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Había una vez un conejito llamado Jimin que vivía en una madriguera acogedora junto a sus diez hermanos y sus padres. La madriguera, situada bajo un frondoso roble, era un laberinto de túneles cálidos y nidos suaves de hojas y musgo. Jimin, un conejo de pelaje rubio y suave, tenía grandes ojos color miel llenos de curiosidad, siempre soñando con explorar más allá de los límites de su hogar subterráneo.
Un día, una pareja humana decidió acampar cerca de sus madrigueras. Montaron una colorida tienda de campaña cerca de un claro, con mantas extendidas para un picnic, y una camper estacionada a un lado. Esto despertó la curiosidad de nuestro conejito. Los aromas de la comida fresca se mezclaban con el aire primaveral, atrayéndolo irresistiblemente.
—Jungkook, ven conmigo a ver qué hacen esos humanos— dijo Jimin a su hermano menor, un conejito de pelaje blanco como la nieve y ojos grandes.
Jungkook era el menor de la camada y el más travieso por lo que aceptó casi de inmediato. Sus ojos brillaban de emoción mientras seguía a Jimin a través del pasto alto.
Al acercarse al área de picnic, se escondieron detrás de un roble robusto, observando con suma cautela. Sobre una manta de cuadros, los humanos compartían una abundante comida; uvas, duraznos, fresas, sandwiches, y muchis más platillos que los conejos no conocían.
Pero no eran los únicos observadores. Dos gatos también estaban en el área, uno completamente negro con ojos verdes como esmeraldas y una pequeña cicatriz en uno de ellos, y otro siamés de pelaje crema y ojos azul profundo.
El gato negro notó una pequeña y esponjosa colita detrás del árbol y, con una mezcla de curiosidad y astucia, se acercó sigilosamente como si Jimin fuera su presa. De repente, el gato saltó hacia él, asustándolo.
Jimin se quedó estático, paralizado por el miedo, mientras el gato negro se posaba sobre él con gracia felina.
—Hola, pequeño— murmuró Yoongi con una voz suave, casi ronroneante. —No tengas miedo. No voy a hacerte daño. Soy Yoongi, ¿cómo te llamas?
—Soy Jimin— respondió el conejito, todavía un poco asustado pero empezando a relajarse al notar la voz amigable de gato.
Jungkook, aterrado por el salto del gato, había huido rápidamente. El gato siamés, intrigado por la carrera del pequeño conejito, decidió seguirlo.
Mientras tanto, Yoongi comenzó a jugar con Jimin, empujándolo suavemente con su pata. —Ven conmigo, Jimin— dijo Yoongi, guiando al conejito hacia el picnic.
Los dueños de los gatos, dos jóvenes amables, notaron al pequeño conejo.
Uno de ellos, de cabello negro y rostro encantador, exclamó con alegría —¡Mira, un conejito! Qué tierno.
—Hola, pequeño— dijo el joven, acercándose lentamente para no asustarlo. —No tengas miedo. ¿Te gustaría un poco de ensalada?— El joven sacó una hoja de ensalada fresca de una canasta y se la ofreció a Jimin con cariño.
—Es tan lindo— comentó el otro joven, de cabello castaño claro y ojos brillantes, con un par de hoyuelos que se mostraban al sonreír. —Mira cómo confía en Yoon.
Jimin, todavía cauteloso, aceptó el ofrecimiento con gratitud, mordisqueando la hoja de ensalada mientras miraba a su alrededor.
Poco después, el gato siamés, con Jungkook a cuestas, llegó al picnic. —Encontré a este pequeño explorador también— dijo Taehyung, dejando suavemente a Jungkook en el suelo.
—Hola, Kookie— dijo Jimin, aliviado al ver a su hermano sano y salvo.
—¡Otro conejito!— exclamó uno de los jóvenes humanos. —¡Son tan adorables juntos!
—Quédense a disfrutar del picnic con nosotros— sugirió Taehyung con una sonrisa, mostrando sus dientes blancos y afilados. —Tenemos más comida y sería genial tener compañía.
Los conejitos, después de asegurarse de que no había peligro, decidieron quedarse. Se acomodaron cerca de los gatos y los humanos, disfrutando de la comida y la calidez de la tarde. Los humanos les hablaron con cariño, ofreciéndoles zanahorias y hojas fresca.
De repente, un fuerte viento comenzó a soplar y el cielo se nubló rápidamente, como si estuviera a punto de llover. Los conejitos, al encontrarse lejos de su madriguera, no podían mojarse. Jungkook, asustado, se apegó a su hermano Jimin.
—¡Parece que se avecina una tormenta! —exclamó uno de los jóvenes.
Taehyung, el gato siamés, notó el miedo en los conejitos y les dijo:
—Pueden quedarse con nosotros en la camper de nuestros humanos. Estarán a salvo y secos allí.
Jimin y Jungkook dudaron por un momento, pero al ver la lluvia acercarse, se metieron inmediatamente en la camper. Nunca habían visto una camper de cerca. El vehículo era grande y blanco, con ventanas amplias que dejaban entrar mucha luz. En el interior, había un pequeño comedor con asientos de cuero beige, una cocina compacta pero bien equipada, y una cama acogedora cubierta con una manta suave. Fotos de viajes pasados decoraban las paredes, sin embargo, lo que más abundaba era juguetes para gatos, fotos del par felino y sobre todo ¡pelos!
Taehyung invitó a Jungkook a su cama para que descansara.
—Ven aquí, conejito. Estarás cómodo y cálido —dijo Taehyung con una sonrisa, señalando una cama forrada con felpa.
Mientras tanto, Jimin exploraba la camper con curiosidad. Se movía con cautela, inspeccionando cada rincón. Sus bigotes temblaban al olfatear el aire lleno de aromas desconocidos: el olor a café recién hecho, pan tostado y una pizca de perfume floral. Yoongi lo observaba desde un rincón, encontrando las expresiones del conejito muy tiernas. Jimin, después de inspeccionar cada rincón, incluso casi cayendo al inodoro, comenzó a cabecear, dejándose llevar poco a poco por el sueño.
Yoongi se acercó suavemente y, con mucho cuidado, cogió a Jimin con sus dientes para llevarlo a su cama. Luego, lo cubrió con su cuerpo, proporcionando calor y protección. Jimin se acurrucó, sintiéndose seguro por primera vez en mucho tiempo, y se durmió plácidamente junto a Yoongi.
Al día siguiente, ambos conejitos se despertaron con los rayos del sol filtrándose a través de las cortinas de la camper. Los perezosos gatos seguían durmiendo, sus cuerpos enrollados sobre las suaves mantas. Jimin y Jungkook sabían que sus padres debían estar preocupados, así que decidieron regresar a su madriguera.
Antes de irse, Jimin se acercó a Yoongi, quien aún dormía, y en un acto de ternura, chocó su nariz con la del gato. Luego, junto a su hermano Jungkook, partieron hacia su hogar.
Unas horas después, Yoongi seguía en su quinto sueño cuando Taehyung se lanzó sobre él, despertándolo de golpe. Yoongi refunfuñó, claramente molesto, y Taehyung dijo:
—Mi bolita de pelos ya no está —refiriéndose al conejito Jungkook.
Yoongi, confundido al principio, se dio cuenta de que Jimin tampoco estaba con él. Justo en ese momento, uno de los jóvenes, llamado Jin, llegó con el desayuno.
—Yoon, Tae, ya es hora de comer —dijo dulcemente mientras dejaba dos platos con comida para gatos y algunos premios—. También traigo más ensalada para el par de conejitos —agregó.
Al no ver a los conejitos, Jin se dio cuenta de que ya se habían ido. Un poco triste, regresó con su novio, Namjoon.
—Nam, los conejitos ya se fueron sin desayunar. Yo quería adoptarlos —dijo Jin, abrazado por Namjoon quien lo consolaba.
Por primera vez, ambos gatos mimados ignoraron su comida y se fueron hacia el bosque en busca de ese par de conejitos. Querían asegurarse de que sus nuevos amigos estuvieran bien y, quizás, traerlos de vuelta para más aventuras y compañía.
Yoongi y Taehyung revisaron los alrededores del campamento sin mucho éxito. La preocupación por sus nuevos amigos los impulsaba a no rendirse. Yoongi decidió trepar un árbol cercano, esperando obtener una mejor vista. El bosque alrededor del campamento estaba lleno de robles y pinos, con el suelo cubierto de hojas secas y setas coloridas. En la copa del árbol, se topó con una ardilla que tenía las mejillas repletas de nueces. La ardilla, asustada al ver al gato negro, se metió apresuradamente en su guarida en el árbol.
—Tae, sube ya, ¡conseguí un informante! —llamó Yoongi, mientras la ardilla se escondía en su guarida.
El gato siamés subió con ciertas dificultades y, al llegar a la copa, ambos gatos introdujeron sus patas en la guarida de la ardilla. La ardilla, muy asustada, sacó un tenedor y empezó a defenderse desesperadamente.
—Hola, señor ardilla, solo queremos saber si ha visto a un par de conejos por aquí —dijo Taehyung con su voz más calmada posible.
La ardilla mostró un poco la cabeza y dijo:
—¿A cambio de qué?
Ambos gatos inclinaron la cabeza en confusión.
—Mi información tiene un precio —continuó la ardilla con desconfianza.
Yoongi, algo fastidiado, empujó a la ardilla con una pata contra el árbol y, con la otra, sacó sus garras.
—¿Qué tal si te pago con un par de rayas más en ese pelaje tuyo? —amenazó Yoongi.
Taehyung intervino rápidamente, tocando la pata del gato negro para que soltara a la ardilla.
—Yoon, cálmate —dijo suavemente.
Yoongi cedió y Tae añadió —Mis humanos tienen mucha comida, ¿qué te parece?
Los ojos de la ardilla brillaron, dejando atrás el miedo de la amenaza del gato negro y enfocándose en las palabras dichas por el siamés.
—Soy Hoseok —dijo la ardilla presentándose—. Sí, vi a un par de conejitos esta mañana. Les diré su ubicación dependiendo de la calidad de la comida que me ofrezcan.
Unos minutos después, la ardilla Hoseok estaba en su guarida, repleto de frutos secos y dulces que trataba de empujar dentro a la fuerza. Satisfecho, Hoseok les indicó a los gatos la dirección hacia la madriguera de los conejos. Con la información en mano, Yoongi y Taehyung emprendieron camino hacia la madriguera.
Mientras tanto, Jimin y Jungkook estaban algo tristes en sus madrigueras, pues sus padres los habían regañado y castigado por irse sin permiso. De repente, escucharon gritos. Curiosos, salieron a investigar y vieron a un par de gatos conocidos en medio de las madrigueras, asustando a todos los conejos.
—¡¿Qué hacen aquí?! ¡Van a asustar a todo el barrio!— exclamó Jimin mientras corría hacia los gatos.
—Hola a ti también,— respondió Yoongi con una sonrisa irónica. —Vinimos a buscarlos.
Jimin y Jungkook, aliviados pero preocupados por la reacción de sus padres, llevaron a los gatos lejos de las madrigueras. Los padres de Jimin y Jungkook los observaron con una mirada molesta al ver que se iban con los gatos.
—Vamos, rápido antes de que nos metamos en más problemas— susurró Jungkook a su hermano.
—Gracias por venir a buscarnos, Yoongi, Taehyung— dijo Jimin mientras caminaban juntos. "Pero debemos ser cuidadosos para que nuestros padres no se enojen más.
—Lo entendemos, — dijo Taehyung —solo queríamos asegurarnos de que estuvieran bien. Ahora, hablemos de cómo podemos seguir siendo amigos sin causar tantos problemas.
Los conejos llevaron a Yoongi y Taehyung a un pequeño claro en medio del bosque donde había un cultivo de fresas y otras bayas.
—Este es un lugar seguro— dijo Jungkook con una sonrisa.
Jimin corrió junto a Yoongi, mostrándole los diferentes frutos que había, mientras el gato negro lo observaba maravillado por la ternura del pequeño conejo.
Jungkook observaba al gato siamés, quien parecía reacio a tocar las plantas. —¿Sucede algo malo?— preguntó, haciendo unos ojitos tan tiernos que el siamés casi se desmayó de la ternura.
—Oh no, no pasa nada, solo que yo soy un gato de ciudad, no estoy tan acostumbrado a esto— dijo Taehyung, algo avergonzado.
El conejito, ahora más curioso, dijo, —¿En la ciudad no hay fruta? Qué horrible lugar debe ser— haciendo una mueca de disgusto y arrugando la nariz.
El gato no pudo con tanta ternura del conejo y empezó a sonrojarse. Empezó a caminar, siendo guiado por Jungkook, y explicó:
—Verás, Kookie. A diferencia de Yoongi, yo soy un gato de casa criado desde bebé por mi humano Jin. Yoon fue adoptado después, cuando mi humano se juntó con su novio Namjoon, entonces Yoon tiene más 'calle' que yo—dijo Taehyung, evitando la mirada del conejo.
—En el apartamento de la ciudad era algo excluido por el resto de los gatos. Mientras Yoongi salía a explorar por el condominio y era amigo de otros gatos, a mí me daba miedo la calle y prefería estar en mi cómoda cama todo el día. Esto hizo que recibiera apodos como 'delicado' o 'el príncipe del 203,' y otros más— continuó el siamés.
Jungkook observó al gato y notó su semblante un poco triste. Se acercó a él, frotó su cabeza contra el pecho del gato, lo miró y le dijo, —¿Y eso es malo?— dedicándole una cálida sonrisa.
Taehyung se sorprendió por el gesto del conejo y no pudo evitar sonreír de vuelta. -—Supongo que no, Kookie. — respondió, sintiendo un calorcito en su corazón.
Mientras tanto, Yoongi y Jimin seguían explorando el cultivo. Jimin saltaba de un lado a otro, mostrando orgulloso cada rincón del lugar. —¡Mira, Yoongi! Estas fresas son las más dulces de todas— dijo Jimin, ofreciéndole una fresa al gato negro.
Yoongi, divertido y conmovido por la energía de Jimin, aceptó la fresa y la probó. —Tienes razón, son muy dulces— dijo Yoongi, lamiendo sus bigotes.
El día continuó con los cuatro amigos disfrutando del pequeño paraíso que los conejos habían encontrado. A medida que el sol se ponía, se dieron cuenta de que no importaba de dónde vinieran, siempre que estuvieran juntos, cualquier lugar podía sentirse como en casa.
Los cuatro animalitos habían pasado tres días maravillosos juntos, pero el día de la despedida finalmente llegó. Los conejos visitaron la camper desde muy temprano, como en los días anteriores, buscando a sus gatos favoritos. Sin embargo, notaron que ya no estaban la mesita ni la parrilla, y que la pareja de jóvenes estaba "limpiando" el lugar.
En ese momento, los gatos se acercaron. Yoongi dijo con voz seria, —Hoy nos vamos.
Jungkook, inocente, preguntó, —¿Y qué día regresan?—
Taehyung evitó la mirada del conejo y Yoongi permaneció en silencio.
Jimin, entonces, se dio cuenta y preguntó triste, —¿No volverán?
Yoongi respondió con pesar, —La verdad, lo dudo. Mis humanos suelen viajar dos veces al año, pero rara vez repiten lugares.
Jimin miró a Yoongi y dijo, —Entiendo.—Se acercó a Yoongi, le dio un pequeño beso y salió corriendo, seguido por su hermano, quien miró por última vez al siamés.
Los gatos no los persiguieron esta vez y solo vieron alejarse a los conejos. Ya en la madriguera, Jungkook le preguntó a Jimin —¿No nos vamos a despedir de ellos?
Jimin le respondió con un seco, "No."
Jungkook, triste, se fue y se enrolló en su cama de paja.
Luego de unos minutos, Jimin entró diciendo, —Alista tus cosas, nos vamos.
Jungkook, sorprendido, se dio cuenta de que su hermano no se había resignado y que estaba dispuesto a irse con los gatos. Dudó un poco, pero empezó a alistar su zanahoria favorita. Dejaron una carta a sus padres, sabiendo que tenían otros ocho hijos y no los extrañarían tanto.
Se acercaron a la camper que estaba a punto de irse. El humano Jin dijo:
—Yoon, ya métete dentro que estamos a punto de arrancar.
El gato, triste, dedicó una última mirada al bosque y se dio la vuelta, cuando de repente escuchó una vocecita diciendo:
—¡Espérennos!
Volteó curioso y, a lo lejos, vio a un par de conejitos corriendo hacia ellos. Emocionado, corrió hacia Jimin, su conejo favorito. Se abrazaron y le dio un lamido en sus orejitas; el conejo movió su colita en respuesta. Por otro lado, Jungkook sonreía al ver esa escena y decidió entrar a la camper a buscar a su siamés favorito.
Entró y vio al gato echado en su cama con las orejas bajas. Se acercó y dijo:
—¿Por qué tan triste, mi príncipe?
El siamés saltó de la sorpresa, haciendo reír al conejito, quien lo abrazó. Se acostaron juntos y el conejo dijo:
—Ahora viviré en tu palacio.
Yoongi y Jimin ingresaron a la camper también. Jin se aseguró de que sus mascotas estuvieran dentro y, al ver la tierna escena, sonrió. Se sentó en el asiento del copiloto, le dio un beso a su novio y dijo:
—Arranca, amor, ya estamos completos.
La camper empezó a dar marcha cuando, de pronto, la ardilla desde su árbol observó y dijo, —¡Mi mina se va!
Miró su guarida, luego a la camper que se alejaba, y así tres veces. Finalmente, decidió saltar sobre la camper y se abrazó a ella, exclamando—¡No te dejaré ir, comida!
Y así terminó esta historia, con una nueva aventura comenzando para los conejos, los gatos, y su inesperado compañero, la ardilla.
Fin.
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