Capítulo 5
Yoongi había llamado a la oficina, después del almuerzo. Lejos ya había quedado el por qué y el cómo se había ido enojado con su padre esa mañana, su mente en algo mucho más importante. Irene contestó enseguida, dejando ver un poco de emoción en su voz cuando supo que era el alfa, éste suspiro sin decir nada sobre ello.
Estaba en la cocina hablando por teléfono, luego de avisar que ese día se tomaría libre y dejar las indicaciones necesarias para lo que restaba del día. Había algo en él que hacía que no pudiera irse en ese momento, no podía dejar al omega sólo, sentía la necesidad pujante en su estómago. Necesidad de acompañarlo.
Sintió el aroma a desolación que emanaba éste, varias veces. Pero no dijo absolutamente nada ¿Qué podría decir que no fuese invasivo?
Luego de que le propusiera quedarse, al menos por ese frío día al omega, éste no dijo absolutamente nada y sólo agachó la mirada y aceptó apenado. Yoongi lo pudo sentir en él en ráfagas.
Su alfa interior pedía por calmar al omega, por tranquilizarlo pero se contuvo, usando todas sus fuerzas se contuvo. Solamente se dedicó a darle espacio al chico, y dejar que en el momento que él sienta que era el momento de hablar seguramente lo haría. Hasta ese entonces no iba a presionarlo.
Jungkook se sentía un poco incómodo y no porque el alfa hiciera o dijera algo para él ponerse así, sino por sentirse usurpar una casa que no era suya. Eso le ponía nervioso.
Pensar en su bebé y en él en la calle lo ponía aún más aún, saber que no tenía a dónde ir, también. Lo había perdido todo, lo poco que había conseguido en ese tiempo le fue arrebatado por Mark.
Lo poco que había ahorrado también, todo el esfuerzo de se cuerpo se fue a la basura. El alfa lo había usado, y tirado como si no valiera absolutamente nada.
Y él se sentía así por momentos.
Tampoco podía volver a trabajar al Burdel, lo habían corrido tal como Mark le había dicho que sucedería si no empezaba a ganar más dinero. Los alfas ya no lo elegían, y cada vez se hacía más difícil llegar a la cuota exigida por el alfa.
Mark no sabía que Jungkook estaba embarazado. Ni siquiera se daba cuenta del por qué el omega cambió de olor, y ahora sus clientes elegían omegas más jóvenes, con aromas más dulces y templados que el suyo. El último mes le tocó solamente betas, y la tarifa era más baja y por lo general no dejaban propinas.
Lo que más temía sucedió. Había pasado a la fila de los omegas obsoletos por estar embarazado pero a Jungkook no le importaba.
De todos modos tenía miedo de que Mark volviera a aparecer. El alfa actuaba impulsivo y por más que ese día le hubiera dicho tantas cosas horribles y dejado en medio de ese lugar, Jungkook creía que volvería por él.
Nunca se daba por vencido tan fácil y más si aún podía sacar alguna ganancia del cuerpo del menor.
Jungkook se había acostumbrado a eso, y al principio le dolió y le costó mucho aceptar que ese era su destino tan solo por haber sido omega.
¿Por qué el destino lo odiaba tal como su padre lo hacía? Tan solo por haber presentado omega, su padre se deshizo de él como un estorbo. No era más que eso para todos, y ahora para éste alfa.
No merecía nada, ni a nadie.
La voz del alfa lo saco de sus propios pensamientos. Se quedó mirando la profundidad de esos azules, profundos como el mar mismo y cristalino como el más calmo. Tenía una pequeña sonrisa en sus finos labios, y se sonrojó al percatarse de que se quedó mirando más de lo debido.
—Disculpa, no te he escuchado alfa.— susurró apenado, esquivando la mirada fuerte el alfa. Tragó con fuerza, e instintivamente cubrió su vientre aún plano.
A penas estaba de dos meses y medio, o eso creía porque no había ido al médico.
—Pregunté si te gusta la pizza, omega.— repitió el ojiazul con voz suave, se percató de la mirada del omega. Buscó sus hermosos ojos verdes, pero no los encontró. Rascó su barbilla, esperando la respuesta del chico.
Jungkook era todo tímido.
Muy distinto al chico que conoció en el Burdel. Se preguntó cuál sería el verdadero Jungkook.
—Eh si, es mi comida preferida Yoongi.— murmuró, y fijo ahora sí sus bonitos ojos. Yoongi sonrió.
—Oh. Que bien, entonces voy a pedir que nos traigan. Así no tenemos que salir ¿Si?— Jungkook asintió, también sintiendo algo en su estómago por la cálida sonrisa del alfa. Una que llegaba hasta sus ojos.
Por ahora, todo estaba bien.
La noche había caído pronto y Jungkook no sabía que hacer, si irse, quedarse, preguntar o solo dejar pasar. Quizás podía acomodarse en el sofá, de color vino, que había en el living, allí donde estuvo sentado parte de la tarde mientras el alfa trabajaba desde su oficina, la que estaba a unos cuantos metros de ahí.
La televisión era enorme, y trato de concentrarse en lo que daba en ella y no en sus pensamientos que lo acechaban.
Yoongi le ofreció bañarse, si quería y tenía ganas, a lo cual el omega acepto de buen gusto porque se sentía sucio, desagradable.
El alfa le preparó el baño. Jungkook se avergonzó cuando vió la bañera llena de agua, y que desprendía un olor a lavanda exquisito. También tenía burbujitas y el omega rió bajito por eso, sorprendido.
Se encontró sólo, en ese enorme cuarto de baño. Una pila de toallas reposaban a un costado. Respiró tranquilo.
Se sentía bien que alguien, por primera vez, se ocupara de él. Era un omega, y su instinto le ganaba porque quería que el alfa se preocupara por él. Conscientemente sabía que no debía, que tenía que ser fuerte e independiente porque esto era solo temporal. Yoongi no era su alfa, y no debía acostumbrarse a sus cuidados, pero se sentía tan bien.
El alfa le sirvió en su propia mesa, lavó y limpió todo él mismo. Le ofreció comodidad, comida y calor durante el día entero.
Se desvistió. Miró su reflejo en el espejo, y sintió un poco de asco por sí mismo. Tenía varios moretones en su clavícula y el pecho. Algunos más en los muslos, pensar en el beta que le había hecho eso la noche anterior le hacía querer vomitar de nuevo.
El agua se sintió genial alrededor de su cuerpo, caliente y humeante. Se hundió en ella y se dejó llevar por los buenos recuerdos, aquellos de una vida pasado con una familia que lo quería y respetaba.
Una salada lágrima se perdió en el agua.
Limpió sus partes, acarició su vientre con delicadeza y dedicación, la piel tersa y resbaladiza por el jabón. Sonrió. Podía sentir la conexión con el pequeño o pequeña dentro suyo. Su cachorro, lo sentía. Sentía el amor correr por sus venas, y también un poco de miedo. No podía mentir.
Cuando salió, vestido con la ropa con la que había estado durante el día, ya estaba oscuro. Sintió nervios.
Yoongi apareció desde el living, pudo sentir su aroma fuerte y seguro, inspiró hasta llenar sus pulmones de él.
—¿Jungkook?— el nombrado le prestó atención. —Te he preparado algo, ven omega.— sonrió el mayor, y lo llamó con la mano.
Se acercó lentamente hasta el omega, y lo vió un poco tenso.
—¿Qué cosa?— preguntó con evidente nerviosismo.
—Ven conmigo, por favor.— susurró el alfa, conectando sus manos al omega, y tirando a penas de él para que lo siguiera. No va a decir que le gustó el contacto, pero así fue. —Sígueme.
A ambos. La piel del otro se sentía cálida bajo su tacto, suave. Necesitada de contacto.
Jungkook lo siguió, sonriendo a penas por la actitud del mayor.
Lo guió hasta la entrada de una habitación y el chico borró su sonrisa y tensó sus músculos pero no dijo nada.
Se quedaron en la puerta, de color gris oscuro, y el alfa la abrió.
—He preparado ésta habitación para ti, omega.— contó, un poco avergonzado el alfa. Se había tomado el atrevimiento de armarla cuando el omega se estaba bañando. —Es la de huéspedes, nadie la usa. Está todo limpio, y cálida. Es toda tuya, Jungkook.
Jungkook entró tras el mayor. Admiró la gran cama, con un acolchado borde intenso. Dos muebles, uno a cada lado con un velador. Frente un gran armario y una televisión empotrada en la pared. También y librero y un escritorio.
—Es hermoso Yoongi.— susurró sorprendido. Era muy lindo, y muy acogedor.
—También… también he preparado esto.— indicó el mayor, hacia la ropa que estaba tendida en la cama. Yoongi la tomó. Era una remera mangas largas y un jogging. —Supuse que querrías estar más cómodo. Ésta ropa me la regaló una tía, que evidentemente poco me conoce.
Ambos rieron. El alfa extendió la remera y era gigante. Bueno, para el ojiazul, que era más bien menudo y pequeño, de no muy alta estatura. Se la tendió, y la tomó. La tela era suave, y por inercia la llevó a su nariz para olfatear el aroma fuerte a alfa.
—Tiene tu aroma.— declaró. Yoongi sonrió, colorado.
—Sí, es que la uso a veces. Para dormir, ya sabes. Es grande y cómoda.— estaba nervioso y eso le dio un poco de gracia al omega, se veía lindo y tierno. Le asustó su propio pensamiento. —Pensé que a ti te iba a quedar bien, así que tómalo por favor.
—Gracias, Yoongi.— susurró el chico. —No sé cómo te puedo pagar por todo esto.— a medida que hablaba, su voz se hacía más chiquita y sus ojos verdes más brillosos. Su cabello ondulado caía por debajo de los hombros, un poco a cada lado.
—Hey, nada que agradecer.— se acercó cuando vio una pequeña lágrima resbalar por la mejilla ajena. —No, no, sh. No llores, bonito omega.— susurró el alfa, ni bien llegó al chico.
Jungkook se dejó abrazar por el alfa. Sus brazos eran fuertes y cálidos, tuvo que agacharse un poco porque era más alto pero pudo acomodar su cabeza en el hombro del chico más grande. Yoongi sintió tan bien, tan cómodo y a su alfa le gustó la sensación de tenerlo en sus brazos.
Acarició su espalda, de arriba abajo. Confortar al omega era lo mejor. Su olor se había vuelto más dulce y había dejado de llorar. Sonrió.
Parecía un bebé grande.
Yoongi salió de la habitación minutos después, dándole espacio al chico para que se cambiara mientras iba a preparar algo para cenar, así podían descansar pronto.
Él se quedaría también allí, ocuparía su habitación principal. Le indicó al omega que él dormiría allí, y que cualquier cosa que necesitara solamente se acercara a él. No iba a volver a su casa por el momento, así que agradeció tener ese departamento suyo.
No quería pensar en nada, así que se dedicó a hacer un rica cena para el menor. Después, más tarde, se ocuparía de éstas sensaciones nuevas que estaban surgiendo en el fondo de su pecho.
Los siguientes dos días pasaron como en un abrir y cerrar de ojos.
En el ambiente se respiraba una extraña sensación de comodidad. Eso desconcertaba tanto al alfa como al omega.
En ese par de días, Yoongi fue a trabajar menos de lo debido pero nadie le decía nada pues era el hijo del dueño. Jungkook se quedó sólo por la mañana, y el mayor le dijo que se moviera a sus anchas.
Yoongi sonreía, cuando veía lo nervioso o avergonzado que sentía al omega cuando le aceptaba más comida, o cuando le dijo que todo lo que había en la heladera era para que lo disfrute y que no hacía falta que le pidiera permiso para nada.
Jungkook igual le avisaba cuando iba al baño. Cuando iba a beber agua. Cuando iba a mirar la tele…no se acostumbraba a no hacerlo. Le daba vergüenza.
Pero, la mayor de todas vino cuando al siguiente día de llegar al departamento del Yoongi, éste apareció cerca del medio día con un par de bolsas en cada mano y un sonrisa gigante en el rostro.
El alfa le había comprado ropa, y Jungkook no quería más que llorar porque había dejado todas sus pertenencias en su anterior hogar.
Últimamente estaba muy sensible por todo, y esto al alfa lo desconcertaba porque veía que al chico le entraban ganas de llorar con cada cosa que hacía.
Se encontró con varias remeras, camisetas, pantalones, buzos y boxers. Jungkook se sorprendió y volvió a llorar cuando vió todo. Yoongi lo abrazo de nuevo, como la primer noche, que dicho sea de paso no se había vuelto a repetir. Pero, en ese momento sí.
Lo consoló, el omega de Jungkook se sentía tan bien por ello.
Yoongi supo que a Jungkook, además de la pizza, le gustaba mucho las verduras, era amante de los libros y la música. Cuando era chico tocaba el piano, y hasta había ido a clases de canto. Supo que extrañaba a su mamá y hermana, pero no sabía que había pasado con ellas porque no se animó a preguntar. En ese instante, los ojos del chico eran un mar de lágrimas.
Podía sentir la tristeza del rizado.
También se dio cuenta que le gustaba andar descalzo y que se veía muy bien cuando salía del baño, con su cabello largo y ondulado goteando. Que su sonrisa era gigante y verdadera cuando miraba caricaturas y gaturro era de sus preferidos.
A Yoongi le encanta aprender cosas del omega y a éste le gusta ser escuchado.
Era tarde, el cuarto día estando allí Yoongi se estaba bañando, y Jungkook tenía en sus manos un bol lleno de palomitas de maíz, mientras miraba Jungkook Harry Potter y el prisionero de Azkaban. La mejor película de la saga, según su propia opinión.
Era amante de la cocina, y se le daba bien. Así que ese día se había animado y esperado al alfa con un almuerzo. Sentía su cara arder, cuando sintió el ascensor privado llegar y la puerta abrirse. Se mordió el labio inferior cuando el mayor elogió el sabroso aroma, mientras se sacaba el saco y los zapatos.
Jungkook supo que al alfa le gustaba estar con ropa de entre casa, y que los trajes le agobiaban un poco.
Se sorprendió cuando la puerta de entrada sonó con un par de golpes. Se suponía que nadie no autorizado podía pasar la seguridad y entrar en ese ascensor.
Apoyó su snack en la mesa, y escucho a lo lejos que el sonido del agua caer en forma de lluvia, además de música. Si, el alfa se bañaba con el reproductor encendido.
Se acercó a la puerta, y por la mirilla vió a una chica parada detrás. Una chica muy bonita estaba allí, con su cabello largo y castaño. Los ojos delineados y la boca roja.
Sintió el aroma dulce. Era una omega.
Abrió la puerta y la evidente sorpresa se vio reflejada en el rostro de la chica. Frunció el ceño, y lo miró. Se cruzó de brazos, evidentemente molesta.
—¿Quién eres tu?— preguntó, altanera. Jungkook se sorprendió.
—Ju-Jungkook.— contestó, cohibido. —¿Te puedo ayu-
—¿Dónde está Yoongi?— lucia fastidiada. El omega no entendía nada.
—Se-se está bañando. ¿Le digo que la busca…
—Dile que lo busca Irene, su omega.
Un balde de agua helada cayó sobre su cuerpo en ese instante. Asintió y arrimó la puerta.
Se dio vuelta para ir a buscar al alfa, con un extraño nudo en la garganta. No sabía por qué se sentía así, Yoongi nunca le dijo que tenía una omega, aunque tampoco le dijo que no tenía una. De todos modos no debía sentirse así.
Dio un par de pasos, y Yoongi salió del baño con una remera puesta y shorts deportivos.
—¿Te parece si pedimos para cenar?— preguntó distraído. —No tengo ganas de coci- — se cortó al ver la expresión en el rostro del chico, y el olor a miedo y decepción que lo mareo. Intentó acercarse pero Jungkook dio un paso atrás, eso le alarmó. —¿Jungkook, que sucede?
—Tu… Ehm tu… Irene.— murmuró, Yoongi apretó la mandíbula. —Tu omega te está esperando en la puerta, Yoongi.— esforzó una sonrisa, que no llegaba hasta los ojos.
Yoongi intentó detenerlo, cuando paso rápidamente a su lado pero no pudo. El omega fue rápido, y enseguida escucho la puerta del baño cerrarse.
Yoongi quería matar a alguien.
Espero se cuiden, aquí en Chile hace un frío horrible
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro