❛ 00 ❜
B U N H E A D
cero
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❛ 𝓛a forma en que te amaba ❜
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❝ Llevo tu memoria como una mancha, no se puede borrar ni adormecer el dolor, está aquí y se quedará conmigo para siempre. ❞
ㅡGhost Of You, Selena Gomez.
Años atrás,
Busan.
❪ ❛ PARK JIMIN ❜ ❫
—— " ¡ESTÍRATE, YEEUN! ¡Pirouette en pointe, en pointe! ¿Es que no sabes lo que en pointe significa?" Siseó impaciente sus indicaciones la maestra Jang, con sus duras demandas resonando en cada rincón del lugar.
Yeeun obedeció, ella inhaló profundamente, retomó su posición y permaneció allí —justo en el centro del gran estudio en blanco y negro—, bonita y silenciosa, muy profesional. Y mientras yo la observaba detenidamente, no podía dejar de preguntarme cómo diablos era posible que me sintiera tan inmensamente feliz con el simple hecho de verla, de saber que ella se encontraba cerca.
Antes de ella, nunca había experimentado ese tipo de sentimiento, esa clase de felicidad que en instantes hacía que todo se viera más bello, que me quitaba el aliento, era tan...mágico. Y yo era joven, pero sabía lo que era.
Y nunca quería dejar de sentirlo.
Después de unos pocos minutos, cuando su mirada finalmente se encontró con la mía a través del reflejo del espejo frente a ella, yo le sonreí. Yeeun mordisqueó el interior de su mejilla y entonces supe que se moría por decirme algo, se veía inquieta porque no podía hacerlo, no hasta que su práctica acabara.
Hasta que ese momento llegó, Yeeun sólo se limitó a mirarme de reojo con esos preciosos y profundos ojos oscuros.
—Joven Park, acérquese, por favor —escuché mi nombre ser mencionado con voz severa, y eso fue todo lo que necesité para saber que estaba a punto de ser regañado.
Diablos.
—Dígam...
—Me gustaría pedirle amablemente que por favor, por favor, procure no aparecerse con demasiada frecuencia en mis prácticas —me interrumpió, enfatizando en cierta palabra en específico— No me agrada que distraiga a mis estudiantes, creo habérselo mencionado en una o dos ocasiones.
Mh, sí.
Tal vez lo había mencionado una que otra vez.
Seguramente no dejaría de venir, pero no iba a decirle eso, así que me limité a ofrecerle un asentimiento de cabeza, como un niño obediente. No quería meter en problemas a Yeeun así que me mantuve muy quietecito en mi posición hasta que finalmente vi a la maestra retirarse del estudio.
La maestra Jang inspiraba temor y respeto, así que no fue hasta que la vi desaparecer por completo de mi radar que volví a respirar con normalidad. Esa mujer me ponía los pelos de punta —y no de una buena manera—, podía admitir que me atemorizaba de cierta forma, y si no fuera por mi gran deseo de ver a Yeeun, haría todo lo posible para no encontrarme con ella.
—Ah, ahí estás —señaló Yeeun—. Chico malo, ¿cómo te atreves a venir hasta aquí y distraerme de esa forma, mh? ¿tratas de sabotearme? —cuestionó Yeeun, sonriéndome juguetonamente.
Tan bonita.
Ansiosamente caminé en su dirección y cuando me encontré lo suficientemente cerca, presioné mis labios sobre la punta de su nariz. Aquel inocente gesto la hizo arrugar la misma y soltar una melodiosa carcajada, haciéndola lucir tan increíblemente adorable ante mis ojos que se me encogió el corazón. Dios, había extrañado esa risa, había extrañado todo de mi chica, razón por la cual no tardé otro segundo más en estrecharla entre mis brazos.
Yeeun escondió su rostro en mi pecho y sus brazos me rodearon con una intensidad que no recordaba haber experimentado de su parte en el pasado. —Te eché muchísimo de menos —confesó en voz baja.
Besé la coronilla de su cabeza y aspiré su delicioso aroma. Dos semanas sin verla y comenzaba a sentir que perdía la cabeza. —Hm, vamos a quedarnos así para siempre, ¿te parece?
Eso era todo lo que necesitaba ahora mismo, también era lo único que deseaba. Cuando estaba junto a ella, todo lo demás dejaba de importarme, ella se convertía en el foco principal de toda mi atención, no existía nada ni nadie más. Mis preocupaciones pasaban a segundo plano, mis problemas quedaban olvidados, y últimamente, cuando la tenía lejos...no dejaba de sentirme intranquilo. Solía llevarlo mejor, sin embargo, tenerla lejos ahora me estaba jodiendo un poco la cabeza, y es que cuando estábamos distanciados, los cuestionamientos me abrumaban, y no podía evitar pensar en que nuestro futuro era incierto. Sabía que no debía preocuparme o alarmarme por cosas como esas, pero mucho estaba sucediendo, eso perturbaba de cierta manera mi estabilidad emocional y mental.
Anhelaba poder estar siempre a su lado, ella era todo lo que quería ahora y estaba malditamente seguro de que eso no cambiaría, pero todo era tan complicado. Ambos éramos muy jóvenes y teníamos planes, sueños, metas. Metas que todo el jodido mundo no dejaba de repetir una y otra vez que tarde o temprano acabarían por separar...
—Esa es la mejor idea que has tenido en un laaargo tiempo —respondió ella con divertida ilusión, distrayéndome de cualquier idea pesimista que pudiese estar teniendo.
Sacudí suavemente mi cabeza y eliminé los negativos pensamientos que comenzaban a formarse.
—Veo que en verdad me extrañaste —observó ella después de advertir que al pasar los segundos, yo me seguía aferrando con efusividad a su pequeña figura.
—Evidentemente. Y aunque, créeme, no me molestaría para nada tenerte pegada a mí todo el día, hoy tengo el deber de alimentarte —declaré, apartándome de ella de mala gana.
Conocía a Yeeun perfectamente bien y era por eso que cada vez que debía irme por varias semanas, no podía evitar preocuparme. La fecha de la audición de Yeeun se acercaba cada vez más y eso la tenía estresada a un nivel completamente nuevo. Apenas dejaba el estudio y estaba seguro de que no se estaba alimentando bien, ella estaba notoriamente más delgada que la última vez que la vi y eso era un poco alarmante. Yeeun probablemente ni siquiera se percataba de esos detalles, pero a mí no me gustaba que descuidara su salud, sobretodo con la gran cantidad de estrés que sufría su cuerpo.
—Descuida, comí hace un rato, así que no tienes que preocuparte por eso —me informó Yeeun, con una pequeña sonrisa que buscaba ser tranquilizadora dibujada en su labios.
—Mh, sí, ya, no lo creo, de todos modos hoy vas a comer conmigo porque no viajé todas esas horas en autobús para comer solo —obligué y ella entornó sus ojos.
—Sabes que tengo que cuidar lo que como, especialmente en estas fechas...—comenzó ella, pero por esta vez decidí ignorarla.
—Es la primera vez que nos vemos en dos semanas, así que no me vengas con esas excusas. Hoy vamos a ir al parque de diversiones y vamos a comer hasta explotar, ¿queda claro, preciosa? —ahuequé su rostro entre mis manos y la obligué a mirarme—. Confía en mí, no te harás inmensa por comer más de lo usual sólo un día.
—Agh —protestó, frunciendo sus labios—. Y luego te preguntas por qué mi maestra te odia, cuando estoy a tu lado, literalmente, siempre termino haciendo exactamente todo lo que no debo hacer —rezongó de una manera infantil, haciendo un tierno puchero con su labio inferior.
Yo me desconcentré cuando sus bellos ojos se alzaron y se conectaron directamente con los míos.
—Demonios, Yeeun, ¿cómo es posible que te vuelvas más y más hermosa cada vez que te veo, hm? No me parece que sea justo —la halagué, porque sinceramente me parecía una locura. Ella era tan increíblemente hermosa que mi corazón dolía.
—Ya, ¿estás tratando de distraerme? —enarcó de forma divertida una de sus cejas.
Yo mantuve su pequeño rostro entre mis manos, observando con ojo experto cada detalle, cada facción de su linda cara. Cada parte de ella estaba guardada permanentemente en mi cabeza. Me preguntaba si todos los primeros amores se sentían así.
—Estoy tratando de seducirte —jugué con ella y al instante sus mejillas se tornaron de un color rosa. Yeeun podía ser muy tímida y vergonzosa en algunas ocasiones. Incluso después del tiempo que llevábamos juntos, ella continuaba sonrojándose cuando le decía ese tipo de cosas.
—Que idiota eres —bufó, como si ya no supiera qué hacer conmigo—. No sé porqué estoy saliendo con un chico tan...
No dejé que terminara la oración, la forma en la que sus atractivos y rosados labios se movían mientras hablaba, inevitablemente me incitaron a besarla. Y así lo hice. Presioné mis labios contra los suyos, sin importarme realmente que alguien pudiera vernos, y sinceramente, apenas fui capaz de soportar la dulzura de todo ello.
Por un muy breve segundo no recibí respuesta de su parte, mas cuando los dedos de Yeeun se enredaron en mis cabellos, el beso se volvió rápidamente abrasador. El mundo dejó de existir por un instante, de pronto lo único que me importaba era Yeeun y los sentimientos que sólo ella podía provocar en mí.
Sus dedos permanecieron enterrados en mi cabello y mis manos se apretaron contra la parte baja de su cabeza, acercándola más. La quería más cerca, pero sabía que no había necesidad de precipitación ni brusquedad, no con Yeeun. Era diferente con ella, siempre había sido diferente con ella. Lo que sentía cada vez que la besaba no era sólo deseo, sino una ternura dolorosa y un amor tan fuerte que me hacía estremecer.
Al cabo de unos pocos minutos —o de una eternidad, no estaba realmente seguro— ella decidió que era momento de separarse. Percibí su frágil cuerpo temblar entre mis brazos mientras que ella pretendía ser imperturbable. No me engañaba, estaba seguro de que ella se sentía de la misma forma que yo.
—Siempre te sales con la tuya, ¿no es así? —acusó, y yo sonreí socarronamente—. Te odio.
—No, no lo haces —acaricié delicadamente con la yema de mi pulgar la sonrojada piel de su mejilla, pero ella se mantuvo firme en su papel—. Me amas —aseguré, deseando profundamente que lo hiciera por siempre.
—Te odio —repitió, con una burlona sonrisita dibujada en sus labios.
Tal vez era ingenuo, pero guardaba la esperanza de que nuestros sentimientos fueran lo suficientemente fuertes y reales para soportar todo lo que el futuro nos tuviera preparado. Y tal vez éramos jóvenes, pero quería creer que por todo el tiempo posible, ella sería mía y yo sería de ella.
—¿Me amas? —insistí. Necesitaba escucharlo de su propia boca—. ¿Lo haces?
Yeeun pareció notar la seriedad en mis palabras y al instante asintió con su cabeza, besando precipitadamente mis labios, aclarando todas mis dudas. —Sí, lo hago. Tú sabes que te amo, tontito.
—¿Por cuánto tiempo?
—Mhh —ella fingió pensarlo muy seriamente y de pronto me enseñó su mano, con sus cinco dedos alzados—. Te amaré por quinientos años más.
—Cinco mil años más —negocié, rodeando su cintura con mis brazos y ganándome una energética carcajada de su parte. Sonreí instantáneamente al verla tan feliz—. ¿Qué? Eso me parece más justo.
—¿Cómo podría decir que no a tan tentadora oferta? —se preguntó a sí misma, mirando el techo del estudio en busca de una inexistente señal, y la adoré incluso más en ese momento. Sabía que ella era todo lo que quería y me sentía tan jodidamente afortunado de tenerla en mi vida. Lo único que podía pedir era que se mantuviera de esa forma.
Yeeun dejó de mirar aquel punto fijo y terminó por separarse de mí. No supe qué pasó por su cabeza en aquel preciso momento, pero pude ver la inseguridad y preocupación haciendo, repentinamente, añicos su mirada.
—Tienes mi corazón, Jimin —declaró de pronto, provocándome un extraño e inesperado sentimiento de inquietud—. Lo tienes, sólo, por favor...por favor, no lo rompas.
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