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Capítulo 5


Esa misma tarde, después de haber escuchado todo lo que Zack les había contado. Lina decidió unirse a la investigación de los Sabios. Al ser una Gray no fue nada difícil que la aceptaran en el proyecto, que se basaba en interrogar a cada familia con un afectado por este virus para recoger información. Si de algo estaban seguros es que no había un patrón común, había niños, adolescentes, ancianos, trabajadores, estudiantes. Nada parecía encajar en que esas personas se hubiesen encontrado todas en un mismo lugar, ni que estuviesen expuestas a las mismas circunstancias.

Durante la investigación, algunos Blue trabajaban en conjunto con los Yellow examinando varias muestras de agua. Aun con sus esfuerzos, nada parecía estar fuera de lo normal, porque no había nada raro en los resultados de las pruebas. También concluyeron que de ser el agua el causante, todos deberían estar infectados, y no toda la población estaba enferma.

Sentían que seguían donde empezaron, ya estaban un poco decepcionados por no encontrar nada significativo para salvar a los infectados, que cada vez eran más. Sabían que se acababa el tiempo y su última esperanza era que entre las familias afectadas se pudiese descubrir algo importante, habían cubierto a la mayoría de las familias en la enfermería, que se encontraban cuidando de sus familiares, y para ese momento solo quedaban unas últimas personas para interrogar. Pese a que esa sería la parte más difícil, ya que había que hablar con las personas que habían perdido a un familiar por la enfermedad.

Estaba haciéndose de noche, por lo cual, decidieron continuar al día siguiente. Lina era una de las más comprometidas con la causa y protestó para continuar. Ya se había esparcido el rumor de su posible embarazo, de manera que nadie quería que hiciera demasiado esfuerzo, todos entendían la razón por la que ella quería encontrar la cura y no la cuestionaban, así que todos acordaron en reunirse y debatir sus descubrimientos antes de irse a casa.

Mientras reportaban sus resultados, todos estuvieron de acuerdo que se estimaba que los afectados solo duraban alrededor de siete días mostrando síntomas, antes de empeorar y fallecer. Aquel descubrimiento alarmó mucho a Lina, sumándolo al hecho de que ese día, la cifra de fallecidos había subido de catorce a veintiuno. Lina, aunque quería salvar a su esposo, entendía que las probabilidades estaban en su contra y que si no lograba hacerlo, lo mejor sería pasar el mayor tiempo posible a su lado. Con eso en mente, se disculpó con los demás y se dirigió a la enfermería.

Al llegar a la habitación de Kile en la enfermería, notó que Zack no estaba en su cubículo. No lo culpó por eso, sabía que Cole se encontraba muy enfermo y que nadie lo estaba cuidando por estar demasiado ocupados con los pacientes. Zack era el único que estaba ahí para él y estaba haciendo todos sus esfuerzos por cumplir con los cuidados de Cole sin descuidar a Kile, algo que Lina le agradecía mucho, más ahora que dedicaba tanto tiempo a la investigación en lugar de quedarse cuidando a su esposo.

En ese momento, Kile estaba dormido. De modo que Lina no hizo mucho ruido, acercó una silla a la camilla y recostó su cabeza del brazo de Kile. Hace días no compartían la misma cama, tampoco solían estar tan juntos como antes. Intentaba repetirse que sería por poco tiempo, que pronto volverían a estar en casa, juntos como siempre y esperando a su bebé. Con eso en mente, se detuvo a examinar a Kile, se notaba muy estable, la fiebre parecía haber pasado. Lina estaba totalmente agradecida con Zack por haberlo cuidado tanto. Hace algunos días, cuando la fiebre comenzó, todos se llenaron de temor. Especialmente Kile, quien ya tenía conocimiento de las posibles consecuencias a partir de ese momento. Sin embargo, Zack siempre había estado presente para mantener la fiebre bajo control, suministrándole únicamente líquidos a Kile. Aunque Kile se lamentaba por no poder comer, era consciente de que era lo mejor y en ese instante estaba dispuesto a hacer cualquier sacrificio por su esposa y el bebé que esperaban.

Al despertar, Lina le informó a Kile acerca de la investigación llevada a cabo por los Sabios y sus voluntarios, también le comentó que al día siguiente se interrogaría a las familias de los fallecidos. Kile se encontraba sumamente preocupado por la posible reacción que podrían tener, considerando que sus pérdidas seguían siendo muy recientes. No obstante, comprendía la necesidad de dar ese paso para detener la masacre que estaba ocurriendo. Cada día escuchaba como se llevaban a más y más personas fallecidas y eso le preocupaba más.

Tanto Kile como Lina se sentían muy agradecidos por tener a Zack a su lado, ya que al ser un practicante aún en formación, solo le habían asignado a Kile como paciente. Esta situación también le permitía a Zack cuidar a Cole en secreto. La mayoría de los enfermeros con más experiencia tenían a sus cuidados hasta a cinco personas y muchos de los enfermeros nuevos se habían retirado por miedo a contagiarse o a descuidar a sus pacientes, era una situación demasiado tensa para todos y más para las familias de los afectados.

Zack llegó rápidamente y Kile instó a Lina a que fuera a descansar a casa. Ella aceptó, pero no sin antes preguntar cómo estaba Cole.

—Ha bajado mucho de peso —le contestó—. Sé que no se siente bien, a pesar de eso intenta que yo no lo note. Él tiene todo a su alcance en caso de que experimente un aumento repentino de fiebre mientras no estoy, pero me preocupa mucho que le pase algo mientras estoy lejos.

Zack la miró directamente a los ojos, haciendo que Lina se diera cuenta de lo joven que era y de la carga que llevaba sobre sus hombros. Suponía que Zack no podía tener más de dieciséis años. Era prácticamente un niño al que le había tocado asumir la responsabilidad de cuidar a su hermano. Y saber que no tenían a nadie más para apoyarlos, le causaba un profundo dolor en el corazón. Ella lo abrazó, y mientras lo sostenía pensó en su futuro hijo, también en Kile siendo abandonado por su familia. Hace poco había nacido en ella ese sentimiento maternal que la hacía ver a Zack como un hijo y no soportaba ver cómo cargaba con tanto a esa edad, incluyendo la vida de su esposo.

Al día siguiente, era tiempo de interrogar a las familias que habían perdido a alguien por la enfermedad. Para no abrumarlos, decidieron no enviar a todos al mismo lugar y dividieron al personal en varios grupos de dos personas, a Lina le tocó formar equipo con una chica de más o menos veinte años, ambas fueron asignadas para visitar a la señora Glory, una Rose madre de un pequeño Blue que había fallecido hace menos de una semana. Era una tarea demasiado difícil y más para Lina que no dejaba de pensar en su futuro bebé, no podía imaginarse el dolor de esa madre.

Al llegar, tocaron la puerta y los recibió un Green. Era un caballero de aspecto educado, pero claramente agotado. Era evidente que estaba extremadamente cansado, ellas comprendían perfectamente su situación. Después de todo, acababa de sufrir la pérdida de su hijo...

—Buenos días, señoritas —las saludó con su voz grave—. Mucho gusto, lamento no poder estar en la sesión. Tengo que ir a trabajar, pero muchas gracias por venir a ver a mi esposa. Ambos queremos contribuir en su investigación, por favor, solo tengan paciencia. Ella está devastada, pero está decidida a ayudarlas -le tomó las manos a ambas en forma de gratitud y se despidió, para luego marcharse, cerrando la puerta tras él.

—Es un sujeto muy agradable —comentó aquella chica que acompañaba a Lina. Entre tanto trabajo, no había prestado mucha atención cuando se presentó y ya era demasiado tarde como para preguntar su nombre.

—Continuemos, tenemos mucho que hacer —le dijo Lina, adentrándose en la casa. En la sala, Glory se encontraba sentada en una mecedora, cubierta con mantas. A pesar de que no hacía calor, ambas comprendían que necesitaba sentir consuelo y afecto, incluso si solo era simbólicamente a través de las cobijas que la envolvían.

—Buenos días, Glory —saludó Lina.

La otra chica era muy tímida, solo la seguía y se sentó en un sillón a su lado. Glory las miró con los ojos llorosos, pero intentó regalarles una sonrisa. Se notaba el esfuerzo enorme que estaba haciendo y Lina lo apreciaba mucho, por lo tanto, decidió decírselo.

—Significa mucho para nosotros que nos haya recibido en su hogar, lamentamos mucho su pérdida.

—Gracias a ustedes, solo quiero que nadie más pase por esto —su voz era muy dulce y escucharla hizo que Lina soltara un poco la tensión que sentía—. Puedo contarle lo que necesiten, he pensado demasiado, intentando recordar cada detalle.

—Puede empezar por donde quiera, estamos acá para escucharla, y si necesita expresar algo más, puede hacerlo. Por cierto, mi nombre es June.

Finalmente, Lina sabía su nombre. Y estaba feliz de que June hubiese dejado su timidez de lado, porque sintió como Glory soltaba un peso. Luego, ella se disculpó para ir por té. Su esposo era un reconocido Green, famoso en el pueblo por sus infusiones, y les había preparado una tetera a las tres antes de que llegaran. Glory volvió después de un rato, trayendo consigo un juego de té muy bonito, y ellas se sirvieron para que pudiese sentarse de nuevo con sus mantas.

—Bueno —Glory se sentó de nuevo en la mecedora y Lina le pasó una taza para que no tuviese que moverse.

»Mi hijo era un niño muy activo —de nuevo se escuchaba ese tono quebradizo en su voz, pero hacía un gran esfuerzo por continuar hablando—. Él siempre estaba corriendo detrás de su padre, era un Blue, pero no podía dejar de ayudarlo.

»Hace casi dos semanas, se encontraban regando unas plantas en el patio y Lou se resbaló, no fue gran cosa, pero siempre acudimos a la enfermería para asegurarnos de que está todo bien. Somos grandes amigos de Chiemi y sus chicos, ella y yo solíamos jugar juntas de niñas, así que siempre puedo contar con ella.

»Ese día lo llevé a la enfermería y lo atendieron un par de practicantes, sabía que las heridas no eran profundas, pero insistieron en que tomara un calmante. No lo negamos, siempre hemos confiado ciegamente en sus cuidados, así que lo tomó y luego limpiaron sus heridas, esa tarde ya estábamos de nuevo en casa y todo estaba normal.

»De todas maneras, yo no paraba de pensar en lo raro que se veía ese calmante, nunca había visto algo así en la enfermería, era un líquido verdoso, Lou no se quejó del sabor, pero no se veía nada bien, definitivamente fue lo único raro que pasó. Ya han investigado nuestros cultivos porque exportamos muchas cosas al pueblo. Examinaron el agua acá en casa, todo parecía estar bien y sé muy bien que él no comió nada fuera.

Lina era muy rápida escribiendo, tomó nota de todo lo que pudo y aunque sonaba algo muy conspirador, Glory tenía razón. Ellos eran proveedores para el pueblo y cuidaban mucho la alimentación de su hijo. El agua había sido examinada, si no era un virus, esto era lo más acertado que habían escuchado y esperaban poder compartirlo rápido, ya que la noche anterior ningún Sabio les había hablado de eso.

Estuvieron un rato más hablando sobre su relación con las personas del pueblo, y de la vida de su pequeño. Viendo en retrospectiva, la visita no había salido tan mal como esperaban y al final habían obtenido mucha información. Salieron sintiéndose confiadas en que la investigación iba por buen camino.

Después de que cada voluntario hubiese entrevistado a sus respectivas familias. Los Sabios y demás voluntarios debían reunirse a debatir lo que habían recolectado. Aún quedaba tiempo, de manera que Lina fue a visitar a Kile rápidamente. Si bien, sería solo para saludarlo y ya, en este momento, todo sumaba.

Al llegar a la enfermería, Lina notó un inusual silencio que le pareció extraño. Llena de temor, se apresuró a ir hacia el cubículo de Kile. Su preocupación se desvaneció en el momento en que lo vio allí. Finalmente, lo encontraba despierto y aparentemente estaba muy tranquilo, leyendo un libro. Lina se acercó a él y lo besó, sintiendo alivio y alegría al verlo en ese estado.

—Hola, mi amor —le saludó él con mucho cariño.

—Hola, cielito. ¿Cómo te encuentras? ¿Dónde están todos?

—No lo sé —respondió—. Zack se fue hace un rato, me dijo que debía reunirse con los demás enfermeros. No te preocupes, estoy bien, no ha vuelto a darme fiebre hoy.

Aquello no la dejó tranquila. Aunque sabía que tenía que seguir adelante, no podía pararse a indagar en lo que estaba pasando. Le explicó rápidamente a Kile que estaban en investigaciones y que iban a reunirse a debatir lo descubierto, así que debía irse, le pidió que tuviese mucho cuidado y se fue. Al salir del cubículo, se encontró con el mismo silencio aterrador y rogó al cielo que no le pasara nada malo a Kile mientras ni ella, ni Zack estaban cerca.

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