03| Un Par
Categoría: T
Nota: Por fin, ¿no lo creen?
Un nuevo día comenzaba en la vieja casa Loud, un hogar muy poco habitado. Siendo cuidadosamente cuidada por el joven que vive ahí.
La pintura ha tomado un color muy oscuro de lo que antes solía ser una casa de colores fuertes y viva de alegría. El garaje podía haber dejado de existir pero el chico mantuvo su memoria intacta. En estos momentos su único transporte es una camioneta de entregas que se mantiene estacionada a un lado de la calle. Eso significa que el garaje no sirve para nada más que guardar antiguos objetos usados por la familia años atrás, son muchos en realidad, sorpresivamente el garaje pudo con todos ellos.
Varias habitaciones quedaron sin uso a medida que los años pasaban, y el polvo trataba de hacer de las suyas, Lincoln impidió que todo eso se pudiera llegar a arruinar por un mero descuido. Un solo cuarto era usado en toda la casa; la habitación de los señores Loud era relativamente grande en dimensiones con una cama muy compleja pero cómoda.
Ahora mismo, una coneja con traje de color azul que se parecía a una pijama para dormir, mordía el flequillo del joven que dormía un poco a gusto. Lincoln sentía que estaba rodeado por nubes muy suaves, parecía una clase de un algodón raro hasta que sintió un pinchazo en el dedo matrimonial. Lincoln salto de la cama, una coneja de traje militar seguía sujeta al dedo de Lincoln. Esta notó que el sujeto ya estaba despierto, así que, dejó de morder su dedo con sus pequeños dientes y aterrizó encima de la cama, muy cómoda la verdad.
"¡Eso dolió!" Se quejó soplando el lugar de donde provenía el dolor. "Para no tener casi dientes, muerden muy fuerte." Lincoln tomó a la coneja llamada Betty y la miro a los ojos.
Betty seguía sin aceptar a Lincoln, más si se la pasa hablando solo en las noches, y no dejarla dormir tranquila. Siendo capaz de entender a Lincoln no le ha sido de mucha ayuda, mientras el gigante de pelaje blanco no logre entenderlos, al menos por intuición.
Todos los conejos se dispersaron como cucarachas cuando enciendes la luz. Lincoln debía cambiarse para ir a trabajar. Incluso sabiendo que su día libre fue opacado en la difícil tarea de nombrar a sus mascotas de dientes extrañamente pequeños; hasta parecían conejos de caricaturas animadas de los años 80, donde lo único que podían resaltar de ellos eran sus enormes orejas y su adicción por las zanahorias.
La mañana no era lo que se esperaba en una casa casi deshabitada, con la cifra de más de veinte bolas de pelo corriendo por todas las esquinas de la casa. Claro, si no incluimos a Beth, quien dormía encima de la recién tendida ropa de trabajo de Lincoln. Antes de que Lincoln suspirara de frustración, primero le dio un ataque débil de nostalgia. Estaba sintiendo el mismo sentimiento de cuando su hermana Lana arruinada sus atuendos de salidas. Sus ojos se entrecerraron poco a poco.
La coneja con pijama seguía encima de la ropa, sin hacer un solo movimiento, la camisa azul se encontraba sin muchas arrugas. Lincoln nunca ha sido la persona perfecta para usar una plancha de ropa. Cada vez que usa una, uno podría pensar que en realidad estuviera cocinando. . . y eso se estuviera quemando.
Con unos cuantos retoques a su cabello, Lincoln estaba listo para colocarse el pantalón. Por un descuido, casi manda a Beth al suelo desde la cama. Con cuidado tomo a Beth con ambas manos y la dejo reposada en la almohada de su cama.
Ya estaba listo para partir, pero un pensamiento de intranquilidad pasó por su mente en ese instante. "¿Qué hago con ellos?" Lincoln giro a ver a los conejos. No eran perros o gatos, así que la mayoría de las cosas de la casa se mantendrían intactas. . . o eso pensaba Lincoln.
"Los conejos sin supervisión, ¿será buena idea? No quiero que alguno llegase a escapar de la casa y se perdiera por las calles del vecindario, o peor aún, que vayan a ser atacados por algún animal más grande que ellos. "Tal vez debería pasar a ver a Merley." Afirmo Lincoln mientras abría todas las puertas de la casa, evitando abrir las que dirigen al patio trasero, el laboratorio abandonado de Lisa y la puerta principal.
Las precauciones son necesarias. Todavía así, Lincoln ya tenía toda la semana planeada, esperaba que sus balbuceos nocturnos puedan ser un rayo de esperanza para la vieja casa Loud. Pero Lincoln no sabía que sus sueños eran los más imposibles de cumplir, él no fue de un talento nato, y la desgracia siempre lo espera para hacerlo tropezar.
Lincoln había partido a su trabajo, esperando poder detenerse un rato por la tienda de mascotas donde consiguió a sus amigos peludos. Ya tenía una lista hecha de lo que iba comprar, tampoco esperaba que costarán mucho, de por sí, su salario sólo da para dos personas, gracias a eso, sus ahorros dibujan una sonrisa en su rostro cada vez que le toca comprar un nuevo cerdito de tamaño mediano para seguir ahorrando.
Los conejos detuvieron todas sus actividades al ver al sujeto salir por la puerta con un traje completamente azul del torso hasta los tobillos. Su líder las llamo a todas para que hicieran un círculo en la alfombra de la sala.
"¿Ya están todas aquí?" Preguntó Betty con voz de autoridad.
El resto que aún no llegaba, era porque sus talentos eran compulsivos como para detenerse por un momento. Bailey corría junto a Bertha, tocando su silbado por cada un metro recorrido de la casa. Esas dos eran como las quesadillas con queso; se complementan la una a la otra.
Betty no le dio mucha importancia, estaba acostumbrada a sus faltas en las reuniones. . . y ni hablar de Beth, sería un milagro que estuviera despierta más de 20 segundos sin caer dormida. Aunque su récord anterior de mantenerse despierta fue de diez segundos, está ya lo había roto por 18 segundos más, solo para esperar su nuevo nombre dado por Lincoln. Brie, al parecer se encontraba dentro del refrigerador de Lincoln, y este, al vivir solo, tiene un buen manejo de sus suministros mensuales. Lo que eran carnes, pescado, y todo lo que contenga sangre, fue dejado a un lado. Brie sólo se concentró en las verduras que habían en compartimiento transparente que las mantenía frescas; la mente de Brie al igual que sus peludas manos, estaban listas para comenzar a elaborar unas cuantas delicias verdes y frescas.
"Bueno, al menos esta la mayoría." Aseguró Betty, la coneja con traje de comandante militar.
"No es por ser grosera pero, ¿podrías ir al grano esta vez? Tengo un retrato que me gustaría terminar lo antes posible." Mencionó Bianca entre el medio de sus hermanas peludas. Aún seguía sosteniendo su pincel con la punta goteando pintura blanca.
Suspiró. "Muy bien. Como se habrán dado cuenta, ahora estamos siendo acogidas por el hombre que siempre viste de naranja."
"Qué hay de malo con su camisa. A mí me gusta." Dijo Blair mientras pensaba en otros diseños que podría hacer con esa gran tela de color naranja que siempre porta tal hombre.
"Nada de eso Blair." Betty caminó por medio de las presentes. "Y, antes de decir mis decisiones... quiero oír sus opiniones al respeto."
"¿Sobre qué?" Preguntó Bippa con un asentó muy notorio.
"Qué es lo que piensas acerca de esto, de lo que haremos a partir de este momento y, lo que piensas de él." Aclaró Betty. Sus hermanas se sorprendieron por lo consiente que estaba siendo con esta situación. Era la primera vez que su hermana mayor no decidía por todas.
"¿Hablas en serio?"
"Si."
"Ohhh, ¡wow!"
"Ya guarda silencio Bebe." Dijo un poco molesta Betty a su hermana que apretaba su nariz de payaso.
"Sí en verdad quieres escuchar lo que yo pienso, creo que estaría bien. . ." Aseguró Belle con su estilo gótico al hablar con sus hermanas. "El lugar se siente lleno de vibras negativas cada vez que el nombrado Lincoln entra a su hogar, eso me gusta." Las demás no pensaron mucho con lo que había dicho Belle.
"Dejando de lado eso. Creo que este lugar es más increíble que nuestra antigua madriguera." Dijo Bárbara muy feliz.
"Ya que están en eso. Me parece muy interesante la convivencia que estamos experimentando al estar al cuidado de un humano." Beatrice tomó su mini calculadora, presionó tecla por tecla. "Mis cálculos me dicen que esto sería la mejor opción para todas nosotras."
Bailey y Bertha pasaron dando su cuarta vuelta por la sala. "Nosotras estamos de acuerdo." Cuando dijeron eso, desaparecieron de la mirada del resto al doblar por la cocina, y al mismo tiempo se asomaba Brie con su traje de chef manchado de comida.
"Se ve muy apetitoso." Después desapareció también en la cocina.
"Esto lo decidió nuestra suerte, yo la voy a aprovechar." Bernice cambió su trébol de cuatro hojas por otro que había encontrado en el patio trasero el día de ayer.
"C-creo que m-me siento un p-poco mejor al e-estar aquí." La enferma de Blanch parecía sentirse un poco mejor con el trato de cuidado que le daba el peliblanco.
"¿En serio te sientes un poco mejor?" Betty le pregunto a su hermana Blanch, en lo que ella le responde afirmativamente.
"Este lugar no se ve como el medio oeste, pero siento que este lugar han pasado unas buenas tormentas." Belulah tenía el presentimiento que, aunque este no sea el lugar que relatan los cuentos de vaqueros en duelos a muerte. Ella siente que en este lugar se dieron duelos aún más épicos que esos.
"Yo pienso que sería mejor permanecer todas aquí." Bernadette y Brooke estaban de acuerdo con lo que había dicho Bethany quien sostenía su lápiz diminuto con su boca, que al parecer escribía los deberes que aún no se habían realizado o completado en la casa de Lincoln.
Brandy sólo corría y salta en sofá. "¡Lo quiero!" Se iluminaron sus ojos al haber oprimido por error el control remoto de la sala, encendiendo la televisión. "Me quedare." Dijo hipnotizada por la gente que salía dentro del televisor. El canal era uno que trataba sobre moda, y tenían una invitada especial muy reconocida en el mundo de la moda.
Bebe sólo asintió a todo lo que habían dicho sus hermanas por el momento. "Seguro puedo conseguir buen material. Es más, encontré hasta un cojín pedorro de grandes dimensiones en el segundo piso." Seguramente estaba revisando las cosas que Lincoln había guardado como recuerdo de sus hermanas en cada habitación.
"Tranquilidad, eso es lo que me trasmite el humano. En cambio, la casa muestra un aura muy inquieta del pasado." Bodhi se sumergió a su mundo de paz mental.
"¿Tú qué opinas, Brenda?" Preguntó Birdie a su hermana de vestido rojo oscuro, muy parecido al de ella. Betty se dio cuenta del uso de nombres que comenzaban a usar sus hermanas a medida que conversaba una con la otra. Aunque fueron nombres hechos por el sujeto de pelo blanco, Betty no se negó, vio que era una mejor manera de poder comunicarse entre ellas.
"Me agrada... no hace nada que pueda molestarme."
"Y eso que tú te molestan con todo." Dijo Bebe burlonamente.
Brenda comenzó a perseguir a Bebe por toda la casa con la intención más vil que un conejo pueda hacer. Bertha y Bailey pensaron que se habían unido a su carrera, pero esta ya estaba a punto de acabarse.
Por otra parte, Beverly no quiso opinar. Ella se conformaría con la decisión que tomaran sus hermanas, y como no le parece mala idea permanecer en esta casa, se mantuvo en silencio.
"Nuestro cuidador se ve muy triste. Y yo, le daré la felicidad que le falta." Belinda parecía decidida, pero no más decida que Bianca.
"Si eso es todo, por mí, me quedo con él. Así que, tengo que terminar mi proyecto antes que vuelva." Bianca tenía una mirada de determinación, nada la podía parar su genio artístico.
Por un momento Beth despertó de su 'grandioso' y 'pesado' sueño. "Él es suave." Afirmo ella antes de caer dormida nuevamente.
Todas habían concordado en que este iba a ser su madriguera desde el día de hoy, nadie escapará, tampoco dañará la madriguera ni mucho menos a su dueño. Estaban decididas a vivir aquí, en la casa Loud, con Lincoln. Y hablando de él, ¿qué estará haciendo? Técnicamente ha pasado más de una hora.
( . . . )
El trabajo de Lincoln era para él, todo. Nunca había conocido la ciudad de Royal Woods, como si solo fuera un paseo por el parque. Sabía todos los posibles caminos que podrían acortar un viaje, un envío, domicilio, además de casi conocer a la mayoría de sus clientes, que eran muchos por cierto. En su infancia era conocido por su cabello blanco, y en la escuela era una persona que llamaba la atención con solo verlo, pero por infortunio, ninguno de sus conocidos o amigos, se mantuvieron en Royal Woods, quién diría que ninguna persona es igual a otra, aun con compartir raza, gustos, y todo eso. . . al final, sólo el beneficio propio da lugar para el futuro. La mente de Lincoln se expandió al notar eso muy tarde. Tu primera novia, le toca irse a su lugar de origen, dejándote sólo con tus hermanas. Ellas, junto a la edad, comenzaron a movilizarse aún más, primero fue Lori, le siguió Leni. Al mismo tiempo Luna consiguió reconocimiento. Lisa ya no tenía experimentos fallidos, la menor de todas, Lily, ya tenía un talento para la actuación a corta edad. Las gemelas partieron a sus gustos muy rápidos, su belleza destrozó la competencia, y su conocimiento arreglo muchos artilugios costosos y aceitosos. Luan formo su propio show por bares comunes de la ciudad, después se expandió a las grandes ligas, así como Lynn y sus ansias de victorias devastadoras. Y la dama de la oscuridad, sus palabras se volvían dinero para el pensamiento de Lincoln. Nunca esperaba tal devoción por parte de sus hermanas, ¿o sólo será por nunca haber tenido ningún talento propio? Leer cómics en ropa interior no era una, jugar videojuegos, tampoco. Mucho menos tener el pelo de un color poco común.
Una familia con talento y un integrante sin ninguna habilidad, era como la oveja negra del rebaño que blanco y lanudo. Intento con los deportes, nada. ¿Los chistes? Más pésimo de lo que era Luan. ¿Moda? Horripilante. ¿Poemas? Aburrido. ¿Música? Desafinado. ¿Ciencias? Error. Mecánica, belleza, emprendedor y todo eso no funciono para nada, no era bueno en nada. . . ¿dibujar? Bueno, qué puedo decir, muy bueno pero nada lucrativo.
[...] "¡Dios...! Por qué justo hoy tengo más trabajo de lo normal." Lincoln se preguntó. Mantenía su mirada en la carretera. "Un envío más y toca mi descanso."
El jefe de Lincoln le dio seis ordenes de envíos, normalmente eran tres, raramente cuatro. ¿Pero seis? Puedo sonar muy poco, pero sus envíos no eran a la vuelta de la esquina. Su recorrido debía ser, en ocasiones, cerca de las afueras de la ciudad, y después, otro que quedaba al otro extremo, como ir de polo a polo, una y otra vez. Desgraciadamente, los envíos debían ser por hora, si llegabas tarde, te descontaban sueldo, y si llegabas muy pronto, eran más ganancias para el gerente, y no para Lincoln. Sabiendo que la gasolina de su transporte debía salir de su bolsillo.
Su labor paso como era costumbre, saludaba a sus clientes, ellos firmaban y Lincoln entregaba el paquete que debía ser enviado. Nada fuera de lo normal, al cabo de dos horas, Lincoln iba con rumbo a "TuPet" y después de cinco minutos de viaje desde su puesto de descanso de la compañía de entrega, pudo observar a Merley cerrando la tienda.
"Parece que llegue tarde." Mencionó Lincoln quien posicionaba la camioneta dada por la compañía a pocos metros de la tienda.
"Oh, Lincoln. Al parecer sí." Merley se sorprendió por la repentina presencia del peliblanco atrás de ella. "Pero aún no eh cerrado la puerta principal. ¿Quieres algo?" Lincoln asintió mientras Merley abría la puerta principal y encendía las luces del interior de la tienda.
Ella preguntó: "¿y, qué es lo que buscas?"
El peliblanco le pidió específicamente que quería artículos de limpieza para poder darle un aseo decente a los conejos, aparte de eso, también quería saber cómo conseguir información sobre los conejos que ahora cuida. No pregunto sobre comida porque le salía mucho más rentable hacer un pequeño mercado de verduras que pueden durar por dos semanas para los conejos esponjosos.
Con gusto, Merley le dio lo que él había pedido. Las cifras eran algo difíciles de ver, nunca pensó que un simple peine para conejos costaría más que un peine hecho para una persona que para un animal. Pero así son los negocios. Todo valía su esfuerzo, y Lincoln todavía tenía algo en el bolsillo. Por suerte su paga es semanal y hoy fue esa paga del día anterior. Merley le hizo el favor de responder su último pedido.
"Un poco lejos de aquí, por el centro de la ciudad, ahí se encuentra una biblioteca con contenido muy amplio sobre los animales. Seguro encontraras lo que buscas." Dijo con una sonrisa. Lincoln le dio una sonrisa en agradecimiento.
Al ver la hora Lincoln saltó en su asiento de conductor. "¡Demonios, ya se está poniendo oscuro! Espero y no cierren la biblioteca tan pronto." Dijo él pisando el acelerador.
Al llegar por suerte vio que un cartel decía que sólo en días festivos y los fines de semana cerraban más temprano. Al entrar vio la increíble cantidad de conocimiento almacenada en libros de texto en gigantescas repisa y estantes. Con amabilidad se dirigió a la bibliotecaria para poder ubicarse mejor.
"Oh, es raro ver jóvenes como tú por aquí." Lincoln río con vergüenza a lo mencionado por la anciana.
"Jeje... Gracias, supongo. Disculpe, me podría decir dónde puedo encontrar textos sobre animales, más específico, sobre conejos." La anciana comenzó a teclear en una vieja computadora.
"Pasillo siete, fila cuatro y columna. . . 28." La anciana le indicó por donde era, sin más, Lincoln llego a la sección de animales pequeños y herbívoros. Todo estaba muy bien clasificado y organizado. Lincoln encontró el libro que estaba buscando, no tenía pensado leerlo aquí, así que lo tomó para poder pedirlo prestado por varios días. El libro hablaba sobre hábitos, juegos, alimentación, al igual que su historia y origen, y todo eso sobre los conejos.
Mientras pasaba por las demás secciones, un extraño sentimiento de querer voltear hacia atrás surgió en la cabeza de Lincoln, al dejar ganarle a su instinto, su mirada se posó en un título muy peculiar.
"¿Adopción...?" Confundido tomó ese libro también, que en vez de relatar algo, hablaba más de los requisitos, normas y compromisos que conllevaba hacer una adopción. La curiosidad fue tanta que Lincoln quiso leer el libro de inmediato quedando muy frustrado por lo que había leído.
"¡Arg... ! ¡No sabía que debía estar en algún matrimonio para poder adoptar, y peor aún, no cumplo con esto." Lincoln pasó de hoja. "Tampoco con esto." Paso otras hojas más. "Menos esto y esto." Su semana había sido opacada por la decepción. "Bueno, hubieron cosas que desconocía, pero ahora las conozco." Dijo él, dándose por vencido.
Dejo el segundo libro que había tomado en su lugar, y después camino hacia la bibliotecaria para retirar el libro que trataba sobre conejos más que todo. Hasta la anciana vio con interés el libro.
"Te deben encantar los conejos hijo."
"Podemos decir que sí."
Al salir de la biblioteca, Lincoln condujo la camioneta de la compañía de envió por los lugares menos transitados de noche, ¿eran peligrosos? Claro que lo eran, hasta un pobre perro callejero es capaz de robar a los transeúntes que pasen por ahí, dejando sus compras al descubierto. Lincoln lo tuvo que aprender de antemano.
"¡Rayos!" Gritó Lincoln, al notar que tres perros se habían atravesado en su recorrido, parecían perseguir algo que Lincoln no pudo ver.
Justo antes de doblar por donde era habitual, esta vez quiso cambiar de dirección, y no porque quería si no porque era necesario. Varios jóvenes se veían a lo lejos en grupos de tres y a altas horas de la noche, no quería averiguar si estaban compartiendo la palabra del señor.
"¿Testigos de Jehová? No lo creo." Pensó Lincoln, girando a la derecha por un callejón que llevaba a una carretera más segura.
Al hacerlo se encontró con los mismos perros que casi había atropellado un rato atrás. No tuvo más opción que bajar y tratar de ahuyentarlos lo más rápido posible, no quería ser atacado en un callejón, con mucho por delante.
Cuando Lincoln se acercó, llamo la atención de los perros, acto seguido tomo una piedra invisible e hizo como si se la hubiera lanzado a los perros. Estos retrocedieron mientras gruñían con rabia. Lincoln quedó con los ojos como platos al ver lo que los perros estaban rodeando.
Dos niñas estaban tumbadas en el suelo con la mayoría de su ropa rasgada y con varios rasguños en sus cuerpos. Lincoln se acercó histérico donde ellas estaban, esta vez tomando un tubo de metal que había cerca para poder ahuyentar a los perros por completo. Lincoln subió a las dos niñas sin pensarlo mucho a la camioneta, su corazón estaba manejando su cuerpo. Al subirlas adentro, notó que su única vestimenta eran trapos sucios, ni siquiera tenían forma de camisetas, pantalones o faldas, sólo unas telas sucias que podías encontrar en la calle.
Una opción era llevarlas al hospital, pero entonces tendría que pasar por la carretera 12, la más transitada de noche, y si las niñas estaban graves, el tiempo no alcanzaría. Aparte, su casa está un poco más cerca, y él recordaba que aún tenía el botiquín que su hermana Lynn siempre compraba cada semana.
Sin nada más, Lincoln puso en marcha la camioneta. Y sin notar que ambas niñas tenían el cabello blanco y una de ella tenía un mechón azul como un rayo.
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