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Capítulo 13


Al día siguiente, al amanecer, Darya despertó y, confundida por un instante, observó el techo sintiéndose perdida, no sabía dónde estaba. Estaba desorientada, ya que no estaba acostumbrada a despertar en ningún lugar que no fuera su hogar. Su confusión terminó cuando reconoció el aroma de huevos revueltos que invadía toda la habitación, y volteó hacia el área de la cocina, buscando su origen, ahí pudo ver a Eamon ocupado preparando algo. Darya se recostó de lado en la cama y permaneció un rato mirándolo, él no había notado que ella ya estaba despierta y seguía de espaldas, concentrado en lo que estaba haciendo.

Ella ya había imaginado muchas veces esta escena antes. Durante el último año, uno de sus mayores anhelos había sido pasar la noche junto a él, y se sentía enormemente feliz de haberlo hecho realidad. Dirigió su mirada hacia la ventana y notó que ya no estaba lloviendo, no tenía reloj, pero sabía que debía volver a casa lo antes posible. Le resultaba sumamente extraño que Azami no hubiese venido a buscarla al amanecer.

En el momento en que Eamon se percató de que estaba despierta, se apresuró hacia ella y la rodeó con sus brazos, sentándose a su lado en la cama y depositando un beso en su frente.

—Buenos días, cosita preciosa —le dijo—. Estoy haciendo el desayuno para que puedas ir a ver a tu hermana.

Todo parecía tan hermoso que resultaba difícil de creer, y estaba decidida a disfrutarlo lo más que pudiera, Darya le sonrió y le devolvió el beso en la frente.

Eamon le había preparado el desayuno y estaba listo para empezar su día, el día anterior le había ido muy bien en la venta de las cosechas de Darya y aquel día esperaba que fuese igual. Cada vez estaban más cerca de alcanzar sus metas juntos, lo cual los emocionaba mucho, haciéndolos desear comenzar a trabajar lo antes posible aquel día.

Él la acompañó a casa luego de terminar su desayuno, y le explicó que iría a buscar la carreta y que volvería en un par de horas, para darle tiempo suficiente de cosechar algunas verduras y frutas antes de que él llegase. Ella sabía que necesitaría un poco más de tiempo, aunque no le mencionó nada, pensó que así él podría ayudarla a cargar las cestas, que era lo que más se le dificultaba.

—Te amo mucho —le dijo Darya.

—Nos vemos dentro de un rato, te amo mucho —le respondió Eamon, ambos se despidieron con beso, y se marchó.

Al llegar a casa, Darya se sentía nerviosa, una parte de ella se sentía culpable por no haber pasado la noche en casa, pero era plenamente consciente de que no había habido forma segura de llegar a casa debido a la fuerte lluvia. Por lo tanto, sabía que no podía culparse completamente y confiaba en que Azami también entendería.

Se dirigió hacia la puerta trasera, siempre había tenido la costumbre de usarla en lugar de entrar por la entrada principal, ya que le resultaba más cómoda. Al adentrarse a su hogar, se detuvo en la cocina de repente, al notar un silencio abrumador. Al parecer, Azami no se encontraba en casa.

Fue directamente al despacho de su padre, no sin antes revisar en las demás habitaciones. No había rastro de ella por ningún lado, comenzó a temer lo peor. Fue entonces cuando recordó que la noche anterior no había respondido a las llamadas, y sintió cómo se le venía todo encima, la había dejado sola y ahora no sabía por dónde empezar a buscarla.

Bajó corriendo hacia la cocina una vez más, en busca de algo que pudiese estar fuera de lugar, necesitaba alguna pista de dónde podría estar. Se detuvo frente al teléfono y notó que estaba descolgado, eso le hizo pensar en que posiblemente había recibido una llamada que la había obligado a salir apresuradamente. 

No tenía idea de hacia dónde dirigirse y se sentía enormemente frustrada y solo se le ocurrió colocar el teléfono en su sitio. Al hacerlo, inmediatamente comenzó a sonar, alguien estaba llamando. Aunque no le gustaba contestar llamadas, sabía que podía ser importante, y una sensación de que algo andaba mal la invadió. Así que juntó valor, tomó el teléfono y respondió la llamada.

—¿Hola?

—¡Darya!

Reconoció la voz de inmediato, pero eso solo la asustó más, ¿por qué estaba llamando?

—¡¿Azami?! ¿Dónde estás?

—Estoy en el hospital, nuestro padre está herido, el coche donde venía tuvo un accidente anoche durante la lluvia —su voz se quebraba un poco más con cada palabra que pronunciaba. 

Darya no podía creer lo que su hermana le estaba contando. Y justo en ese momento tuvo esa sensación de querer buscar ayuda en alguien más que no conocía, no podía reconocer quién era y esta vez voluntariamente desechó esa idea, era consciente de que no era momento de resolver aquel misterio, quería ver a su padre y asegurarse de que estuviese bien.

—Voy para allá —le dijo a Azami y luego colgó la llamada.

Darya se dirigió lo más rápido que pudo al hospital. Una vez allí, unas enfermeras le indicaron el número de habitación y se dirigió directamente hacia donde se encontraba su padre. Al verlo en ese estado, pensó en que nunca había imaginado que su siguiente encuentro sería de esa manera, en una sala de hospital y con su padre sedado. Darya se acercó sigilosamente y tomó su mano con suavidad. Tenía el deseo de hablarle, pero sabía que si decía algo, las lágrimas comenzarían a fluir, así que decidió contenerse.

Azami no se encontraba en la habitación, lo cual preocupó mucho a Darya, nunca habían pasado tanto tiempo separadas y necesitaba saber qué podían hacer para que su padre estuviese bien. Se debatía entre correr a buscarla o quedarse con él.

Darya pasó un rato contemplando a su padre, no sabía bien qué le había pasado y sentía una profunda necesidad de saber cómo podía ayudarlo en ese momento. En ese instante, reflexionó de nuevo sobre el talento de los Yellow, recordó cuando creyó que lo tenían fácil por evitar curar personas. Ahora comprendía lo desafiante que debía ser para ellos, tener que resistirse a brindar cuidado a sus seres queridos cuando más lo necesitaban.

Escuchó un pequeño susurro venir desde la puerta y volteó hacia allá, era Azami, la estaba llamando y le indicaba que no hiciera ruido, poniéndose el dedo en los labios. Cuando Darya asintió para dejarle saber que entendía la señal, ella le hizo señas con las manos para que la siguiera fuera de la habitación.

Darya soltó la mano de su padre lentamente y se dirigió a la puerta sin hacer ruido. Ahí se encontraba Azami esperándola, Darya se acercó a abrazarla y Azami aprovechó la oportunidad para susurrarle al oído que necesitaban hablar fuera del hospital. 

Darya captó la sensación de urgencia en Azami y se dio cuenta de que algo decisivo estaba sucediendo, así que la siguió en silencio. Una vez estuvieron fuera del lugar, Azami miró a su alrededor para asegurarse de que no había nadie cerca y susurró nuevamente a Darya.

—Perdón por mantener tanto secretismo, pero esto es demasiado importante. El accidente le causó a papá una hemorragia interna, tienen que operarlo ya. El problema es el dinero, es una operación muy costosa y necesitan que la paguemos una vez esté lista, les aseguré que tendría el dinero, pero la verdad es que no lo tengo.

En ese momento Darya comenzó a sentir cómo le faltaba el aire, Azami se echó hacia atrás y soltó un suspiro, su respiración era muy irregular, se notaba lo desesperada que estaba.

—Ayer nos fue muy bien con las ventas, puedo volver a casa y recoger todas las cosechas que tengo listas, podemos conseguir el dinero —le dijo Darya, no veía todo perdido y estaba segura de que haría cualquier cosa por salvar a su padre.

—Eso tomaría mucho tiempo, la operación comenzará en una hora. Hablé con la enfermería a ver si podían darme algún trabajo adelantado, pero tienen todo lo que necesitan. Tengo otra opción, pero es un poco peligrosa.

—¿A qué te refieres?

—Es temporada alta de langostas, nunca he pescado una por más que pura casualidad, no suelo ir muy seguido a zonas rocosas. Justo después de que hablé con la enfermería, un restaurante me llamó para hacerme el pedido y me ofrecieron una muy buena cantidad, estoy segura de que ayudaría a cubrir la operación y los cuidados que necesita.

—¿Es peligroso pescar langostas?

—El único peligro es quedarse atrapado junto con las redes de las langostas, la pesca se hace en zonas rocosas o arrecifes porque suelen esconderse. No me gusta casi pescar en zonas así, uno nunca sabe qué puede haber escondido ahí.

—Yo puedo ir contigo —le dijo Darya.

—No, no te voy a meter al mar, Dary. Eso es demasiado, no estoy dispuesta a perder a mi padre y a ti también —dijo Azami entre lágrimas, se sentía ahogada, como si no importara lo que hiciera, todo podría salir mal.

Darya recordó lo que solía hacer Eamon para calmarla, y decidió intentar lo mismo con Azami, así que empezó a hacerle preguntas.

—El bote es estable, ¿cierto?

Azami asintió.

—Y solo necesitas que te desatasquen, si llega a ocurrir algo. Puedes usar la cuerda del ancla y atarla a ti, si te pasa algo solo tengo que activar el mecanismo que la recoge y ya. No me pasará nada, no me meteré al mar.

Azami no había considerado esa posibilidad antes, ya que no quería poner en peligro a Darya. Y aunque sonaba muy arriesgado, solo debía asegurarse de mantener a Darya en el bote y no pasaría nada. Era consciente de lo peligroso que era bucear para pescar langostas, porque existía la posibilidad de quedarse atrapado allí abajo, y si no había nadie para sacarla, sería su fin, junto con el de su padre. Por lo tanto, optó por aceptar la propuesta de su hermana, aunque no sin antes discutir algunas condiciones.

—¿Te molestarías si te amarro a una silla? Me da mucho miedo que te caigas —le preguntó Azami, limpiándose las lágrimas. 

—Si es necesario, no me quejaré. Solo mantenme cerca del aparato que recoge el ancla, y no me lances ninguna langosta.

Azami se rio bajito, imaginándose la situación. Le dio un abrazo a su hermana y se pusieron en marcha hacia la playa.

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