Momento 4
Me encontraba sentada en el gran salón de la colonia. Tenía 8 años, era hora de la comida. Unas personas se acercaron a mí y Me dejaron una bandeja de comida. Era milanesa con puré, mire los cubiertos y luego vi a mis compañeros utilizarlos, intente hacer lo mismo pero no lo logre. Uno de ellos, me observó y se levantó. Lo seguí con la mirada y él se acercó a la profesora, mientras le hablaba en un momento me apunto con el dedo. Yo seguía sin entender. El niño volvió a sentarse en su lugar y una chica más grande se acercó a mi.
– Escuche que no sabes cómo utilizar los cubiertos, lo cual me sorprende. Ya tienes 8 años, en fin, la profesora me mandó a ayudarte. Asique así debes hacer – dijo y se puso atrás mío, me agarró las muñecas e hizo que agarrará los cubiertos, me sentía como un robot – y así debes hacer, inténtalo. – yo repetí la acción que la chica me había obligado a hacer y ella al ver que lo logre. Me sonrió y se fue.
– ¿Tus padres nunca te enseñaron a utilizar los tenedores y cuchillos? – me pregunto uno de los niños que se encontraba al lado mío. Yo avergonzada solamente le dije que no, en voz baja.
– Eso es muy raro – dijo una de las niñas que estaba al otro extremo mío – mi mami me dijo que, a todos los niños, sus padres les debían enseñar a utilizar los cubiertos.
Yo no podía estar más avergonzada. Volví a sentirme inútil. Y nuevamente sola. Sentía envidia por todos esos niños que sus padres los ayudaron a utilizar los cubiertos. Sin darme cuenta mis lágrimas caían. Me limpie rápidamente, no quería que me vieran así. Pensé en por que mis padres no me habían enseñado, así como a los demás niños.
Eso me llevó a otro recuerdo, debía tener la misma edad. Nos encontrábamos en un partido de football donde mi hermano era arquero. Estábamos mi madre y yo sentadas en la tribuna, yo estaba mirando mis cordones de las zapatillas, las tenía desatadas, sacudí a mi madre para que me prestara atención, así poder decirle.
– Mamá – Dije mientras seguía tratando de tener su atención.
– ¿Qué sucede? – Me respondió ella, sin mirarme.
– Tengo los cordones desatados.
– Átatelos, ya eres una niña grande. Debes aprender. – Me respondió mientras seguía observando el partido. Yo frustrada, le hice caso.
Recordé esa canción, la cual decía que primero debes hacer un nudo, Luego un moño y de ahí Seguir. Sonríe satisfecha, lo había logrado. Logre atarme los cordones yo sola. Volví a tocar a mi madre para que me prestara atención así contarle que lo había logrado.
– Ahora que quieres – me dijo mirándome algo enojada, Yo sólo agaché la cabeza y le dije que nada. Ella sólo suspiró frustrada y siguió mirando el partido. A mí se me caían las lágrimas.
Yo sólo quería contarle que lo había logrado, había logrado atarme los cordones sin ayuda. Pero ella estaba demasiado ocupada mirando el partido. Desde esos días entendí que estaba sola. Que solamente estaba yo para cuidarme y enseñarme cosas. No era como los otros niños que sus padres les enseñaban, este caso era solamente yo y nadie más. Incluso si tumadre solo esta para sanar tus heridas físicas, una burbuja de dolor dondehasta nosotros mismos nos lastimamos...
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