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2

Nayeon tardó unos minutos en respirar profundo y esperar a que su pulso se desacelere antes de salir de la cama. Trató de ordenar un poco su cabello con sus manos, y buscó lo más cómodo que tenía en su maleta antes de salir. Terminó optando por un hoodie que le quedaba realmente inmenso, y sólo sus shorts de pijama debajo. Pensó en si ponerse un top o alguna prenda superior por si le daba calor (las chicas habían encendido la calefacción, además de la chimenea de la sala), pero luego de un rápido vistazo a su pecho decidió que no había forma en la que permita que alguien vea sus pezones duros, los cuales no daban ninguna señal de querer cambiar hasta que se les haga caso.

Las dos horas siguientes fueron una tortura. Apenas bajó recibió un regaño de la manager, y se vio obligada a ponerse a cocinar con las menores del grupo. No se podía concentrar en nada, en más de una ocasión estuvo a punto de arruinar las galletas, y Chaeyoung le estaba teniendo una paciencia infinita. Tzuyu, por el contrario, no veía la hora de que apaguen las cámaras para tirarle la masa de galletas encima.

Mina se acercaba ocasionalmente a coquetear con Chaeyoung para ponerla roja, y todos estaban encantados con eso. Si bien siempre habían sido cercanas, el creciente interés de los fans por Michaeng las motivaba a ser más atrevidas en público, y el equipo de producción estaba más que encantado con el contenido. Se perdió en sus pensamientos mientras miraba a la japonesa menor recibir en la boca un trozo de galleta, y un grito de Jihyo la hizo volver a la realidad.

¡2yeon! ¡2yeon!— la líder provocó.

Nayeon volteó y se encontró a Jeongyeon peligrosamente cerca, con una sonrisa traviesa en el rostro. Antes de que tenga tiempo para reaccionar, la recién llegada sumergió un dedo en chocolate derretido y se lo acercó a la boca.

—¡No, no! —chilló Nayeon, disimulando sus nervios con una carcajada.

—¿No le vas a recibir el chocolate a tu esposa? —Jihyo provocó nuevamente, y las demás miembros se sumaron a la presión.

La mayor miró a ambos lados, y Jeongyeon acercó más su mano a su rostro. Su expresión quedaba fuera del ángulo de la cámara, y se la veía más que complacida de estarla poniendo nerviosa. Al salir del cuarto, había tomado la decisión de jugar con ella esa noche. Sabía lo que Nayeon quería, y en otras ocasiones, algunas de las miembros se habían acostado juntas y no se había perdido la amistad. Además, mentiría si decía que no había fantaseado un poco con la mayor, en especial cuando fueron compañeras de departamento y Nayeon agarró la costumbre de andar en shorts de pijama y top como si nada.

—Sí, unnie, se supone que eres mi esposa. Trátame bonito.

Nayeon resopló, pero cedió y se inclinó para tomar el dedo entre sus labios. No dejó de mirarla a los ojos, fue un toque breve pero seguro, y cuando lo soltó, Jeongyeon estaba tan abrumada que tardó en reaccionar y quitar la mano.

—Ya creo que sé en qué estabas pensando que todo se te quemaba, Nayeon unnie —Tzuyu susurró cuando pasó detrás de ella, con otra bandeja lista para el horno.


-


—¡Buen trabajo este año chicas! —Jihyo levantó su vaso y todas las miembros vitorearon—. Estoy tan feliz de tener este momento todas juntas.

El equipo de producción por fin las había dejado solas, tras varias advertencias de la mánager. Sabía que dejar solas a este grupo de chicas era como darles la casa a nueve adolescentes descontroladas, pero no podía juzgarlas. Las chicas habían dado gran parte de su juventud para conseguir todo lo que tenían, y el trabajo duro las había hecho madurar rápido. Por ello, cada que podían disfrutar como chiquillas de nuevo, aprovechaban cada momento.

—Ahora sí, vamos a jugar, siéntense todas —Momo apuró a las demás mientras pasaba junto a Sana decenas de vasos de shot llenos hasta el borde de soju—. Ya saben las reglas. Alguien dice una característica y la que lo cumpla toma el shot. 

—No vale decir estupideces como "las que son más bajas que yo toman", no estamos en una entrevista. Sean creativas —acotó Sana.

—Sí, hoy sólo permito que pregunten cochinadas —añadió Momo, y Jihyo voletó a mirarla con sorpresa—. ¿Qué? Como si no las conociera. 

Sana rodó los ojos.

—Son diez para cada una, la que se queda sin nada pierde, no se vale morir antes. La última en quedar gana y decide qué quiere de premio. Dahyunnie, para ti hay bebida sin alcohol.

—¿Ya están todas? —cuestionó Momo mientras se sentaba en el suelo junto a las demás. Habían movido los muebles y formado un círculo en el medio de la sala, justo al lado de la chimenea—. Bien, yo empiezo. La que nunca haya tenido sexo, toma.

—¡Ya pues! —Tzuyu se sonrojó con fuerza y tomó un shot. Eso era un ataque personal, todas las miembros sabían que la menor nunca había llegado hasta el final con nadie.

—Yo te puedo ayudar con eso, Tzu —Sana inclinó su cabeza y coqueteó descaradamente, soltando una carcajada cuando la menor chilló de vergüenza.

—La que se haya enamorado de un idol, toma —Chaeyoung interrumpió. Momo, Sana, Jihyo y Dahyun tomaron—. Esperen, ¿de qué me perdí?— volteó a ver a Dahyun con los ojos muy abiertos.

Dahyun se encogió de hombros y le evadió la mirada. Sana no se quedó contenta con esa respuesta, su mirada brillaba con curiosidad.

—La que se haya enamorado de un idol de JYPE, toma.

Todas se quedaron en silencio cuando Dahyun fue la única que tomó.

—Dahyunnie... —Jihyo comenzó, pero la mencionada la interrumpió al instante.

—Ya, ya, estamos jugando. Me toca decir. La que ha leído fanfics de sí misma, toma.

Nayeon sintió como su pulso se aceleró de golpe. Hacía unos meses había descubierto por casualidad el mundo de los fanfics, y aunque sus primeros acercamientos fueron con pequeñas historias graciosas, pronto se encontró con relatos explícitos, la gran mayoría de ella con Jeongyeon. Luego del shock inicial, la curiosidad pudo más, y a las pocas semanas ya había devorado una gran cantidad. Momo una vez la atrapó leyendo cuando le quitó el celular para tomarse una foto, y la mirada de sorpresa de la menor era algo que la avergonzaba hasta ese día.

Mina y Sana tomaron. Nayeon titubeó, pero prefirió dejar el vaso en su sitio y rogar porque nadie lo haya notado. 

—Yo tengo unos muy interesantes para recomendarles —Sana rió—. Sólo me dicen de quién y...

¡Michaeng, Michaeng! —gritó la menor del grupo entre risas.

—Ah, ahí la experta es otra —señaló a Mina con la cabeza, y esta se puso nerviosa.

Nayeon suspiró de alivio cuando la conversación comenzó a cambiar de rumbo, pero la voz fuerte de Momo la trajo de vuelta a la realidad.

—¡Nayeon unnie, no te hagas! ¡Toma!

La mayor cerró sus ojos con fuerza e insultó a Momo en sus pensamientos. Entre los gritos y bromas molestas de las chicas, tomó un vasito y bebió el contenido con rapidez. Cuando se sentó derecha de nuevo, su mirada se cruzó con Jeongyeon, quien tenía los ojos fijos en ella. Estaba con las piernas cruzadas, inclinada hacia atrás y apoyada sobre una de sus manos, y se veía sexy sin intentarlo. Bajo su abrigo tenía una pijama de botones desabrochada hasta el centro entre sus pechos, y la mayor hizo grandes esfuerzos por no desviar la mirada de forma muy evidente.

—¿Qué lees, Nayeon? —la segunda mayor cuestionó con una expresión divertida en el rostro. Lo cierto es que Nayeon tenía la mala costumbre de dormirse con el celular en la mano, pero la costumbre aún peor de que su contraseña sea "nayeon". En más de una ocasión, Jeongyeon se había acercado a quitarle el celular para guardarlo en la mesa de noche, y las notificaciones sospechosas la habían llevado a desbloquear el aparato y descubrir lo que su amiga leía sobre ella.

—Historias graciosas —musitó. Momo explotó en risas y la miró de reojo, pero no dijo nada más.

—Bueno, voy yo —cortó Jihyo—. Toma la que ha enviado nudes.

Momo tomó, y la líder le dio un manotazo en el brazo.

—¡Oye!

—Era una pregunta con trampa —Chaeyoung se rió.

—¡Cuántas veces te he dicho que cuides lo que haces en internet! —Jihyo levantó la mano de nuevo, y Momo se arrimó a Dahyun, quien estaba sentada a su lado.

—¡Ya, ya, no lo vuelvo a hacer!

—Y borras mañana mismo todo lo que tengas en el celular!

—¿Me las mandas primero? —Sana coqueteó, Momo se enderezó escondió su cabeza entre sus rodillas.

—¡Ya basta, no me molesten! —chilló como niña pequeña. Todas rompieron en risas.

—Mina-yah, te toca.

—Toma la que ha hecho un lap dance.

Jihyo tomó discretamente, y nadie se atrevió a preguntarle nada. Sin embargo, todas quedaron boquiabiertas cuando la mayor del grupo también bebió.

—Vaya, unnie.

—¿Pero cuándo...?

—¡Ah, ya sé! —gritó Momo, y la mayor la volvió a insultar con la mente y tomó nota para vengarse después—. ¿No fue cuando fuimos a Sui...?

—Voy a traer bocaditos, ¿alguien quiere? —Nayeon se puso de pie de golpe e interrumpió lo que su amiga estaba diciendo. Todas reclamaron por no dejarla terminar, pero Jeongyeon se puso de pie y la siguió.

—Te ayudo.

Se dirigieron a la cocina de la casa. Nayeon se inclinó para sacar bolsas de snacks de los cajones, y la menor la imitó en silencio. Cuando iban a salir, se adelantó y bloqueó la puerta con su cuerpo.

—Sólo para que lo sepas, unnie, a mí sí me interesaba lo que estaba diciendo Momo.

—Ay, no...

—Déjame terminar. Quería saberlo, pero, ¿sabes qué? es mejor que no la hayas dejado contarlo —Nayeon se quedó rígida y muda cuando la menor acercó su rostro con una sonrisa, y se detuvo a pocos centímetros de distancia—. Yo no quiero que me lo cuenten. Quiero que me lo demuestres.

El pulso de la mayor se aceleró tanto que sintió que se podía escuchar en toda la habitación. No atinó a reaccionar, y la sonrisa coqueta de su amiga no ayudaba en nada. Intentó pasar saliva para decir algo, pero la voz de Sana llegó desde la sala.

—¡Ya, apuren para seguir jugando!

Jeongyeon rió con suavidad y le dio un toquecito en el cuello y mentón con el dedo índice.

—Salvada por la campana. Pero piénsalo, unnie —dio media vuelta y regresó a la sala.

Nayeon se quedó parada en la puerta de la cocina, con la piel erizada y su imaginación enviando cada vez más sensibilidad al interior de su cuerpo.

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