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༄ Capítulo 12




Los días cada vez pasaban más rápidos, tanto así que pronto Jimin y Yoonji deberían entrar de nuevo a clases. Pero aún quedaba nochevieja, el día de año nuevo y reyes para poder descansar un poco más.

Aunque, de todas formas, Jimin y Yoonji se la pasarían esos días encerrados en la habitación del primero bebiendo hasta saciar sus penas o yendo a visitar a los otros dos chicos.

El día de nochebuena todo acabó genial, Jungkook y Taehyung se quedaron hasta el día siguiente, en donde jugaron al bingo y a otros juegos de mesa junto a los mayores mientras pasaban el día. Parecía que ahora ellos eran parte de la familia y, a Jimin, eso le producía pánico y una gran sensación de felicidad a la vez. Porque mentía a sus padres constantemente por culpa de Yoonji, pero también se sentía cálido al saber que Jungkook era uno más entre ellos.

¿Le seguirían adorando sus padres al darse cuenta de que ese chico educado y amable no era ningún siervo de Dios y realmente era un adolescente con poca suerte en la vida que vivía entre gatos y cartones en edificios abandonados?

A Jimin le atemorizaba pensar en eso, en el rechazo de su familia hacia Jungkook por ese hecho. Porque sabía que su familia era religiosa y cristiana, pero en el fondo eran los primeros en juzgar al prójimo.

Y pensar en las palabras que había escuchado de Jungkook hacia Yoonji los pasados días habían hecho que su piel se erice de buena forma, dejándolo nervioso sólo con su presencia, haciéndole sentir que estaba bien, pero no se sentía correcto.

Suspiró y se deshizo de las sábanas que le cubrían para luego ver a Yoonji dormitar, sonriendo risueño y saliendo de la habitación. Se encontró únicamente con su madre despierta, pues era demasiado temprano en la mañana y era festivo como para que alguien más lo estuviera por pura caridad.

Se acercó dudoso y mordiendo su labio inferior, cruzándose de brazos a medida que avanzaba hasta la mujer.

— Mamá, quiero hablar contigo de algo serio. —Dedujo, mirándole a los ojos—. Sólo hace rondar mi mente y sé que no está bien ocultar mis sentimientos. Ya no me importa si recibo el rechazo de la familia o me repudian, ustedes lo saben ya.

La mujer, de rostro cansado y adormilado, asintió y se acercó a la sala para tomar la mano de su hijo y guiarle con ella, ambos tomando asiento en el sofá.

— Me gusta alguien. —Suspiró, evitando mirar directamente a su madre, la cual se ceñía a su compostura seria—. Me gusta un chico, no te hagas ilusiones de que es una chica porque ya os dije que no me gustan.

Su madre asintió atenta, mirándole directamente.

— Sigue hablando, hijo. —Le animó, acariciando su cabello y echándolo hacia atrás con cariño—. ¿Quién es ese chico y qué ocurre con él? ¿No eres correspondido?

Por eso y más, Jimin adoraba hablar de estos temas con su madre, ya que era la única que parecía entenderle en esa familia de locos, sin contar a Yoonji. A ella no le importaba más que la salud mental y física de su hijo, siempre estaba dispuesta a escucharle y pelear por él, así fuera incluso por encima de su esposo.

— Ese chico es Jungkook. —Confesó en voz baja—. Me gusta mucho, mamá, y sé que está mal, está horriblemente mal, pero no puedo hacer nada por volver atrás.

— ¿Quién es Jungkook, Jiminnie? —Habló en tono suave, Jimin alzó una ceja confundido.

— El chico que vino en nochebuena y vendrá hoy. —Musitó—. Junto a Taehyung, ¿no le recuerdas?

La señora Park sonrió levemente y asintió.

— Me refiero a quién es él. —Acarició sus hombros—. Sé que no es ningún cristiano ni nada por ese camino, Jimin, aunque no voy a decir que fuese mal actor.

Jimin abrió sus ojos en grande y le miró casi asustado, tragando saliva repentinamente.

— No es lo que piensas.

— Vamos, sólo explícame, quiero saber a quienes he metido en casa. —Rió.

— Ellos dos son... son adolescentes sin suerte. Bueno, Yoonji ya está más cerca de ser anciano que adolescente, pero tú me entiendes. —Rió divertido—. Les conocí hace más de un mes, me perdí volviendo a casa de una fiesta de cumpleaños y ellos se ofrecieron a llevarme a casa. Llegué sano y salvo por ellos, mamá.

La señora sonrió orgullosa y asintió dándole paso a que siguiera hablando, mirándole tranquila y con expresión pacífica.

— Jungkook se quedó sin familia y hogar a los diecisiete años, Yoonji creo recordar que a los diecinueve. —Se encogió de hombros sin saber exactamente—. Los encontré por casualidad en un callejón de mala muerte, haciendo una pequeña hoguera en un edificio abandonado. Compramos algo de comida y, desde entonces, me han ofrecido el calor de su hogar, aunque no tengan más. Soy feliz con ellos, mamá, ellos me enseñaron más de humildad y caridad en un mes que la iglesia en todos estos años. Todo el tiempo que no he estado en casa es porque estaba con ellos.

— Me alegro mucho escuchar eso viniendo de ti, sabes que estoy y siempre he estado muy orgullosa de mi hijo al sentir que no era como todos... que tú eras suficientemente valiente como para sacar adelante tus sueños y aspiraciones y no quedarte estancado como yo lo hice. —Sonrió apenada y triste, acariciando las abundantes mejillas de su hijo—. Sabía que tarde o temprano abrirías tu corazón y mente por alguien y, entonces, te darías cuenta del verdadero significado de la palabra de Dios. —Le miró a los ojos—. Puedes estar tranquilo conmigo, tu padre no sabrá hasta que no te sientas preparado para decirlo, y Jungkook tiene una segunda casa aquí. Aunque hay algo que no llego a entender.

Jimin achicó sus ojos y le miró preguntándole con la mirada, siendo curioso.

— ¿Por qué él y no Taehyung?

El rubio sonrió y cerró los ojos, echando su cabeza hacia atrás.

— Porque Jungkook me ha tendido la mano el primero y no ha tenido reparo en decirme en todo momento lo que estaba bien y lo que estaba mal. —Sonrió—. Y Taehyung lo hizo también, pero de una perspectiva de hermano mayor, lo que hizo que le quisiera como tal. Oh, y es ex-novio de Yoonji, no me iba a ir con él de todas formas.

La señora Park abrió sus ojos en demasía, Jimin rió mientras asentía con la cabeza ante su actitud incrédula.

— Eso no lo sabía. —Rió divertida, sonriendo y mirando a su hijo—. Pero sabes que, detrás de todo lo que está ocurriendo y lo que ocurrirá, tendrás mi mano aquí para sostenerte antes de que te caigas. Jungkook es bienvenido a la familia así sea como tu pareja o el monaguillo de la parroquia. —Rió—. Ahora ve a descansar un poco más, en la noche tienes que estar brillante para terminar de conquistarlo.

— ¿Terminar de conquistarlo? —Rió, su madre asintió risueña.

— Cariño, he visto como ese chico te mira. —Sonrió—. Créeme cuando digo que te conozco y sé lo que está sucediendo a tu alrededor. Lo que sí debes tener es más cuidado con las escenas que hacéis, tu padre y los tíos no deben saber nada, así que ve con precaución.

Jimin rió divertido, levantándose del sofá y sonriendo en grande, sintiendo un gran sentimiento cálido en su pecho.

— ¿Y no me vas a decir eso de que use protección? —Bromeó, su madre le miró escandalizada.

— ¡Se acabó la charla, Jimin Park! —Le señaló con el dedo—. A tu habitación.

Jimin rió más y asintió mientras le lanzaba un beso volador, caminando tranquilo de vuelta a su habitación en lo que sus pensamientos se sentían cada vez menos pesados y confusos.

Tenía unas enormes ganas de deslumbrar en la noche y hacerle ver a Jungkook que nadie más podría hacerlo mejor que él, que era todo lo bueno que podría pasarle. Se lo demostraría y, luego, le daría un pequeño regalo que tenía guardado exclusivamente para el de cabello negro.

Tenía claro sus pensamientos y sus decisiones. No se equivocaba cuando le dijo a su madre que a Jungkook le quería de una forma distinta a la de Taehyung. Porque Taehyung era y siempre sería su hermano, aunque no compartiesen sangre.

Pero compartían anécdotas y a Yoonji... eso era casi lo mismo.

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