Capítulo 37
Azami se lo suponía, siempre había tenido la certeza de que existía algo más allá de lo que conocía. Y ahora que lo veía tan claro, era consciente de que eso explicaba por qué sentía una sensación constante de compañía mientras buscaba a Darya en el bote, su hermana siempre había estado ahí con ella, desde otro plano. Azami seguía acostada boca arriba en aquel campo de flores, contemplando el atardecer, sentía que el mundo había adquirido un nuevo brillo a través de sus ojos, se sentía diferente.
Se levantó de aquel campo de flores y comenzó a caminar de vuelta al hospital, tenía que ver a su padre, si él era capaz de reconocer su presencia, eso le confirmaría que Darya estaba en aquel plano, y que estaba cada vez más cerca de encontrarla.
Le resultaba difícil imaginar que su padre pronto se olvidaría de ella, al igual que todos estaban olvidando a Darya, obviamente tenía algo relacionado con la maldición, pero no comprendía cómo posible que él pudiera recordarla, y las enfermeras no, ¿no debía afectarlos a todos de manera igual?
El camino hacia la verdad estaba plagado de innumerables misterios por desvelar, pero en ese momento lo más importante para Azami era encontrar a Darya. Se sentía sola en su búsqueda, y sinceramente esperaba que Darya no fuera a ver a Eamon, Azami temía que al verlo con otra chica, pudiera desear no regresar al mundo real.
Para Azami, caminar entre personas sin ser vista resultaba sumamente extraño, pero estaba convencida de que debía haber más personas como ella. Aunque nadie se apartaba al verla pasar, ella tenía la certeza de que alguien la observaba, definitivamente no estaba sola. Gracias a eso, fue consciente de que no podía revelarle mucha información a su padre.
Al llegar al hospital, Azami encontró a su padre solo en la habitación, lo cual le pareció una buena señal. Al cruzar el umbral, lo vio estirarse para tomar un periódico que estaba sobre una pequeña mesita junto a su cama. Observó cómo él fijaba su mirada en el periódico abierto, como creando una barrera entre él y el exterior. Ella se acercó a él.
—Sabes que estoy aquí —le dijo Azami, con voz clara.
Él asintió, Hugo sabía que las enfermeras lo tenían vigilado, por lo que se limitaría a susurrar y responder con gestos. Desde que sintió la presencia de Azami, supo que ella también había cruzado el umbral entre los dos mundos, lo que le generó un sentimiento de vacío en el corazón, se estaba quedando solo. Sin embargo, sabía que no duraría mucho, solo confiaba en que debían unir fuerzas para romper la maldición y así su familia podría volver a la normalidad.
—Eamon me estaba ayudando a encontrar a Darya, pero al parecer borraron sus recuerdos, por eso tomé esta decisión. Espero que puedas perdonarme, no quería dejarte solo, y realmente espero que no me olvides. Siempre estaré para ti y lucharé por volver.
—Lo entiendo, cariño —susurró él, mientras su vista aún estaba fija en las páginas del periódico.
Azami era una persona muy sentimental, y no podía evitar sentir emoción al poder hablar con su padre desde aquel plano. Saber que no lo había perdido por completo era reconfortante, pero aun así, la preocupación de que sus recuerdos pudieran ser borrados seguía presente.
No entendía cómo era posible comunicarse con él de esa manera, lo que la llevaba a pensar que tal vez no era la primera vez que él hablaba con alguien en aquel plano. Realmente, no había mucho tiempo para preguntarle, ni tampoco podía hacerlo hablar demasiado y permitir que las enfermeras lo sedaran nuevamente.
Él volteó hacia ambos lados, asegurándose que no había nadie cerca y habló en voz muy baja.
—Zami, tienes que encontrar a Darya y decirle que busque a Maia, sé que juntas podrán resolver esto.
No sabía quién era Maia, pero esa podría ser la clave para entender por qué su padre sabía comunicarse con personas en su misma situación. Aunque le intrigaba, decidió no hacer más preguntas en ese momento, pues vio cómo una enfermera se acercaba para preguntarle cómo se encontraba. Consciente de que debían ser cautelosos, Azami guardó silencio y esperó a que se fuera para volver a hablarle a su padre.
—Está bien, las buscaré a las dos. Cuídate mucho, te prometo que volveremos.
Durante todo el tiempo que estuvo adentro del hospital, Azami no había vuelto a notar esa sensación rara de ser observada. Sin embargo, al salir del hospital, esa incómoda sensación regresó de inmediato, sin duda, alguien la estaba siguiendo.
Estaba desesperada, era un mundo totalmente nuevo para ella a partir de ahora, no sabía qué tan mortal era ahora y si podrían hacerle daño. Azami miraba a su alrededor, hacia todas partes, sin saber bien qué esperaba encontrar. Su padre le había dicho que buscara a Darya, pero, ¿dónde? Caminó por todo el bulevar, buscando entre las personas a alguien que conectara su mirada con la suya, para pedirle ayuda. A pesar de esa persistente sensación de ser observada, nadie le devolvía la mirada.
Sentía que estaba caminando en círculos, quería quedarse cerca del hospital por si Darya aparecía, pero no sentía que estuviese avanzando. Pronto caería la noche, ¿y a dónde podía ir? De repente, Azami chocó con alguien, quien rápidamente se disculpó. Azami no lo notó en el momento, hasta que luego reaccionó, y se dio cuenta de que alguien la había visto ¡Esa persona podía verla! En medio de la multitud, no podía distinguir quién había sido, así que le gritó, esperando que respondiera.
—¡Espera, vuelve!
No pensó que la escucharía entre la multitud de personas, pero luego lo observó voltear hacia ella. Se trataba de un chico alto, de cabello marrón, peinado ligeramente hacia arriba. Ahí comprendió que hubiese sido obvio poder reconocerlo, nadie más en el bulevar tenía ese color de cabello. Era la primera vez que Azami veía a un Brown, y recordó aquella noche en que soñó con personas de dones distintos. Estaba feliz de saber que no era solo una idea suya, sí existían.
Azami lo vio acercarse con una pequeña sonrisa en el rostro, que eclipsaba por completo su mirada desafiante.
—Hola pequeña, ¿estás perdida? —le preguntó, un poco más cerca. Desde ahí, Azami pudo apreciar mejor sus rasgos, nunca había visto a alguien como él, era hechizante.
—Eso creo, estoy buscando a mi hermana —le explicó Azami. Y él, en respuesta, levantó una ceja.
—Ya está cayendo la noche, es difícil encontrar a alguien en la oscuridad. Deberías buscar refugio, ¿cómo te llamas?
—Azami.
—Mucho gusto, yo me llamo Dereck. No llevas mucho tiempo acá, ¿cierto? Deberíamos ir al pueblo con los demás liberados, seguro alguien ha visto a tu hermana.
—Sí, gracias —aceptó ella.
Ambos caminaron juntos hacia el lugar que Dereck había mencionado como el pueblo de los liberados. En el camino, Azami le hizo muchas preguntas, deseaba descubrir cuál era su don, quiénes eran los liberados y cuánto tiempo llevaba él siendo uno de ellos. No dejaron de hablar, y ella se dio cuenta de que lo había juzgado mal en un principio. A pesar de que a simple vista Dereck parecía una persona fría, había sido muy amable con ella durante todo el trayecto.
—Me has hecho muchas preguntas, Azami. Creo que viene siendo mi turno, ¿puedo saber qué te hizo liberarte? —esta vez fue él el que buscaba tener información, y Azami lo sentía justo. Él le había contado muchas cosas, y ella estaba fascinada con todas las cosas que envolvían a la maldición, él le había dado muchos detalles.
—Lo hice para encontrar a mi hermana, desapareció hace poco mientras pescábamos. Ella es una Blue, así que asumí que cayó al agua y se liberó —le explicó Azami.
Aunque el término «liberados» le parecía extraño a Azami, a Dereck le resultaba bastante común, por lo que ella decidió aprovecharlo para generar una mayor confianza entre ambos. Y él mostró su curiosidad preguntándole sobre Darya.
—Una Blue pescando, qué increíble —admitió Dereck—. ¿Y cuál es su nombre? Conozco a algunas Blue, quizás sé dónde podemos encontrarla.
—Se llama Darya, ¿sabes quién es?
Él se quedó pensando un rato, como tratando de recordar si la conocía. Pero, finalmente, negó con la cabeza.
—No recuerdo a ninguna Darya, lo siento. Pero sé quién sí debe saber quién es, conozco a alguien que es bastante popular acá. Te llevaré con ella.
Azami estaba feliz de lo fácil que había sido encontrar a alguien que le ayudara, confiaba en que esa persona que Dereck mencionaba supiera quién era Darya, y la ayudara a encontrarla. Dereck había resultado ser una muy buena persona, y se lo agradecía mucho. Pronto pudo ver el pueblo a lo lejos.
—Juraría que esto no estaba aquí —dijo ella.
—No está, al menos, no para los limitados. Los liberados son los únicos que pueden ver estas casas, y todas las estructuras creadas por nosotros.
—Deben llevar mucho tiempo acá entonces —supuso Azami.
Dereck le había contado que había caído bajo la maldición poco después de que esta fuese dictada, lo que significaba que llevaba mucho tiempo en ese plano, y probablemente había sido parte de la construcción del pueblo de los liberados.
—Sí, desde que todo empezó, así como yo. Oye, ven por aquí.
Se dirigieron hacia una casa bastante grande, que parecía una mansión de campo, situada en la parte alta de una colina, un poco alejada del pueblo. Ambos siguiendo el sendero hacia la casa, y al llegar, Dereck abrió la puerta. El recibidor era enorme y en él se encontraba una chica delgada, de piel muy blanca y cabello amarillo, casi blanco, que le llegaba hasta la cintura. Azami se sorprendió al ver sus ojos rasgados, y supo exactamente quién debía ser.
—Ella es Azami —le dijo Dereck a aquella chica, y añadió—. Está buscando a su hermana Darya.
Azami sintió cómo una venda cubría sus ojos, dejándola completamente a oscuras. En medio de la confusión, notó que múltiples manos la sujetaban, no podía adivinar de cuántas personas se trataba. Luego todas esas personas empezaron a arrastrarla a algún lugar lejos de ahí, y con ella se llevaban las esperanzas de que encontrar a su hermana fuera tan fácil, como lo había imaginado minutos atrás...
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