Mi padre empezó a acercarse a mí, a intentar tener una buena relación, a pesar de todo era mi padre y debía darle una segunda oportunidad, era lindo tener un padre atento, que te aconseje, que te acompañe.

Estaba planeando mi cumpleaños número 15, él quería festejarlo y yo no iba a decirle que no, debía ser especial después de todo nunca tuve un cumpleaños. Nunca me gusto festejarlo ni a mí ni a mi hermano, son cosas que un poco nos molesta, tener la atención de todos, que te aplaudan, no sé, no nos llama la atención. Pero ahora lo hacía solamente para satisfacer a mi padre, si él era feliz con festejar mi cumpleaños yo aceptaba.

Ahora estaba volviendo a mi casa con mi padre acompañándome, llegamos a la esquina de mi casa y vi como su cara se transformaba.

– ¿Qué sucede? – le pregunte mirándolo.

– ¿De quién es ese auto? – Me pregunto enojado, miré nuevamente a mi casa y pude ver la camioneta de mi tío y el auto del amigo de el.

– Es un amigo de mi tío, ¿Por qué?

– Tu madre está con el ¿verdad?

– No.

- Escúchame bien, yo no voy a permitir que él ocupe un lugar que no le pertenece, debí acabar esto de raíz hace mucho tiempo. – Lo mire asustada. – Yo te voy a llamar para que salgas de ahí.

– Por favor no hagas nada, te juro que no es cierto lo que estás pensando, mamá no está viendo a nadie. – Le dije mientras mis lagrimas iban cayendo por mis mejillas.

– A mí no me mientas, te quiero hija. – Me abrazo, yo solo lloraba. – yo te avisare para que salgas, no quiero lastimarte a ti. – No me dejo contestarle porque se fue, dejándome ahí temblando de miedo.

Camine a mi casa, entre limpiándome las lágrimas, no quería que me vean, estaba mi madre con mi tío, mi abuela, mi hermano y el amigo de mi tío. Estaba en el comedor hablando, yo fui a sentarme en mi cama, me puse a pensar en todo lo que había dicho mi padre, no sé si creerle. Pasaron unas horas y empecé a sentir un temblor en toda la casa, estaba en shock, los vi a todos salir, yo seguía ahí sentada sin entender nada.

Para mí el tiempo se detuvo. Sentía el ruido de las cosas caer, las luces de mi casa se apagaron, solo veía una luz que se acercaba y alejaba una y otra vez. cuando me di cuenta, todo a mi alrededor estaba caído, mi casa estaba destruida, escuchaba los gritos de mi mamá. Levante la vista y vi que la luz brillante era del colectivo, le grité a mi padre, pero nada sucedió. El seguía avanzando y yo estaba en un pequeño hueco que se hizo en las chapas del techo de mi casa. mi madre me vio, corrió hacia mi pisando las chapas arriesgándose a que el colectivo la embiste a ella, yo seguía en un trance, me ayudo a salir del hueco y hizo que saltara a la casa del vecino. No sé cuánto tiempo paso, cuando quise reaccionar para ir a buscarlo, quería una explicación, quería saber su porque, porque lo hizo. Vi al colectivo irse, quise seguirlo, pero unos brazos me impedían salir corriendo, vi que era uno de mis vecinos.

– Suéltame. – Le dije con voz totalmente rota, pero no me hizo caso, siguió abrazándome evitando que saliera corriendo a buscarlo. Mis lagrimas seguían cayendo nublandome por momentos la vista.

Vi a mi madre corriendo en mi dirección, en ese momento me soltaron y corrí a ella, la abrace, seguía llorando, porque, por que el hizo esto, destruyo mi casa. Siendo consciente de lo que sucedía a mi alrededor pude escuchar a lo lejos las sirenas de la ambulancia y policía

– Todo va a estar bien Angela, estaremos bien, te lo prometo. – Susurro mi madre abrazándome más fuerte, no quería soltarme, tenía a mi madre viva y eso era lo más importante.