Capítulo 2: El bosque al final del puente
Desperté con la respiración acelerada, mi rostro sudado y con un pesar sobre mis párpados. Quería levantarme, pero la misma pesadilla de siempre me había atacado; el incendio. Nada me atormentaba más que aquellos recuerdos, traté de evocar dónde estaba; oh sí, en el auto de mis padres. Aleck y Meredith me criaron desde que tenía doce años, cuando pensé que nadie me adoptaría, ya nadie adoptaba a los niños grandes, siempre supe que les faltaba un tornillo, eran unos padres fuera de lo común y hoy estábamos aquí mudándonos de residencia, Turín, para ser más exactos.
Había leído que Italia era un país alucinante, pero para mí dejó de serlo cuando descubrí que íbamos a cambiarnos de residencia. Había estado triste y nostálgico, separarme de mi vida en San Peters Burgo no era agradable; mis amigos y las cosas que había hecho. Pero no podía quejarme, no cuando mis padres adoptivos lo habían hecho todo por mí, a pesar de lo difícil que puede ser cuidar de un niño, siempre estuve agradecido con ellos, porque solo pedía una cosa: amor y me lo dieron.
Mery, como yo le decía, no dejaba de alabar a la fea y sucia casa que teníamos en frente. «¿De verdad vamos a vivir aquí?», pensé, no es que me molestara, aunque mientras Mery creía que eso era una gran mansión yo estaba pisando un charco helado de color verde, ¿qué era eso? ¿Moho? Siempre sentí como si mis padres, cada uno, se hubiera caído de pequeño y ese mal golpe les hubiera hecho daño; poseían un gusto por lo creepy que no llegaba a tener comparación.
—Noah, cariño, ¿verdad que es muy linda? —me preguntó Mery, sacándome de mis pensamientos.
Yo solo asentí, no quería escuchar una larga platica de lo bonito que era el piso de madera agujereado de la casa, ¿qué había allí? ¿Polillas, a la espera de llevar a cabo una revolución contra el mundo? Me sentía como en la película "Una casa patas arriba".
Estaba seguro de que eso iba a pasar, Aleck querría remodelar todo con sus propias manos y cuando estuviera arruinado recién le haría caso al contratista, justo como en la película, solo que yo no tenía hermanos. Oh sí, era el cielo ser hijo único.
Aprovechando que Aleck y Mery se fueron a alabar las paredes mohosas del baño y a pensar miles de cosas asquerosas qué harían en él, me escabullí. Mientras iba en el auto, pude ver algo que genuinamente capturó mi interés: las tiendas que parecían mantener historias interesantes. Así que simplemente recordé el pequeño recorrido que se dieron mis padres por la ciudad y lo imité. Los casones de madera fina con unos altos pilares de roble eran imponentes, daba la sensación de que era un lugar muy cálido a pesar del clima frio que me abrazaba.
A medida que recorría, algo me llamo la atención, había un puentecillo en el centro de aquel pueblo y bajo él se encontraba un bonito lago que estaba congelado en el que casi se podía ver mi reflejo. Miré hacia abajo y entonces sonreí, no es que fuera narcisista, simplemente las cosas de la naturaleza me impresionaban, todo era tan hermoso. Mientras estaba viendo mi reflejo en el agua contemplé algo que me mandó de trasero al suelo; por un segundo presencié como mis ojos azules cambiaban su color a morado. El miedo que me invadía provocó que volviera a mirar el agua, sin embargo, mis ojos eran normales.
«Quizás habrá sido mi imaginación», pensé.
Entonces, dejé eso de lado y me dispuse a pasar el puente, la baranda estaba fría, mas no me importó. Seguí mi camino y a medida que bajaba del viaducto, ese lado se veía más vacío, más solitario. La tristeza me invadió, incluso a través de la nieve se notaba claramente como aquel lugar fúnebre no había sido cuidado por nadie. «¿Por qué este lugar estaría deshabitado?» pensé.
Cuando terminé mi recorrido hacia el otro lado del río, a pesar de estar como deshabitado, decidí seguir explorando; había árboles mucho más frondosos que los que adornaban el resto del pueblo, más voluminosos, más majestuosos, entonces ¿por qué un lugar tan increíble estaba tan descuidado? De repente un crujido bajo mi pie me interrumpió, que era eso ¿una señal? Sí lo era y en ella decía: "Cuidado con el bosque. Zona restringida". ¿Era en serio? ¿Acaso me iban a secuestrar y luego tendría que correr por mi vida porque fui una mala caperucita y el lobo me comió? Eso solo sucede en las películas.
Decidí no prestarle atención al sucio y feo cartel, además, por algo estaba allí en el suelo, ¿no? Eso indica que la señal ya no servía y que el bosque no era peligroso. No vi cuanto tiempo había pasado, tampoco me interesé en ello, saqué mi móvil, el bosque nevado era una belleza. ¿Cómo sería cuando no estuviera la nieve?, incluso con todo ese manto blanco que había en él podía ver los pequeños honguitos bicolores creciendo. Había un bonito camino de piedras, pero si este bosque no era habitado ¿por qué alguien construiría un camino en él?
De repente el camino de piedras acabó y las señales sobre el bosque estaban casi formando una barrera para bloquear el paso a las personas. "No te acerques" decía una, había otra que ponía: "Si sigues este camino, no regresarás a casa", y así sucesivamente. Me dispuse a mover los carteles clavados en la tierra húmeda, que ahora era cubierta por un manto suave de nieve, puse un pie en el camino y dentro de mi cabeza escuché «¡No te acerques más!». Fue la primera vez que me asusté.
¿Por qué estaba escuchando cosas? Seguramente una mala pasada de mi imaginación, sentencié para mí mismo, de todas formas, estaba solo, ¿no? Sacudí mis jeans con nerviosismo y me dispuse a adentrarme a esa parte del bosque, incluso si me dijeran mil veces que no, seguiría intentándolo, no me gustaban las mentiras. Me gustaban los retos, los desafíos.
«¡Lárgate de aquí mocoso!», escuché otra vez, la adrenalina recorrió mi cuerpo, empecé a sudar a pesar del gran frío en el bosque, me aferré a mi chaqueta y solo me concentré en la voz agresiva en mi cabeza. Tenía miedo y ya no podía retroceder, ya no podría regresar y decirle a Mery que estaba agradecido por el amor que me dio, cuando de repente no pude terminar mis dramáticos lamentos, por un tirón dado a mi chaqueta.
—¿¡Chico, es que no lees las advertencias!? —Me quedé mirando a mi salvador, aquel anciano ¿de dónde había salido? —. ¿Te comió la lengua el bosque? Si el bosque tiene esos avisos por algo ha de ser, ¿no?
—Yo... —Entre cortado intentaba hablar.
—Niño, ten cuidado con el bosque. —Escuché casi en un suspiro. Aquel anciano me había advertido, pero aún así su presencia me resultaba extraña, no me molestaba, pero me incomodaba, sentía calidez cada vez que me hablaba como si lo conociera.
—Yo, solo tenía curiosidad —logré sentenciar muy bajito. El anciano conservaba un semblante amable, aunque en realidad no se veía tan anciano, parecía más como un viejo cazador que vivía en el bosque.
—Niño, ¿no has escuchado que la curiosidad mato al gato? —No sabía que responderle, así que solo me quedé callado—. Es algo extraño niño, nadie llega a esta parte tan sombría del bosque sin ser lastimado, ni si quiera llegan a la mitad del camino de piedras, ¿luchaste con algún animal salvaje antes de llegar aquí?
Moví la cabeza en señal de negación.
—No, yo solo tomé fotos de algunas plantas y animales, luego llegué hasta aquí. Todo fue muy tranquilo y no había animales salvajes en el camino –contesté con una sonrisa.
—Ya veo, entonces algo o alguien debe haberlos asustado —dijo el señor.
—¿Alguien? ¿Qué persona sería lo suficientemente fuerte para espantar a animales salvajes? —Empezaba a sospechar de la salud mental de este señor.
—No estoy delirando, niño. Escucha atentamente, "El bosque y sus habitantes son uno solo, no es cuestión de suerte que te dejen vivir es cuestión de vida o muerte que el bosque te haya permitido llegar hasta aquí", no olvides mis palabras, niño.
¿Acaso el leyó mis pensamientos? Mi celular cayó de mis manos, me dispuse a recogerlo. Cuando levanté mi mirada, el anciano ya no estaba y el manto de nieve era más abundante, me había regresado mágicamente al comino que une el puente con el bosque.
No había terminado de salir de mi asombro, al escuchar que me gritaron:
—¡Noah!
Oh no, estaba en graves problemas, me entretuve tanto en el bosque que ni me tomé la molestia de llamar a Mery y Aleck. De seguro estaban preocupados, ellos se encontraban siendo escoltados por dos policías, a los que habían acudido en mi búsqueda y yo hablando con un anciano sobrenatural en el bosque.
—Noah, ¿sabes lo angustiados que estábamos? Te buscamos por todo el pueblo, ¿dónde estabas? —preguntó mi madre algo alterada, mi papá me veía con preocupación, me tomó de los hombros al ver que no respondía y coloco sus ojos sobre los míos.
—¿Estás bien? —me cuestionó Aleck, mientras que yo solo asentí, Mery no volvió a decir más, me abrazó con fuerza y les agradeció a los policías su atención.
—Primero vamos a casa, bebé —dijo Mery al ver que la cara de Aleck paso de desasosiego a enojo demostrándolo con sus brazos cruzados, distintivo de él cada vez que se molestaba y eso era algo extraño.
Mery sabía que Aleck me regañaría, pero al menos lo haría en casa y no en la calle, donde todo el mundo se reunía para enterarse de lo sucedido. Miré hacia atrás una vez más, crucé el otro extremo el puente con mi mirada, vi la entrada hacia el bosque, ya no estaba iluminada, estaba oscura. Me invadió la curiosidad, luego regresaría, esta noche me esperaba un gran castigo.
Apena puse un pie en la entrada, Aleck me jaló bruscamente del brazo. Claro, dolía demasiado, aunque no se lo diría, Aleck de seguro me iba a dar una paliza por haberles hecho pasar un buen susto. Mery nos siguió atemorizada hasta la sala y Aleck inició.
—¿¡En qué demonios estabas pensando!? ¿Sabes lo asustada que estaba tu madre?
Mary empezó a llorar y a decirle a Aleck que se cámara. Aleck y yo jamás peleábamos, nunca de hecho, ya que nunca hice travesuras, no cuando creía que si Aleck y Mery decidían que era un niño problemático me regresarían al orfanato.
Creo que hoy tendría mi primera pelea de adolescente hormonal con mi padre. Estaba molesto, pero no se los había dicho como hacia la mayoría de las veces. Yo no quería venir a este lugar, no quería dejar mi vida, sin embargo, tuve que hacerlo y quedarme callado, aguantarlo sin derecho a decir algo.
—Lo siento —dije sin sentirlo realmente, algo que de inmediato Aleck notó.
—¡No, no lo sientes! De ahora en adelante, no vas a salir, solo al instituto –sentenció Aleck con los brazos cruzados.
—¡Voy a salir! ¿Y sabes por qué? ¿No querías acaso que me acople a este asqueroso y sucio lugar? Que me iba a acostumbrar pronto ¿no decías?
—¡Noah! —exclamó Mery en señal de que cerrara la boca. Era obvio que había aumentado la ira de Aleck.
—¡No, Mery! No me calló. ¡Ustedes fueron los que decidieron tener "una nueva vida", "nuevas aventuras" no yo! ¿Cuándo me lo preguntaron? ¡Nunca! —le grité sacando toda mi frustración, para ser mi primer berrinche, estaba saliendo bien ¿no?
—No le grites a tu madre, nosotros somos tus padres y queremos lo...
—¡Ustedes no son mis padres! Y no vengas con lo de siempre "quieren lo mejor para mí" —lo interrumpí de golpe.
Mary abrió la boca, en señal de sorpresa y Aleck solo atinó a abofetearme un par de veces. No había pensado en lo que iba a decir y sin querer lastimé a mis padres, más a Mery, ¡oh sí! Aleck me dio una paliza, ese día me fui a mi cuarto sin comer. La vi llorar, ese día fue el primero en que me arrepentí de que Mery y Aleck me hubieran adoptado.
Aleck se fue a la habitación a consolar a Mery y yo solo pensaba en discúlpame con Mery apenas tuviera la oportunidad. Mañana tenía clases, se lo diría en la mañana, después de todo Aleck siempre dormía hasta tarde, no habría quién nos interrumpa.
Después de tomar un baño, me senté en la esquina de mi cama a reflexionar, definitivamente fue el peor comienzo que pude haber tenido. Miré por la ventana, la luna hacía que la nieve brillara, el cielo estaba despejado y solo había unas cuantas estrellitas iluminando la noche, una que había sido muy fría para mí.
Contemplé la nieve y vi un bulto grande, entorné los ojos, intentando observarlo mejor. Acaso era... ¿un perro grande? Sus ojos brillaban de una manera inesperada.
Todo de aquel animal fue inesperado, desde la altura de mi ventana podría jurar que el color de sus ojos eran ámbares casi amarillos, ese perro gigante me miraba fijamente. «No soy un perro, mocoso», escuché en mi mente. ¿Qué? Restregué mis ojos y mis oídos tratando de asimilar, cuando volví a abrirlos aquel canino había desaparecido, de seguro me lo imaginé. «El día en que me había vuelto loco», pensé.
***
Sentí mi piel arder, había gritos otra vez, más desgarradores, como si me estuvieran quemando vivo, intenté llegar al estanque. Vi mi rostro, estaba desfigurado, lo palpé con mis manos, era horrible, escuché pasos detrás de mí y luego... el despertador hizo su trabajo, no hubo un día en el que amara tanto a mi despertador. ¿Por qué las pesadillas se habían vuelto más violentas?
De seguro mi sucia consciencia actuó por haber tratado mal a mis padres, tenía que disculparme rápido, Aleck de cierta forma me daba miedo, además las marcas rojas en mi cuerpo se habían tornado verdes y algunas moradas, no es como si alguien fuera a notarlas, de todas maneras, con el frío que había ni de broma saldría con una camisa sin mangas.
No me sentía bien, pero no quería tampoco una pelea mañanera como la de ayer con Aleck, creo que iba a molerme todos los huesos, me dolían las costillas, soy un chico, ¿no? Estas cosas no deberían doler.
Me vestí de negro. Mery siempre decía "el negro combina con todo" que no se quejara de mis jeans oscuros, mi camisa con un dibujo en blanco de dientes de vampiro y mi chaqueta. Probablemente ni siquiera tenía ganas de hablarme esa mañana, pero había que intentarlo.
Bajé las escaleras, dudando de mi existencia. Aleck no estaba en la sala, llegué a la cocina y miré a Mery con su horrible delantal negro con manchas de sangre puesto, lavaba los platos distraída, sus ojos se veían hinchados. Lo sé, soy un idiota, la hice llorar.
—Mery, buenos días —dije lo más suave posible, ella volteo a verme, por un momento abrió su boca, me iba a decir algo, pero se quedó callada y siguió haciendo su tarea, se le podía ver que se preocupaba por mí, a la vez que estaba enojada. De seguro me iba a ir al instituto sin desayunar—. Mery, yo lo siento.
Mi voz salió temblorosa y con la mayor sinceridad que pude expresar. Agarré sus manos mojadas, la miré a los ojos, quería que entendiera cuánto lo lamentaba.
—Allí, sobre la mesa está tu horario y tu salón, como no soy tu madre deberías aprenderte el camino hasta el colegio solo —emitió fríamente.
Suspiré, pues me lo merecía, había roto su corazón con mi forma de actuar y ahora ella me hacía lo mismo.
—Está bien, que tengas un buen día Mary. —Agaché la cabeza, tomé mis cosas y me fui.
Mientras caminaba lloré, ¿cuánto tiempo le tomaría perdonarme? Ella era mi mamá y yo se lo había negado. Quise concentrarme en otra cosa, aunque miraba el mapa en el celular no entendía bien como llegar a mi destino y mucho menos con todo lo que había pasado. Por suerte encontré unas señoras que me indicaron cómo encontrar el colegio.
Por fin pude dar con el instituto, ¿todos hablarían italiano? Yo no dominaba totalmente el idioma. Esperaba poder acoplarme rápido. Entré y suspiré cansadamente, tenía el presentimiento de que no no sería un buen día.
De camino al salón noté que había casilleros, en donde me criaron no había casilleros y teníamos que asistir con los horribles uniformes, parecíamos reos, mis clases no eran por materias y no teníamos tantos deportes activos. ¿Acaso en Italia eran todos superdotados?
Cuando encontré la dichosa aula, simplemente me dirigí a los asientos de atrás. No quería llamar la atención, mala idea. Apenas me senté todos me quedaron mirando como si tuviera la palabra "pecado" tatuada en el trasero. Una chica pelirroja parecía que iba a decirme algo, pero cuando el profesor entró pareció olvidarse de aquello. Clase de música, música clásica, el maestro se presentó, Wilson Watson, menudo nombre ¿no?
—Veo que tenemos un nuevo estudiante, ¿se puede saber quién nos honra con su presencia en este salón?
Reuní valor para ponerme de pie y todas las miradas se posaron sobre mí.
—Soy Noah, Noah Blair vengo de Rusia, para ser exacto de San Peters Burgo, tengo dieciséis años y es un gusto que me hayan recibido en esta ciudad de una manera tan agradable —dije aún con las manos temblando y una sonrisa fingida.
El profesor quedó satisfecho con mi respuesta y luego empezó a hablar cosas que no entendí porque un dolor sobre mis costillas apareció de manera sorpresiva. ¿Por qué dolía tanto? La puerta del salón se abrió de golpe, el maestro volteó como si ya conociera la presencia que pasó por ella.
—Señor Astori, llegué a pensar que este año no nos honraría con su presencia.
El profesor y él tuvieron una guerra de miradas, hasta que el chico se apartó respondiendo:
—Pues pensó mal.
Entró como si nada, con sus manos en los bolsillos, él era enorme, probablemente media un metro noventa. ¿Habría reprobado años de estudio?
Su cabello era oscuro, casi café y las puntas del mismo tenían mechones decolorados, ¿se pintaba el cabello? Su piel era canela, ¿acaso las personas que viven en climas fríos tienen la piel de ese color? Él estaba lleno de músculos. Por un momento nuestras miradas se encontraron. Sus ojos eran heterocromáticos, uno más oscuro que el otro, café y miel. Sin duda era un tipo extraño, inhaló el aire del ambiente como si lo disfrutara y luego volvió a observarme, ¿por qué?
—Creo que estás sentado en mi lugar —dijo de manera burlona, así que por eso todos me estaban mirando de esa manera.
—Lo siento, yo llegué primero, hay más lugares vacíos por allí —respondí señalando un costado del salón. El chico pareció sorprenderse, como si nadie en su vida nunca lo hubiera puesto en su lugar,os compañeros tenían sus bocas abiertas.
El dolor en mi apareció de nuevo, ¿qué demonios me hacía sufrir tanto? Me sentí acalorado, toqué el líquido que resbalaba por mi nariz, sangre. Vi la oscuridad apoderarse de mí, vi el suelo y de pronto todo se desvaneció.
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