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Capítulo 23: Final

El tan esperado final.
De ahí viene el epílogo, ¿Ya vieron que si cumplí?
Me demoré mucho pero igual cumplí. 

No sé si hacer extras o que mismo. Dependiendo de que tan bien vaya esto. 
Lo que si quiero hacer es una sección de preguntas y respuestas, pero tengo miedo de que me dejen vestida y alborotada como novia de barrio. Por cierto léanlo rápido porque voy a empezar a corregir la obra completa y habrá cambios en la trama. Y obvio las correcciones. 

Apenas pueda les subo el epílogo. 

***

– ¿Estás segura de lo que estás diciendo? ¿Puedes encontrarlos? – Zinnerva negó con la cabeza ante la constante presión que Gian ejercía sobre ella.

– Encontrarlos no. Encontrarlo. Singular no plural, estoy aquí por Noah, recuérdalo. Si me dejaras hacer mi trabajo sin estar cada cinco minutos preguntando si puedo o no puedo, ya habría terminado. – gruñó la señorita hastiada del chico tras de ella.

– Luca ¿En qué momento perdiste contacto con el rastreador? – Indagó Vladimir que parecía un hombre muy sereno, con su postura firme y de brazos cruzados. Había sido difícil acostumbrarse a tantos sustos, desde que sus hijos eran muy pequeños todavía, y, aunque la gran mayoría fueran falsas alarmas estaba seguro como la mierda de que sacaría a su hijo de esta.

Sumado el hecho de que detestaba la sola razón de pensar que su hijo podría odiarle por el simple hecho de no ser su hijo, se lo había prometido al viejo, el viejo cuidó de su familia y él cuidaría la del viejo. No fue una tarea sencilla cuando el niño sabía que no encajaba, cuando el niño sabía que algo estaba mal en todo el cuento.

Intento darle amor por todos los medios, de allí también provenía el resentimiento de Gian, él no entendía porque debían darle amor a un niño que no era de su familia. Obligó a sus hijos biológicos a lidiar con ello. Su esposa quería al niño, y de todas maneras el nunca había pensado en deshacerse de él, el niño necesitaba ser cuidado. Pero Vladimir tenía miedo de que aun con todo el amor y todos los años de empeño, no fueran suficiente para que su hijo no lo odiara.

– Creo que cuando llegó a su destino papá, el punto rojo estuvo fijo durante al menos cinco minutos aquí. – Señaló Luca una zona del mapa de la ciudad.

– Y coincidentemente ese lugar es como un terreno baldío, la única manera de entrar es con un auto o moto especializada para nieve. Tiene que haber alguna instalación allí. – Prosiguió.

– Una moto para nieve sería muy ruidosa, nos detectarían al instante. – Añadió Aleck rascándose la barba.

– Pero los autos muy grandes, así que también nos verían apenas intentáramos asomarnos. – Fiama infirió mientras amarraba su cabello en una coleta.

– No mamá, podemos utilizar los equipos de la policía, son más seguros y hay nuevos equipos para probar. – Finalizó Luca.

– Ustedes dos van juntos en una moto. Zinnerva abrirá el camino ella puede rastrear a Noah en el supuesto caso de que nuestras coordenadas estén equivocadas. – Ordenó Luca, hacia Gian y Zinnerva. Se miraron mutuamente con desgana, no había espacio para discusiones.

- Mamá y papá en auto. – Vladimir alzó las cejas, pero no discutió el jefe era su hijo ahora.

– Meredith se queda con mi compañera. Siempre nos viene bien un poco de brujería. – Ellas asintieron gustosas.

– Iré con Aleck. – Sentenció para finalizar. Todos lo miraron atentamente y preguntaron.

- ¿Cuál es el plan? – Seguirían esperando una respuesta porque Luca solo sonrió juguetonamente como nunca había hecho y respondió.

– No hay plan, vamos a hacer una emboscada, vamos a rodearlos. Un ataque salvaje, matamos a los malos y traemos a nuestra familia completa. ¿Alguna otra pregunta? – indagó sabiendo que no había más por venir.

– A moverse. – Añadió sacando a todos como piezas de ajedrez para que se acomodaran en sus puestos, justo como un pequeño pelotón.

***

–Hazlo. – La orden fue clara y Noah ya había hecho mucho para retrasar el tema.

– Pero, aún falta un libro. – Comentó intentado hacer tiempo.

- ¿Acaso me crees idiota? Léelo de una maldita vez. – Noah camino pausadamente, como si hacer eso retrasaría aun más lo inevitable, Noah no sabía, pero ¿qué pasaría si solo leía el libro? ¿El hombre lo dejaría en paz? Por supuesto que no, aunque no sabía que consecuencias podría traer el libro además de los fines perversos de su tío, él no lo sabía.

Noah escuchó un rugido acercándose a lo lejos, no, era más como un motor, varios de hecho. Entonces por primera vez en varias horas tuvo certeza de algo, su familia estaba viniendo por él. Escucho suelas de zapatos hacer ruido al golpearse con la nieve que cubría el suelo alrededor de la cabaña. Fue su botón de encendido. – No lo haré. – Dijo de manera firme arrugando el entrecejo y tomando una acción rápida para patear al hombre corrió hasta la puerta, Bruno se había encargado de los otros dos hombres como habían planeado.

En hombre enfurecido salió tras ellos cuando por fin pudieron escapar.

– Ya basta. Has causado demasiados estragos, entrégate de una maldita vez. – Declaró Vladimir apenas bajándose al mismo tiempo que todos los demás bajaban de sus vehículos, O'Connor estaba rodeado.

- ¿Tú de verdad creíste que esto sería demasiado fácil? – Comentó el hombre mirando a Noah, casi en un susurro, muy audible para todos los presentes, entonces Noah volteo a ver el rostro de su agresor, sombrío. Quizá Noah había estado demasiado tiempo cautivo para saberlo, o para haberse dado cuenta.

Pero estar fuera bajo la luz del sol, aclareció sus vistas, hacia frio por mucho que los rayos del sol intentaran quemar o derretir la nieve bajo sus pies, el sentía el frío helar hasta sus huesos, el rostro de ese hombre no se veía humano, sus dientes se veían amarillos, como si tuviera décadas sin lavarse los dientes, sus pómulos se veían más pronunciados, sus ojos parecían desorbitados con la tembladera constante que tenía en ellos.

Como si una niebla le hubiera estado segando los ojos todo este tiempo. Noah revivió el terror que no se había permitido sentir. El hombre cubrió su brazo de fuego, agudo, preciso, acomodándolo como una cuchilla en su brazo y Noah se quedó allí inmóvil, viendo como atravesó a Bruno, sin dejarlo respirar, como una rutina de ejercicios intensos. Directo al corazón, certero había sido el ataque.

Noah veía en cámara lenta como caía el cuerpo del chico que amaba, su alma gemela. No podía respirar, se había olvidado de como hacerlo. El hombre chasqueó los dedos y Noah miró en dirección a la cabaña Aleck y Meredith estaban dentro, Meredith podía verse por la ventana gritando con desespero que la dejaran salir y la casa comenzó a incendiarse.

Se acercó al cuerpo del chico del cual ni si quiera pudo despedirse, inmóvil y vio como su sangre se mezclaba junto con la nieve, haciendo que el calor característico de un cuerpo vivo desapareciera. Colocó sus manos en el cuerpo intentando curarlo, pero, ¿qué iba a curar? Él se había ido.

– La única forma en la que serás capaz de tenerlos de nuevo es leyendo los malditos libros, así que déjate de lloriqueos y lee. – Noah miró a Vladimir intentando obtener una aprobación, pero el hombre no pudo hacer nada más que no decir nada al respecto, Noah estaba en las manos de ese hombre y no había manera alguna de que pudiera negarse a ello, porque si Noah había creído en su palabra entonces no existía nadie que pudiera detenerlo.

Noah se paró del suelo, dejando el cuerpo enfriándose en la nieve le dio un último vistazo a la cabaña que el fuego había consumido y tomó el primer libro, el del agua y comenzó a traducir, niebla de color negro rodeó su espacio a la redonda, el cielo se volvió gris y las nubes desaparecieron del cielo.

Venas de color negro asomaron por su rostro, por sus manos y partes de piel visibles, esos rituales prohibidos lo consumirían, y era el precio que él creía que debía pagar. La razón del ser especial, parecía ser más una maldición, su poder estaba siendo transferido al exent más impuro que existía, pero eso era lo de menos. Una vez que el ritual se terminara Noah iba a morir, pero antes de eso él quería remediarlo todo. Poner las cosas en su lugar.

Zinnerva sabía lo que estaba haciendo e inició el mantra, uno distinto. O'Connor no podía moverse de su sitio, pues el recitaba su propio mantra, como una maldita sanguijuela chupándose la vida de alguien más.

Bruno abrió los ojos demasiado tarde. Para cuando todos terminaron de recitar sus mantras Noah estaba desapareciendo, su cuerpo estaba haciéndose polvo, no quedaría ni rastro de lo que algún día fue.

O'Connor creyó haber triunfado cuando un murciélago salió del chasquido proveniente de sus dedos, un vampiro. Después un cachorro, de seguro un hombre lobo, sus pequeñas creaciones empezaron a deambular frente a la atenta mirada de todos. Y en el camino volvieron a ser lo que eran, polvo. El hombre sonrió escéptico, creyendo que las primeras estaban defectuosas e intentó otra vez, volviéndose loco en el acto.

– Tú no tienes un corazón puro. – Todos los libros se abrieron y sobre ellos los fantasmas del pasado, cada exent perteneciente a su diferente elemento, mirándolo, como si lo juzgaran.

Noah pudo ver a Bruno con los ojos abiertos, cerca de él, sosteniendo lo que quedaba de su cuerpo.

– No te puedes ir, mi amor. No ahora, por favor. – Noah había pensado en su cabeza que quizá nunca podría acostumbrarse a la imagen de Bruno llorando por él. Uno de sus brazos ya estaba desintegrado al igual que toda la parte baja de su cuerpo. Aprovechando su brazo vivo, Noah acarició el rostro de Bruno.

- ¿Sabes? Estoy muy feliz de haberte conocido. Y planeaba perdonarte después de esto, pero supongo que ya no podré hacerme de rogar por más tiempo. No llores. – Susurró muy cerca de él.

Bruno no respondió.

Lloró desconsoladamente para poder decirle.

«Quizás, nada más se trate de bailar hasta que el infierno ya no exista y así salvarnos juntos, indescifrables, breves, etéreos» Concluyó sintiendo como su pecho era partido en pedazos.

– Eso es un poco más original. – Criticó Noah. Y los dos rieron.

– Quiero ver su juicio. – pidió, entonces Bruno dejó ver sus labios sellados formando una línea firme, acomodándose para ver el final que tanto habían esperado. Nunca imaginó que las cosas terminarían así, menos cuando ese su vida siempre había sido tan monótona y poco amable. De hecho, ninguno de los dos hubiera imaginado en su pasado lo que el futuro les guardó.

En el libro de agua apareció un espectro de ojos azules, y tras él todos los exent que lo antecedían.

– Cometí muchos errores. – Comenzó.

– Quizá todo esto que hiciste es por mi culpa hermano, pero, nada justifica tu corazón tan oscuro. – Sentenció de manera firme.

– Siempre fuiste el favorito, solo quería que papá me reconociera. Quería tener amor ¿Qué hay de malo en ello? Crecí con Lea, y también me la quitaste. Papá no iba a perdonarnos de todos modos, con todas sus reglas alrededor, eso no sucedería. – Acusó, O'Connor.

– Te equivocas Killian. - Gian prestó atención cuando otro de los espectros del libro de agua se paró al lado del primero, aunque no quería aceptarlo Gian también había sido muy injusto con Bruno.

– He perdonado a Malik, lo perdone incluso antes de que provocaras su muerte. Los dos son mis hijos, aceptó que no presté especial cuidado contigo ¿es muy tarde para pedirte perdón? Me cegué a un estigma y dejé que eso dividiera a mi familia, a nuestros hermanos exents. – El viejo espectro estaba cansado, había visto sin descanso los daños que Kilian había causado, erradicando a los exents casi por completo, condenado a ver los estragos de sus decisiones al igual que los otros viejos exents.

Lea flotó en forma de una hermosa ave por a través del libro de fuego y le acarició a la mejilla. – Killian, necesitas descansar, aún puedes remediar el daño que has hecho, nosotros no estábamos destinados a ser. – Concluyó Lea de manera firme. Malik extendió su mano ante la atenta mirada de los exent de la tierra y el viento, y Killian la tomo.

– Hoy aquí, te declaramos culpable de exterminar a la raza de los exentos, se determina aquí y ahora tu juicio final. Tus poderes serán arrebatados, vivirás vigilado durante lo que quede del resto de tu vida y si de verdad sientes arrepentimiento, que tus actos lo demuestren. – Sentenciaron los pilares encargados.

Lea continuó, girándose por sobre sus hombros caminando hacia su hijo.

– Perdón por haberte dejado solo, cariño, pero he estado siguiendo tus pasos, heredaste el sentido del humor tan extraño de tu padre. – Sonrió con ternura la mujer como si todavía fuera un bebé muy pequeño.

– Y también heredo tu testarudez, mujer. – Interrumpió Malik. Entonces Noah supo de donde había heredado esos ojos azules tan hipnotizantes.

– No me pidas perdón, mi abuela me dejó en un buen sitio y obtuve papás nuevos, igual de buenos como pudieron haber sido ustedes. – Noah sonrió y vio a Clare cerca de él, de sus padres.

– Noah. – Clamó Bruno cuando su cuerpo empezó a desmoronarse desmesuradamente rápido.

– Por favor ¿Dígame que hago? – Rogó Bruno a la mujer que ni se inmuto cuando su hijo cerró los ojos. Ella sonrió.

– Creo que tu padre y tu abuelo pueden darte una respuesta. – Noah miró al espectro del anciano y a su padre.

- ¿Qué está pasando? – Interrogó el chico desesperado.

– Tu eres un exent. – Declaró el viejo sin más dilaciones.

– Cuando un exent encuentra su alma vivirán unidos eternamente. No hay manera de sobrevivas sin tu alma gemela. – El anciano toco la cabeza del muchacho y borró la sugestión de ella, ahora Bruno podía ver todo más claro. Sabía lo que debía hacer.

Acercó sus labios hacia la frente del chico y lo besó, puso en ello todos sus sentimientos, sus ilusiones y la promesa de amor que se habían proclamado mutuamente. Estaban juntos en el tren y no iban a caer pronto. Repitió el mantra que los unía una y otra vez.

«Quizás, nada más se trate de bailar hasta que el infierno ya no exista y así salvarnos juntos, indescifrables, breves, etéreos»

Su cabeza se proyectó una imagen junto a Noah, él le esta extendiendo su mano, justo como un sueño. 

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