ¿sí?
Bruno pareció muy feliz ante mi respuesta encendió el auto y durante el camino estaba tan nervioso de estar a solas con él, se me ocurrían tantas cosas que sentía que me asfixiaba, aun cuando el frío estaba embebido en el aire, tantas cosas que aquel auto tan lujoso se hubiera derretido de haber sentido la intensidad de mis pensamientos. – Bruno... - susurré bajo cuando se detuvo en la señal del PARE, el fijo su atención en mí.
- ¿Qué sucede Noah? ¿Tienes frio? – indago preocupado agarrándome de los brazos, negué rápidamente con la cabeza y agarré el cinturón de seguridad, - ¿Te molesta que te haga preguntas? ¿Hay algo que no quieres que sepa? Ayer tu... - Bruno puso su dedo en mis labios, haciéndome callar, negó soltando risas. – No hay nada de mí que no quiera que sepas y no hay nada de ti que me moleste. No seguimos hablando ayer porque no quería que te metieras en problemas, pero al final terminaste metiéndote en problemas por mi culpa. – Aseguró Bruno, solo le devolví una sonrisa y él igual, se quedó contemplándome un largo tiempo.
– Bruno, están pitando atrás, creo que ya puedes pasar. – comenté avergonzado. Él se volteo hacia el frente y volvió a ponerle su atención al volante no sin antes decir. – Hoy, en la tarde, si quieres podemos pasar tiempo juntos y hablaremos de lo que quieras. – tras aquel comentario quería gritar que sí, pero me acorde de Zin, había quedado con ella y no quería atrasarlo más. – Bruno, no puedo. – Ante mi respuesta el solo agacho la cabeza y pareció volver a estar malhumorado, el resto del camino no me habló, así que intente hacerle entender que no se debía a él, - Bruno, hoy no puedo, pero mañana no faltaré a la cita contigo. – Le di un beso en la mejilla y desabroché mi cinturón.
Bruno alzó la mirada de golpe y me agarró del antebrazo, - entonces ¿no te desagrado? ¿No me rechazas? – me sorprendí ante sus preguntas ¿él creía que lo estaba rechazando como persona? Estaba claro que él me gustaba, pero era bueno para mí que aún no se diera cuenta, aun asi tampoco quería que él creyera que lo odiaba.
– No, hoy no puedo, ¿recuerdas a mi amiga? Teníamos planes ayer y los arruinaste un poco, asi que saldré con ella hoy para compensarla. – dije de manera un poco risueña, entonces Bruno pareció entender, pero luego frunció el ceño de nuevo y dijo – Ah, la tonta chica. – Bruno habló de manera despectiva sobre ella y me extrañó un poco. - ¿Qué te hizo Zin para que hables así de ella? ¿Ya la conocías? – Indagué entre confundido y molesto, no me gusta que se refieran así de mis amigos.
- No, lo siento, no hablaré de ella más. Es solo que su especie y la mía no se llevan bien. Y, Noah, pronto vas a comprender que en un pueblo como este es difícil no conocer a nadie. – Entonces comprendí a lo que se refería, ya había notado cosas extrañas en Zin, ahora estaba seguro, de que ella también era un ser sobrenatural.
Bruno estaciono, su auto junto a mi camioneta. Gracias a dios no le había pasado nada, la pude divisar mientras Bruno acomodaba su auto. Intenté quitarme el cinturón, pero al parecer se había trabado, él lo noto e intento ayudarme sin solución alguna, entonces entre en frustración y solo desee poder derretir el cinturón, lo siguiente que procedió fui yo incendiando el cinturón del copiloto y consigo queme parte de la mano de Bruno.
- ¿Estás bien? Lo siento Bruno, yo no quise...- Empecé a llorar desconsoladamente, Bruno me miró con ternura, - Noah, estoy bien, soy un lobo ¿recuerdas? Podemos regenerarnos. – Tomé la mano de Bruno sollozando con curiosidad de ver como se curaba, pero para la sorpresa de los dos eso, no estaba sucediendo. Entré en pánico, la quemadura en su mano era horrible y faltaban diez minutos para entrar a clases, me sentía horrible, después de todo, «quizás no sea bueno estar cerca de él, siempre lastimo a las personas.»
Intente salir de su auto, pero él me tomo con su mano libre. – Noah, ni si quiera lo pienses. – amenazo Bruno, - Pero, yo... - intente argumentar llorando, sorbí mi nariz y me obligue a mirarlo. – Noah, eres mi pareja ahora que sé que te importo al menos un poco, ¿crees que te dejaré escapar tan fácilmente? No importa que seas, no voy a temerte, incluso si quemas toda mi ropa y me dejas desnudo frente toda la escuela, no te dejaré escapar. No lo haré. – Agarré su mano herida con cuidado.
- ¿De verdad puedo quemar tu ropa? – pregunte recuperándome del llanto y empezando a reír, Bruno me siguió el juego, y coloco su frente sobre la mía, nos miramos a los ojos y sentimos nuestras respiraciones en el rostro, estábamos cálidos, su mirada parecía volverme vulnerable sus ojos de diferentes colores brillaron, como si manifestaran ¿deseo?, el beso mi mejilla de manera muy dulce, olfateo mi cuello y se deleitó con mi olor, me aferre a su mano herida y con su mano libre acarició mi rostro llegando hasta mi barbilla, acercó sus labios y los pego a los míos, estaban calientes, sentía la humedad invadir mis labios, lentamente acarició mis labios con los suyos, aprisiono mis labios y chupo, entonces el calor invadió mi cuerpo, ese calor que siempre sentía que me hacía hervir, y entonces temí lo peor, pero esta vez al separarnos del beso, su mano había regresado a la normalidad. Lo había curado.
Sonreímos un amplio rato y jugueteamos entre los dos, hasta que Matteo toco el vidrio del lado de Bruno. Se miraron otra vez el uno al otro, luego Bruno simplemente bajo y me abrió la puerta, - vamos baja, tienes que ir a clases, Matteo te acompañara. – Dijo esto casi gruñendo. Me dio un piquito en la boca, que me tomo por sorpresa, pero más a Matteo que se quedó como si se hubiera perdido cien capítulos de una telenovela.
– Entonces, ¿Tu y mi hermano están...? –
- No. No lo estamos. – Comente tranquilamente.
– Bruno me trajo a la escuela, por su culpa ayer no lleve mi camioneta a casa. – Seguí contándole a Matteo. Él solo pareció reírse de mí no tan convencido de las cosas que dije haber hecho con su hermano.
– Noah, no tienes que fingir, sé que sabes lo que somos. –
Hola, espero que les vaya gustando como va, he tenido una semana difícil, si no alcanzo a publicar el domingo que viene, la próxima vez que publique vendrán dos capítulos.
- Lotus.
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