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veinticinco

Mi móvil sonaba un viernes casi a las cuatro de la tarde, me había despertado ya que claramente había olvidado de ponerlo en vibrador y hoy no me tocaba trabajar.

No recordaba a qué hora había vuelto a casa del bar, lo bueno es que me había despertado solo y no había ningún desconocido o desconocida en mi cama. Más que satisfecho respecto a mi solitario amanecer, me disponía a revisar mi móvil y era Seon.

Hacía bastante no los veía, me parecía estúpido castigarlos a ellos por como había resultado todo con...

«Vamos a verlos»

Decidía que juntarme sería genial, ya me estaba cansando un poco esta etapa semi depresiva, considerava que ya me habia divertido lo suficiente y era tiempo de juntar mis pedazos.

Había preguntado a Seon quienes irían y las chicas estarían ahí, hacía mucho no veía a Irene, pero lo ultimo que supe había sido que al fin había decidido darle chance a su eterno enamorado, Dae.

Y con Yoon hablabamos de vez en cuando por Whatsapp, pero era una de las personas que había alejado también de mi vida.

—Ya basta de pendejadas, Taehyung. Comportate —me decía a mi mismo. Me levantaba para ducharme y había notado que mi cabeza estaba a punto de explotar—. Aspirinas, benditas aspirinas.

En la noche había sido el último en llegar a casa de Seon.

—Taehyung-ssi —me abrazaba fuerte, él si podía llamarme así—. Te extrañamos

—No morí, Seon —exclamaba con sarcasmo—. Solo necesitaba mi tiempo —recalcaba nuevamente.

—Que bueno que hayas vuelto a nosotros —decía con auténtica felicidad.

—Tú me llamaste, imbécil. Yo solo respondí —mencionaba con tono chistoso.

— ¡Oye, sigo siendo tu Hyung! —entre risas y golpes me hacía pasar.

Sonreía incómodo a mis amigos, pero ellos se veían felices de verme, inclusive Irene. Eso era nuevo.

— ¡TaeTae! —Dae me apretaba dándome un caluroso abrazo.

—Dae —sentía el perfume de mi amigo colarse entre mis cosas nasales.

Había notado que los extrañaba, luego de unos segundos Irene se unía a Dae y con un dulce beso me recibía—. Es bueno verte, Taehyung

—Lo mismo digo, se ven bien juntos —exclamaba señalandolos a ambos.

Al final de todos estaba Yoon quien me sonreía con cierta timidez, así que regalandole una de mis particulares sonrisas, extendía mis brazos a los lados dándole a entender que podía venir a darme un abrazo.

Y así lo hacía.

— ¡Maldito imbécil! —me había rodeado con sus piernas mientras la levantaba—. Te extrañe mucho

—Yo también, pequeña —de repente me caía la ficha de lo mucho que los había alejado, pero ahí se encontraban todos reunidos y recibiendome como si yo no hubiera actuado como un auténtico cretino aquellos últimos meses.

—Ya Yoon, suéltalo —ordenaba Dae a su prima—. Déjalo respirar.

Una vez libre de mi amiga, tomaba asiento en el sofá, realmente no estábamos dando importancia al juego, nos estábamos poniendo al día.
Seon, había subido de puesto en su empleo, Yoon había aprobado los últimos exámenes de su carrera, Irene había cambiado de trabajo y estaba feliz con aquello, Dae seguía teniendo éxito con su empleo actual.

— ¿Qué es de tu vida, TaeTae? —me preguntaba Yoon.

—Bueno, al igual que Seon subí de puesto, tengo un horario más flexible y más dinero en mi cuenta bancaria —exclamaba encogiéndome de hombros.

—Eso es genial ¿Y tu corazón como se encuentra? —preguntaba ésta sin tapujos.

Suspirando y sonriendo, bien sabía que esta conversación podría surgir, quizás hablar al respecto es lo que estaba necesitando para finalmente soltarlo

—Sanando —exclamaba, pero ni ellos ni yo lo creíamos—. Eso creo —añadía al final.

—Bueno, pero estás saliendo con alguien ¿O no? —preguntaba Irene.

—No —respondía con seguridad.

— ¿No? —preguntaba incrédulo Dae—. ¿Con nadie? o sea ¿Nada?

— ¡Dae! —Irene golpeaba su brazo—. No lo incomodes

—Esta bien, Irene —respondía y agregaba—. Estuve saliendo con gente, pero... —necesitaba pensar bien mis palabras, más no parecía encontrarlas.

—Pero nadie se compara —eso era todo lo que Seon había dicho, luego daba un sorbo a su lata de cerveza.

—Como sea, no supe más nada de él —exclamaba más relajado—. ¿Ustedes si? bueno seguramente —intentaba parecer relajado al respecto—. Intenté contactarlo, pero su número me salía dado de baja.

Justo en ese momento Seon escupía la cerveza por la sorpresa que se había llevado con mis palabras. El resto me miraba estupefacto.

— ¿Por qué me miran así? —realmente no esperaban que dijera eso, estaba seguro.

— ¿Intentaste contactar a Seokjinnie? —Seon se había cambiado de lugar y venía a sentarse a mi lado.

Yo miraba a mí alrededor y todos estaban escuchando atentamente.

—Si —contestaba con calma—. Bueno, casi luego de dos semanas que se había ido, pero como mencioné su número sale dado de baja y no me respondió en la redes sociales.

Dae tenía la boca abierta—. Mierda, que increíble desencuentro —exclamaba.

— ¿Desencuentro? —repetía confundido—. Claramente él no quiere saber nada de mi. Un poco confuso luego de sus últimas palabras —ya comenzaba a alterarme—, entendí su mensaje fuerte y claro

— ¡No, no, no, no! —repetía Seon cerrando sus ojos y negando con sus brazos—. Sus jefes le dieron de baja el número

—Lo quieren concentrado en Nueva York —repetía Dae—. Por eso le dieron otro número corporativo y no lo dejan usar sus redes sociales o él no quiere

—Ni que estuviera preso —exclamaba.

—Eso mismo le dije la otra vuelta que hablé con él —decía Seon bebiendo su cerveza.

—Como sea —respondía sin darle importancia al hecho de que él si tenía su número—. Él debe enfocarse en su trabajo ¿No?

— ¡No! —gritaron todos a una sola voz.

Incluyendo Irene.

—O sea, si —respondía Yoon—. Pero ustedes necesitan arreglar las cosas

— ¿Y ser amigos de nuevo? —respondía con sarcasmo.

—Podrian intentarlo —respondía Irene. Todos la mirábamos algo sorprendidos ya que sabíamos lo mucho que ella había estado interesada en él un año atrás—. Ya dejen de verme así —se removía incómoda—. Siempre te miró como si fueras un sabroso postre que quería probar, pero ni él lo sabía —bebía su cerveza y reía.

— ¿Ya estás ebria? —preguntaba sorprendido.

—Algo, es que empecé a beber hace como una hora y me pega rápido —decía riendo.

—En fin, hablemos de otra cosa —ya me estaba hartando y sintiendo demasiado ansioso al respecto.

Eso había sido lo último que se mencionaba al respecto sobre Seokjin y habían respetado que yo no quisiera hablar más.
Estaba disfrutando de su calurosa compañía, Irene y Dae se veían muy intensos entre ellos. Yoon reía mucho con Seon, estaba casi seguro que había coqueteado con él en algún punto.

Y ahí me encontraba yo, observando que al menos ellos parecían ser felices, lo que me habían contado de Seokjin y su número laboral, no lo sabía. Mi debacle emocional y mis romances clandestinos habían comenzado un mes después de ver que él no contestaba ninguno de mis mensajes por Twitter o Instagram.

Estaba creído que no quería saber nada conmigo, aunque pensándolo bien, creo que así era porque ni siquiera se había esforzado en pedir mi número.

«Maldita sea Seon, no me dijo nada»

Comenzaba a sentir algo de rabia y ya necesitaba salir de ahí, era la 1:00 de la madrugada y tenía pensado visitar mi nuevo bar. Asi que sin más, me levantaba listo para irme

—Chicos, me voy —exclamaba.

Inmediatamente Seon se levantaba—. Yo te llevo

— ¿No estás ebrio? —cuestionaba. No quería estar con él.

—Puedo conducir y me encargaré de dejarte en tu casa —el "tu casa" lo pronunciaba con cierto énfasis.

—Puedes llevarme Hyung, pero luego saldré si así lo quiero —replicaba de inmediato.

—Si, sé que lo harás. Despídete, yo iré a sacar el auto del garage —dicho eso me despedía de cada uno.

Todos, literalmente todos incluyendo Irene me habían aconsejado hablar sobre lo que sentía y no callarme. Todos se referían a hablar con Seokjin.

Una vez en el auto, luego de segundos silenciosos e incómodos, decidía romperlo con mi curiosidad a flor de piel.

— ¿Por qué nunca me dijiste que tenías su número? —preguntaba seriamente.

—Porque dijiste que necesitabas tu espacio, más de una vez me dijiste que no querías hablar al respecto —luego suspiraba y agregaba—. Y él me ordenó que no te diera nada a menos que tú me lo pidieras, cuando te sientas listo de hablar con él. Si es que así lo querías.

Fruncía mi ceño—. "¿Si así lo quería?" —repetía entre comillas ante esa frase.

—Seokjin está creído que tú no quieres saber nada con él —menxionaba, mientras yo me mantenía en silencio con un nudo que se me estaba formando en la garganta.

Luego de no sabré que votar al respecto, prefería subír el volumen de la canción que estaba sonando era "I'm so tired..." de Lauv.

Luego Seon bajaba la música nuevamente, lo miraba esperando que explicará su acción por bajar el volumen. Pero en silencio sacaba del bolsillo de su pantalón su móvil y lo ponía encima de la guantera.

— ¿Qué haces? —preguntaba confundido.

—La clave de mi teléfono es 1988 —me miraba de soslayó—. Lo que hagas con eso depende de ti.

Entendía a qué se refería, pero decidía ignorar sus palabras.

Ya estábamos a unas diez cuadras de mi casa y no dejaba de removerme en el asiento, el teléfono de Seon seguía encima de la guantera. Él no había dicho ninguna palabra mas, y yo intentaba mantener mi orgullo intacto, pero ahí me encontraba tomando su móvil.

Él dibujaba una sonrisa torcida—. Cierra la boca —le ordenaba.

Me dirigía a su agenda y ahí estaba su número bajo el nombre de "Seokjin laboral". Me lo reenviaba y sin más que decir le agradecía a Seon haberme traído, pero al bajar me gritaba:

— ¡Usalo sabiamente!

— ¡Qué te calles! —exclamaba sin voltear, pero escuchaba su risa fuerte y clara.

Al llegar y prepararme una muda cómoda de ropa, me metía directo a la ducha, al salir había recibido un par de mensajes de algunos amigos con beneficios, me sentía tentado de responder algunos.
Pero la razón por la cual me sentía tentado era porque no quería sucumbir a mis verdaderos deseos y esos eran hablarle a él.

Escuchar su voz que hacía tanto no la oía, saber cómo estaba, saber siquiera si respondería a mi mensaje o llamado. Los minutos pasaban y seguía debatiendo si contestar los mensajes para tener sexo rápido y fácil o si mandarle a él.

— ¿A quién quieres engañar, Taehyung? —decía a mi mismo.

Mi móvil sonaba, me encontraba en medio de una importante reunión de la empresa mostrando un nuevo proyecto que estábamos llevando a cabo con mi grupo laboral.

—Disculpen... —exclamaba frente a varios empresarios—. Creí tenerlo en silencio.

Cuando tomaba el teléfono para ponerlo en vibrador vislumbraba la pantalla y casi se me caía de las manos.

Era él.

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