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Pov. Jimin.

Cortinas cerradas, al igual que la puerta. No había luz en la habitación pero tampoco en mi interior, ¿Qué día era hoy? ¿Lunes? ¿Viernes? ¿A caso importa? No lo creo, no importa nada ahora mismo. Escuche suaves toques en la puerta, tal y como se había escuchado ayer, anteayer y... ya perdí la cuenta.

-Joven Jimin, ¿podría dejarme pasar? Necesito limpiar su habitación -

No dije nada, solo me quede callado como siempre, tal vez con eso se vaya. Así había sido estos días, ella, la única persona que habita esta casa aparte de mí, venía a verme. Me había pedido que la dejará entrar, así como ahorita, pero también me había dejado comida fuera de la habitación, la cual no había tocado. No tenía hambre, el apetito se esfumó así como mis esperanzas. Mi teléfono había sonado más de cien veces, diferentes mensajes y llamadas, pero a ninguno le había contestado, no quería que vieran este lado de mí, la muerda de persona que era ahora.

Escuché un chirrido proviniendo de la puerta, un pequeño rayo de luz se coló por ésta. Abrí los ojos lentamente, sólo para ver que la mujer que ayuda en el quehacer de la casa había asomado la mitad de su cuerpo.

-¡Santo Dios!- cubrió su boca con sus manos, sus ojos estaban abiertos hasta mas no poder. -¡Joven Jimin!-

Ella entró rápidamente a la habitación, deteniéndose frente a mí y dejándose caer de rodillas, me miró de pies a cabeza, inspeccionando cada lugar de mi cuerpo.

-No hagas tanto drama- mi voz salió en un susurro.

-¿Que le pasó? - hizo caso omiso a mis palabras.

-Nada-

-¿Nada? Su habitación parece un chiquero, sus cortinas están cerradas y...- olió el aire, después posó su mirada completamente dura en mí -. ¿Hace cuánto que no se baña?-

-No lo sé-

-Vamos, tiene que darse un baño, usted tiene... que...- ella empezó a levantarme de la cama, me dejó sentado en la cama mientras quitaba mi camiseta-. ¿También no a comido? Está en los huesos, está pálido y tiene ojeras, ¿Qué está pasando?-

No dije nada, solo dejé que ella me quitará parte de mi ropa sólo dejándome en ropa interior, ella era como una segunda madre. Más bien ella parecía ser mas mi madre que mi verdadera progenitora. Siempre me vio desde que era un chiquillo, la quería, claro. Y ahora mismo estaba dejando ver su preocupación en sus ojos y en sus gestos.

-¿Alguna vez perdiste un hijo?- solté de golpe.

Ella detuvo lo que estaba haciendo, me miró cono si estuviera loco. Bajo la mirada y siguió con lo que hacía.

-¿Por qué hace ese tipo de preguntas, joven Jimin?- se levantó y fue hacia el baño para abrir la llave y llenar la tina-. Es mejor que se duché primero, limpiare éste cuarto y traeré algo de comer-

Ella me llevó hasta el baño con mucho cuidado, pues al parecer mis piernas no reaccionaban como yo quería. Me dejó sentado en la tasa del inodoro, checo por última vez el agua y cerró la llave, se giro a verme.

-¿Creé que pueda ducharse sólo? -  no era ironía, tampoco burla, sus ojos preocupados me inspeccionaban, claramente preocupada de que mi cuerpo dejará de reaccionar y que me dejara ahogar en las profundidades de la tina llena de agua.

-Sí, puedo sólo -

Ella asintió, se levantó y vino a ayudarme, me ayudó a meterme en la tina, salió dejándome sólo, no sin antes decirme que estaría en la habitación. Lo pensé, en serio que si, ¿Qué pasaría si me dejaba ir? La idea fue tentadora, pero la deseche. Seria un cobarde si lo hacía.

El agua tibia en mi cuerpo me hicieron sentir un poco de calor, después de esos días helados, en los que me sentía muerto. Mis músculos tensos empezaron a relajarse, necesitaba éste baño. Talle mi cuerpo con jabón, lavé mi cabello. Quería quedarme un poco más, pero tenía que salir, el agua empezaba a enfriarse, y esos recuerdos de las noches solitarias regresaron.

Cubrí mi cuerpo con la bata blanca, enrede una toalla en mi cabeza y salí del baño, solo para darme cuenta que mi habitación ya no era la misma. Ahora las cortinas estaban abiertas, dejando entrar un poco de luz del atardecer, la ventana estaba también abierta. Mi cama estaba hecha, la ropa sucia ya no estaba y los muebles tirados así como algunos objetos rotos por mi ira, ya no estaban. Olía a limpio. Gire mi cabeza hacia la mesita de noche donde estaba una charola con algo de comida.

-Necesita comer- miré a la mujer que entraba a mi habitación con un trapo en manos. -Necesita recuperar fuerzas, y si gusta, puede hablar conmigo-

No dije nada, solo fui a sentarme en la orilla de la cama, quité la toalla de mi cabeza y solo la puse en mis rodillas. Miré de reojo la charola de comida, no tenia apetito, pero tampoco tenía muchas ganas de hablar.

-No tengo hambre-

-Tiene que comer aún que sea un poco, al menos sólo la frutilla, joven Jimin-

-No podría - ella guardó silencio y después suspiró, se sentó a un lado de mi y giró a verme.

-¿Que es lo que pasa, Jiminnie? Sabes que  siempre puedes contar conmigo - sonreí, pues me había llamado por ese apodo que ella me había puesto.

Sentí mi labio temblar y un nudo formarse en mi garganta. Ella era tan buena, ojala fuese mi verdadera madre.

-Es... difícil - susurre apenas, sentía que en cualquier momento me quebraria.

-¿Qué cosa es difícil? ¿Tienes problemas en la escuela? -negué. - ¿Rompiste con tu novia?- negué de nuevo, pero estaba muy cerca. -Jiminnie, no lo entiendo, ¿podrías ser un poco más claro? -

-Yo... sí, es sobre ella, pero no terminamos, yo... no se como decirlo- mis palabras salían juntas y entrecortadas.

-Sólo dilo, dilo como más seguro te sientas- ella acarició mi cabello rubio, solté un sollozo.

-Ella salió embarazada - solté, otro sollozo invadió mi boca.

Se formo un silencio, donde mis sollozos eran los únicos que se escuchaban.

-¿Ella no lo quiere tener? ¿Tú no lo quieres?- negué con fuerza, casi lastimando mi cuello.

-No, nosotros si lo queríamos, afrontariamos cualquier obstáculo de la vida juntos, pero...-

-¿Pero...?-

Mordí mi labio, ya había empezado a hablar, ahora solo tenia que seguir. Pero ésto era la parte más difícil.

-Ella tenía casi un mes de embarazo, cayó de las escaleras y... ella se lastimó mucho, sufrió una operación, la cual nuestro hijo no lo pudo soportar, me advirtieron que si la operaban eso podría pasar, pero yo solo pensé en que Daniela se salvara, cuando se enteró salió fuera de si, no era ella, enloqueció, y yo también, me duele, no puedo con ésto, todas las noches tengo pesadillas, siento náuseas de solo verme al espejo, por eso lo quebre, no quería ver la luz porque no me sentía digno, soy una miedo de persona-

Mi llanto se hizo mas fuerte, mi cuerpo temblaba. Ella me abrazó, parecía que trataba de mantenerme unido, pues en cualquier momento podría desmoronarme. Acarició mi espalda y solo dejó que mi llanto siguiera. Se lo agradecí internamente, que solo dejará que mis lágrimas salieran, que mi corazón llorará el luto que tenia dentro.

-Jiminnie, las cosas siempre pasan por algo, yo... respondiendo a tu pregunta, sí, yo también perdí un hijo, pero yo si cumplí mis nueve meses de embarazo, solo que mi pequeño no nació vivo al enredarse con su cordón umbilical, los doctores hicieron todo lo que pudieron pero ya había muerto, yo vi su pequeña carita angelical, era blanco como la nieve, tenia pestañas largas que parecían plumeros, era el ser más hermoso que jamás había visto... lloré, lloré la pérdida de mi pequeño, pero también sabía que todo pasa por algo, ¿Sabes? Para vivir en la luz hace falta un poco de oscuridad-

-¿Pero por qué nosotros ? ¿Por qué mi hijo?- la miré en busca de una respuesta.

-No lo sé, fue la misma pregunta que yo me hice, pero jamás obtuve respuesta-

-¿Como le hago para curar esta herida? ¿Cómo hago para que desaparezca éste dolor?- toqué mi pecho donde estaba el corazón.

-Esa herida jamás se cura, el dolor no desaparece, pero se aprende a vivir, a sobrellevarlo, necesitas... necesitarán ir a un Psicólogo, ahí los ayudarán, pero hay algo que puedes hacer por ahora-

-¿Qué cosa?-

-No dejarte caer, luchar, luchar por lo que tienes y por lo que quieres, tienes que ser fuerte, tal vez parezca descabellado, pero es así, tienen que tratar de vivir sus vidas, seguir como lo hacían antes, y claro, se que nada será como antes, pero tienen que hacee un esfuerzo- me miró y sonrió con ternura. - Ella te necesitará más que nunca, tienes que ser fuerte por ella-

Asentí, limpie mis lágrimas y suspire. Lo sabía, sabía que tenía que ser fuerte por ella, por mí, pero la situación me había superado. Yo tambien me había derrumbado, y sabía que no serviría de nada que estuviera con Daniela en ese momento. Pero era hora de volver a la realidad, de volver con ella. Ella me necesitaba y yo tenía que ser fuerte por los dos.

-Gracias, gracias por siempre estar cuando más te necesito, por ser esa madre que me hace falta-

-No digas eso, tienes a tu madre-

-Ella no se preocupa por mí, ahora mismo esta de viaje, lo sabes, ni siquiera a hablado para saber como estoy-

Agaché la mirada, apreté mis manos en la tela de la toalla. Ella suspiró.

-No lo sabes, pero ella no necesita hablar a la casa, siempre me habla a mí, yo soy la que siempre le cuenta lo que haces e hiciste, siempre está al pendiente de ti, ¿recuerdas esa vez que enfermaste de temperatura? -

-Sí, ella estaba en Japón-

Y como no recordarlo, si ese día era cuando más necesita a mi madre, apenas tenía ocho años.

-Bueno, yo le hable por teléfono y le conté sobre tu condición, le dije que ya había llamado al doctor, pero ella tomó un vuelo de último momento, discutió con su jefe por que no la dejaba salir de la junta, llegó a casa y cuidó de ti toda la noche- sonrió.

-Pensé que habías sido tú - murmure.

-No, cariño, fue tu madre. Ella se quedó velandote, siempre al pendiente de ti, piensas que no se preocupa, pero ella en verdad lo hace, odia dejarte solo, pero sabe que un hijo no dura para siempre a lado de una madre, es por eso que dejó que te distanciaras de ella, para que no resintieras tan fuerte sus salidas- acarició mi cabello y después se levantó. -Ella en verdad te ama, así que no la odies, no lo hagas-

Salió de mi habitación, no sin antes darme una sonrisa. Me quedé pensativo, pues yo tenía ya formada en mi cabeza la idea de que mi madre no me quería. Que le importaba más su estúpido trabajo en vez que a su hijo.

Demasiadas cosas por hoy, solo necesito dormir un poco, mañana tengo cosas por hacer.

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