—¿Estás segura que no quieres que...?

—¡No!—exclamó Sakura antes que Dazai pudiera terminar la oración.

—¿Segurísima?—insistió.

—¡Sí!—a pesar de sonar fuerte, su voz tembló un poco.

—¿Muy segura?

Sakura se quedó callada un momento y Dazai al ver que no decía nada, prefirió seguir molestándola.

—Bien, si no necesitas ayuda, eso quiere decir que yo me puedo ir—se dio media vuelta, dándole la espalda al árbol de su patio donde la niña estaba subida.

Cuando dio tres pasos, Sakura volvió a exclamar.

—¡No, no te vayas!—sus pequeñas manos sujetaban con fuerza el tronco.

Osamu soltó una risa y se devolvió sobre sus pasos.

—¿Quieres ayuda?

Sakura, quién tenía las mejillas un tanto sonrojadas y los ojos llorosos, asintió.

—Ven aquí—Osamu estiró sus brazos para que ella pudiera dejarse caer en él. No estaba muy alto, pero para una niña de cuatro años, sí era una altura considerable. Aunque no entendería nunca cómo es que a pesar de ello siempre le gustaba subirse.

Una vez en los brazos de su padre, Sakura se permitió disfrutar de su aroma y calidez.

Dazai solo podía mirarla mientras caminaba lo más cuidadoso posible hacia el interior de su hogar. Muchas veces la personalidad de Sakura le recordaba a Chuuya; siempre tan orgullosa, pero en sus brazos se permitía ser amada.

Era la niña de sus ojos y eso nadie lo cambiaría.

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La temática de hoy se me hacía bastante oscura y debo decir que no es algo que me agrade mucho, así que le torcí el brazo al destino e intenté hacer algo bastante fluff.

Espero haya quedado decente jaja.

Bien, nos leemos el día de mañana. Saludos☆