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dos

Los días que sucedieron pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Como de esos en los minutos y las horas pasan, y uno ni siquiera atina a darse cuenta de que así era.

Tan rápido como la Navidad y año nuevo pasaron, enero también estaba llegando a su fin, tan frío y helado como siempre, uno en el que no perdonaba nada ni a nadie, y dónde la blancuzca nieve cubría por completo la ciudad, los lagos se congelaban y los copos de nieves danzaban en el viento, miles de millones de ellos.

Y Rosé lo veía desde el ventanal de su oficina, en la que tenía una vista panorámica de una de las partes más exclusivas de Londres, ahí en el edificio donde estaba la sede central de Park Enterprise.

Un vaso de café bailaba entre sus manos, transfiriendo calor a su piel. Eran las 8am y recién acababa de llegar, el frío que se colaba en sus huesos entre que bajó del auto y entró al edificio era tanto, que temblaba en demasía.

Se sentó frente a su computadora y estuvo tecleando por varios minutos, contestando e-mails, revisando cuentas y desde su celular, haciendo llamadas.

ㅡ... la adquisición de la empresa se va a realizar en los términos que Park Enterprise disponga ㅡesperó a que la voz detrás del auricular hablara y entonces volvió a hacerlo. ㅡBien, por favor, Wendy dile que se comunique conmigo lo antes posible. Gracias.

Colgó el intercomunicador, y suspiró con cansancio. Las tratativas para la fusión con una pequeña empresa la tenían de los pelos, y no es que fuera la primera en ser absorbida, o los ridículos pedidos que hacían los dueños para aliarse a su empresa, sino que lo más complicado era tratar con alfas, que creían ser el centro del mundo, lo cuales eran bastantes hostiles en estos días.

La puerta de su oficina se abrió de golpe, y un sonriente Doyun entró al recinto de su hija. Traje negro al cuerpo y zapatos marrones. Rosé sonrió a penas, devolviendo la mirada a su padre y luego a su computadora. Todavía estaba un poco dormida.

El alfa mayor era el dueño de absolutamente todo, y Rosé era su heredera por ser la mayor de sus hijos.

ㅡ¿Has visto a Seungwan, hija? ㅡRosé cerró los ojos, y maldijo por lo bajo.

ㅡEhm si, la vi al entrar y hace rato me trajo unos documentos. ¿Por qué? ㅡpreguntó, restándole importancia.

ㅡ¿Ya has hablado con ella? ㅡVolvió a preguntar, ignorando su pregunta.

Rosé sabía a dónde se dirigía la conversación.

ㅡ¿Sobre la empresa que vamos a incorporar? Si, ya le he dicho que-

ㅡNo, no, eso no ㅡhizo un ademán con las manos, exasperado.

Rosé suspiró, y se dignó a sacar los ojos de la pantalla y dirigirlos a los de su padre. Éste la miraba con avidez y teniendo una mueca, como si supiera algo que ella no, o viceversa. Fuera, la tormenta de nieve se había aplacado un poco, pero el frío era atroz.

ㅡPadre... ㅡla alfa advirtió.

ㅡRosé. Tienes que decírselo ㅡsentenció, con una mirada reprobatoria.

ㅡ¿Qué cosa? No sé de qué estás hablando ㅡnegó con la cabeza, sus ojos se volvieron más fríos.

A Doyun se le había metido en la cabeza, hace un par de semanas, que Wendy era la omega destinada de su hija, y en su gran mente había tejido una historia muy distinta a la realidad.

ㅡHija. Ya tienes edad para formar una familia, y Seungwan es tu omega...

ㅡNo ㅡlo cortó. ㅡPapá, la que viste no-

Lo que Doyun vio o no vio, quedó suspendido en el aire porque en ese instante Jungkook y Nayeon entraban a la oficina, sin golpear la puerta.

ㅡ¿Qué, acaso nadie golpea la puerta? ㅡGritó exasperado la alfa rubia.

ㅡTranquila, alfa tonta ㅡsu amiga contestó, sonriendo ante la actitud de la alfa. Salió despacio, arrimó la puerta y golpeó, volviendo a entrar sin esperar respuesta de Rosé. ㅡ¿Así le parece bien? ¿O golpeo más fuerte, señora?

ㅡEres una completa idiota, Nayeon ㅡsonrió la alfa detrás de la computadora portátil.

Jungkook y Nayeon asintieron ante el alfa mayor, viendo cómo estos se relacionaban con su hija. Volvió la vista.

ㅡ¿Reunión de directivos? ㅡpreguntó Jungkook, quién era el alfa encargado del personal. No llevaba mucho tiempo en la empresa, pero a Rosé le caía bien. Era reservado y con alguien que se podía hablar sin problemas. El azabache creía lo mismo de Rosé.

ㅡNo, Jungkook ㅡcontestó el mayor. ㅡEstamos hablando de la omega de mi hija, solamente eso ㅡcontestó con cierto orgullo en su voz.

ㅡ¡¿Una Omega?! ㅡchilló Nayeon. ㅡ¿Por qué no me lo contaste? Mala, mala amiga ㅡse cruzó de brazos.

ㅡNo Im, ningún omega ㅡcomentó la rubia.

ㅡEs Seungwan ㅡcontó Doyun, mirando a la beta. Nayeon miraba divertida la situación.

ㅡNo, no es.

ㅡ¿Wendy? ㅡPreguntó confundida. ㅡNo me has contado nada Park ㅡle reprobó Nayeon, burlona.

ㅡ¡Les he dicho que no! ㅡgritó, cerrando con un golpe la pantalla del aparato. ㅡDejen de hablar de mi como si no estuviera presente ㅡse levantó y rodeó al grupo de personas.

Nayeon se sorprendió.

ㅡ¿A dónde vas hija? ㅡConsultó el alfa mayor, sorprendido por la actitud de su hija.

ㅡA cualquier lado fuera de este lugar ㅡRosé irradiaba ira en ese momento, y los tres sabían que era mejor que la alfa se calmara.

Salió, dando un portazo, y dirigió sus pasos hacia el ascensor. Pasó por frente al escritorio de la omega en cuestión. Este estaba con su propio portátil, y cuando vio a la alfa se levantó de inmediato.

ㅡRosé ㅡla llamó con dulce voz y rasposa, y también con dulce aroma.

Rosé percibió su aroma, era denso y para nada dulce. No le gustaba.

ㅡAhora no Wendy, estoy ocupada ㅡcuando la omega iba a decir algo, el ascensor ya se había cerrado y ella estaba bajando, y yendo a algún lugar sin dirección alguna.

Caminó, llegando hasta su automóvil y quedándose dentro largos minutos. Su respiración era agitada, y su piel se volvía blanca con la fuerza que ejercía sobre el volante.

Amaba con todas sus fuerzas a su padre, pero odiaba cuando se metía en su vida de esa manera, y últimamente se le estaba dando por hacerlo de seguido, y más con respecto a su vida con algún omega. En específica Seungwan.

Doyun estaba en la posición de que se estaba volviendo viejo, y que quería que ella tuviera una familia y se hiciera cargo de la empresa. Rosé bufó la primera vez que lo escuchó, riendo ante lo dicho por su padre, pero quedando estática cuando vio que no era mentira lo dicho y que en realidad estaba hablando muy en serio.

Y cuando la vio en aquella situación con la omega, todo había encajado en la mente del alfa mayor, y desde ese momento no había cedido ante las explicaciones de la alfa. Para colmo, hasta la misma Wendy parecía haber creído lo dicho por Doyun Park y ahora esperaba que ella se declarara como su alfa.

La cuestión era sencilla. Wendy salía del ascensor con una pila de documentos, y Rosé la vio ahí apenas caminando. Le tendió su ayuda, como haría por cualquier otra persona, pero cuando la omega le agradeció, este fue muy efusivo. La abrazó y besó en la mejilla y en ese instante, los ojos de Doyun se posaron ante su hija y la secretaria. Todo había encajado para el hombre.

Rosé se maldice desde ese momento.

Arrancó el motor y se dispuso a manejar, no sabía dónde iría, pero cualquier lugar estaría bien. Necesita despejar sus pensamientos.

···

Lleva más de 45 minutos conduciendo, las intrincadas calles de la ciudad le consumen, tiene suerte de que aquellas se limpiara con regularidad. El calefactor está al máximo, y puede ver cómo se acumulan los últimos copos de nieves en el parabrisas.

Respira más aliviada, la soledad siempre le hace bien y agradece los momentos en que puede estarlo. Poder pensar y analizar todo más despacio. Aunque últimamente, su mente le viene jugando malas pasadas, y cada vez que busca despejarse piensa siempre en lo mismo.

O en la misma persona.

Hacía poco más de un mes que había asistido a aquel burdel y todavía no se podía sacar de la cabeza a la omega de aroma dulce, de ojos cafés y cabello castaño.

Recuerda como si tan solo hubiera pasado hace un instante, de cómo despertó con ella entre sus brazos. No habían hecho otra cosa más que dormir y parecía que Jennie, sí se acuerda su nombre porque lo piensa a diario, necesitaba el descanso. Rosé durmió poco, enseguida se despertó y se quedó en lo que parecía una nube de ensoñación con ella. La sentía respirar con suavidad en su pecho.

Con cuidado, había pasado sus dedos entre el cabello de la joven, era largo y sedoso, con onda. Varias veces tocó suave su cuello, y su mano calzaba justo a la perfección ahí.

Pero vio que el momento se terminaba el turno llegaba a su fin, con mucho cuidado de no despertarla se levantó. Tomó su saco, y miró a la chica dormir como una niña pequeña. Se acercó y dejó a penas un beso su mejilla y susurró algo que sería un secreto entre ambas, aunque la omega no la escuchara.

Antes de salir, dejó una buena suma de dinero en la mesa de luz, estaba segura de que a la omega eso le ayudaría bastante. Le dolía el solo pensar en eso, que quizás lo necesitaba tanto como para estar en un lugar como aquel.

Como si sus manos fueran guiadas solas, cuando se dio cuenta estaba en la calle donde se encontraba aquel lugar. Estaba tan hundida en sus pensamientos, que se había perdido entre las calles y llegado ahí con las falsas esperanzas de quizá, solo quizás, poder volver a verla.

Condujo con cuidado, despacio. Como queriendo alargar el momento en que cruzara por la puerta pues no sabía si resistiría la necesidad de volver a entrar y verla, aun que sea de lejos. Sería imposible, pensó.

Varias veces, cuando Doyun le hablaba de Wendy y de que era su alma gemela destinada, ella en vez de pensar en esa omega, como quería su padre, Rosé pensaba en Jennie. Al principio le parecía muy descabellado y loco. Sólo la había visto una vez, y apenas sabía su nombre. Con el pasar de los días, y al encontrarse pensando en la chica cada vez con más frecuencia, su alfa interna intentaba con más fuerzas que aceptara que Jennie era su omega.

Cuando estaba en la esquina anterior, Rosé sintió su corazón vibrar como nunca antes. Su respiración se aceleraba, y su pulso aumentaba. Sus deseos de verla se multiplican con creces.

Se estacionó frente al callejón, sus ojos fijos ahí, todavía con el motor encendido y con los dedos picando por apagar y cruzar, pero ¿Para qué? Eran pasadas las 9:30am y quizás era bastante imposible que estuviera todavía ahí. La única vez que la vio fue a la tarde, cerca del anochecer.

La gente pasaba, indiferente de la batalla que se libraba en su mente, la razón que le decía que se fuera de ahí y su Alfa interior que exigía entrar.

Y por más difícil que fuera la batalla, su lado racional ganó esta vez.

Colocó el cambio y no alcanzó a mover el auto, cuando vio la imagen de alguien que le llamó la atención. La gente qué cruzaba en la vereda, no sólo le era indiferente a ella sino también a esa persona que estaba en medio de ese gentío. Esta persona estaba justo donde el callejón comienza, sentada en el suelo y tapada con apenas un abrigo.

Nadie parecía verla.

Pero Roseanne lo hizo.

Observó unos momentos, agudizó la vista y su mano ya estaba lista para abrir la puerta, cuando la persona alzó la vista para acomodar su cabello prácticamente congelado.

Parpadeó, con la boca seca y el ceño fruncido.

Era Jennie. Jennie estaba allí, sentada en el piso a merced de cualquiera que pasara, escondida a la vista de todos y siendo absolutamente invisible.

No lo dudo ni un instante. Salió de auto y cruzó la calle corriendo. Tuvo suerte, un automóvil frenó justo antes de que cruzara y la chocará. Pisó la acera y se le quedó mirando, el corazón en la boca y el frío colado en sus huesos.

¿Cómo podría ese ser tan único estar tan sola?

Se acercó, estando solo a unos centímetros, Rosé habló.

ㅡ¿Jennie? ㅡLa nombrada se sobresaltó en su lugar, levantando la cabeza. Tenía sus ojos cafés, rojos e irritados, la piel y la nariz rojas, apenas tapada por un abrigo marrón.

Conectó con el par de ojos, mirándola con preocupación. Eso fue evidente, cuando la omega se hizo para atrás, aún más cerca de la pared. Se había asustado, y había también reconocido a la alfa.

ㅡ¿Rosé? ㅡSusurró, con una mano limpiándose la roja nariz. La nombrada sonrió, por el hecho de que se acordara de ella. La omega no pudo olvidarse de aquella alfa tan generosa, y que tan bien la había tratado.

Nunca nadie antes lo había hecho, era un saco usado. Aunque no siempre fue así.

ㅡ¿Por qué estás así? ㅡPreguntó. ㅡCon este frío Jennie. ¿Qué sucedió, omega?

Rosé se sacó su propio tapado oscuro, y cubrió a la menor que estaba en cuclillas.

ㅡEstoy esperando... ㅡMintió.

ㅡ¿Quién te hace esperar con este frío, afuera en la calle? ㅡInquirió, intentando con todas sus fuerzas no gruñir de odio. ㅡ¿Tu alfa?

Jennie asintió. ㅡYa va a venir, no importa ㅡmurmuró, acomodándose y agradeciendo con los ojos en lágrimas que alguien le cediera un abrigo. Hacía mucho tiempo estaba ahí.

ㅡEsto no puede ser ㅡla alfa bramó. Jennie se asustó. ㅡEstá helado Jennie ㅡla omega desvió la mirada.

ㅡNo impor-

ㅡClaro que importa, ¿no tienes donde ir, verdad? ㅡLa omega seguía sin mirarla. Rosé inclinada para estar a su altura. Negó despacio.

ㅡNo ㅡsusurró con la voz quebrada, se apretó con más fuerza las rodillas, protegiendo su vientre. Eso era lo único que quería hacer, protegerlo a toda costa, pero ¿qué más podía hacer? Estaba en la calle.

ㅡVamos a mi departamento ㅡdijo la alfa, y la menor la miro. Vio la profundidad en los ojos que la veían fijamente.

ㅡNo, no puedo aceptar eso ㅡpor más que quisiera, no podía caer tanto. Aceptar ir al departamento de una alfa desconocida, por más que la hubiera tratado mejor que nadie no podía arriesgarse así. No podía arriesgar todo lo que tenía, no cuando hasta el último alfa le había fallado siempre.

ㅡSi puedes. Hace frío, estás congelada. Ven conmigo al auto al menos, vamos a desayunar y después vemos que hacemos. ¿Si, Jennie? ㅡTendió su mano, y luego de varios segundos, la omega aceptó. Dos perfectos hoyuelos se le dibujaron en el rostro y la alfa se la quería comer entera. Se contuvo.

No sentía las piernas, y le dolía todo el cuerpo. Le costó ponerse en pie.

Rosé la observó, y con sumo cuidado, tomando por sorpresa a la omega susurró un permiso, y la alzó. La tomó de las piernas y la espalda. Jennie sintió vértigo, pero se prendió al cuello de la mayor.

Cruzaron la calle hacia el auto todavía encendido y cuando Rosé abrió la puerta y, con cuidado, la colocó ahí el calor de la calefacción la abrazo y quiso llorar.

Rosé corrió al otro lado. Ingresó y enseguida se puso en marcha. Tenía el lugar perfecto donde ir con la omega.

perdon x tardar en traerles actualización, realmente estoy con mi agenda muy apretada :'c.

vere si puedo traerles otra actu este viernes o sábado en todo caso.

gracias x leer y voten :3.

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