03
Capítulo 3: 7:00 pm
Mientras en la casa de la familia Lee todos disfrutaban una agradable cena en familia, Jisung finaliza el día, atendiendo las ultimas exigencias de su madre y cenando solo.
—¿Planchaste la ropa para la fiesta que tu padre y yo tenemos esta noche?
Jisung palidecio y el silencio inundó el comedor por un instante.
—Parece que no importa cuántas veces lo diga, siempre hay algo que no se te da la gana de hacer —dijo la mujer haciendo un intento vano por calmar su rabia.
—Perdón…—agachó la cabeza.
Jisung se retiró de la habitación y fue a lavar el trapero, pero su madre lo tomo como un despiste más.
—¿No vez que tenemos que irnos a la reunión? —le quitó de manera brusca el trapero de las manos— Ve a planchar lo que necesitamos.
Jisung agachó su cabeza y tragó saliva, rezó internamente para escapar a otro lugar, tras unos segundos respondió:
—Sí, señ-
—¡Muévete, Jisung!
El pequeño corrió hasta el segundo piso, donde estaban las habitaciones, rápidamente abrió el closet de la señora Han, entre la ropa resaltaba una prenda, un vestido azul, con diversas ondas en las mangas y en la falda, lo observó encantado y cuando volteó su rostro se vio al espejo y se interrumpió la sonrisa. Se vestía como un andrajoso, como si no tuviera hogar, en sus zapatos se asomaban los dedos del pie, puso el vestido en la cama con una sensación de vergüenza y conectó la plancha.
Tal vez no debía quejarse, tenía qué comer, dónde dormir, pero aún así no era suficiente, extrañaba a su abuela, ella sí era una madre, no entendía por qué la señora Han lo había arrebatado de su verdadero hogar, ni siquiera lo apreciaba ni y solo le hablaba como si fuese un esclavo.
¿Realmente era su hijo?
Una vez terminó de quitar las arrugas, lo levantó con cuidado y lo puso en un gancho.
—¿Ya está listo? —preguntó la señora Han asomándose a la puerta— ¿Por qué demoras tanto?
Se volteó un poco sorprendido y asintió.
—Okey, ya sigue con lo demás me daré una ducha.
—Sí.
Salió de la habitación y guardó la plancha en su armario, la guardaba él pero no la usaba para sí mismo, no tenía ninguna prenda que valiera la pena.
Miró el reloj de su cuarto, eran las ocho en punto, ya casi podría ir a dormir así que fue a la primera planta, recogió los platos de la cena y los lavó, en el proceso escuchó bajar a los dueños de casa así que se volteó para despedirlos.
—Nos vamos, Jisung —dijo la señora Han luciendo el hermoso vestido que había planchado, le tomaba la mano al señor Han mientras él solo miraba el celular.
—Adiós, disfruta la noche, madre.
"Madre"
La señora Han estaba emocionada, la sonrisa no se la quitaría nadie, se despidió de Jisung moviendo las manos y salió de allí con su esposo, al cerrar la puerta el eco se extendió por la solitaria casa, dejando a Jisung de pie y perdido en sus pensamientos.
El castaño suspiró y volteó mirando los platos que aún debía lavar, apretó la esponjilla y sin poder evitarlo empezaron a caer lágrimas por su rostro, se quitó los guantes y puso sus manos sobre su rostro con desesperación.
De repente escuchó la puerta abriéndose.
—¡Jisunguie! —ante el llamado de la señora Han, el menor se limpió el rostro y sonrió— necesito que laves la ropa que traje no la puse en la ropa sucia así que búscala en el cuarto. Adiós.
Y nuevamente se volvió a ir.
—Minho, te lo pido —rogó a punto de quedarse dormido — vete a dormir.
—Chan, no seas aburrido, juguemos una última vez.
No recibió respuesta, su hermano ya tenía los ojos cerrados.
—¡Chan! ¡Te lo ruego! —removió el cuerpo tratando de despertarlo pero no funcionó.
Salió de la habitación, ya todos se habían acostado a dormir pero Minho no tenía sueño, pensaba si ir a su habitación y obligarse a dormir o si subir al balcón a hacer nada.
Las escaleras o la puerta.
Se decidió por la segunda opción, prendió la luz de la habitación y al abrir la ventana una silueta moviéndose en la casa de al frente lo asustó, causó un grito por la sorpresa, se agachó para esconderse.
—Hola, no te escondas —dijo el chico desde la otra casa— ¿podemos hablar?
Jisung se levantó y vio a el otro niño, se acercó a la ventana.
—¿Cómo te llamas? —preguntó alegre.
—Jisung —dijo susurrando, pero el contrario hizo una seña para que hablara más duro, pues no escuchó —¡Jisung!
—Okey, mi nombre es Minho, tengo catorce años.
—Yo tengo… —contó con sus dedos y se emocionó— ¡también tengo catorce años!
—¡Qué agradable! Tenemos la misma edad, significa que puedo llamarte por tu nombre y podremos ser buenos amigos.
Amigos.
Esa palabra le hizo rebosar de felicidad a Jisung, tendría un amigo, después de tanto tiempo solo, podría jugar con alguien.
—¡Sí! ¡Seremos amigos!
—¿Te gustan las burbujas? Más temprano te vi jugando con ellas.
—Así es, cuando lavo la ropa me gusta jugar con el jabón, es más divertido.
—Pero qué juicioso eres ¿lavas tu ropa?
—Sí, también la de mi mamá y su esposo.
—Increíble. Mi mamá todavía se enoja conmigo porque no la lavo. ¿Me enseñarías?
Jisung se sentía especial, como un maestro que se muere por contar sus secretos a sus aprendices.
—¡Claro que sí! Juguemos juntos un día.
Jisung miró el reloj, ya era muy tarde, lo mejor era ir a dormir.
—Debo acostarme ya.
—Okey, me gustó conocerte Jisung, descansa, amigo.
Jisung cerró la ventana y seguidamente lo hizo Minho, ahora sí podía irse a dormir, estaba contento, que emocionante es tener un amigo en la habitación de otra casa.
La felicidad fue tanta que Jisung olvidó la última tarea del dia.
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