Miraba aquella caja que contenía todos sus recuerdos con nostalgia. Muchos años de su vida y los mejores momentos que ha vivido se resumen al contenido de ella; cadenas, fotografías, cartas, dibujos, su anterior anillo de compromiso (que fue reemplazado por su anillo de matrimonio en su dedo) y flores... una rosa blanca en específico.

La historia tras esa rosa era un tanto cómica y no podía evitar sonreír cada que lo recordaba.

Aquel día no debía presentarse en la agencia, puesto que la mañana anterior se había sentido muy enfermo y Fukuzawa le había dado el resto del día y el siguiente libre para que se repusiera.

No era nada muy grave, solo un resfriado viral, pero la noche anterior la fiebre le había subido y si no fuera por Kyoka que le trajo la medicina, no sabría que habría hecho.

Cuando el reloj estaba por marcar las dos de la tarde, un golpe en la ventana lo hizo sobre saltarse; ahora solo el dolor de cabeza y cansancio predominaban en su cuerpo.

Al acercarse a ella, notó cierta mancha negra que bien conocía.

—¿Akutagawa?—exclamó al ver fuera del edificio al perro de la Mafia. Por un momento pensó que la fiebre había vuelto y solo estaba alucinando, pero cuando vio que Akutagawa tomaba impulso con Rashoumon, llegando hasta su ventana, es que se dio cuenta que era real.

—Ábreme la puerta—demandó cuando estuvo lo suficientemente cerca de Atsushi.

Este asintió y fue hacia la puerta.

Allí apareció Akutagawa con su típico semblante de siempre.

—¿Qué sucede?—tartamudeó. Si bien, últimamente sus encuentros no terminaban con golpes ni amenazas de muerte, no se esperaba nunca que el chico fuera... ¿a visitarlo? Si es que podía decirlo de esa forma.

—¿No me harás pasar? Que pésimos modales, jinko—Atsushi al escucharlo, abrió paso y le hizo una seña para que entrara.

—Disculpa el desorden, no he estado muy bien.

—Lo sé, por eso vine—contestó entrando.

—¿Ah?—Atsushi cerró la puerta y lo guió hasta la pequeña sala.

—Dazai me pidió que te trajera unas cosas—comentó sacando una bolsa dentro de Rashoumon—en realidad la bolsa la preparó Nakahara y Dazai me la entregó. Supongo que es medicina.

Atsushi recibió el paquete y le sonrió cordial.

—Gracias por el favor, luego le hablaré a Dazai y Nakahara para agradecerles.

Akutagawa al escucharlo, asintió con la cabeza.

Atsushi abrió la bolsa, tal como Akutagawa había dicho, dentro habían cajas con medicina para la fiebre, la tos, el dolor de cabeza y dolores musculares, unos dulces y...

Oh vaya...

Una rosa blanca con un pequeño papel envuelto en el tallo.

Cuando lo sacó, el rostro de Akutagawa se contrajo en el entrecejo.

—¿Y eso?—le escuchó preguntar.

—No lo sé...—Atsushi sacó el papel y resultó ser una nota.

"Akutagawa; dale esta rosa a Atsushi de tu parte y deséale una pronta recuperación. ¡Mucha suerte! Jaja (★≧▽^))★☆"

—¿Qué dice?

—Ah... la nota era para ti—contestó luciendo un sonrojo y pasándosela a Akutagawa.

Aquella fue la primera vez que vio a Akutagawa sonrojado y nervioso.

Lo que viene a continuación es un momento incómodo entre ambos y luego Akutagawa huyendo de la situación.

Aquella, si bien no fue un regalo directamente de Akutagawa, fue la primera rosa que recibió, la que marcó el inicio de todo, la primera de muchas.

Atsushi sonrió. Han pasado muchos años desde el suceso pero seguía guardándolo con mucho cariño y recelo en su corazón.

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Buenas.

Segundo día listo.

Nos leemos mañana☆