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Capítulo 2

Con pesadez, sus ojos fueron abiertos al escuchar la alarma número siete ya de esa mañan que irritaba sus sentidos. No solo fue la alarma quien logró que soltara una maldición al mundo, sino que un insistente golpe en su puerta también, junto a un par de gritos por parte del intruso.

¡Levántate Park Jimin! Si no vas a desayunar en cinco minutos te quedaras a limpiar el lugar. —Bingo.

El pelinegro se levantó de malas y su cabeza dolía horrores. Miró su alrededor, la habitación en la que vivía desde que llegó a Daegu, un total infierno.

Buscó entre las prendas desordenadas de el armario que se encontraba en el baño, una camisa blanca junto a un jean negro. Se introdujo en la ducha dándose un par de minutos de tranquilidad.

Al estar totalmente listo, fue que salió de el desorden que tenía como dormitorio.

—Hasta que apareces. —Protestó el moreno que para entonces leía un diario con su café mientras se ajustaba sus gafas.

—Lo siento hyung, pero toda la música la apagaron hace un rato y lo apuesto. ¿Cuándo se fueron todos?

—A las cinco no quedaba nadie pero la música fue apagada a las cuatro y media Jimin, no te quejes.

—Deberían cerrar más temprano los días de semana. —Park acariciaba el puente de su nariz por haber dormido realmente mal mientras tomaba aquella bebida que su amigo le entregaba.

—Perdóname pero de última apagaremos la música a las cuatro, es un maldito club nocturno, si quieres un trabajo y hospedaje normal allí tienes la puerta. —El rubio señaló la salida de el lugar mientras que Jimin negó levemente.

—Ash, odio este lugar.

—Si recaudas lo suficiente podrás irte, conseguir un departamento y un trabajo decente cuando cumplas los 18.

—Nam hyung, ¿realmente crees que lo logre?

—No sabes cuántos empleados se me han ido a lo largo de los años por conseguir la meta que quisieron. Muchos de los que están aquí son nuevos, Jimin. —El menor asintió tomando su mochila que se hallaba detrás de la barra.

—Gracias, supongo que nos vemos cuando regrese de la escuela.

—Lo tienes por hecho. —Sin más, el pelinegro salió del local y del callejón, colocándose de por sí su capucha transitando en busca de un bus.

Había tenido mucha suerte de conseguir a un amigo como lo era NamJoon, si bien no se conocían hace mucho, aquel moreno antes de tener ese pub en el que trabajaba, era un médico que luego de años en el éxito cayó en quiebra.

NamJoon se encargaba de pagarle, darle un hogar y alimentarlo casi como un verdadero padre. De los que nunca tuvo.

Pasaron calles donde veía a las personas mundanas caminar con normalidad. Cómo quisiera tanto una vida como la de los demás.

Pero lo que él era...simplemente nunca podría ser considerado normal por la sociedad, y eso Jimin ya lo tenía muy en claro, por lo que ignoraba a todo lo que la gente podría decir si lo descubrían y mantenía sus objetivos fijos en mente.

Como en el que ahora estaba Min YoonGi.

Vio a el pálido pelinegro ingresar a la institución siendo seguido de su mejor amigo de cabellos verdes, inseparables. Sin embargo, de alguna manera Park se acercaría más a el mayor.

—Hey, Jimin, ¿no? —Saludó una voz masculina a su izquierda provocando que volteara y plantara una nueva fingida sonrisa.

—Así es, ¿me repites tu nombre?

—ChangBin, acompáñame, algunas chicas te estaban buscando. —Y ahí estaba, la atención que siempre buscaba a los lugares que iba. —Niñas aquí tienen por quien lloraban. —El castaño lo dirigió a un grupo de jóvenes que no tardaron en acercarse al nuevo, donde a kilómetros se les notaban sus ojos de corazones.

—¡Jimin oppa! —Chilló una, —ten, es de nuestra parte. —La pelirroja le entregó una hoja y luego todo el grupo se esfumó bajo risillas de niñatas estúpidas, dejando realmente confundido al pálido.

—Uh. —Park observó la hoja donde tenía muchos nombres que junto a ellos habían unos números que marcar.

—Oh, amigo, —recibió un leve golpe en su hombro por parte de ChangBin, —que has obtenido todos los números de las porristas y sin pedirlo. Eres mi nuevo ídolo.

—Yo... —antes de notarse confundido, una sonrisa socarrona se asomó entre sus labios, —pero claro, es que nadie se me resiste.

—Muy bien, niño lindo, vamos a clase antes de que lleguemos tarde. —Y así, el castaño guió a Jimin hasta el aula que les correspondía.

Sus miradas conectaron nuevamente.

YoonGi sonrió ladino al ver a Park entrar, y no habían despegado sus ojos hasta que ChangBin insistió en irse a sentar.

Luego de ese contacto no hubo otro por el resto de la clase ya que ambos chicos estuvieron hablando, enfadando un poco a Min quien se rindió y siguió hablando con HoSeok.

—La fiesta estuvo genial, hyung, fue una de las mejores en la que estuve, ¡de verdad que te la perdiste! Todo por andar de loco psicópata. ¿Averiguaste algo?

—De hecho a puesto a que la pasé mucho mejor que tu Hobi, —sonríe con gracia, —averigüé muchas cosas de Jimin que no te esperarías.

—¿Qué?

—Oh no, cierto, son cosas de loco psicópata déjame a mí cargar con esta información. —Ante sus palabras recibió un golpe de el peli-verde.

—Eres idiota. Bien, yo por mientras encontré a JungKook allí.

—¿Cómo encontraste a un niño de 15 años en una fiesta HoSeok? Y dime que no le hiciste nada por favor porque el año que viene cumples 18 y será fácil enviarte a la cárcel.

—¡No seas estúpido! —Vuelve a golpearlo, —en primer lugar, él no parece un niño y puede pasar sin problema. En segundo, nunca le podría hacer nada, sólo hablamos y charlamos un poco.

—Oh no, oh no, —YoonGi comienza a rerir burlándose con obviedad, —Jung HoSeok, garrapata roja, totalmente hetero de el club de literatura se está enamorando de un niño. ¿Sabes? Creo que nuestra amistad no da para más.

—¡Ya deja de molestarme! No me enamoré, idiota, solo es atracción física. Y tampoco exageres, Park también parece ser menor.

—Oh, Park es mucho más diferente de lo que piensas.

—No es un maldito vampiro, YoonGi.

—Sí que lo es.

—¡Que no!

—¡Suficiente! ¡Jung HoSeok y Min YoonGi, a la oficina de la directora! —El escandaloso grito de la profesora de química dejó a todos en un crudo silencio.

Los mejores amigos tomaron sus cosas con una leve sonrisa en sus rostros tratando de no estallar a carcajadas. Al pasar por el lado de Jimin, fue el turno de el pelinegro mayor guiñarle un ojo.

Salieron de la sala de clases caminando entre los pasillos del colegio soltando, ahora sí, toda la risa que contenían.

—No puedo creerlo. ¡Eres un estúpido, HoSeok! —Reía Min.

—Oh claro, yo soy el estúpido. ¿Te imaginas que hayan escuchado nuestra conversación? Serías el loco psicópata de todo el instituto. Que le hagan bullying a el ex-jugador de basquetball sería lo más triste del mundo, amigo. Imagínate Jimin, no se te volvería a cercar.

—¿Tú crees? —Sigue sonriendo y observan la oficina frente a ellos. —¿Qué quieres hacer? ¿Ir o irnos?

—Vayámonos a la mierda. —Ambos asienten y hacen una pequeña carrera hasta el cuarto del conserje.

—Primero las garrapatas. —Insiste YoonGi, apoyando la escalera contra la pared. Jung comenzó a subirla y quitó con cuidado la escotilla de los ductos de ventilación, ingresando con cuidado y comenzando a gatear hacia el lado que tan bien conocían.

YoonGi lo siguió y luego cerró nuevamente la escotilla. Después de cinco minutos llegaron a el techo de el colegio donde ya no había alguna puerta o algo que lo cubriera, pues ellos la habían sacado desde hace mucho tiempo.

Lo siguiente a realizar no era demasiada ciencia, tener cuidado al bajar por las escaleras de emergencia a los lados del instituto y saltar la muralla que separaba al colegio de las calles de Daegu.

—Somos geniales, aquí tienes otra razón por la que somos amigos.

—Me encanta hacer esto.

—¿Te imaginas la cara de la profesora de química cuando vaya con la directora y le diga que no fuimos? —Ambos tomaron la ruta a la que siempre iban luego de escaparse de la escuela, su cafetería favorita.

—Me encantaría verla. —Asiente, pero luego de segundos golpea a su amigo. —¡Eres una mala influencia! Te dije que no puedo escaparme más de la escuela, mis notas están bajando.

—HoSeok, conque tengas un seis en todas las materias está bien. Yo falto, me salgo de las clases, me mandan a dirección y me meto en problemas pero mira, mis calificaciones no bajan de siete aún y sólo debo mantenerme así hasta graduarnos.

—Pero-

—¿Van a algún lado chicos? —Una tercera voz los sorprende al mismo tiempo que giran, encontrándose con una cabellera negra mirarlos con curiosidad.

—¿Jimin? —Pregunta el mayor de los tres.

—Ese es mi nombre.

—¿Cómo te saliste de la clase? —Pregunta esta vez el peli-verde con sincera curiosidad.

—Uhm no fue difícil estando solo, pero eso no importa, quiero acompañarlos.

—Sólo iremos a una cafetería.

—Quiero acompañarlos. —Vuelve a repetir.

—Bien. —YoonGi da media vuelta comenzando a transitar el mismo camino con el que iba con HoSeok, no iba a discutir con Park. Mientras que su amigo intentaba buscar alguna señal de ambos pelinegros donde podría afirmar que efectivamente a su amigo le gustaba.

Pero...nada.

No cruzaban miradas, no acercamientos, ni algún tipo de sonrojo o coqueteo.

Sí hablaban porque el ambiente se tornaría incómodo, pero nada más.

—¿Qué tal la estas pasando en Daegu, Jimin? —Quiso aventurarse Jung.

—Normal, me pierdo un poco pero voy tomando el ritmo. —HoSeok también notó algo clave. Jimin llevaba guantes, una capucha y un barbijo casi tal cual como su mejor amigo, solo que este parecía un poco más exagerado en su vestimenta.

—¿Tienes frío? —Preguntó, él con solo la remera estaba más que bien, al menos ese día estaba pasable y no hacía tanto frío como en los anteriores.

—Yo...estoy enfermo. —Susurró defendiéndose. No le caía mal el chico del club de literatura, para nada, pero parecía un poco entrometido y pegadizo, Park necesitaba momentos a solas con YoonGi y no los conseguiría con su mejor amigo siguiendolos a todas partes. —¿Se conocen desde hace mucho?

—Dos años, —respondió Min, —desde entonces somos uña y mugre.

—Suena mal si lo dices así, —niega levemente Hobi. —Él era el capitán de el equipo de basquetball en la escuela antes, me acerqué a él un día y no volvimos a separarnos. Tenemos más en común de lo que parece.

—Se nota que son muy unidos.

—¿Ya has tenido algún amigo, Jimin? Se nota que eres muy popular.

—Oh no, no tengo amigos pero con quien más he hablado en clase es con mi compañero de banco, ChangBin. No sé realmente porqué todos me buscan. —Se encoge de hombros y ve cómo frente a él va asomándose una cafetería de color anaranjada.

—No, claro que no sabes porqué te buscan, seguro no es por parecer un super modelo sobre pasando a cualquier líder de los clubs de deporte. —Habla con sarcasmo, YoonGi, mientras ingresaban a el lugar, tomando una mesa para tres personas. Min se había dado cuenta de algo, allí estaba nuevamente su cambio de actitud. Jimin no estaba siendo arrogante ni coqueto, sino que desentendido y un poco tímido.

—¿Y por qué a mí y no a ti? Tampoco estas mal. —Sonríe con picardía y es una vez más en el día en el que ambos pelinegros se mantienen la mirada fijamente. Cambio de personalidad.

—Lo sé, pero a estos chupa sangre les gusta la carne nueva recién llegada.

—Creo que yo prefiero la que se mantiene con el tiempo. —El de cabellos verdes los veía desde su tercer lugar, analizando cómo había alguien que por fin había entendido las indirectas de mal gusto de su amigo siempre relacionadas a lo mismo. Aunque en lo que más se concentraba era en la tensión que ambos tenían con una simple conversación y miradas retadoras de coquetería.

Definitivamente parecían ser tal para cual.


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