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Capítulo 25


Es como si fueses un fantasma para ellos.

Aquellas palabras no dejaban de repetirse en la mente de Darya, desde que todo esto había empezado, tenía solo un objetivo: volver a ver a su familia. Y no quería aceptar que ellos no pudieran verla nunca más.

Aquella multitud poco a poco fue vaciando la sala, se veían muy animados charlando entre ellos. ¿Es que no tenían familia? ¿No había nadie a quien quisieran ver? O quizás ya habían aprendido a vivir con eso. Una tristeza profunda la invadió y sintió el impulso de retener las lágrimas para no sentir su ardor bajando por sus mejillas, aquel pensamiento la hizo sentir peor, la vida para ella ya no era así, no estaba bajo la maldición, ya podía llorar cuando quisiera, y sí que lo necesitaría.

Sintió una mano en su hombro, tuvo el impulso de retirarla de inmediato, pero se encontró con unos ojos que le recordaban a los de un gato observándola, su mirada aunque era hipnotizante, no la intimidaba, sentía que la envolvía un aura protectora.

—Hey, mucho gusto, mi nombre es Maia.

Aquella chica se presentó con una sonrisa que hacía que sus mejillas cerraran sus ojos, no era tan joven como Darya, pero tampoco tan mayor como su padre, si tuviese que adivinar su edad diría que estaba justo en medio, ni tan joven ni tan madura.

Un mechón de su pelo rojo descansaba sobre su hombro, aquello le llamó la atención. Darya esperaría que los primeros en acercarse a ella serían los Blue, para enseñarle qué debía hacer, sin embargo, ahí se encontraba una Red, todo lo contrario a su recién liberado don.

—Sé que te debes estar preguntando por qué te hablo, seremos compañeras a partir de ahora. Ya te enseñaré cómo funciona todo, adelante, levántate —le dijo, sacudiendo su hombro para que Darya volviera en sí misma y pareció funcionar, ya que se levantó del asiento, siguiéndola—. Así es, vamos, no queremos causar problemas en tu primer día. ¿Cierto?

Darya solo pudo asentir, había algo en aquella chica que le parecía extraño, como un déjà vu. Sabía que debía concentrarse en lo que debía hacer, luego tendría tiempo para preguntarle más cosas sobre ella misma, primero debía ganarse su confianza y además, Darya también tenía en cuenta que le serviría aprender a usar sus poderes antes de intentar huir tras su familia.

Por ahora, el plan era quedarse.

Caminaban por el bosque, no sabía a dónde iban y acababa de caer en cuenta de que no le había dirigido la palabra a Maia en un buen rato. No quería darle una mala impresión, se veía que Maia era una buena persona, y Darya debía ganarse su confianza, así que pensó en preguntarle a dónde se dirigían para romper el hielo.

—Vamos a casa de un Green, que decidió hacer florecer un árbol en su patio. Fue muy descuidado —le respondió Maia.

—¿Hizo florecer un árbol? ¿Pero cómo? En este momento, no sé ni cómo utilizar mi don, ¿y él simplemente lo hizo?

—Sé que fuiste liberada por accidente, pero hay muchas personas que saben que su poder está ahí, es parte de nosotros, aunque lo escondas o intentes ocultarlo, sigue ahí. Y hay quienes pasan toda su vida queriendo usarlo, hasta que un día, solo deciden hacerlo. Podría considerarse una especie de suicidio, pero deciden que es lo último que quieren hacer en su vida, y la verdad no los cuestiono.

Aquella respuesta de parte de Maia justificando al Green, hizo creer a Darya que Maia había pasado por esa situación. Por un momento, se interesó en preguntarle cómo se había liberado, pero le pareció algo grosero. 

De alguna manera, era como si ellos estuviesen muertos, y se imaginó aquella escena como preguntándole el cómo había muerto. Sabía que podía incomodarla u ofenderla aquella comparación, sabiendo que muchos se encontraban orgullosos de haber sido liberados, así que Darya evitó la pregunta.

—No puedo imaginarme cómo alguien haría algo así —comentó Darya.

—Es como dicen por ahí, es un truco que solo se puede hacer una vez —le contestó Maia, con una sonrisa picarona. Se notaba que se tomaba aquello con humor, después de todo, ser liberados los enorgullecía.

Darya no podía dejar de imaginarse cómo habría llegado Maia ahí, y se preguntaba por qué se encontraba tan feliz, irradiaba un aura segura, confiada, como si todo estuviese saliendo tal cual lo hubiese planeado.

El silencio reinó entre ellas de nuevo, después de que Darya no supo cómo devolverle la sonrisa ante aquel pequeño chiste, para Darya, aquello era demasiado serio, la vida de una persona había terminado, y no podía entender cómo todas esas personas del auditorio estaban tan felices ¿De verdad no extrañaban a nadie? ¿Eran felices rodeados de completos extraños?

Darya caminaba con la mirada clavada al piso, mientras sus pensamientos iban a mil, así que no notó cuando Maia se adelantó un poco y se plantó justo en frente de ella, haciéndolas chocar. Maia tomó la oportunidad para agarrarla de los hombros y hacer que la mirara de frente.

—Sé que tienes muchas dudas. Y reconozco en tu mirada que hay alguien por quien quieres luchar. Yo te entiendo, aunque sé que no confías en nosotros aún. No te preocupes., nada está perdido, y acá encontrarás a muchas personas que te ayuden a lograr eso que tanto quieres. Solo debemos hacer nuestro trabajo todos los días, y tendrás el tiempo para poder atender eso que tanto quieres hacer, ¿te parece bien?

Se sentía muy nerviosa, no sabía si era adecuado mostrar sus intenciones a una desconocida. Darya temía de Chiemi, y sabía que todos ellos la apoyaban, así que solo asintió ligeramente en respuesta a lo que Maia había dicho, intentando no revelar demasiado con aquel gesto, Maia le sonrió amablemente y le soltó los hombros.

—Vamos, falta poco. Ya verás de lo que eres capaz.

—¿Sabes controlar el agua? —preguntó Darya.

Aquella pregunta sonaba más estúpida de lo que había pensado. Maia era una Red, era obvio que su don era el fuego, solo que Darya no entendía por qué la habían mandado a ella para enseñarle a usar su don.

—Esa es una buena pregunta, podría ser —le dijo sosteniendo su mirada—. Pero no, no sé controlar el agua. Y no te preocupes, sabrás qué hacer. Todos nacemos sabiendo controlar nuestro don, aunque pasemos toda una vida sin utilizarlos, no se olvidan. ¿Cómo crees que ese Green pudo hacerlo?

Darya nunca había sentido su poder de controlar el agua como algo que poseía, pero no usaba. Aunque sabía que lo tenía, no era consciente de cómo utilizarlo y ahora que era parte de los liberados, aún dudaba que pudiera emplear su poder, no sentía que algo hubiese cambiado y que tuviese control sobre su don. Solo recordaba aquel momento en que golpeó la pared de la casa de Eamon con agua que había sacado del estanque.

En ese momento, cayó en cuenta de aquella gran coincidencia.

Un Green.

Eamon.

Había acordado con él encontrarse para recoger los cultivos, pero ella nunca había llegado. Lo había visto en su casa, justo antes de que Azami entrara a contarle lo que había pasado, pero, ¿y si al final él había decidido ir a tomar los cultivos por sí solo?

El miedo la invadió, sabía que Eamon era el tipo de persona que haría lo que fuera por ayudarla, aunque su vida dependiera de ello. Y sabía que la seguiría a donde fuera. Se arrepintió de haber huido para no escuchar cómo Azami le contaba lo que había pasado, y aunque tenía mucho miedo de preguntarle a Maia, era la única forma de saber si se trataba de él.

—¿Puedo saber cómo se llamaba ese Green? —preguntó, con un hilito de voz.

—Llama.

—¿Ah?

—Como se llama, no murió, solo se liberó —le corrigió Maia—. Tienes acostumbrarte más al término, nuestra vida no acabó, a penas empieza

Sabía que eso iba a costarle muchísimo.

—En todo caso, se llama Charles, solía vivir a la orilla del río, hacia allá vamos.

Aquello la dejó un poco más tranquila, no se trataba de él.

—Esto te será útil, toma —le pasó una larga lista de papel—. No muchos aceptan estos encargos, así que estamos un poco atrasados, esta es la lista de personas que están vinculadas a los desaparecidos, y a quienes debemos borrar la memoria.

Temió ver aquella lista, pero necesitaba confirmarlo. Al fondo de aquel montón de nombres, se encontraban tres que desearía no haber visto, y que sabía que no quería ser quien llevara a cabo esa tarea.

Ahí se encontraban los nombres de Eamon, Azami y Hugo.

Y no quería que se olvidaran de ella.

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