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10 | Un instante de paz

Alanna

En cuanto mis pies tocan Tønsberg, lo primero que siento es paz.

Lo segundo, miedo. Y ganas de huir.

Nicholas, por el contrario, se halla muy feliz. Aunque estando en su hogar es normal que se sienta de esta forma. Sé que ama Noruega con toda su alma, se ve cómo le brillan los ojos cada vez que habla de ella.

Miro a mi alrededor contemplando el paisaje que se extiende ante mí. Es bastante diferente a Riverbridge. Ya no solo la arquitectura de los edificios, ni las montañas nevadas que vislumbro a lo lejos. También está ese olor a mar.

―No puedo creer que esté aquí ―asegura Nicholas tras aparcar el coche delante de una casa.

Es bonita. De un color verde algo discreto. Tan solo cuenta con una planta, así que no es muy grande. Además, para mí, lo mejor de todo es que se encuentra algo alejada del centro de la ciudad, lo cual significa varias cosas: más silencio y menos bullicio de gente por los alrededores.

―Podría decir lo mismo.

Aunque lo mío va en otro sentido. Saca una llave de su mochila y la mete en la cerradura. Empuja la puerta y me invita a pasar. Las maletas siguen en el coche, pero es que Nicholas quería echar un vistazo primero antes de acomodar todo.

En cada pared que mires hay varias pinturas colgadas. Del puerto. De las montañas. De un lago. También hay pinturas familiares. Sigo a Nicholas en silencio, disfrutando del arte como si me encontrara en un pequeño museo. Cuando llegamos al salón, veo una pequeña cama almohadillada junto a la chimenea. Asumo que pertenece a Olaf.

―Por fin en casa ―murmura Nils, dejándose caer en el sofá.

Yo permanezco de pie, cruzada de brazos. Me siento como una intrusa y aunque me puede la curiosidad por conocer el resto de la casa, no me muevo. Alguna vez en el pasado Nils me llegó a hablar de su casa en Noruega, pero era bastante reservado a la hora de mencionar detalles sobre su vida aquí, así que tampoco supe mucho.

Una pregunta me viene a la mente.

―Nils ―le llamo. Él se voltea y me mira―. ¿Dónde se supone que voy a dormir?

―En mi cuarto ―contesta, pero al ver mi cara de sorpresa, añade―: Yo dormiré en la habitación de mis padres.

Asiento.

―¿Puedes abrir el coche?

Quiero acomodar el equipaje y echarme en la cama. Estoy bastante agotada del viaje y necesito descansar un rato. El café del aeropuerto no ayudó mucho. Tampoco el de la gasolinera donde paramos a repostar. Llevo dos cafés encima y siento las energías bajo mínimos.

―Claro. Te acompaño, que yo también debo sacar mis maletas. Y Alanna, que no se te pase por la cabeza querer descansar ―me advierte―. Hemos venido a disfrutar.

Frunzo el ceño, pero no respondo. Y según él, su plan al llegar a Noruega sería descansar, no ir de ruta turística. Quién le entiende.

Otra vez dentro de la casa me señala una habitación al final del pasillo. No es muy grande, pero tampoco me voy a poner exigente. No tiene baño, por lo que asumo que deberé compartirlo con él. Sobre el cabecero de la cama veo una pintura de la ciudad de Tønsberg. Los tejados de las casas están cubiertos de nieve y las personas que caminan por las calles parecen bastante abrigadas. Supongo que así se ve en invierno.

Nicholas se apoya en el marco de la puerta. Permanece callado y contemplando el cuarto. Estar aquí debe de traerle muchos recuerdos.

―Siéntete como en tu casa. ―Sonríe, y antes de irse, añade―: Por cierto, el baño es todo para ti. En la habitación de mis padres hay uno, así que no debes preocuparte por ello.

Asiento.

―Gracias, Nils.

Tengo la sensación de que no voy a parar de dar las gracias durante todo el viaje. Cierro la puerta en cuanto se va y me siento en la cama. Mis ojos viajan por toda la habitación. Aquí también hay pinturas como las que vi en el pasillo. Las paredes son de un color amarillo pastel. En el techo hay pequeñas estrellas, que me apuesto lo que sea, brillan en la oscuridad. Quiero preguntarle a Nicholas el porqué, pero me resisto.

Saco mi móvil de la mochila y mando un mensaje a Charlotte.

Estoy en Noruega. Deséame suerte.

Su respuesta no tarda en llegar.

Quiero chisme. Y ya me explicarás por qué narices te has ido de viaje con el nuevo compañero de trabajo.

Mentiría si dijera que Lottie no me pidió una explicación cuando le confesé que me iría de viaje con Nils. Parpadeó varias veces. Abrió y cerró la boca otras tantas, quizá procesando mi confesión y buscando algo que decirme. No era algo que se esperase. Le dije que le contaría todo a la vuelta. Al principio insistió, pero viendo mi negativa, acabó cediendo.

Camino hasta el escritorio. Está bastante ordenado. Sobre él tan solo hay una libreta, que no me atrevo a abrir; un marco con una foto donde aparece un Nicholas algo más joven junto a otro chico y una vela. Sonrío. Aún recuerdo el día del mirador cuando me acusó de ser una obsesiva de las velas. No le culpo. Es algo que sigo amando.

Supongo que hay cosas que no cambian con el tiempo.

Me quito las botas y las dejo a un lado de la cama. También cuelgo el abrigo sobre la silla. Esta vez me tumbo en lugar de sentarme. Paso las manos por detrás de la cabeza y vuelvo a observar el techo. Quiero que sea de noche para contemplar las estrellas que lo adornan.

Unos golpes en la puerta me traen de vuelta.

―¿Puedo pasar? ―pregunta Nils desde el otro lado.

―Pasa ―digo.

Frunce el ceño en cuanto abre la puerta y me ve tumbada en la cama.

―Alanna... ―Por el tono de su voz no parece muy contento―. ¿Qué te dije sobre descansar?

―Nils... ―Le contesto en el mismo plan―. Estoy muerta del viaje. Hoy me quedo en casa.

Él camina hasta mí y ni siquiera tengo tiempo de responder cuando me tira de la mano, levantándome de la cama. Al principio me quedo algo aturdida, no solo porque no me lo esperaba en absoluto, sino también por su cercanía. Nuestros ojos hacen contacto visual y a pesar de que quiero apartar la vista, no me apetece darle el gusto. Nils observa nuestras manos entrelazadas y entonces me suelta.

Sí, me suelta de pronto, con tan mala suerte de que, al dar un paso hacia atrás, tropiezo con una de mis botas. Lo siguiente que sucede es sencillo: pierdo el equilibrio y como por mi cabeza pasan imágenes de golpes nada agradables, por miedo agarro a Nicholas del brazo, arrastrándole conmigo. Ambos terminamos cayendo en la cama.

Lo peor de todo es que el cuerpo de Nils se encuentra sobre el mío. Demasiado cerca para pensar con claridad. Nuestras frentes casi se rozan. La intensidad de sus ojos me hace querer apartarme, pero no me muevo. Él apoya ambas manos a cada lado de mi cabeza.

―Yo... ―digo, pero las palabras mueren en mis labios.

Cuando estaba en la universidad y Nils volvió a mi vida, deseé mil veces compartir con él un momento así. Ahora soy incapaz de procesar lo que está ocurriendo. Y me odio por sentir estas ganas tan profundas de besarle. Odio que esté derrumbando las paredes invisibles que construí para proteger mi corazón.

Nicholas acaricia mi mejilla. Es un toque suave que causa que cierre los ojos durante varios segundos. La parte racional de mi cabeza me empuja a apartarme. Sabe que me voy a arrepentir de esto en un futuro, pero la parte emocional... Esa parte me obliga a no moverme.

―¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? ―susurra contra mis labios.

No sé a qué narices se está refiriendo, pero tengo miedo de preguntar.

Más tarde me arrepentiré de esto, lo sé, por eso no pienso mucho cuando enredo mis manos en su pelo. Nils suspira, pero tampoco se mueve. Nuestras respiraciones cada vez son más aceleradas. Además, puedo sentir los latidos de su corazón contra mi pecho.

―Esto no está bien, liten stjerne.

Y tiene razón, no lo está.

―Lo sé ―afirmo, pero sigo sin alejarme―. Es una mala idea.

Reposa su frente en la mía. La distancia entre nuestros labios se ha reducido de manera considerable.

―Pídeme que me aleje ―dice con la voz algo ronca.

Sé que debería hacerlo. Volver a establecer esa distancia entre nosotros e intentar que todo no se salga de control. Simplemente no puedo. Nicholas rompe cada uno de los muros que trato de alzar a mi alrededor. Y yo no paro de sentirme culpable por dejar que lo haga. Desearía ser más valiente y no permitir que la estabilidad de mi vida vuelva a irse a la mierda. Solo que Nils es uno de mis puntos débiles. Con una mirada, una caricia, logra empujar a un lado todo intento de mantenerme fuerte.

No aguantando más las ganas, le beso.

Al principio es todo suave, pero con el paso de los segundos, la intensidad aumenta. Nils me tiene atrapada bajo su cuerpo y yo no hago ningún movimiento por huir de su contacto, aunque una parte de mi cerebro me empuje a ello. Escucho el latido acelerado de su corazón sobre mi pecho y por un instante todo en mi vida está en paz. Algo que llevo sin sentir meses tras la muerte de mi madre.

Y eso me asusta por completo.

No tengo idea de cuánto va a durar este momento de tranquilidad. Nicholas me mira fijamente y sé que trata de resistirse. Quiere alejarse de mí, pero a la vez se mantiene pegado a mí. Todo es tan confuso.

Me estoy empezando a agobiar de nuevo.

―Yo... ―Le empujo con suavidad, mientras trato de incorporarme―. Esto... ―me cuesta encontrar las palabras correctas―. Esto no está bien.

Reposa su cabeza sobre mi frente, cierra los ojos un segundo y cuando los vuelve a abrir, esa paz que sentía anteriormente se evapora. Algo me dice que mis palabras le han dolido, aunque intenta que no le vea afectado. Se incorpora y camina en dirección a la puerta. Antes de irse me da una última mirada.

―Supongo que tienes razón ―murmura―. Esto no está bien, liten stjerne ―dice recalcando mis últimas palabras.

Después se va dejándome sola de nuevo.

Sola.

Tal vez Fleur tiene razón.

Ni siquiera el cambio de pelo me está ayudando a dejar toda mi mierda atrás. Me tumbo en la cama y miro hacia el techo. La luz entra por la ventana de la habitación, así que todavía no puedo apreciar el brillo de las estrellas. Me hallo tan distraída en mis pensamientos que tardo en escuchar el sonido del móvil. Muevo los dedos nerviosa esperándome un mensaje que me desestabilice aún más.

Déjame ayudarte, hija.

Estoy preocupado por ti.

Te quiero. Lo sabes, ¿verdad?

Entonces todo mi mundo se derrumba. Me estoy jodiendo la vida y estoy arrastrando a mi padre a mi miseria.

• • •

Gracias por leer ♥︎

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