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once

ㅡSí ㅡafirmó Rosé. ㅡQuiero saber cuánto antes, todo lo que puedas conseguir. Cualquier información ㅡdemandó. Tenía al alfa en frente. ㅡNecesito absoluta discreción, nadie tiene que saber absolutamente nada. Lo que sea que averigües es conmigo. Y únicamente conmigo con quién tienes que hablar.

Su tono era severo. No había juegos, no había sutilezas. Soobin, el alfa que era bajo para su casta, asintió sin emitir ninguna palabra. Rosé sabía. Confiaba en que pudiera llevar a cabo lo que le había mandado a investigar; la familia de Jennie.

La rubia, desde hace unos días viene recabando información sobre la familia de su omega. Algunas preguntas, algún nombre o lugar. Pudo sacarle algo, Jennie es un poco reacia a hablar de ellos, pero por las noches, cuando la oscuridad las cubre con su manto de protección, luego de oírla sollozar en silencio, es cuando la menor habla. Cuando cuenta, cuando se quiebra, y es cuando Rosé lo hace por dentro, también.

Necesita hacer algo. Lo que sea. Aun qué sea saber sobre ellos, qué fue o, que hicieron. Así que ahora, con una persona de confianza como Soobin y con los recursos de la empresa, pueden hallar un lugar. Un número de teléfono, una dirección. Lo que sea, Rosé está desesperada por calmar el dolor de Jennie.

Suspiró. Miró a su alrededor.

Se encontraba tapada de trabajo. Literalmente. Su escritorio había dejado de ser ese pulcro lugar, reluciente, para pasar a ser uno lleno de trabajo atrasado. Documentos que revisar, que releer, que reescribir y firmar.

Estaba cansada. Quería volver a su casa. Al que ahora era su hogar.

Sonrió.

Eran las 10 de la mañana, y quería el aroma de su hermosa omega. Quería esa esencia dulzona, esa que se queda impregnada detrás de su paladar cuando la besa, o cuando lame su cuello por las noches para que logre dormir, porque ahora le duelen los pies, y también la espalda. Y que llora porque su ropa no le queda, y tiene hambre a las 2:50 de la madrugada y no la quiere despertar. Que se contenta con cualquier cosa para comer a esa hora que Rosé, con amor, se lo prepara.

Y es que ahora, con tres meses y medio, su pancita se nota más. Está más grande, y ya empiezan las molestias. Y sonríe, porque Jennie la mira con ese amor bajo sus pestañas, y la mira como nadie nunca antes, como si fuera un súper héroe y Rosé se siente así cuando la mira de esa forma porque no quiere que la mire de otra distinta, nunca jamás en la vida.

Bendice a las hormonas del embarazo que la ponen tan sentimental, porque la omega se deshace bajo su toque y es toda una mimosa andante y le demanda su cariño y si pudiera le daría la vida porque no se merece absolutamente nada menos que eso.

No puede más, necesita hablar con ella. Escuchar su voz y entonces decide llamarla. Toma su celular, y va directo a su contacto.

Tres tonos y Jennie atienden su propio celular, y si, uno que Rosé le compró para poder mandarse mensajes cuando están desocupada, o algún que otro audio. La omega es de los vídeos, y Rosé ama que se grabe cocinando y se lo mande, que se grabe tocando el piano que le regaló y se lo mande, o que le hable desde el nido, lugar donde se pasa la mayoría del tiempo entre los cojines, y las colchas, los acolchados. De variados colores, y tamaños, donde se pierde entre los pliegues.

Desde que lo hizo, duermen allí todas las noches y cuando está cansada. Jennie lo disfruta, y Rosé disfruta ver que lo hace.

Rosé se queda mirando cada uno, con una sonrisa boba cada vez que puede.

Ya no se lo pudo ocultar a Lisa, porque, según sus propias palabras, la chismosa de Nayeon no se quedó callada y Manobal se lo tomó a mal que no la incluyera para compartir que tiene una omega y que está esperando un cachorro, pero es que a Rosé cuando está con Jennie se le pasa el mundo por al lado, las horas desaparecen para ambas. Nada más existe, ni nadie.

ㅡHm ㅡsonríe al oír su voz pastosa por el sueño.

ㅡOmega ㅡsusurra Rosé, mirando hacia la ventana frente suyo. Frente hay una gran construcción que obstruye la buena vista de siempre.

ㅡHola, alfa ㅡsu voz es ronca, y Rosé la conoce tan bien.

ㅡ¿Todavía estabas durmiendo, Jen? ㅡSabe la respuesta, pero quiere oírla hablar. Es uno de sus vicios últimamente, oírla porque la omega habla y mucho.

ㅡNo ㅡcontesta. Se la imagina restregando sus ojitos cansados.

ㅡNo me mientas, omega ㅡle reprende.

ㅡBueno, un poquito ㅡríe. Es la mejor risa del mundo, gloriosa. Desea estar ahí, verla con sus propios ojos.

ㅡEstá bien, chiquita ㅡsusurra. ㅡSolo quería saber cómo estaban ¿Todo bien?

ㅡAjam ㅡcontesta. Escucha que se está levantando, apenas. ㅡSi, bien, con un poco de hambre nada más, Rosé.

Rosé se muerde el labio. «Siempre tienes hambre», piensa. Y era cierto, la última vez que fueron a la revisión medía la Doctora dijo que había aumentado un poco de peso, y que ahora estaba en un mucho mejor estado que la primera vez. Eso ponía contenta a la alfa. Muy.

ㅡTe he dejado una sorpresa, en la heladera, Jen,ㅡoyó como se le cortó la respiración y contuvo una risa. ㅡCreo que les va a gustar.

ㅡEstoy yendo ㅡla escuchó murmurar, rápido, y enseguida sintió el chillido. ㅡ¡Alfa! Has hecho Waffles con fruta ㅡpodía asegurar de que estaba haciendo un puchero.

ㅡSi, los hice rápido ésta mañana antes de salir ㅡcomentó. Al tiempo escucho que alguien tocaba la puerta y la abría de repente. Era Wendy. ㅡSabía que a mi bebé le iba a gustar...y al cachorro también ㅡmurmuró, con las mejillas coloradas.

ㅡHmm me encanta ㅡtenía la boca llena, lo podía sentir. Suspiró, tranquila. Sus chicos estaban saciados y bien, eso era lo único que le importaba.

ㅡBueno, omega. Parece que están deliciosos ㅡrio bajito. Jennie murmuró un asentimiento. Su secretaria se cruzó de brazos, y movía el pie impaciente. ㅡQue disfrutes y estoy volviendo después del mediodía ¿Sí? Tengo que seguir trabajando, Jennie.

ㅡSi, alfa ㅡtragó, volviendo a hablar. ㅡNos vemos, te extraño ㅡdijo, bajito. ㅡTe voy a cocinar algo para cuando llegues ¿O almuerzas en la oficina? ㅡHabía alegría en su voz, y Rosé se perdió en ella.

ㅡNo, iré para la casa Jen, lo que quieras cocinar estará bien ㅡse perdió en sus pensamientos. ㅡLes mando un beso, y avísame lo que sea que suceda. Cualquier-

ㅡCosa ㅡterminó la omega. ㅡLo sé, gracias Rosé.

Guardó a regañadientes su celular. Quería seguir hablando, aunque sea de algún sueño que haya tenido, de los que siempre le cuenta o simplemente sentir que la acompañaba mientras desayunaba, pero tenía una mirada pesada sobre su ser que no admitía más distracción.

El rostro de la omega se suavizó, cuando Rosé puso su atención en ella. Se acercó, acomodando su cabello y soltando ese aroma que la alfa ya tenía claro que no le gustaba, en absoluto y le parece agrio en comparación del de Jennie. Todo ahora se basaba en comparar con el de su omega.

ㅡRosé ㅡsusurró la omega. ㅡHe traído los reportes que me pediste más temprano.

Seungwan le sonrió. Rosé le devolvió la sonrisa por cortesía.

ㅡGracias Wendy ㅡmurmuró, tomando entre sus manos los papeles y echando una ojeada rápida. ㅡ¿Algo más?

ㅡEhm si ㅡrespondió rápido, sentándose en la silla frente a ella. ㅡQuería saber si... sí podría ser tu acompañante para la fiesta ㅡmurmuró, risueña. Parpadeó.

ㅡ¿Qué fiesta? ㅡPreguntó, haciendo una mueca. La cara de la omega se deformó un momento, solo una milésima para luego volver a su sonrisa tensa.

ㅡLa de la celebración por los 30 años de la compañía, claro ㅡRosé se dio una cachetada mental.

La fiesta. Esa fiesta.

Se olvidó por completo. Pero ¿Cómo no hacerlo, teniendo a la chica más bella en su casa que llena su vida con su simpleza y amor? ¿Qué era una fiesta para ella, en comparación de Jennie?

ㅡOh, claro. Esa fiesta, perdón, Rosé, nosotras no iremos juntas. A decir verdad, hasta se me olvidó que era la celebración ㅡse encogió de hombros.

ㅡPero... pero tú ㅡse puso de pie. Estaba roja, ardiente. Apoyó sus manos con fuerza sobre el escritorio. Rosé no se inmutó. ㅡ¿Es por esa omega tonta? Está embarazada, y ni siquiera es tuyo ㅡescupió. Bronca y enojo corrían por las venas de la omega. Esa estúpida omega me está quitando mi alfa, pensó.

Tragó saliva. No debía enojarse, no, porque no era correcto. Wendy hablaba del enojo, y del rencor. De la tonta idea que su padre le puso en mente de que ella sería su compañera, su omega.

ㅡTe prohíbo ㅡhabló despacio, tranquila. ㅡQue vuelvas a referirte así de Jennie y el cachorro. Ellos son mí familia, Seungwan. Jennie es mí omega, y el bebé que está en su vientre es mí hijo. Es mi hijo por elección, por amor, no por obligación, que quede bien claro. No te voy a permitir que vuelvas a decir otra cosa contra ellos ¿Entendido? ㅡNo gritó, pero habló fuerte y claro. Para que no quedara ninguna duda de ello. Wendy estaba blanca, sorprendida.

ㅡPerdón, yo... yo no quise-

ㅡNo quisiste, pero lo has hecho de todos modos. Por favor, si no necesitas más nada te pido que vuelvas a trabajar, hay mucho para hacer ㅡla omega giró en sus talones, y se dirigió hacia la puerta. ㅡLa próxima vez que la insultes... no va a haber próxima ㅡcerró la puerta sin contestar absolutamente nada.

Se sentó, pensando. Deseo con todas sus fuerzas que sea hora de volver a su casa.

Minutos después, la voz cantaría de Mina se hizo presente. Café en mano y lista para una sesión de amigas.

···

Inspiró con fuerza, y los músculos de su rostro se contrajeron sin pedir permiso.

Olfateó. Olía dulce, todo olía a Jennie, a miel, a azúcar de caña, a fruta madura y un toque de tierra mojada con las primeras gotas de lluvia. Olía también a comida, a algo que se estaba cocinando.

Olía a casa, a hogar. Ha conocido, a suyo.

Jennie no la oyó entrar. La música sonaba alta, y la omega movía la cintura con delicadeza frente a la mesada de la cocina.

Sonrió.

Tenía unos jogging nuevos, que habían ido a comprar. De esos un par de talles más pequeñas, seguía usando esas remeras que a ella le quedaban grandes, pero que a veces se ponía porque a Jennie le gusta su olor en ella.

Por las noches, cuando todo está en silencio, Rosé se dedica a pasarle crema en su pancita que ya se va notando más que antes. Hay un pote en la habitación, con aroma y esencia de coco. La alfa le levanta apenas la remera mientras Jennie descansa, le besa suave y le da pequeñas caricias, para después llenarse de la pomada y extenderla con delicadeza, sintiendo cómo ronronea. Es como su placer culposo.

Jennie dice que le pica la piel, y Rosé entiende que quiere la crema con el olor que tanto le gusta. La alfa no se hace rogar y la menor se deja hacer, complacida.

Caminó, lento. Sin hacer ruido hasta estar detrás de la omega. Se mordió el labio inferior. Está hermosa, cada día más.

Cuando está a unos centímetros, Jennie se detiene y habla.

ㅡNo creas que no te olí ni bien entraste, alfa ㅡsu voz es suave, y tiene un tinte gracioso.

Rosé cierra toda distancia y pega su pecho a la espalda de la castaña. Sus manos recorren con ternura su cintura para ir a parar a la curva de su vientre, por debajo de la remera. Jennie se echa para atrás.

ㅡMe ha descubierto mi omega bonita ㅡbesa su nuca apenas apoyando sus labios y hace circulitos con sus dedos sobre la piel.

Jennie sonríe.

ㅡTe extrañé, Rosé. Mucho ㅡse deja besar la mejilla y la oye inspirar con fuerza.

Rosé siempre hace eso cuando viene del trabajo, la abraza y besa, oliendo para llenarse de su aroma. Lo hace unos minutos hasta que, al parecer, se calma y baja a lo que son ellas, ahí. Nadie más. Nada más.

ㅡY yo a ti, bebé ㅡle dice, ronca. ㅡTambién, mucho ㅡle hace cosquillitas su respiración en el hombro, combinado con los besitos que va dejando por sobre la tela.

Jennie deja lo que está haciendo, y gira para quedar frente a frente.

Se besan, sin mediar palabras. Jennie pasa sus brazos por el cuello de la alfa y esta mantiene las manos en su cintura, proyectora. Posesiva. La trae más hacia su cuerpo, y la besa una y otra vez.

Jennie no se queja.

ㅡQue bien huele ㅡmurmura la alfa sobre sus labios, rojos e hinchados. ㅡY la comida también ㅡJennie se ríe bajito.

ㅡAlfa ㅡse queja sonrojada, pero no se aleja. ㅡSe va a quemar lo que estoy haciendo.

ㅡHmm ㅡmurmura, besando su mandíbula. ㅡ¿Qué cocinó mi hermosa omega? ㅡSusurró. Dejó un beso en sus labios y la dejó ir.

ㅡFilete de ternera cubierto de hojaldre y una pasta Alfredo ㅡa Rosé se le hizo agua la boca, y no solo por la comida.

ㅡToda una cheff mi chica ㅡle dio una palmada en un cachete y Jennie dio un respingo.

Almorzaron, mientras Rosé comentaba su día en la mañana y Jennie le comento que pudo sacar una melodía en el piano gracias a las clases online en Youtube. Declinó la idea de tener profesor particular, al menos por ahora. Rosé aceptó, lo que a ella le hiciera feliz estaba bien. Más que bien.

Para cuándo los platos terminaron, Rosé vio la cara de cansancio en la omega. Levantó los platos y los colocó en la lavadora, limpió la mesa y se acercó a Jennie.

ㅡ¿Alguien está queriendo dormir un ratito? ㅡMurmuró, haciendo un masaje en el hombro de la castaña. Jennie gimió bajito.

Asintió.

ㅡSi ㅡsusurró, aquejada. ㅡMe duelen los pies, y me pica alrededor del ombligo ㅡhizo un puchero inconsciente. Rosé sonrió desde atrás. Ya se imaginaba.

ㅡVen, entonces ㅡsusurró. ㅡVamos, te llevaré.

La cargó como una recién casada. Jennie sonrió, lánguida.

Se dirigieron a la habitación, directo al nido. Rosé la acomodó, con cuidado de no golpearla. Jennie tiró de ella, para que se acostara a su lado.

No se negó.

La recibió en su pecho, y Jennie se acomodó ahí. Suspirando complacida. Acarició sus largos cabellos castaños hasta que sintió su respiración pausada, lenta y suave.

Se había dormido.

Evitó hablar de lo de la fiesta, y de qué le gustaría ir con ella. No quería que se pusiera nerviosa, todavía faltaba un tiempo.

ㅡTe amo, Jennie ㅡsusurró, con la voz cargada. ㅡTe amo. A ti, y a nuestro cachorro.

Se acomodó, con Jennie en el pecho. El corazón repleto de amor hacia este ser puro.

Respiró hondo, llena del aroma de Jennie. El mejor del mundo.

Se durmió, soñando con la familia que tendrían. Con la que siempre quiso, y que ahora se hace realidad.


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