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Capitulo 1

Rivalidades y Revelaciones

En el gimnasio de la escuela secundaria de Yokohama, el aire vibraba con una mezcla de emoción y tensión. Los estudiantes murmuraban entre ellos, y Chuuya Nakahara, con su característica actitud desafiante, se había subido al escenario, sosteniendo un megáfono con firmeza. Su cabello rojo brillaba bajo las luces, y su mirada era intensa, como si cada palabra que iba a pronunciar fuera de vital importancia.

"¡Atención, todos! Mañana, mi novia, que es una auténtica Diosa, vendrá a la escuela junto con los alumnos de intercambio. Quiero que todos estén listos para dar una gran bienvenida en el escenario", proclamó Chuuya, su voz resonando por todo el gimnasio.

Algunas risas surgieron entre los estudiantes, pero no todas eran de apoyo. Dazai Osamu, reclinado despreocupadamente en una de las esquinas, no pudo evitar soltarse en una risa burlona. "¿De verdad? ¿Una Diosa? Chuuya, ¿estás seguro de que no se te olvidó mencionar que solo es tu amiga imaginaria?"

La risa se extendió, y Chuuya sintió cómo la ira comenzaba a burbujear en su interior. "Cierra la boca, Dazai. No sabes de lo que hablas. Mi novia es increíble, y tú ni siquiera tienes el valor para acercarte a una chica sin hacer el ridículo."

"¿El ridículo? ¿Como cuando te vi intentando impresionar a esa chica y te quedaste más corto que una pulgada? No me hagas reír", continuó Dazai, disfrutando del momento.

Chuuya se acercó al borde del escenario, su voz elevándose en un tono de desafío. "Al menos tengo una novia. Tú solo eres un mujeriego que asusta a las chicas. ¿Te acuerdas de aquella vez que acosaste a Yuki? La pobre casi se desmaya."

"¿Acosar? No fue así, solo le estaba mostrando un poco de atención. Algo que tú no sabes hacer, considerando que nadie quiere acercarse a ti por miedo a que te vuelvas un matón", replicó Dazai, lanzando una sonrisa arrogante.

Los murmullos de los estudiantes se intensificaron. Algunos animaban a Chuuya, mientras que otros se reían de las respuestas de Dazai. Sin embargo, lo que parecía ser un intercambio de burlas estaba a punto de escalar a algo más.

"Eres un cobarde, Dazai. Detrás de tu fachada de chico genial, solo eres un niño asustado", Chuuya lanzó, sus palabras golpeando como un puño. "Y tú, en el fondo, sabes que tu padre no te respeta. Siempre te ha maltratado."

La risa de Dazai se desvaneció, y su expresión se tornó seria. "No hables de lo que no entiendes, Chuuya. Mi padre no es tu problema. Pero te aseguro que no tienes idea de lo que es el dolor real."

"¿Dolor real? ¿Como el que sientes cada vez que vuelves a casa y sabes que tu madre no estará allí para salvarte de Tsushima? Debes estar cansado de llevar esa carga. ¿No es cierto?" Chuuya disparó, y sus palabras calaron hondo en Dazai.

La tensión creció entre ellos, y de repente, lo que comenzó como una disputa verbal se transformó en un enfrentamiento físico. Chuuya saltó del escenario, directo hacia Dazai, quien se preparó para el impacto.

Ambos se enzarzaron en una pelea, intercambiando golpes y empujones mientras los demás estudiantes se apartaban, gritando y animando la pelea. Chuuya, a pesar de su estatura menor, se movía con una rapidez y agilidad sorprendentes, pero Dazai, con su propia habilidad, logró devolver los golpes.

La lucha continuó hasta que, de repente, un grito resonó en el gimnasio. "¡Basta!" Era la voz autoritaria del director Fukuzawa, que interrumpió la pelea con su presencia imponente. "¡Ambos a la dirección, ahora!"

La multitud se dispersó rápidamente, y ambos chicos fueron llevados hacia la oficina del director, aún con la adrenalina corriendo en sus venas.

En la Oficina del Director

La oficina del director Fukuzawa estaba decorada con estanterías llenas de libros y un gran escritorio de madera. La atmósfera era tensa, y los dos chicos se encontraron cara a cara, sus respiraciones todavía entrecortadas por la pelea.

"¿Qué demonios estaba pasando aquí?" preguntó Fukuzawa, sus ojos fijos en ellos.

"Nada, solo una pequeña discusión", respondió Dazai con desdén, intentando restarle importancia.

"¡Una pequeña discusión que casi termina en una pelea! Ambos tienen problemas de comportamiento que deben ser abordados", dijo Fukuzawa, cruzando los brazos sobre su pecho. "Voy a llamar a sus padres. Esto no puede seguir así."

Ambos chicos intercambiaron miradas preocupadas. Dazai sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sabía que su padre, Tsushima Osamu, no se tomaría a la ligera el llamado. Mientras tanto, Chuuya no parecía preocuparse tanto; sus padres, Kensuke y Fuku, apenas se interesaban en él.

"Esto no es justo", murmuró Dazai, tratando de encontrar una forma de escapar de lo que se venía.

"¿Qué hay de justo en lo que hiciste? No puedes seguir enfrentándote a la gente sin consecuencias", dijo Chuuya, sin perder su actitud desafiante.

Justo en ese momento, los padres de ambos llegaron. La tensión aumentó en la sala cuando los dos hombres se vieron por primera vez. El padre de Dazai, Tsushima, era un hombre de presencia imponente, con una mirada fría que podía helar la sangre.

"¿Qué ha pasado aquí, Dazai?" preguntó Tsushima, su voz grave y autoritaria.

"Solo una pelea... no es para tanto", Dazai intentó minimizar la situación, pero sabía que no podía escapar de la ira de su padre.

Chuuya, a su vez, sentía que sus padres lo miraban con desapego. Kensuke, su padre, era un hombre de pocas palabras, y Fuku, su madre, a menudo se sumía en sus propios pensamientos. No era una sorpresa que no le prestaran atención en momentos como este.

"Este chico necesita un castigo", dijo Tsushima, mirando a Dazai con desaprobación. "No puedes seguir comportándote así."

Dazai sintió cómo su corazón se aceleraba. Sabía lo que eso significaba. No había manera de que su madre pudiera ayudarlo, ya que estaba trabajando, y lo que le esperaba esa noche sería un castigo severo.

El director Fukuzawa, al ver la situación, intentó intervenir. "Ambos deben aprender a resolver sus conflictos de manera civilizada. Esto no se resolverá con más violencia."

Los padres de Chuuya se mantuvieron al margen, mientras el ambiente se tornaba cada vez más tenso. Dazai sintió la mirada de su padre taladrando su ser, y el miedo comenzaba a apoderarse de él.

La puerta se cerró tras él, y la sensación de terror se apoderó de su ser. Su padre lo esperaba, y sabía que lo que le esperaba no sería nada agradable.

"Dazai, ven aquí", llamó Tsushima, su voz resonando en la casa como un eco. Dazai se acercó con el corazón latiendo desbocado.

"¿Qué hiciste esta vez? ¿Pelear con ese chico? Te dije que no te metas en problemas", Tsushima comenzó, su tono frío y duro.

"Solo fue una discusión, padre. No es gran cosa", Dazai trató de defenderse, pero la mirada de su padre lo hizo dudar.

"¿No es gran cosa? Cada vez que haces algo así, pierdes el respeto que intentamos enseñarte", respondió Tsushima, acercándose a él. "Me estás decepcionando."

Dazai sintió la rabia y el miedo combinarse en su interior. "No puedes seguir tratándome así. No soy un niño, y no siempre haré lo que tú quieras."

"¿De verdad? Parece que necesitas recordar quién manda aquí", Tsushima dijo, avanzando hacia él.

Dazai sabía que no había manera de escapar. Cada vez que su padre levantaba la mano, el dolor de esos castigos resonaba en su mente. En su corazón, Dazai anhelaba que su madre estuviera allí, pero sabía que su trabajo no le permitiría llegar a tiempo, Tsushima llevo a Dazai del cabello a la habitación con cinturón en mano.

Al final, lo que siguió fue un recordatorio doloroso de la realidad que enfrentaba. Dazai fue llevado a su habitación, donde la noche se tornó larga y pesada, marcada por el eco de los gritos y los golpes de su padre.

Esa noche, mientras el dolor le ardía en la piel y las lágrimas luchaban por salir, Dazai pensó en Chuuya y en la forma en que siempre lo desafiaba. Había algo en la determinación de su rival que lo motivaba, lo empujaba a ser mejor, a luchar no solo contra sus propios demonios, sino también contra los que venían del exterior.

En la noche

Tane llegó a casa después de una larga jornada de trabajo, cansada pero ansiosa por ver a su hijo. Sin embargo, al entrar, una sensación de inquietud la invadió. El silencio en la casa era pesado, y al dirigirse a la habitación de Dazai, un presentimiento le llenó el pecho.

Al abrir la puerta, lo encontró sentado en su cama, con la cabeza entre las manos y lágrimas cayendo por sus mejillas. Su corazón se encogió. "Dazai...", dijo suavemente, acercándose.

Él levantó la vista, su expresión era una mezcla de tristeza y frustración. "Mamá... me castigó otra vez", murmuró, su voz quebrada. "Papá está decepcionado por la pelea que tuve con Chuuya."

Tane se sentó a su lado, tomando su mano. "Lo siento mucho, cariño. Las peleas son difíciles, pero eso no significa que tu padre no te quiera. A veces, él no sabe cómo manejar sus propios sentimientos."

"Pero... él cree que soy un fracaso", continuó Dazai, con la voz llena de desánimo. "Chuuya tiene a alguien a quien ama, y yo solo... solo me siento solo. Quiero eso, mamá. Quiero sentirme amado."

Tane sintió una punzada de tristeza en su corazón. "Es normal sentir envidia, Dazai. Todos deseamos el amor, pero no siempre llega cuando lo esperamos. No estás solo en esto. Siempre habrá personas que valorarán lo que eres."

"¿De verdad crees que alguien podría amarme? Soy tan... diferente", dijo Dazai, sus ojos llenos de inseguridad.

"Claro que sí. Eres especial, Dazai. Tienes una luz que brilla, incluso si a veces no lo ves. Algún día, alguien llegará a ti y te amará por ser exactamente quien eres", aseguró Tane, acariciando su cabello.

"¿Cómo puedes estar tan segura?" preguntó Dazai, con un rayo de esperanza asomándose en su mirada.

"Porque el amor verdadero no se trata de ser perfecto, sino de ser auténtico. Y tú, querido, eres una persona increíble", respondió Tane con ternura. "No te desanimes. Lo que importa es que sigas siendo tú mismo."

Dazai sintió que su tristeza comenzaba a disiparse. La calidez del abrazo de su madre le daba consuelo y fuerzas. "Gracias, mamá. Necesitaba escuchar eso."

"Siempre estaré aquí para ti, Dazai. Nunca lo olvides", le dijo Tane, abrazándolo con fuerza. En ese momento, la conexión entre ellos se hizo más fuerte, y Dazai supo que, aunque el camino fuera difícil, el amor y la esperanza siempre estarían a su lado.

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