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6

Todo estaba en silencio. La respiración pesada de la mayor era lo único que se escuchaba en el ambiente, y Nayeon estaba tan nerviosa que pensaba que su corazón se podía escuchar. Jeongyeon no dejaba de pasar sus dedos delicadamente por todo su cuerpo, en toques tan suaves y cuidadosos que la asustaban un poco por lo íntimos que eran. No sabía qué hacer, ni qué se supone que seguía en esos casos. ¿Le daba las gracias? ¿Le preguntaba si quería que le devuelva el favor? Todos sus encuentros sexuales anteriores habían sido rápidos y sin detenerse a pensar demasiado, y en la gran mayoría de ellos, ni siquiera hablaba el mismo idioma. Era la primera vez que compartía ese tipo de cercanía, y temía actuar de una forma inadecuada que la deje en más ridículo aún. Además, seguía con la espalda apoyada sobre su pecho, y no pensaba que fuera capaz de voltear y mirarla a los ojos.

Decidió probar un poco, y movió sus piernas dentro del agua para acomodarse. Al instante, las manos de Jeongyeon dejaron las caricias suaves de lado para rodear su cuerpo con firmeza y sujetarla contra ella, impidiendo que se mueva.

—Me voy a hundir, Jeong —susurró.

—Deja, yo te acomodo.

Retrocedió un poco, se sentó derecha y jaló a Nayeon por la cintura para hacer que nuevamente se apoye sobre ella. Sus piernas se separaron ligeramente, y la mayor entró en pánico al sentir la intimidad de su amiga contra su trasero desnudo. Su corazón se aceleró nuevamente, y Jeongyeon sintió el cambio en su pulso. Soltó una risa suave en su oído.

—Tranquila, Nay. 

—Es que tú...

—Lo sé, lo puedo sentir —se removió un poco más para incrementar el contacto—. ¿Te molesta? Si te molesta, me separo.

—N-no...

—¿Entonces?

Nayeon suspiró.

—Si te digo, ¿no te vas a burlar?

—No prometo nada.

—¡Jeongyeon!

—Vamos, unnie. Te conozco desde los catorce años.

—Ya, nada.

Jeongyeon rio más fuerte cuando se inclinó a un lado y pudo ver el puchero y la cara de berrinche de su amiga.

—Ya, perdón. Dime.

—No, ya no quiero nada.

—Ah, ¿me voy?

—¡No!

Nayeon tomó sus manos y la llevó a rodearle la cintura nuevamente. La menor sonrió al darse cuenta de que estaba ganando confianza.

—Dime.

—Yo... no sé qué se hace ahora —susurró. Las manos acariciaron con suavidad su cintura y abdomen—. No sé si debería hacer o decir algo.

—No tienes que hacer nada.

—Pero es que no tiene sentido...

—¿Qué sueles hacer después del sexo, Nay?

—Nada —musitó tan bajo que casi no se le entendió—. Vestirme y ver la forma de irme sin que nadie me vea.

—Nena...

—Perdón si lo estoy arruinando.

—No estás arruinando nada. Es solo que... no puedo creer que de verdad tenga que explicarte todo esto.

—Perdón —repitió—. Ya sé que soy ridícula y que doy vergüenza.

—Nayeon, deja de disculparte. No es por ti. Lo que no puedo creer es que de verdad nadie se haya tomado el tiempo de darte todo lo que mereces. No es justo y odio que hayas tenido experiencias de mierda porque deberías ser tratada como una reina en la cama.

—Es la vida que me tocó, supongo. Ventajas y desventajas.

—No, Nay, no es así —llevó las manos que acariciaban el estómago tonificado un poco más arriba para jugar con la base de sus pechos. Nayeon jadeó con sorpresa—. No tienes que hacer nada que no quieras hacer, ni sentirte obligada a decir algo. Se supone que debes estar cómoda, porque te has permitido ser vulnerable frente a alguien. 

—¿Entonces...?

—¿Quieres irte? —la mayor negó con la cabeza—. Bien. ¿Me dejas estar contigo un rato más?

—Sí.

—Ya te dije, déjate llevar. No te reprimas, yo estoy dispuesta a lo que quieras hacer, pero debes decirme.

Nayeon murmuró algo que no se entendió, pero tomó una de las manos de su amiga y la dejó sobre su pecho derecho, en una silenciosa petición. Se concentró en las caricias suaves que le daba la chica, y sin pensarlo demasiado, movió su cadera para presionar más su trasero contra los pliegues sensibles de Jeongyeon. Al sentir esto la menor gimió ronco, y Nayeon tomó la reacción como incentivo para moverse nuevamente.

—Nay —susurró en su oído—. Me estás matando.

—¿Te gusta? —se restregó con más fuerza, y la menor respondió pellizcándole el pezón.

—Nena... estás jugando con fuego.

—Quiero hacerte sentir bien.

—Ya lo estás haciendo.

—No, Jeong. Enséñame lo que te gusta, quiero aprender a complacerte.

—No tienes que hacerlo, no quiero presionarte a nada. No te sientas obligada a hacer algo por mí. 

Nayeon resopló.

—Jeongyeon —habló firme—. Te estoy diciendo que quiero aprender, de verdad quiero. O si no... ¿qué más vamos a hacer cuando me lleves a tu casa en Seúl? —provocó, coqueta.

—Yo iba a demostrarte cuánto puedo hacerte gritar —besó su cuello con suavidad y levantó su otra mano para tomar el pecho libre.

—Vamos —se frotó nuevamente—. Enséñame cómo hacer que te sientas bien.

Jeongyeon le besó el cuello más rudo, mientras sus manos le apretaban los pechos con la fuerza justa. La menor pensó en la mejor manera de pedirle lo que quería sin que se espante. Sabía que a Nayeon le costaba procesar el concepto de intimidad, y quería ir con cuidado para que no sienta que se estaba sobrepasando.

—¿Me vas a decir? —la mayor la sacó de sus pensamientos, y suspiró para bajar sus manos.

—Me gustaría tenerte de frente, para empezar.

—Yo...

—Me encanta tu espalda, pero me gustaría más que me mires a los ojos. ¿Puedo?

No contestó. Sus dedos jugueteaban con el agua, sin saber cómo reaccionar a algo tan simple. Si bien ya había tenido sexo antes, nunca había compartido verdadera intimidad. Mirar a los ojos a su amiga de años mientras la complacía era algo que salía totalmente de su zona segura y que no sabía si iba a ser capaz de hacer. Jeongyeon notó el silencio y volvió a preguntar.

—¿Nay? ¿Pasa algo?

—Es que...

—Es difícil para ti, ¿verdad? —Nayeon asintió—. Tranquila. Sabes que puedes confiar en mí, siempre vas a estar segura si es conmigo. No tengas miedo, Nay. Somos solo tú y yo, puedes ser tú misma.

Nayeon suspiró pesado. Se mordió el labio inferior mientras pensaba, y decidió que valía la pena arriesgarse. Temía que permitirse ser vulnerable frente a alguien tan especial para ella como lo era su mejor amiga arruine la relación entre ambas, pero la menor no le había dado motivos para desconfiar. Hasta ese momento había sido maravillosa y muy paciente, y Nayeon quería demostrarle que ella también podía hacer un esfuerzo en darle lo que quería. Con movimientos lentos se deslizó dentro del agua hasta el otro lado del jacuzzi, y volteó con la mirada hacia el piso. Cuando por fin levantó los ojos, encontró a su amiga con los ojos brillantes, las mejillas rosadas y los labios curvados en una sonrisa satisfecha. Tímidamente acomodó su cabello largo detrás de sus orejas, y le devolvió la sonrisa con suavidad. Estaba a un metro de ella, pero podía sentir aún su cercanía en el cuerpo.

—¿Ves qué bonita eres cuando sonríes? —la sonrisa de la mayor creció ante el inesperado cumplido—. Ahora ven aquí.

Extendió su mano hacia ella y la chica la tomó con suavidad. Jeongyeon la sujetó y jaló con cuidado para que se acerque un poco más. Cuando la tuvo en frente, cambió su agarre y puso ambas manos en la cintura delicada. Nayeon jadeó, y sus mejillas quemaron aún más cuando la menor la movió más cerca aún.

—Siéntate sobre mí —susurró. Nayeon la miró a los ojos, sorprendida—. Por favor.

No pudo negarse. Lento, levantó sus piernas y las puso a los lados del cuerpo de su amiga, para quedar sentada a horcajadas sobre ella. La diferencia de altura hizo que su torso salga del agua, su piel sensible se erizó y sus pezones se apretaron más al sentir el cambio de temperatura. Jeongyeon la sujetaba con fuerza por la cintura, y su mirada penetrante hizo que se muerda el labio inferior sin querer. La posición hacía que sus pliegues se separen ligeramente, y se sentía expuesta y extremadamente sensible. Tenía los brazos sueltos a los lados de su cuerpo, indecisa sobre qué hacer con ellos, y la menor los tomó y los dirigió sobre sus hombros.

Nayeon obedecía a cada movimiento. Estaba nerviosa, pero sobre todo, dispuesta a aprender de su amiga. Se miraron a los ojos unos segundos más, hasta que Jeongyeon le sonrió con confianza.

—¿Si te pido algo, no te vas a enojar?

—Depende. ¿Es algo ilegal?

La menor soltó una risa, que fue correspondida.

—Tonta —le dio una palmada en el trasero, amortiguada por el agua—. Era otra cosa.

—Dime.

—¿Me dejas besarte?

Su corazón se aceleró. Todo se estaba volviendo muy íntimo, pero algo dentro de ella la impulsó a aceptar.

—Sí —susurró—. Bésame, Jeong.

La menor asintió levemente y levantó el rostro. Nayeon se inclinó, y sus labios se encontraron en el medio. Jeongyeon tomó el labio inferior de su amiga entre los suyos y lo jaló con extrema suavidad. La provocó despacio, se tomó el tiempo de disfrutar de esa boca suave y perfecta con la que tantas veces había fantaseado. Los labios de Nayeon sabían a fresa por el gloss, y eso le encantó. Cuando empujó sutilmente su lengua dentro de la boca contraria, la mayor respondió con un gemido ronco y empujando su cuerpo aún más cerca.

—Jeong —se separó luego de unos segundos por la falta de aire—. Dime cómo complacerte.

Jeongyeon la tomó por la nuca y la besó nuevamente, más rudo esta vez. Con la mano libre, tomó uno de los brazos de Nayeon y lo bajó por su cuerpo. La condujo a la unión entre sus piernas, y puso su mano sobre la de ella para guiar sus movimientos sobre su intimidad sensible. La mayor jadeó al sentir la abundante humedad entre sus dedos.

—Así, bonita —susurró sobre sus labios—. Despacio.

Manejó sus dedos durante unos segundos, enseñándole a frotar su clítoris con la fuerza exacta para hacerla temblar. Nayeon entendió rápidamente, y empujó la mano de su amiga para hacerlo sola. Sonrió cuando Jeongyeon gimió agudo al sentir la presión directa sobre su órgano más sensible. Podía sentirla palpitar sobre sus dedos, y eso, sumado a la expresión suplicante, le parecía una obra de arte.

—¿Te gusta? —susurró sobre sus labios. 

Jeongyeon asintió y quiso besarla, pero Nayeon retrocedió al instante con una sonrisa traviesa. Se inclinó ligeramente hacia atrás para darle una mejor vista de su cuerpo desnudo, y los ojos de la menor cayeron automáticamente en sus pechos. Los pequeños pezones café estaban más duros que nunca, y su expresión hambrienta fue imposible de disimular. La sonrisa de Nayeon creció, complacida.

—¿Quieres? —cuestionó, sin dejar de acariciarle el clítoris con rapidez, y movió el pecho con suavidad. Los ojos de Jeongyeon se abrieron ampliamente.

—Sí.

La mayor se elevó ligeramente sobre sus rodillas, lo suficiente para dejar sus pechos a la altura de la boca de la chica, pero sin dejar de tocarla entre las piernas. Sus muslos reclamaron por el esfuerzo de mantenerse erguida, pero no le importó. Jeongyeon le puso las manos en la espalda baja y automáticamente la atrajo hacia su cuerpo. Al no encontrar resistencia, Se inclinó y tomó un pezón duro entre sus labios. Lo rodeó despacio con la lengua y luego comenzó a succionar con hambre. Nayeon gimió fuerte y llevó sus dedos un poco más abajo.

—Deliciosa —susurró la menor mientras cambiaba de pecho. Nayeon se ruborizó.

Acarició la entrada húmeda con un solo dedo, indecisa de cómo seguir. Jeongyeon estaba empapada, podía sentir su humedad caliente y viscosa diferenciarse del agua, y a su agujero sensible palpitar bajo sus toques. Su amiga sintió duda en sus movimientos soltó su pecho para hablar con voz entrecortada.

—Solo uno. Suave y hasta el fondo, Nay.

Nayeon agradeció las instrucciones mentalmente. Obedeció, la penetró con cuidado, maravillada al sentir cómo sus paredes interiores apretaban su dedo con fuerza. Empujó su mano hasta el final, como se le había indicado, y esperó pacientemente a obtener una reacción positiva.

—Sí —jadeó—. Puedes moverte.

Comenzó a penetrarla despacio, pero con firmeza. Jeongyeon se pegó a su pecho nuevamente para callar sus gemidos, y la mayor no podía creer lo mucho que estaba disfrutando ser la causante de su placer. Su interior era caliente y resbaladizo, tan suave y apretada que le asombraba que hubiera podido penetrarla con tanta facilidad. Sintió que mecía las caderas para acompañar sus empujes, y recordó algo que le gustaba a ella y decidió probar. Curvó su dedo hacia arriba, ejerciendo presión en sus paredes superiores y buscando su punto sensible. Cuando Jeongyeon arqueó su espalda y soltó su pezón para gemir ronco, supo que había encontrado el lugar perfecto.

—Ahí, ahí. Duro, por favor.

Quiso volver a los apetecibles pechos, pero Nayeon utilizó su mano libre para tomarla de las mejillas y atrapar su boca en un beso. Apenas lo consiguió, bajó la misma mano a darle toquecitos a su clítoris sin dejar de penetrarla con fuerza. Sus muslos quemaban y el esfuerzo en su muñeca la comenzaba a cansar, pero no pensaba detenerse, menos al ver los ojos cerrados con fuerza y las mejillas rojas de su amiga.

—Me voy a correr, Nay.

—Me muero por ver eso.

Jeongyeon ya no podía besarla de verdad por los constantes gemidos que soltaba, pero Nayeon mantuvo sus labios sobre los de ella, respirando juntas. Se sentó nuevamente sobre sus piernas, y las manos de la menor fueron a tocarle los pechos inmediatamente. Sonrió contra su boca.

—Te gustan mucho, ¿eh? 

Gruñó en respuesta, y Nayeon rio. No bajó la intensidad de los golpes en su punto dulce, y sintió que estaba en el cielo cuando Jeongyeon soltó un gemido largo y ronco sobre sus labios, sus paredes vaginales apretaron el dedo en su interior, y se corrió con fuerza. Intentó retirar su mano, pero al instante sintió que la tomaban de la muñeca para detenerla.

—No, no —jadeó la menor—. Deja que me calme primero— su respiración era pesada, y Nayeon se sintió orgullosa.

—¿Lo hice bien?

Jeongyeon rio suave.

—Eres buena alumna.

La mayor se inclinó para besarla. La saboreó con cuidado, y jaló su labio inferior entre los dientes al alejarse.

—La próxima clase quiero que sea en tu cama, en Seúl.







yap ahora sí fin <3 debo confesar que me costó mucho darle una personalidad propia a esta Naye, quedé muy enganchada a la que hice para Barbie Girl, pero al final me gustó como quedó. Postergué mucho hacer este último episodio, ahora que lo hice estoy contenta con el resultado!

No se olviden que habrá un one shot spin off de esta historia, con mis preciosas Dahmo. Espérenlo en el librito de one shots! los tqm gracias por leerme y espero que hayan disfrutado esta historia

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