bully
Un jadeo adolorido abandono los labios del moreno que intentaba salvajemente librarse del agarre del rubio rasguñando sus brazos expuestos pero era inútil, el jodido imbecil era tan alto como fuerte aun si le había dado pelea sabía que el otro fácilmente podría tomarlo con una sola mano, demostrando que el tenerlo entre sus grandes manos no era más que un misero capricho.
Siseo cuando fue apretado contra el casillero nuevamente, el rostro sonrojado del esfuerzo y cansancio del jugador de football se acerco con mirada feroz al jugador de baseball.
—repitelo, vamos—lo reto entredientes, Tyler mordió su propia lengua reteniendo su impulso de estupidez todo lo que pudo pero a fin de cuentas, con Leo no podía hacer otra cosa que provocar y atacar.
Una sonrisa burlesca y maliciosa apareció en sus labios, paso la lengua entre sus dientes saboreando la sangre por morderse con tanta fuerza.
—tienes cintura de chica
Sí, esa era la estúpida razón por la que nuevamente Tyler Hernandez y Leo Valdez se peleaban con tanta dureza.
Era el primer día de clases y ya montaron un escándalo, como todos los años.
Todo porque los vestidores del equipo de football americano estaban en reparación, el entrenador les indicó que usarán los del equipo de baseball, a fin de cuentas ellos no lo usarían hasta en un par de horas. Bueno, cualquier persona normal con horas libres de clases las usaría para disfrutar antes de tener qué ir a su club pero allí estaba él, Tyler llegó en el momento en que Leo se terminó de desvestir siendo el último del equipo en hacerlo por lo que estaba tranquilo en la soledad de los vestuarios.
Tyler lo observo de espaldas, Leo era innegablemente atractivo por donde vieras lo cual le producía unas nauseas terribles. Su cabello rubio sucio, siempre rebelde estaba sujeto con una diadema en zigzag negra, su espalda se tensaba al agacharse por buscar en su bolso, su trasero tapado por unos boxers negros estaba alzado negándose a doblar las rodillas para encontrar lo que buscaba y cuanso se enderezó pudo apreciar perfectamente una cintura estrecha que discernia mucho del resto de su cuerpo voluptuoso.
Fue involuntario, suficiente tenía con el golpe a su orgullo por quedársele viendo tanto tiempo, iba a irse en silencio fingiendo que la observación a detalle jamas pasó pero el murmullo salio de sus labios y el lugar estaba vacío a excepción de ellos dos, era obvio que sería escuchado.
—cintura de chica
Noto chistosamente el respingo que el rubio dio completamente asustado, cuando lo miro de reojo reconociendolo, sus ojos bien abiertos del susto se entrecerraron con su ceño fruncido.
Estaba enojado.
—¿qué fue lo que dijiste?
Leo removiendose inquieto en su lugar, solto la remera y se puso rápidamente la calza que se ponía debajo de su pantalon y sus protecciones.
Eso no lo hacía menos incomodo, así que se coloco también su remera que terminó por ponérsela al revés de los nervios, sus orejas se sonrojaron por la vergüenza aun dándole la espalda al moreno.
—dije que tienes cintura de chica
Y así es como llegaron a esta situación, donde Leo apretaba el puño dispuesto a estamparlo contra su rostro pero como siempre fueron interrumpidos por el grito de sus superiores.
—¡Valdez, suelta a Hernandez!—el rubio acato la orden del entrenador soltandolo con brusquedad provocando que se golpeara el trasero, aun mantuvo su sonrisa, Leo estaba rojo por la ira contenida.
Al menos eso creía.
—¡no puede ser que sigan comportándose así estando en preparatoria! ¡ambos están castigados, ya se la saben!
Los dos dieron un bajo "sí", Tyler se fue echado por el entrenador de football no sin antes darle una última mirada al rubio que mantenía su vista en el suelo.
Este era su día a día.
Peleas originadas por estupideces como un simple choque de hombros o en este caso, un tonto comentario que no debería llegar a los golpes pero por al ser dicho por el otro llegaban.
Tyler provocaba.
Leo respondía.
Se peleaban.
Los separaban.
Los castigaban.
Y todo volvía al inicio.
Era un círculo vicioso.
No se llevaban, los mismo profesores lo sabían pero no encontraban ninguna solución.
Aun que pronto los mismo profesores se asustaban al verlos tan tranquilos.
¿Como es que los chicos que si se miraban una vez ya se lanzaban al otro ahora podían compartir más de tres palabras sin matarse el uno al otro?
La respuesta es fácil: una jodida maldición que los obligó a convivir sanamente por el bien de sus vidas.
¿La respuesta fácil y creíble?
A Leo le gustaba Tyler y por eso lo molestaba, y viceversa.
¿La respuesta difícil e increíble?
Ninguno sabía lo que sentía pese preocuparse por la seguridad del otro.
Los profesores deberían agradecerle a la casa embrujada de Savannah, los fantasmas que los acechaban los orillaron a tolerarse o tal vez siempre lo hicieron solo que llamar la atención del otro sin insultos y golpes de por medio era ridículamente difícil.
¿Quien sabe?
El constante vaivén entre la vida y la muerte tal vez los acerque a la verdad en sus corazones.
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