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༄ Capítulo 1


El frío comenzaba a hacerse notar en las calles pocos transitadas y desiertas de la zona baja de la ciudad. Y es que, el hecho de que los edificios del área se encontrasen derribados o sus plantas fuesen bajas, privaba totalmente de un buen ambiente cálido y sensacional, convirtiéndolo en un iglú en ocasiones como la que Jungkook estaba viviendo en esos instantes.

Caminaba por la calle más reconocida ante sus ojos y miraba alrededor para tener la certeza de poder buscar algo con lo que resguardarse de la fría brisa que calaba sus huesos a través de la gran chaqueta de borrego que llevaba sobre sus hombros. No servía de nada si el pantalón ofrecía pequeños agujeros y su gorro había dejado de ofrecer calidez en su cabeza.

Deslumbró el lugar donde su viejo amigo solía pedir limosna y se acercó cauteloso, sin querer despertarle del profundo sueño del que estaba sumergido.

— Sólo voy a tomar prestadas un par de monedas, te las devolveré. —Susurró para sí mismo, mirando que su amigo no se moviese y tomando algunas monedas de un vaso magullado—. Al igual que los calcetines que me dejaste, cuando los encuentre. Estoy seguro de que el gato del señor Lai los robó.

Hablaba consigo mismo, era algo de lo que se había acostumbrado recientemente y le gustaba porque le ayudaba a combatir con la soledad continua. Guardó las monedas en el bolsillo de su chaqueta y le dio un último vistazo al chico que dormía profundamente, o al menos eso creía.

— ¡Hijo de puta, dame mi dinero! —Vociferó adormilado, enfocando su mirada y alzando una ceja— Oh, hola, Jungkook.

Jungkook sonrió y despeinó sus cabellos.

— Te tomé prestado algunos centavos para comprar una caja de cerillas, te los devolveré. —Dijo rápidamente—. Puedes acompañarme junto a los demás luego en la hoguera, aunque creo que el señor Lai y el señor Jack tenían una partida de cartas al otro lado de la ciudad.

— Está bien, si sigo despierto a la vuelta llévame contigo. —Bostezó—. Pero no me vuelvas a despertar de este modo, cobarde.

Jungkook rió y le sacó la lengua.

— Te traeré uno de esos caramelos de menta que te gustan, Taehyung. —Le guiñó el ojo—. Así que espera a estar despierto o me lo comeré yo.

— Ni te atrevas, Jeon.

Le dejó con la palabra en la boca para continuar caminando entre risas hacia la tienda más cercana: un pequeño local que se encontraba abierto las veinticuatro horas para personas con mala cabeza que necesitasen de un desavío.

Colocó bien su gorro y frotó una mancha en su chaqueta para verse más presentable, entrando y mirando a su alrededor.

— Disculpe, ¿podría cargar mi teléfono unos minutos? —Preguntó un chico más bien asustado, entrando tras él y viéndose pequeño a su lado—. Es una urgencia.

— No damos ese servicio, chico. —Espetó la cajera sin expresión en su rostro. Jungkook se echó a un lado y dejó que el chico caminase hasta el mostrador.

— Por favor, necesito de un porcentaje de batería para llamar a mis padres y que vengan a recogerme, no sé cómo diablos acabé aquí. —Suspiró, desviando la mirada al suelo avergonzado.

La cajera volvió a repetir que no era su problema y el chico refunfuñó bajo para luego salir a la puerta del local. Jungkook tomó una pequeña caja de cerillas y la llevó a la caja para pagarla. Cuando salió, el chico permanecía ahí abrazándose a sí mismo.

— Hey. —Jungkook le llamó—. No tengo cargador o electricidad pero puedo ayudarte a salir de esta área poligonal.

Tal vez Jungkook se veía demasiado mal o los prejuicios del rubio eran demasiado elevados, por lo que alzó la mirada y volvió a desviarla ignorándole.

— Uhm, bueno, solo quería ofrecerte mi ayuda. —Comentó en tono bajo y suave—. Espero que llegues bien a casa, hace un frío de la ostia, no creo que te guste estar al margen de la brisa por mucho tiempo.

Entonces el chico volvió la mirada y sus ojos se vieron reflejados en los grises y brillantes de Jungkook.

— ¿Puedes ayudarme? —Musitó, Jungkook asintió con una enorme sonrisa.

— Conozco la ciudad como la palma de mi mano. —Infló su pecho orgulloso de sí mismo—. Puedo ayudarte a salir de aquí y que estés a salvo, pero no creo que estés en condiciones de ir así.

Y ante la vista de Jungkook, el rubio iba vestido de ropa fina y elegante, él mismo sentía sus huesos siendo calados por el frío al imaginarse en esa ropa.

— Ven, acompáñame. —Le tendió la mano—. Iba a hacer una hoguera junto a un amigo, no creo que te moleste coger un poco de calor antes de comenzar la caminata. —Rió, mirándole a los ojos como si estuviese penetrando su alma—. Mi nombre es Jungkook, Jeon Jungkook.

El chico tragó saliva, mirando la roñosa mano de Jungkook. Pero no le importó. La tomó y aseguró el agarre.

— Jimin, Park Jimin.

Y si dijeran que los ojos de ambos no brillaron, mentirían.

Jungkook le volvió a sonreír cálidamente y caminó junto a él de vuelta al edificio abandonado en el que solía dormir, dando un vistazo a Taehyung durmiendo profundamente y tranquilo.

— Él es el supuesto amigo que nos iba a acompañar. —Bromeó—. Parece que el sueño pudo con él.

Pero Jimin estaba demasiado ocupado observando y analizando sus facciones.

— ¿Qué edad tienes? Pareces joven como para estar viviendo en la calle.

— ¿Verdad que sí? —Rió de mala gana—. Así es la vida. Tengo veintidós años, los cumplí hace un par de meses... o más, realmente no recuerdo bien en qué día estamos hasta que el ayuntamiento adorna las calles en señal de alguna fiesta. —Se encogió de hombros, Jimin rió levemente.

— Yo tengo diecinueve. —Admitió—. Pero no es como si mi mente estuviera planificada a mi edad.

— Te entiendo. —Expuso—. ¿Maduración precoz?

— Uhum.

Siguieron caminando hacia el lugar y, en cuanto llegaron, Jungkook preparó una especie de tanque de agua oxidado para comenzar a echar la leña recogida en la tarde y tratar de encender el fuego gracias a las cerillas.

— Taehyung tiene veinticinco, es como un hermano mayor para mí. —Señaló hacia la esquina de la calle, mirando al chico dormitar—. Me ha salvado en numerosas situaciones y, a veces, siento que le debo incluso la vida.

— Parece interesante. —Jimin cercioró—. Quiero decir, eso de no tener nada ni depender de nadie más que de tu propia vida. Me gustaría sentí eso, estar libre y hacer lo que me diera la gana.

— ¿Es que acaso no puedes? —Le miró incrédulo, terminando de preparar el fuego—. Mírate, estás en un lugar abandonado de noche y con bajas temperaturas, confiando en un chico sin hogar y sin comunicación exterior. ¿Seguro que no haces lo que quieres?

Jimin soltó una risita y sus mejillas se colorearon rápidamente en cuanto sintió el calor de la hoguera.

— No es tan así. Mis padres son muy controladores, siempre lo han sido pero estos últimos años el doble. —Se encogió de hombros—. Ya me entiendes, ellos son demasiado religiosos para el pecador que tienen por hijo.

— ¿Pecador? Jodida mierda, no escuchaba una de esas estupideces desde que mamá me llevaba a la iglesia. Y mírame. —Se señaló a sí mismo—. No valió para nada, ni para ella, ni para mí.

— Lo sé, es por eso que no soy el favorito. —Admitió haciendo un puchero con sus labios—. Y respondiendo a tu pregunta, bueno... tal vez me haya escapado de casa para ir de fiesta con mis amigos pero en algún momento de la noche les perdí de vista, me aburrí y caminé sin rumbo hasta llegar aquí.

— ¿Y el teléfono?

— Venía escuchando música. —Relamió sus labios—. Y llevo mucho tiempo caminando, así que agoté la batería demasiado rápido.

— Entiendo... o sea, realmente no porque nunca tuve un cacharro de esos, pero sí te comprendo. —Sonrió avergonzado, Jimin se acercó para estar más cerca del calor.

— Está bien, eres agradable. —Le devolvió la sonrisa—. ¿Siempre estás aquí? Podría volver en algún momento con la batería al cien por cien para que escuchemos música juntos en compensación por guiarme y no hacerme pasar frío.

— Oh, eso estaría bien. —Asintió emocionado—. La última vez que escuché música fue en una radio antigua con discos de esos de carrete del señor Lai. Sólo tenía a Elvis Presley y a Amy Winehouse pero me divertía escuchando sus canciones.

— La música ha cambiado demasiado desde entonces. —Rió—. Aunque no voy a negar que son los reyes, pero puedes escuchar cosas mejores actualmente, si es posible.

Jungkook asintió, acercando sus manos al fuego para calentarlas.

— Sería bueno que comenzásemos a caminar, luego volveré aquí. —Le miró—. Cuanto antes llegues a casa, menos frío cogerás.

Y el acto que hizo Jungkook a continuación sorprendió a Jimin.

Se quitó con delicadeza su chaqueta y suspiró entrecortado por el frío, echándosela a Jimin por los hombros.

— Está un poco sucia pero funciona. —Admitió avergonzado—. Tú la necesitarás más que yo en el camino, yo estoy acostumbrado a esto de pasar frío.

Jimin se quedó sin palabras, culpando al fuego cercano del sonrojo en sus mejillas y sus temblorosas manos al frío. Tragó saliva y asintió en pequeñito.

— Gracias. —Jungkook sonrió orgulloso de sí mismo, era su segunda buena acción del día.

— No es nada, vamos. —Caminó hacia afuera de las instalaciones siendo seguido por Jimin—. ¿Dónde dices que vives?

Y Jimin sonrió en grande sabiendo que podía confiar en él.

   • . * ˗ ˏˋ BURNED LOVERS ˎˊ˗ * . •

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