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Capítulo 105

A Naruto le preocupó ver a Itachi tan inquieto, jamás lo había encontrado de esa forma, ni siquiera en la tonada de voz cuando había escuchado hace tiempo sus audios. Fingía estar tranquilo, pero con su ojo crítico podía verlo temblar ligeramente, y estaba al cien por ciento alerta. A pesar de que estaba con Sasuke, era como si para él el pelinegro le fuera invisible. Sonreía, pero no eran las sonrisas de siempre.

-Claro –respondió, dejando a Sasuke. El azabache lo miró feo, pero el rubio caminó hasta quedar al lado de su hermano.

Itachi lo cogió de la mano y literalmente se fue corriendo con él. Sasuke observó cómo su hermano se iba con el rubio y por unos momentos quiso seguirles para ver qué era lo que hacían. Se sorprendió al ver que se preocupaba un poco por el rubio, pero luego recordó la extraña conversación que habían llevado sobre la arcilla y que tenían que localizarla.

-Pero yo no sé cómo es esa arcilla –se criticó, regresando a buscar a Sai que debería estar con Gaara.

La gran mano de Itachi cubría por completo la pequeña mano de Naruto, la cual se escondía como si un padre llevara a su hijo cogidos de la mano y tan solo se viera el comienzo del brazo. El rubio no decía nada, pero aun así se encontraba sorprendido de que el azabache mayor lo estuviera llevando a un sitio. Avanzaron hasta la dirección, donde Itachi con una mirada feroz le dijo a Shizune que cerrara la puerta y se retirara. Al final solo se quedaron ellos dos.

-Itachi ¿Ocurre algo? –preguntó. El azabache aun no le decía nada, pero andaba abriendo y cerrando cajones mientras miraba por la ventana. A lo lejos distinguió un bote de pintura, y con un tiro perfecto lo lanzó a la ventana manchándolo por completo. La luz desapareció dentro del cuarto, y Naruto a tantas buscó con desesperación el interruptor.

-No es nada –respondió tosco-, solo necesito tenerte vigilado por toda la semana.

De uno de los cajones, sacó una llave. La llave maestra de la escuela, y lo volvió a coger de la muñeca antes de susurrarle algo a Shizune. Naruto volvió a ser arrastrado por el pasadillo, pasando por el comedor donde distinguió a Sai, Gaara y Sasuke conversando. Intentó parar, pero Itachi seguía avanzando y jalándolo con mucha más fuerza de la que él podía ir en contra. Se asustó, porque era temáticamente imposible que el hermano de Sasuke tuviera mucho más fuerza que él, y desesperando empezó a hacerle señas a los tres chicos que seguían dentro del comedor.

-Ya casi –susurró su opresor, se fijó que el rubio intentaba llamar la atención de sus amigos, por lo que aceleró más casi llevándolo a rastras. Salieron de la escuela sin ser vistos por nadie, y se desvió hasta la parte trasera mientras caminaba en sentido los estacionamientos-, lo lamento Naruto, pero tengo que hacerlo por el bien de todos –le contestó, antes de abrir la puerta de un auto.

Estaban completamente solos, pero el mayor parecía apurado en que Naruto entrara al vehículo. El rubio lo miró, y luego miró el carro y retrocedió algunos pasos. Itachi chasqueó la lengua, pero luego le sonrió como siempre antes de dejar de temblar nervioso. Naruto no se encontraría preocupado si no fuera porque Itachi logró ganarle en fuerza, a él, aquello era imposible a menos de que tuviera un entrenamiento del ejército. Entonces todo el viaje que le había contado a Rusia empezaron a alarmarlo, y con el tono de voz más frío que pudo hacer respondió.

-¿Por qué debería subir al vehículo de un profesor? –respondió tajante. Aunque conociera a Itachi, era la primera vez que se comportaba de esa manera tan extraña, y le preocupaba. El mayor se había relajado, pero aun así parecía querer obligarlo a entrar. Naruto lo que menos quería era tener que enfrentarse a él, no quería tener que lastimar al hermano mayor de Sasuke.

Corrección, no quería lastimar a Itachi, el hermano del teme.

-Tus padres ya lo saben –manifestó tranquilo. Naruto abrió los ojos e Itachi continuó hablando-, y los directores también. Tengo que llevarte a un lugar especial por el día de hoy. También me dijeron que podías quedarte a dormir en mi casa por toda la semana, sería una pijamada entre los tres.

Quería confiar, pero era realmente complicado creerle la palabra ¿Acaso Itachi sabía algo? Todo era muy raro, la repentina aparición de Deidara en la escuela y la ida de los directores, el comportamiento de Itachi... nada estaba concordando con lo que debería concordar, y mucho menos parecía tener sentido que hace tan solo pocos días había tenido todo un problemón en un parque temático. Soltó un suspiro, y a pasos lentos subió al vehículo.

-Gracias por comprender –expresó, tomando el asiento de conductor. A Naruto le parecía raro que Itachi tuviera un auto, porque recordaba claramente que la última vez que fue con ellos a la escuela había sido caminando. Aquel auto no debía ser tan nuevo, pero tampoco parecía ser un auto que se hubiera comprado de segunda mano. Giró para ver el perfil de Itachi, pero este no se había despegado del frente en todo momento.

Estaba muy concentrado, se podía notar el camino de sus venas en el cuello, como si estuviera haciendo fuerza para no saltar sobre alguien y golpearlo a muerte. Intentó bajar las ventanas, pero se sorprendió al descubrir que no podía, al igual que no podía quitarle el seguro a la puerta. Busnó antes de recostarse en el asiento y mirar al frente; cuando Itachi volviera a prestarle atención, le pediría toda la verdad a la fuerza. Estuvo manejando hacia el sur de Tokio, cada vez mucho más lejos de la escuela sin importarle que era lo que dejaban atrás. En un momento dado, los edificios y casas modernas pasaron a convertirse en tierras de cultivo y carreteras desiertas, donde la vida parecía morir lentamente.

Pararon a los pies de un granero, e Itachi le abrió la puerta.

-Ya llegamos Naruto –le sonrió tranquilo, y el rubio salió nervioso.

El sol se estaba bajando, por lo que debía ser las dos de la tarde. Su estómago dio un sonido de protesta, que rápidamente fue callado por un emparedado que el mayor le lanzó:- Para que no tengas hambre –informó mientras él también comía uno, abriendo la puerta del granero que se imponía majestuosamente como una gran construcción.

-¿Puedes responderme por qué me trajiste aquí? –exigió, plantándose por completo en el suelo. El mayor frunció el ceño, y rápidamente acercó su mano a su cara. El rubio cerró los ojos esperando algún golpe, pero fue una gran sorpresa al descubrir que rebuscó detrás de su oreja derecha para empezar a acariciar. Era como si le quitaran las fuerzas, y se apegó a su pecho mientras lo conducía al granero.

-Cuando entremos tendrás todas tus respuestas, así que avanza –y cerró la puerta detrás de él, bloqueando la luz del sol.

La sala estaba completamente oscura, pero al fondo se podían ver destellos de luz verde. Itachi estaba detrás de él, empujándolo para avanzar a pesar de que no quería. Tanteó algunos pasos, sin más él también estaba interesado en ver qué era lo que sucedía. Las luces lo condujeron a una escalera, donde subió lentamente mientras se intensificaba la vista. Arriba, la presencia de alguien más lo sorprendió por completo.

-¿Kurama? –susurró el ojiazul al ver al pelinaranja estudiando algunas placas. Realmente necesitaría mucha información.

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Sasuke se tuvo que quedar todo el almuerzo con Sai y Gaara porque el pelinegro no quería decirle como era la arcilla, parecía mucho más interesado en comer lo que la cafetería tuviera aquel día como menú a intentar salvar la escuela de posibles asesinos francotiradores absueltos. Inclusive Gaara parecía mucho más interesado que el azabache, pero no lo demostró porque al final todo era gracias a que Sai se había hecho cargo de su entrenamiento y por eso podían saber cómo reaccionar.

-Deidara no es de los que atacan al instante –respondió tomando un gran sorbo de su jugo-, al menos no hará nada hasta que la semana acabe, por lo que tenemos en total unos cinco días para buscar la arcilla y no caer en su jueguitos de confusión total.

-Cinco días es muy poco –replicó Gaara, empujándolo por el hombro-. Si queremos lograr deshacernos de toda la arcilla, tenemos que movernos ahora mismo -el azabache no se inmutó ante el pedido del pelirrojo, es más, continuó igual que siempre masticando lentamente su comida con aquella odiosa comida. Entonces Sasuke pensó en una forma de hacerlo entrar en acción, y recordó el beso furtivo que Naruto le había dado en clases.

-Pero si fuéramos Naruto con un beso si te moverías ¿Verdad? –chistó, y todos los alumnos que se encontraban en el comedor voltearon a verlo.

Gaara también giró, lleno de sorpresa y con los ojos muy abiertos. Sai casi se atoraba con el pedazo de pan que estaba masticando, girando instintivamente para ver la cara del pelirrojo. Este estaba con la boca abierta, algo sonrojado, y él intentó explicarle al chico de ojos aguamarina que aquel beso fue accidental, pero avergonzado negó con la cabeza antes de girar la vista. El pelirrojo puso una cara de dolor total por un microsegundo antes de sonreír, y viendo que se atoraba comenzó a tocarle la espalda para desatorarlo de la comida.

-No pensé que te gustara Naruto –respondió con una risa falsa, mientras con la otra mano apretaba el dobladillo de su polo. Ambos chicos se dieron cuenta del diferente tono de voz que usaba-, en si no pensé que te gustaran los chicos –Sai solo miraba a Gaara, quien había sonreído tan grande que sus ojos se habían cerrado.

Inmediatamente le entró una cólera total en contra de Sasuke, y quiso matarlo y usar su sangre como pintura roja para dibujarlo siendo destripado por el mismo diablo. Gaara se paró de la mesa y se movió de sitio quedando al otro lado de Sasuke, poniéndolo a este último en el centro de los tres. El resto de alumnos dejaron de verlos cuando el Umino levantó la cabeza hecho una furia, y se arremetió contra Sasuke en el comedor. Fue solo un puñetazo en la mejilla, pero era lo suficientemente fuerte como para hacerlo tambalear. Sasuke, quien no se quedó tranquilo, le medió un derechazo antes de que Sai se parara de la mesa y saltara sobre él.

-¡Pero qué te pasa! –le gritó el Uchiha limpiándose el borde del labio.

-¡Te voy a matar maldito bocón, eso es lo que pasa!

Ni siquiera los profesores intentaron detenerlos, porque simplemente sus golpes y movimientos iban más allá de lo que ellos podían contener. Fue Gaara que, cuando recobró el sentido, se metió en el centro de ambos a pararlos. Tanto Sasuke como Sai tenían sus puños dirigidos en contra del otro, pero cuando el pelirrojo se posicionó en el centro para pararlos, solo Sasuke pudo detenerse a tiempo.

-Gaara, yo... -susurró Sai.

Su puño fue directo a su mejilla, y el ojos aguamarina giró la cara por completo. La cafetería volvió a llenarse en un silencio sepulcral mientras ambos azabaches miraban la reacción de su compañero. Gaara levantó la vista y Sai se contuvo una exclamación. Sangraba por el labio, pero lo único que hizo fue sonreírle y girar en contra de Sasuke.

-Acompáñame a la enfermería –pidió, y Sasuke guardó la compostura. Todos estaban quietos excepto ellos dos; el azabache y Gaara caminaron lentamente a la salida-. Tú quédate Sai –ordenó cuando previno su movimiento-, en este momento no quiero verte.

Sasuke no sabía en qué gran problema se había metido con su mal comentario. Claramente, no lo sabía.

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Quise publicar en la mañana, pero me olvidé de dejar cargando mi celular en la noche y cuando me levanté estaba muerto, así que debí esperar a volver de la escuela para conectarme y publicar.

Osh, tengo mucha flojera, pero hay tareas y tengo que hacerlas o repruebo ¿A alguien más también le entra flojera hacer tareas? Me atiborran de ellas que toda la semana pasada lo único que hice fue llegar a casa, estudiar, comer, seguir estudiando y dormir. Fue una suerte que escribiera todos los capítulos el anterior fin de semana, o no alcanzaba a publicar.

Voy a hacerles algunas preguntas, como ustedes lo pueden hacer conmigo.

¿Vivirían solos si pudieran?

¿Qué opinan de tener mascotas?

¿Alguna vez han viajado solos? Si la respuesta es no ¿Te gustaría viajar solo, a donde?

Intentaré publicar en la mañana del miércoles, si es que encuentro el cargador de mi celular.

Los leo dentro de dos días :)

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