treinta y cuatro
Llegaba al apartamento luego de hacer las compras para reponer mi heladera, ya que lo único que había era vino, eso nunca faltaba.
Cuando me acomodaba para poner todo en orden le había enviado un último mensaje diciéndole que a las ocho o nueve podía venir, él había confirmado sin agregar más nada.
Decidía pensar en que le diría o que sucedería, ésta mañana había sido un imbécil, pero no me arrepentía de haber aparecido en su casa.
Si había cierto arrepentimiento por no haberlo besado, en serio no me sorprendía sentir eso, siempre había estado enterrado muy en el fondo y querer hacerlo.
Pero con su historial, lo mal que la había pasado y ser el primer hombre en el que me interesaba de esa manera, no quería tampoco apresurarme.
Necesitábamos otra atmósfera para que eso sucediera y yo también necesitaba relajarme y pensar menos.
Una vez que cerraba la puerta echaba todo mi peso en ella de espalda y me deslizaba hasta llegar al piso.
Seokjin no había hecho más que disculparse e intentarlo, más allá de eso, su leve roce acompañado del suave agarré en mi nuca me habían provocado ese escalofrío que aún después de su ida seguía ahí recorriendo mi cuerpo de pies a cabeza.
Tocaba mi nuca justo donde él había puesto su mano y caía en el hecho de que realmente me costaba reaccionar frente a un Seokjin que sabía cómo estaba sintiéndome todo este tiempo en el que para él solo éramos amigos.
Parte de mi quería saltar y alocarse por ser correspondido, la otra parte que parecía ser la más fuerte estaba aterrada de pasar por el rechazo de nuevo y esa parte era la que fácilmente se desarmaba con él sin poder evitarlo.
Una cena en su primer día de vuelta, medio que lo esperaba y medio que no. ¿Qué se suponia que haríamos?, ya no sería como otras noches en las que solo hablabamos idioteces y yo me moría por saltarle encima sabiendo que jamás podría suceder nada entre nosotros.
Ésta noche sería diferente, pero que tal si confirmaba lo que me temía, si nos besábamos y luego él solo confirmaba que no le gustaba lo suficiente, que no era lo que creía.
¿Luego qué? la amistad ya estaría manchada y parte de mi no quería sacar a Seokjin de mi vida. Debía mentalizarme en arreglar la amistad si todo se iba por el caño, pero ¿Él querría siquiera volver a verme después de meter la lengua en la boca del otro?.
¿O yo podría seguir viéndolo sabiendo que desearía eso de nuevo?, pero no lo obtendría, claro que no.
Muchos pensamientos negativos que se habian arremolinado en mi cabeza durante las siguientes horas, hasta que un mensaje suyo me confirmaba la hora de vernos. Una vez cerca ya estaba listo. Sin tiempo que perder salía, estaba un poco adelantado con la hora.
«Maldito ansioso»
Me tomaba la caminata como un respiro de aire fresco, literal, que necesitaba.
Eran las nueve y media y Taehyung aún no había llegado, no quería ser molesto así que no había enviado nada más después de su confirmación a la cena. Pero el tiempo pasaba y se iban haciendo las diez y comenzaba a preocuparme, lo llamaba y nada, no respondía mis mensajes, ni mis llamadas.
«¿Donde estás?»
Después de varios intentos, su celular me tiraba directamente apagado.
Así que llamaba inmediatamente a Seon.
—Jinnie
— ¿Sabés algo de Taehyung? —dije tomando mis llaves para salir a buscarlo.
—Eh, no —respondía confundido—. Creí que se vería contigo
—No, no está aquí, lo llame muchas veces y no atiende. Ahora directamente me salta apagado —salía apresurado para tomar el ascensor e ir directo a donde sea que estuviese—. Voy a ir por él, si sabes algo me avisas ¿Ok?
— ¿Quieres que lo busqué también? —Seon ofrecía ayuda.
—No, te avisaré cuando lo encuentre —cortaba el llamado y me disponía a conducir hasta su casa.
Una vez allí bajaba relajado, pero a paso acelerado, tocaba timbre una y otra vez, pero nada. Solo escuchaba a Yeontan ladrar por el ruido, las luces estaban apagadas.
«Taehyung, no está aquí»
Volvía a marcarle a Seon.
— ¿Lo encontraste? —decía al atender.
—No está en su casa —intentaba pensar claro y luego preguntaba—. ¿Dónde está el bar que solía frecuentar?
—Oh, pero hace rato no pisa ese lugar
—Bueno algo me dice que lo volvió a pisar
—A dos cuadras, dirección contraria a la tuya —respondía—. Oye, solo te aclaro que es un bar gay.
Me detenía en seco, pero volvía a avanzar para dirigirme con auto y todo al lugar.
— ¿Los bares gays abren los martes? —preguntaba con sarcasmo.
—Es que es muy exitoso el lugar, avísame sino iré a buscarlo contigo
—De acuerdo, gracias —cortaba la llamada y a la distancia contemplaba el lugar.
Me estacionaba donde podia, una vez en la puerta tomaba coraje y entraba.
«¿Qué no descansan los martes?»
El lugar estaba repleto. ¿Qué los gays no trabajan los miércoles o qué?, muchas miradas se habían posado en mi, pero no iba a dejar que me incomodaran.
Yo seguía buscando con la mirada la imagen familiar de Tae cuando de repente tomaban mi hombro y me volteaban sorpresivamente.
—Kim Seokjin —era Yoon-Woo.
—Hey, Yoon-Woo ¿Cierto? —no preguntaba por no recordar su nombre si no porque se veía diferente a la última vez.
—Entonces ¿Ya saliste del closet? —tenía un Cosmopolitan en su mano.
—Estoy buscando a alguien —exclamaba sin intenciones de entablar mucha charla con él.
Me encontraba distraído mientras seguía caminando y buscando a Taehyung, él me seguía el paso.
—Creo saber a quién buscas —me decía de repente en el oído.
Su labio había rozado mi lóbulo lo cual había despertado un rechazo en mi y me había alejado rápidamente, él levantaba sus cejas levemente sorprendido.
—Es Taehyung ¿Lo viste? —preguntaba sin más perdida de tiempo.
—Sígueme.
El lugar tenía no una, si no tres barras y en la más escondida estaba Taehyung, su pelo ondulado con una camisa negra con detalles floreados en blanco y un pantalón también color negro.
Me quedaba viendo cómo coqueteaba con un tipo alto, en eso Yoon-Woo me miraba de arriba abajo con esa elegancia y porte que se traía.
—Estás bien vestido, no todos se ven tan bien con una simple camisa blanca y chupines negros —me había mirado de arriba abajo sin tapujos alguno.
Me sentía tan estupido, lo habia esperado, me había vestido bien y él estaba ligando en un bar gay sin siquiera avisarme que no vendría. Apretaba mis puños y mis dientes al mismo tiempo para calmar la ira que se me estaba despertando.
—Oye —Yoon-woo tocaba suavemente mi hombro—. Si viniste por él, ve y búscalo.
Lo miraba ceñudo—. No parece querer irse
—Amigo, estuvo toda la noche gritando tu nombre seguido de frases ridículas y cursis. Ve o cualquiera de aquí se lo llevará a la cama —apretaba mi hombro y agregaba—. Todos se quieren ligar a Taehyung o vas por él o lo dejas a su suerte.
Suspiraba apretando aún más mi mandíbula, la verdad es que los hombres del lugar se lo estaban devorando con los ojos incluyendo su acompañante.
—Si sigues aquí, también vendrán por ti —bebía su trago—. Y tú no saliste del closet aún.
Le tiraba un mirada de rechazo, pero obedecía sus palabras para dirigirme con paso firme hacía Taehyung y su enamorado.
Había venido por él, me iría con él.
—Déjame —seguía bebiendo de su vaso, era whisky—. No eres él, vete —empujaba al tipo alto bien parecido—. ¡Qué te vayas!
—Vamos, Mister Lindo —decía el otro, lo había tomado de la nuca, Taehyung estaba sentado y el tipo era más alto por eso—. Vente conmigo y te haré olvidar a ese tipo
—Te dijo que no —exclamaba firme, quitandl su mano de la nuca de Tae y posicionaba las mías en sus hombros mientras le brindaba una falsa sonrisa al desconocido—. Ya puedes irte.
El tipo me miraba de arriba abajo, no estaba seguro si me estaba mirando mal o me estaba mirando con ganas de querer ligarme.
— ¿Quién eres su novio? —en ese entonces Taehyung levantaba su cabeza para verme.
Notaba sus ojos entrecerrados, estaba bastante ebrio.
—Eso no es asunto tuyo —lo empujaba con una sola mano—. Vete.
El tipo apretaba su puño y se retiraba, al instante me posicionaba frente a Tae y acunaba su rostro en mis manos.
— ¿Por qué? —me destrozaba verlo ebrio, no porque jamás lo hubiera visto así, sino que estaba mal y sentía que era mi culpa.
—Te pareces mucho al amor de mi vida —decía mientras que apretaba mis cachetes con su mano.
Me robaba una sonrisa y lo obligaba a soltarme—. Pagaré por esto y nos vamos —al instante llamaba al barman—. ¿Cuánto debo por todo lo que bebió?
—Nada —levantaba mis ojos con la billetera a mitad de camino y con mirada curiosa—. Todos en este bar le invitaron un trago diferente a tu novio, estaban apostando quién se lo llevaría a la cama. Si fuera tú lo sacaría cuanto antes de aquí.
Guardaba mi billetera intentando no parecer molesto por eso—. Gracias, ven levántate —lo levantaba y ponía su brazo alrededor de mis hombros para llevarlo.
Esto lo había hecho tantas veces, tantas veces había llevado a un Taehyung ebrio a mi casa después de haberse bebido hasta el agua del florero y me reía por compartir esos momentos con él.
Pero esta vez se sentía mal y notaba más que nunca que él estaba cargando con mucho en esa cabeza. Lo subía, al auto abrochaba su cinturón, mientras él seguía balbuceando palabras sin sentido.
—Vamos a casa —exclamaba dentro del auto y arrancaba.
Casi lo perdía en la entrada porque se había tropezado al entrar al elevador.
—Estaba viendo burbujas de la ebriedad —decía apoyado en la pared del ascensor intentado no caerse.
—Si amigo, lo noté —presionaba mi piso y de repente Taehyung me empujaba contra el espejo para tirar su peso encima de mi y acorralarme—. Oye, con calma —susurraba.
Me miraba con esa mirada entre libidinosa y de niño perdido, acariciaba mi pelo y mi rostro. Me sentía un poco indefenso por su ataque sorpresivo así que mis manos solo descansaban en su cintura, sosteniendolo medianamente para que no se cayera.
—Tú, tú... —repetía en un puchero, jugaba enredándo sus dedos en mi pelo suavemente.
Me provocaba escalofríos y me obligaba de vez en cuando a cerrar mis ojos por esa plácida sensación.
De repente de manera firme había sujetado mi pelo obligándome a mirarlo algo sorprendido.
Había despertado todas esas sensaciones en mi cuerpo que creía muertas.
—Tú —soltaba con voz ronca y grave. Luego de mirarme fijo con esa mirada sombría, su siguiente acción había sido tirar mi cabeza apenas hacía atrás para abrirse paso y aspirar el perfume de mi cuello erizando todos los vellos de mi cuerpo y poniéndome piel de gallina.
Me recordaba a ese sueño en el que hacía lo mismo solo que en mi nuca, pero en el sueño jugaba con su lengua, en esta realidad apenas si rozaba sus labios contra mi piel.
Joder, me tenía embelesado.
—Ta-Taehyung —había enmarañado la tela de su camisa con ambas manos.
—No hables, no hables —murmuraba—. No hables. Te deseo tanto —murmuraba en mi oreja, rozando apenas el lóbulo.
Él no me causaba rechazo.
Luego de esas palabras pegaba su boca a mi siguiendo el camino de la linea afilada de mi mandíbula hasta llegar al mentón y morder con delicadeza y algo de desesperación.
—Joder, Ta-... —me ahogaba con mi propia saliva.
Todo ese momento había sido repentinamente cortado por la puerta del elevador que se abría y él se separaba bruscamente de mi saliendo apresurado y cayendo de culo al piso de tan ebrio que estaba.
Me encontraba parpadeando un par de veces para salir de mi estado de excitación y me apresuraba a levantarlo.
— ¡Estoy bien, estoy bien! —recalcaba como todo ebrio.
—Arriba, no grites que hay gente en el mismo piso —mencionaba mientras lo apoyaba en la pared para abrir la puerta. Él carcajeaba y se despeinaba, estaba muy ebrio, por dios—. Pasa —ordenaba empujándolo adentro.
—Hace muchiiiooo no vengo aquí —decía mientras acariciaba las paredes del pasillo.
—Sigue hasta el sillón y no tropieces —iba detrás de él colocando mis manos en su cintura.
Sus pasos eran pesados y arrastrados, volvía a tropezar obligándome a abrazarlo para que no se fuera de boca al piso.
Instantáneamente pegaba su espalda a mi cuerpo. Colocaba su mano en mi nuca y girando me clavaba sus ojos negros.
Habíamos frenado mientras lo tenía abrazado y él jugaba con mi cabello de nuevo y descansaba su cabeza en mi hombro.
—Estás duro —mencionaba sin censura.
Y notaba que tenía razón, así que quitaba su mano y lo guiaba al sillón para sentarlo, parecía no coordinar brazos con piernas.
—Quedate aquí ¿Si? —él estaba sentado y me miraba con su cabeza en alto tan embelesado y libidinoso, como si yo fuera algo extraordinario que él estaba contemplando y tenía esa sonrisa torcida tan propia y encantadora de él—. Iré por café ¿Ok?
—Si, solo vuelve conmigo —balbuceaba intentado acariciar mi rostro, pero estaba tan desequilibrado que casi me picaba un ojo y me obligaba a bajarle la mano.
Esta noche no era lo que esperaba, no sabía que esperar, pero al menos estaba conmigo y no en un bar a punto de ser comido por los leones.
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