༄ Capítulo 27
Una semana más tarde, ambos chicos, ahora pareja, se habían reunido con Yoonji para pasar la tarde, ya que la chica les había contado hace un par de noches mientras hablaban por teléfono que les tenía preparada una sorpresa a ambos, haciendo chillar a Jimin por la emoción.
Ahora, mientras esperaban a que Yoonji se bajase del auto, Jimin no podía estar más emocionado, saltando y caminando de un lado a otro mientras Jungkook reía enternecido por la actitud infantil del más bajo.
- ¿Qué sorpresa? ¿Qué sorpresa? -Abrió mucho sus ojos, acercándose a su prima más emocionado que nunca, sonriendo en grande.
La chica rió y acarició su cabello como si de un cachorro se tratase, tomando su bolso para sacar tres folletos de éste y tenderle uno a cada chico, guardándose uno para ella misma.
- Son entradas para la exposición que le concedieron a Taehyung, me llegaron hoy, pero lo sabía desde que os lo dije. -Rió, observando como Jimin miraba cauteloso el folleto entregado-. La primera empieza en menos de una hora, así que súbanse al auto que debemos llegar de los primeros para poder cortar el cordón de inauguración.
Los chicos se tomaron de la mano y sonrieron a la vez, adentrándose al auto y tomando asiento emocionados. Yoonji rodeó el auto para meterse ella también y comenzó a conducir en lo que miraba a su alrededor, asombrándose por la cantidad de gente que esperaba en la puerta a la espera de la apertura.
- Mirad eso. -Señaló, estacionando el auto a un par de calles donde, perfectamente, se podía ver la cola de gente que esperaba para entrar-. Buah, sacaremos mucho dinero con esto y podremos donarlo todo.
Jimin asintió sonriente y emocionado, bajando del auto junto a Jungkook para tomar su mano. Yoonji bajó luego de ellos, caminando delante y haciéndose paso entre las personas que hacían cola.
- Paso, paso, soy la esposa del difunto... digo, del pintor. -Hablaba mientras caminaba entre las personas, llegando al principio y a las puertas de la galería de arte, mirando al chico de seguridad-. Min Yoonji, encantada, soy la chica del cuaderno y los que vienen detrás mis invitados.
Asombrosamente, el chico de seguridad le dio paso y los chicos detrás de ella también pasaron. Jungkook miró de arriba a abajo al segurata, provocando que éste hiciera lo mismo con él.
- Ese chico me da mala espina. -Susurró sólo para Jimin, quién caminaba tranquilo y sin inmutarse de nada-. Me suena de haberlo visto en otro lugar.
- Tal vez tiene más de un trabajo y lo conoces de antes de haber estado en la calle. -Se encogió de hombros tranquilo, tomando su mano para que no se perdiera.
El dueño de la galería llegó entonces hasta ellos, sonriendo a Yoonji y haciendo una reverencia ante los tres chicos.
- Quiero daros las gracias por darme el honor de expresar el arte de vuestro amigo de esta manera tan bella. -Sonrió-. Hemos vendido todas las entradas en demasiado poco tiempo. Ese chico estaba hecho para brillar desde siempre.
Jungkook sonrió encantado, asintiendo a todas las palabras del hombre hacia su amigo. Jimin miró a Jungkook orgulloso y el hombre se adentró hasta su despacho para tenderle unas tijeras a la chica.
- La apertura comenzará cuando cortes el cordón. -Habló sonriente, señalando hacia las puertas-. Está en tus manos a partir de ahora.
Yoonji tomó valor en sí misma y se dispuso a caminar hacia el cordón que unía las puertas principales, Jungkook y Jimin se quedaron en su lugar observándole orgullosos. La chica tomó las tijeras y las alzó al cielo, dejando que todas las personas que se encontraban cerca pudiesen verla. Poco después, se inclinó para cortar el cordón por fin, siendo recibida por decenas de aplausos y palabras en fortaleza.
- Listo.
Jimin se acercó junto a Jungkook, rodeando a Yoonji para poder abrazarse los tres juntos.
- Esto es una nueva etapa.
- Estoy seguro. -Añadió Jungkook a las palabras de su chico, separándose para quedar a un lado y poder darles a las personas que pasaban a su alrededor el espacio suficiente.
Las personas comenzaron a pasar a su alrededor entusiasmadas por ver las obras. Los tres se separaron cada uno por su lado para ver los dibujos y, con ello, se acercaron a la gente como si fueran totales expertos en el arte.
Jimin se acercó a un matrimonio de mediana edad, hablándole de cualquier cosa cotidiana y tratando de explicar la obra desde la perspectiva que él tenía.
Jungkook, por su lado, se acercó a una pareja más joven que visitaba una galería de arte por primera vez, sonriéndoles y hablando por encima de la historia tan trágica del autor de la obra que asombraban, manteniendo la sonrisa porque a Taehyung no le hubiese gustado que Jungkook contase su historia entre lamentos.
Yoonji se centró en acercarse cuidadosamente a un chico vestido de negro por completo, con un sombrero en su cabeza y un cubre-bocas del mismo color, acompañado de unas gafas de sol con lentes bajas.
- Hola. -Saludó curiosa y tímida, acercándose a él, aunque el chico no se inmutara. Daba un aire misterioso y excitante a la vez-. ¿Le gusta el arte?
- Es por algo que estoy aquí. -Contestó simplemente de manera seca y tosca.
- Oh. -Yoonji reclinó un poco hacia atrás, asintiendo y comprendiendo la situación-. ¿Y le gusta esta obra? Está mirándola desde hace rato.
- Pensaba las cámaras sólo se encontraban en el techo. -Bromeó-. Respecto a la obra, no, me parece horrorosamente repugnante, pero así es el arte moderno, ¿no es cierto?
Yoonji boqueó por como ese chico se había referido a la obra de Taehyung, frunciendo el ceño y mirándole sobre la leve capa de enojo y rabia que había dominado su cuerpo.
- Tal vez, si se quitase las gafas de sol en un espacio tan cerrado como es este, creo que podría apreciar de una mejor manera el arte. -Se resignó a hablar, sonriendo triunfante-. De todas formas, si no le gusta no entiendo cómo es que sigue aquí, como ha venido en un primer momento.
El señor colocó bien las gafas, volteándose sutilmente hasta dejar de ver la figura de Yoonji, acercándose al guardia de seguridad para susurrarle algo y caminar hacia la salida. Yoonji miró todo con el ceño fruncido, tragando saliva y buscando con la mirada a Jungkook y a Jimin. Una vez los tuvo frente a su campo de visión, se acercó a ambos y parpadeó incrédula.
- El primer imbécil ya se ha ido. -Avisó-. No entiendo a la gente que viene a ver una galería de arte y no entiende de arte.
- ¿Ocurrió algo? -Se entrometió Jungkook, Yoonji relamió sus labios algo nerviosa por la leve discusión.
- Un idiota que iba de crítico de arte y lo he mandado a pasear. -Refunfuñó-. Insultó las obras de Taehyung y no me quedé callada, simplemente.
Los dos chicos asintieron comprendiendo, entendían a Yoonji y, aunque la chica fuese una dramática que se enojase fácilmente y no pudiesen hablarle por mucho tiempo sin que dijera una palabrería, no iban a admitirlo en voz alta.
- Hay mucha gente idiota últimamente. -Se rehusó a decir Jimin, ganándose un asentimiento por parte de Jungkook-. Seguro que hay decenas justamente aquí y ahora viendo las obras de Taehyung, pero no por eso debes echarlos a todos.
De todas formas, a Jimin le resultaba un poco gracioso la situación, y tampoco es como si fuera a regañarle e la mayor o decirle algo que terminara de enfadarla porque, entonces, tendrían día de sobra y sólo querían disfrutar del ambiente, de Taehyung y de su esencia.
- ¿Qué tal si nos tomamos un descanso y vamos a tomar un refresco? -Añadió Jungkook poco después, Jimin asintió emocionado y tomó su mano, esperando por la respuesta de Yoonji-. Yo invito.
Parecía que eso ya le estaba gustando más a la chica, quién sonrió perversa y asintió convencida, relamiendo sus labios ansiosa.
- No puedo esperar a tomarme ese frío refresco al que mi cuñado favorito va a invitarme.
Jimin boqueó a su lado, mirándole y bufando bajo.
- En primer lugar, no es tu cuñado; en segundo, es el único que tienes porque no tienes más primos o hermanos. -Refunfuñó, mirando a Jungkook-. No te dejes caer en su trampa, es una zorra.
- Hacía tiempo que no me llamabas así. -Sonrió perversa, empujándole levemente y haciéndolo chocar con el fornido pecho de Jungkook.
- Bueno, ya basta. -Se metió Jungkook entre ambos primos, suspirando y separándolos un poco, caminando entre los dos para que ninguno pudiese idear la siguiente venganza contra el otro.
Con el tiempo, Jungkook se vio de intermedio entre ambos por lo rápido que podrían hacer un drama el uno sobre el otro, así que se había acostumbrado, tanto a aguantar a uno, como al otro.
Caminaron tranquilos, entre risas y miradas filosas de parte de los dos primos, señalándose con el dedo y apuntándose en señal de alerta. Jungkook rodó los ojos.
Seguían siendo unos críos.
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