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♪♪♪

Ella soltó un suspiro de alivio al momento de entrar a la tina.

Su cansado cuerpo entra en calma, era tan agradable aquella sensación de entrar y sentir el agua tibia sobre su piel, casi tratándola con cariño, rodeando a todo su cuerpo sin restricción alguna, abrazándola por completo para mantenerla ahí por horas y horas sin que lo notara.

Toma aire al segundo de suspirar y sólo percibe el dulce olor de vainilla invadir a su olfato, era un aroma sutil que resultaba agradable, era su jabón favorito, y se aseguró de aplicar una buena cantidad para que una avalancha de espuma se hiciera notar sobre el agua, objetivo que logró sin problemas, la tina rebosaba de espuma hasta el punto de que sólo fuera visible los hombros de la joven, sí dejaba salir alguna parte de su cuerpo a la superficie esta se vería rodeada de espuma en su totalidad, ella lo comprobó al sacar uno de sus pies al aire, dejando salir una risita al verlo con lo parecía ser un improvisado sombrero de espuma en su imaginación.

Vuelve a meter su pie al extrañar la comodidad del agua caliente y se sumerge más a la tina para recostarse y dar inicio a su baño de la noche. Su cabello rubio estaba recogido en un moño alto para evitar que este se mojara, parecido a ese peinado que solía usar su mejor amiga Meg en sus días de secundaria. El baño cerrado y tranquilo con la música del reproductor encendida a un volumen moderado, y por último, aquella tina blanca y extensa, tenía una curiosa forma ovalada que hacía que no te sintieras aprisionado a los costados, y era lo suficiente larga para que ella pudiera estirar sus pies sin problemas.

Comenzó a jugar un poco con la espuma, tomarla entre sus manos y soplar un poco para que las burbujas se soltaran y volaran hasta el otro extremo de la tina, a pesar de tener sus 23 años no le lograban quitar completamente aquella niña risueña que fue, por muy aniñado que pareciera hacer eso, ella se entretenía.


♪♫ Anda ya, anda ya, yo te sostendré

No temas más, vendas llevaré para sanar

Si tu suave piel al suelo caerá ♪♫


Las ruedas no tocan el suelo ya, porque desgastadas ahora están♪♫ —Acompaña Joy en suaves tarareos mientras jugaba, relajándose ante la paz que trasmitía la canción entre su tonada, se sentía atrapada en una agradable burbuja ajena a todo el mundo, envuelta en aire dulce de vainilla y cálida agua que la hacen desconectar.

Toc. Toc.

Su burbuja se deshace y vuelve al mundo.

Hey woman, necesito buscar una toalla. —Habló una voz grave al otro lado de la puerta.

En el rostro de Joy se pintó una sonrisa al escucharlo, enderezándose un poco más en la tina, mirando a la puerta.

—Pasa, está abierto. —Le avisa en aprobación.

El pomo gira ligeramente y la puerta se abre dejando entrar al baño a un joven alto con un rebelde pelo azabache intentado ser controlado con una coletilla, resaltado más su piel clara al no tener alguna camisa puesta, ni zapatos, sólo un sencillo jean oscuro que ya no tenía cinturón.

Se adentró tranquilamente al baño hacia unos gabinetes buscando la toalla, Joy mientras tanto, posó sus brazos sobre el borde de la tina para dejar caer su mentón sobre ellos, apreciando la vista desde su posición, no podían culparla de todo, su novio no tenía un mal físico, era de contextura neutral, no era un motociclista musculoso intimidante, pero tampoco un joven delgado entrando a la adolescencia, quizás sea el ejercicio, después de todo a ambos les gustaba estar en forma.

¿Otra vez viendo mi trasero preciosa? —Comenta el mayor sin mirarla.

La escucha reír.

—Es que tienes un lindo trasero. —Admitió.

Ella podía apostar lo que sea a que Fred estaba sonriendo por el comentario, cualquier alago a su persona era bien recibido. Cerró el gabinete y colocó la toalla blanca sobre su hombro para voltear a verla, su cabello rubio recogido y sus amables ojos azules mirándolo con atención rodeada de espuma y burbujas.

Hermosa.

—No te escuche llegar. —Continuó Joy.

Llegue a hace poco, pensaba tomar una ducha pero parece que me has ganado el baño antes. —Responde, cruzando los brazos.

Ve como ella ladea la cabeza desde su puesto, aún conservando una pequeña sonrisa.

—No me importa compartir, aquí hay mucho espacio para ti también. —Suelta tranquilamente.

En Fred aparece una pícara sonrisa.

Que interesante propuesta.

—Sólo si tú quieres, pero que sepas que no saldré hasta que se acabe la espuma.

Él se acerca un poco más tomando uno de los bordes de la tina, bajando a la altura de la joven para tomar su mentón con la mano libre.

¿Cómo decirte que no muñeca?

(...)

El alivio que sintió el cuerpo de Fred al entrar en contacto con el agua no tenía precio, se dejó recostar en el otro extremo de la tina casi de inmediato, definitivamente le resultaba mucho mejor que una simple ducha de agua caliente después de un largo día, el olor a vainilla le recordaba tanto a Joy, ella adoraba usarlo, supuso que por esa razón no debería sorprenderse.

Abre uno de sus ojos para mirar a la joven del otro extremo, ella estaba mirándolo complacida de notar que también estaba disfrutando de la tina.

Él saca una mano del agua y hace un gesto.

Vamos preciosa, ven aquí, yo no muerdo... —Sonríe— Tan fuerte~ —Agrega.

Ella ríe y se acerca aceptando la invitación.

Ambas miradas se encuentran más cerca, relajadas y en paz ante eso. Joy saca sus manos del agua y las acerca para deshacer la coletilla del joven, dejando suelto su cabello azabache por completo, acariciando con cariño simulando cepilladas. Sin dejar de ver los ojos negros y juguetones que su pareja poseía.

—Es increíble, no fue hace mucho que te corté las puntas y ya lo tienes largo otra vez. —Comenta ella tomando algunos mechones.

No estoy hecho para tener pelo corto.

—Je, tampoco quiero que mi chico termine siento rapunzel. ¿Te imaginas? "Oh Fred, deja caer tu cabello"~

Por muy estúpido que sonara, los dos se terminaron riendo con eso.

Una armadura de príncipe tampoco te favorece pequeña. —Dice él apartando un mechón del rostro de Joy.

—Ni a ti un vestido.

¿Quiere apostar eso?

—Fred, por favor.

Él ríe, curioso novio se gastaba esta chica.

Ella rueda los ojos, tomando un pequeño embace verde manzana que estaba al lado del jabón y una esponja, usándolo para tomar agua y comenzar a mojar los hombros de Fred.

— ¿Cómo te fue en el viaje? —Preguntó ella entre tanto, repartiendo el agua que caía sobre el joven.

Fred suspira, también mojando un poco el hombro derecho de ella con su mano.

Podríamos decir que estuvo bien, logré hablar con el dueño del condominio y ya por fin tenemos gas y agua en el apartamento. —Pasa a mojar el otro hombro de la joven— Por cierto, me recalcó un buen par de veces que no se permiten mascotas, algo me dice que cuándo te conoció pensó que eras una de esas amantes a los cachorros sin remedio.

— ¡JA! ¿Por mí? Ambos sabemos que de los dos tú eres quien más ama a los cachorros.

¿Crees que yo ando por el mundo con una cara que dice "amo a los cachorros"?

—Eso sería algo divertido de ver. —Comenta con una sonrisa mientras toma más agua y la deja caer sobre el cabello de Fred, usando su mano libre para mover el pelo hacia atrás para que no le cayera agua a los ojos— La verdad es que por lo general vas con una cara por el mundo que dice más un "anda que estoy bueno"

Fred sonríe arrogante.

¿Y es que acaso no lo estoy?

—Aquí viene otra vez.

Venga, debes admitirlo, estoy tan bueno que hasta tu primo me quisiera dar y no precisamente consejos. —Alardeo confiado, mientras las gotas de agua caían de las puntas de su cabello azabache.

Joy volvió a echarle agua en el pelo, mientras niega con la cabeza junto a una sonrisa.

—Ni siquiera le agradas a Golden.

Es una bonita relación odio/odio que nos tenemos.

—Mejor sigue contándome lo del viaje, ¿el Sr. Nick no necesita que le entreguemos algo más?

No, ya todo el papeleo esta hecho, sólo nos falta comenzar la mudanza. —Lleva el cabello de Joy detrás de su oreja en distracción— Ya quiero que nos larguemos de aquí, estos viajes acabaran conmigo.

—Me hubieras dejado ir contigo.

No, tú ya te merecías un día libre sólo para ti preciosa. —Mueve su mano a su mejilla— ¿Qué estuviste haciendo sin tu perfecta molestia personal?

Joy sonríe un poco, mientras toma la esponja para pasearla por los brazos de Fred.

—Nada fuera de lo usual, salí a hacer mi rutina de ejercicio en la mañana, arreglé algunas cajas para la mudanza, almorcé, y en la tarde Toddy me secuestró un rato para acompañarla de compras, me regaló una manicura por acompañarla. —Le muestra sus uñas, ahora perfectas y arregladas pintadas de un azul marino, con unas sencillas florecitas blancas.

Fred tomó una de sus manos, para ver con más atención, la verdad no sabía nada de esas cosas, pero le parecía un diseño de uñas agradable y perfecto para su pequeña.

A tus manos también les hacía falta algo de atención, a veces te descuidas cuándo estamos atareados con otras cosas.

Joy se sube de hombros.

—No es para tanto.

Lo es para , no quiero que nada de esto te agobie. —Se explica colocando la mano de Joy en su mejilla.

—Estoy bien, a la final no estoy sola en esto. —Le aclara, acariciando lentamente su mejilla— No te dejaré toda la carga a ti Fred. —Dice con más seriedad.

Él ríe en derrota.

Lo sé, eres terca. —Acepta, moviendo su rostro para besar la muñeca de la joven— ¿Después de la manicura qué pasó?

—Nada, ir por un helado y llevarme devuelta aquí, cené y decidí tomar un baño en la tina después.

Ya veo. —Sigue Fred, ahora siendo él quien toma el embace para echar agua a la espalda de Joy.

—Le conté de la mudanza.

Fred se detiene.

¿Qué te dijo? —Preguntó con cautela.

—Nos deseó suerte y que viniéramos de visita por aquí en lo que se pueda, ella prometió visitarme también. —Sonríe un poco.

Él suspira.

Al menos se lo tomó mejor que tus padres. —Dejó el embace a un lado.

Joy baja la esponja mirando a Fred en comprensión, aún le podía resonar los gritos y objeciones de sus padres al haberse enterado que su preciada hija pensaba mudarse a otra ciudad, y para peor, con alguien que ellos calificaban "un cualquiera"

Era algo que ellos no podían permitir, se escapaba de sus límites, que lo aceptaran de novio había sido un mero milagro, sólo fue concedido ese permiso creyendo que aquella relación era por mero capricho cómo las de la mayoría que tiene los jóvenes de su edad, y que no durarían ni dos meses.

Pero sorpresa, las cosas resultaron ser diferentes.

—Sólo necesitan tiempo Fred.

Oh Fred, lo conoció a sus primeras semanas en la universidad, lejos de casa, en otra ciudad, un muchacho con un curioso sentido del humor, coqueteándole de aquí allá en los corredores con una sonrisa ladina que parecía derretir el corazón de las jóvenes a su paso.

Puede que su corazón también fuera uno de los afectados, pero no le quiso dar conocer esa ventaja que tenía sobre ella, aunque ese capullo se las ingeniaba para darse cuenta que unas sonrisas tímidas le lograba arrebatar entre sus pequeñas disputas. Siempre debatían cualquier cosa por muy tonta que fuera.

Porque sí Fred decía negro. Ella diría azul.

De palabras en los corredores, pasaron a largar conversaciones en la biblioteca, luego a la cafetería por si en la biblioteca no les parecía tiempo suficiente, después a la salida de clases en algún restaurante de comida rápida por si aún no quedaron satisfechos, para luego terminar mandándose mensajes de texto toda la madrugada.

Todo llegó hasta el punto de que en sus días libres ella visitaba a Fred a su trabajo de medio tiempo en la tienda de instrumentos musicales de su familia, en dónde sólo pudo descubrir la agradable pasión que siente Fred por la música, le gustaba presumir una que otra vez su talento con varios instrumentos, el muchacho sabía tocar un poquito de todo, pero le tenía cierta preferencia al piano, sin mencionar que tenía una voz para cantar envidiable.

Sí no era Joy visitando a Fred, era Fred visitando a Joy, ¿cómo no visitarla si te daba unos postres que estaban para chuparse los dedos?

Los muy tontos sólo se enamoraban más.

Y con el tiempo se permitieron intentar un noviazgo, por parte de la pequeña familia de Fred, se mantenían cautelosos, no querían cantar aleluya tan pronto, puesto que su muchacho no ha demostrado nunca ser a alguien dispuesto a someterse al compromiso de una relación seria.

Pero que sorpresa se llevaron al ver a su Fred estar tan tranquilo y cómodo en una relación. Joy no era una chica natal de esa ciudad, sólo estaba ahí por la universidad, por lo que en sus vacaciones tenía que volver a casa con su familia, lapso de tiempo suficiente para que él pudiera salir, encontrar a otra chica bonita que llame su atención e irse olvidando de Joy poco a poco.

Sin embargo, ahí lo veías como idiota mandándole mensajes a Joy todos los días para saber de su estado, también lo notabas algo melancólico y desconectado del mundo en esos lapsos de tiempo, pero nada que una buena llamada de Joy que le hiciera reír no arreglara.

Para él, Joy valía completamente la pena.

Por supuesto, llegaría el momento en el que él debía ir con Joy a conocer formalmente a su familia, cosa que ambos iban retrasando y retrasando, todo en parte por el miedo de Joy.

Y ahí comenzaron los problemas.

Desde el momento que la familia Golden se enteró que semejante chico fuera pareja de alguien de su familia casi les da un ataque, ellos eran una familia de clase alta, empresarial y exitosa, ¿Fred era eso? ¿Era alguien con altos ingresos, con un futuro exitoso, con algún tipo de poder? ¿Tan si quiera era un rubio ojos azules?! ¿No? ¿Entonces qué demonios hacía ahí intentando arruinar el linaje de los Golden?!

Aparte de la incómoda y desastrosa que fue esa primera impresión que tuvo Fred sobre la familia Golden, lo que vino a continuación para Joy tampoco fue lo mejor, todos los días su familia repetía cómo una grabadora de voz cualquier cosa para menos preciar al joven; "Te está usando para buscar dinero" "¿Qué futuro tendrías estando con alguien como él?" "Te mereces algo mejor" "¿Has visto la ropa que usa? Parece un criminal" "Las personas de su clase sólo tienen malas intenciones" "Joy, tú podrías estar con un estudiante de medicina sin problemas, con lo hermosa y talentosas que eres, y te iras con el primer cualquiera que te diga una charla barata"

Y así días, tras días, tras días.

Intentaba no mencionarle nada de eso a Fred, no valía la pena, pero él no necesitaba de sus palabras para saber que...

Es un caso perdido, toda tu familia me odia. —Dijo después de un silencio.

Él intentó simpatizar con ellos, pero la verdad no conseguía más que respuestas cortantes y miradas frías, quizás simpatizar no era lo necesario, quizás era demostrar compromiso, que vieran que él estaba comprometido a respetar y tratar a Joy cómo se lo merece. Trabajó tiempo extra para ahorrar y terminar alquilando una pequeña casa en la ciudad dónde vivía Joy por el resto de sus vacaciones para estar más cerca de ella, en presencia de la familia Golden, en señal de compromiso, y total disposición hacia Joy.

Pero nada, de hecho Joy se hartó, tomó sus cosas y se mudó con Fred.

Sus padres ante eso la amenazaron con dejar de pagar el resto de sus semestres en la universidad si no volvía, pero la pareja ya tenía otros planes, planeaban mudarse juntos a un apartamento pequeño cerca de su universidad, Fred se encargaría de los gastos los primeros meses mientras encontraban algo para Joy por allá, y no estaban solos en esto, la familia Fazbear estaba plenamente dispuesta a ayudarlos si pasaban algún contra tiempo.

Los padres de la joven al enterarse de sus planes no podían estar más alarmados, notaban que su hija estaba realmente dispuesta a renunciar a la comodidad de su hogar, posiblemente a un futuro exitoso y asegurado de su parte, para irse con ese chico, con ese cualquiera ¿cómo era posible?

Dejaron las amenazas, no eran capaces de privar a Joy de algo tan valioso para los Golden cómo lo eran los buenos estudios y preparación, su hija debía ser una chica bien estudiada, permitieron la mudanza a regañadientes, con las condiciones de que Joy terminara su carrera universitaria que ellos mismos seguirían pagando, que los llamaran todos los días para tenerlos al tanto de todo, y por supuesto, venir a ver a la familia en todas las celebraciones que se formaran.

También amenazaron a Fred con que apenas se enteraran de algo extraño, podían hacerlo podrirse en una celda el resto de sus días.

Así de lindo lo querían sus suegros y el resto de los Golden.

—N-no toda mi familia te odia, de hecho Gold una vez me comentó que si quitara lo arrogante que le pareces llegas a serle algo soportable.

Que alentador. —Soltó en sarcasmo, apoyando su rostro en una de sus manos.

Ella en repuesta se acercó más y se dejó recostar en su pecho, aspirando aire tranquila ante su compañía, el cuerpo de Fred estaba tan cálido cómo el agua de la tina.

—No importa amor, lo que realmente es importante ahora somos nosotros y la mudanza. —Comentó ella suavemente, dibujando figuras imaginarias en el pecho de Fred.

La forma tan relajante en cómo ella dijo eso ablandó las defensas de Fred, simpatizando con ella, todo esto no era fácil para Joy por muy dispuesta que este a irse con él, después de todo es su familia, por mucho que lo desaprueben a él, sabe que ella siempre tendrá un lugar para su familia en su corazón, no los privaría de su cariño.

Ambos padecían su parte de la situación, pero se apoyaban mutuamente para echar todo adelante y estar juntos.

Sonríe más tranquilo mientras la ve.

Ella dibujó unas letras en su pecho poco a poco.

«T» —Pensó el azabache.

Él sabe porque está ahí.

«E»

Sabe porque soporta el odio de una familia entera lejos de su casa, en una ciudad que conoce a medias.

«A»

Porque era un idiota muy impulsivo cuándo se trataba de tener algo que realmente le importa.

«M»

Y la ama.

«O»

Y ella a él.

Lo sé amor. —Murmura Fred con cariño, pasando una de sus manos a acariciar a la joven desde su hombro hasta bajar por su brazo lentamente.

—Mañana quiero que descanses, has estado viajando mucho esta semana. —Le aruñó ella más tranquila— Incluso podemos hacer un sábado de espagueti sólo para ti.

¿Con albóndigas?

—Sí, con todas las albóndigas que quieras, bañadas con mucha salsa.

La idea casi le abre el apetito a Fred.

Siempre sabes cómo convencerme preciosa. —Ríe a lo bajo, tomando la mano Joy y besar sus nudillos.

El gesto hizo sonreír a la joven, moviéndose un poco para pasar sus brazos por el cuello del mayor, abrazándolo por cercanía, dejando recostar su rostro en uno de sus hombros, aspirando un poco, el aroma de la colonia de su chico todavía seguía ligeramente presente en su piel, y adoraba tener ese aroma cerca, le hacía sentirse feliz y tranquila. A los segundos siente las manos de Fred acariciar su espalda lentamente, incluyendo a la esponja en el proceso.

Guardan silencio unos momentos, sólo los acompañaban otra tonada del reproductor y el sonido del agua cayendo de a gotas, la espuma se mantenía con una notable cantidad, pero ya se comenzaban a ver ciertos huecos de agua entre la superficie, el olor a vainilla era más sutil y ahí estaba ellos dos atrapados en su propia burbuja.

Joy entre cierra los ojos ante la paz y los dedos de Fred paseando con calma su espalda, y él, relajado, haciendo figuras imaginarias por la suave piel de su chica.

«Hola» —Le escribió.

—Hola. —Susurra ella.

«¿Estás cómoda?»

—Muy cómoda la verdad.

«Eres hermosa»

—Siempre lo dices.

«Sé que te gusta»

Siente la sonrisa de Joy sobre su cuello.

—Quizás~

Fred ríe.

«¿Me cantas algo?»

Ella se acomoda mejor para acariciar los mojados cabellos azabaches, ante la petición cierra completamente los ojos y sólo se dejó guiar por la tonada que sonaba en el reproductor.

Mis anclajes no pararon tus instintos, ni los tuyos mis quejidos. —Cantó suave al rol de las notas de una relajante guitarra— Dejo correr mis tuercas y que hormigas me retuerzan. ♪♫

Fred se recuesta más en la tina complacido, su chica tenía una voz tan relajante, no entendía porque a ella jamás le llamó la atención sacar provecho a ese talento, pero él no se queja, si podía ser egoísta y tener el canto de ese ángel sólo para él, no pondrá objeciones.

La abraza prestando atención a todo.

Quiero que no dejes de estrujarme, sin que yo te diga nada y que tus yemas sean lagañas enganchadas a mis vértices. ♫♪

A él le gana la debilidad, comienza a dejar besos suaves por su hombro.

Me disfrazo de ti. ♫♪

Caricias ligeras por su espalda.

Te disfrazas de . ♫♪

Va por su cuello.

Jugamos a ser humanos en esta habitación gris. —Casi susurra, ladeando la cabeza para darle espacio libre a los besos— Muerdo el agua por ti, te deslizas por . ♫♪

Jugamos a ser dos gatos que no se quieren dooormir~ —Termina él, rozando su nariz en el cuello de la joven.

Ella suspira en silencio.

— ¿Feliz? —Le preguntó.

Encantado. —Murmura desde su sitio.

Las caricias por los cabellos azabaches paran, pero en recompensa se animan en dejar unos cuántos besos por el hombro del mayor.

—Je, es una pena que en nuestro apartamento no habrá una tina. —Le comenta ella entre besos.

Fred toma su cintura, invitándola a salir de su escondite un momento, ella lo hace dejando sus frentes juntas, mirándose entre ellos unos segundos.

Todo eso sólo es algo temporal mientras nos estabilizamos por allá, después te buscaré algo mucho mejor. —Le promete, iniciando un camino de besos por el hombro contrario.

—Sabes qué no es necesario que...

Sólo te mereces lo mejor preciosa. —Roza su nariz con la contraria, ahora más cerca de sus labios— Por algo me tienes de novio. —Agregó con una sonrisa fanfarrona.

Ella comienza a reír, tomado sus mejillas entre sus manos.

—No tienes solución Fazbear.

Me besaras en este momento si piensas que tengo razón. —Murmura sobre sus labios.

¿Besarlo y subirle más el ego o bajarle un poco los humos y hundirlo en la tina para que aprenda?

—Oh Fred~ —Se acerca más.

Sí, definitivamente hundirlo en la tina.

¡Ah!... ¡Cof! ¡Cof! ¡Acaso q-quieres matarme?! —Sale Fred al segundo con los cabellos tapando sus ojos en drama, y sobre su cabeza un gracioso gorro de espuma.

—No seas llorón.

¡Pudo entrarme jabón a los ojos! —Se queja apartando el cabello de su cara.

—Bueno... —Saca su mano de la tina, tomando la regadera de mano que estaba en el escalón— Nada que una buena mojada de agua fría no arregle.

Ni siquiera lo... ¡Joy!

Ella no lo escucha, de hecho se aleja un poco más entre risas y le dispara más agua, mojando también a la pared detrás de Fred, a este paso terminarían haciendo un desastre en ese baño.

—Sólo estoy quitando la espuma de tu cabello.

Ven aquí. —Se hartó, acercándose a ella con decisión.

— ¡No, no, espera! ¡No quiero mojarme el cabello! —Le dice, volviendo a tirar agua para alejarlo.

Vas a mojarte el cabello. —Sentencia Fred.

—Cariño, podemos discu... ¡Ah! —Tarde, Fred la tomó de las piernas jalándolas hacia él. Como consecuencia Joy suelta un gritico y se hunde en la tina— ¡Fred! —Fue lo que gritó al salir, pero el mayor no podía tomarla en serio con su pelo tapando la mitad de su rostro, goteando de agua, con un gorrito de espuma sobre él.

Él sólo aprovecho su descuido para quitarle aquella cosa de sus manos para que no volviera a tirarle agua fría, y acercase más.

Ella al recuperarse de su posible ahogo lo mira con atención, él estaba casi sobre ella, apoyándose de los bordes, mirándola con la misma atención, las gotas de agua de su cabello cayendo sobre ella y la espuma resbalando lentamente por su torso descubierto.

—No sé ni para que me molesto en decir que no quiero mojarme el cabello. —Le dijo ella cruzando los brazos y frunciendo el ceño.

No me mires así, recuerda que tú empezaste. —Le acusó él, bajando más hacia Joy.

—Te echare. —Amenazó, pero no hizo nada para apartarlo.

Me quieres aquí. —Le susurra cerca.

Buscó sus labios para hacer contacto con los suyos, y los encuentra sin esfuerzo, comenzado con roces lentos y tranquilos que eran fielmente correspondidos de la misma forma, cada roce entre sus labios animaban más a Joy en dejar salir sus brazos, paseando las manos por el pecho del contrario hasta su cuello terminando en sus mejillas, ambos sonríe entre besos y se buscan nuevamente.

Fred la atrae más hacia él hasta quedar ambos de una forma más recta en la tina, para luego moverse a un lado y recostarse, dejando a la joven sobre él, moviendo sus manos con confianza y de forma tranquila por la piel ajena, su cintura, brazos, espalda, con meras caricias, sin dejar de atender sus labios con besos suaves.

De verdad necesito tener estos baños más seguidos. —Ríe Fred, moviendo los besos a las mejillas de su pareja.

Siente cómo Joy sonríe estando de acuerdo.

(...)

La tina se encontraba vacía por completo, el reproductor apagado y la puerta abierta. Al pie de un espejo sobre el lavabo estaba Joy terminando de cepillar sus dientes, inflando sus mejillas de un lado a otro para mover el enjuague bucal, portando una camisa negra más grande que su talla normal que le llegaba hasta sus muslos. Joy había adquirido la curiosa costumbre de querer dormir usando alguna camisa de su novio, y sabe que eso a Fred no le molesta en lo absoluto, de hecho hasta le indica con cual se vería más sexy.

Luego ella se la tira a la cara, y toma la que mejor le parezca, sólo por llevarle la contraía un rato.

Termina de secar su boca con una toalla y se sonríe para ver sus dientes limpios y en orden, coloca la toalla en su lugar y pasa sus manos por su cabello suelto para confirmar que seguía ligeramente húmedo por el baño, pero nada que no le impida dormir tranquila. Apaga la luz del baño y sale de la habitación.

El pasillo estaba a oscuras, a excepción de una habitación al final de este, dónde se podía ver como la luz sobresalía, llegó hasta allá para encontrase a Fred recostado en la cama, portando un pantalón de algodón gris oscuro, y por supuesto sin ninguna camisa, jamás dormía con alguna al menos que fuera un día con bastante frio, estaba tranquilo hablando con alguien por teléfono.

Perdona mamá, estaba atareado con el tema de la mudanza que no lo pensé, pasaré por allá a la próxima, lo prometo. —Comentaba, Joy ya podía imaginarse la situación, la señora Fazbear seguro se enteró de alguna forma que Fred estuvo rolando por allá y ni siquiera se dignó en aparecer en casa de visita— Por favor mamá no es para tanto, lo sé, lo sé, sí, todo está en orden por aquí, en esta ciudad realmente no hay mucha novedad, ¿Joy? —La mira y sonríe— Ella está excelente, tan hermosa como siempre. —Le regala un guiño.

Ella ríe y desvía la mirada para comenzar a caminar para cerrar la ventana.

—Mándale mis saludos. —Le dijo ella.

De hecho te manda saludos. —Agrega Fred— Sí, estamos bien, los visitaremos pronto, sí, sí, tranquila no lo voy a olvidar. —Ríe— No te preocupes, por favor procura que Freddy este cubriendo bien mi puesto, no quiero que la tienda se caiga por su culpa... —Hace una pausa— ¡JA! Eso lo creeré cuándo lo vea... —Otra pausa— Je de acuerdo, descansa, te llamo mañana ¿vale? Yo también, un abrazo. —Y cortó.

— ¿Todo bien? —Le pregunta Joy cerrando las cortinas.

Sí, mi madre preguntando como van las cosas por aquí. —Responde, dejando el celular en la mesa de noche, notando como se apagan las luces de la habitación, dejando sólo la luz de la lámpara a su lado iluminando el lugar— Se ofendió un poco por no haber ido a casa a visitarla sí andaba de viaje por allá.

—Lo imaginaba. —Comenta Joy con una risa, acercándose a pasos tranquilos, subiendo a la cama sin problema, gateando hasta colocarse sobre el joven en el proceso, quedándose ahí para consentir un poco a Fred con algunas caricias antes de recostarse a dormir, Fred se deja hacer completamente, le gustaba ser consentido— ¿Todos están bien por allá?

Sí, nada nuevo... —Responde Fred a medias, estaba prestándole más atención a la joven sobre él, su pelo suelto cayendo a sus costados, con aquella holgada prenda de negro que sólo la hacía ante sus ojos más tierna y perfecta— Bueno excepto por unos compañeros que estuvieron preguntando por mi paradero, mi madre les salió diciendo... "¿Fred? Ese esta por allá cómo chicle pegado a su novia, la pobre debe estar pidiendo auxilio" —Cita intentando imitar a su madre, tomando a la joven de la cintura para acercarse más, escuchándola reír.

—Jaja, sí por favor, este chico es lo peor. —Apoya, abrazando al joven desde el cuello.

El peor en la cocina quizás, pero del resto no puedes quejarte. —Se defiende, robándole cortos besos con una sonrisa.

—Es cierto, la verdad besa muy bien. —Murmura.

Ves que afortunada. —Dijo entre besos.

—Y eso que no lo has oído hablar cuándo estamos a solas.

Mmmh... Amor si te conociera diría que me estas provocando. —Ronronea pícaro, bajando a su cuello.

— ¿Yo? Amor cómo crees, sólo quiero dormir. —Reitera ella inocente.

Ni siquiera tuvo que hacer algo más, en un parpadeo ya estaba acostada en la cama con Fred sobre ella atacando su cuello con suaves besos, deleitándose por el dulce aroma que la joven poseía después de un buen baño, vainilla, esa dulce vainilla que lo volvía loco.

Sólo dormir... —Ríe él ante la verdadera intención de sus palabras— Me encanta como sabes pedirme las cosas sin decírmelas pequeña.

Ella lo toma de las mejillas para también tener derecho a robarle unos cortos besos.

—Pensé que estarías cansado del viaje para seguirme la corriente. —Susurra.

No lo suficiente sí mi chica quiere que la consienta un rato. —Aclara dejando varios besos en sus mejillas.

Ella ríe.

—Te compensaré con otro baño de burbujas.

Él junta sus frentes.

¿Vienes incluida en el baño?

—Sí el anfitrión lo quiere.

Fred sonríe.

Te amo.


...

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