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Capítulo 10


Los días pasaron en un silencio atronador entre Min Yoongi y yo. Apenas nos hablábamos, ya no me miraba como antes en las reuniones, de hecho me ignoraba todo lo que podía y yo ya no buscaba excusas estúpidas para subir a su despacho y por supuesto nada de mensajitos a media noche como habíamos hecho las anteriores semanas. Me sentía perdido, atontado y no podía hablarlo con nadie, porque por primera vez en tiempo, mi pequeño roce con el jefe no era de dominio publico y aunque sabía que los chicos notaban la distancia también tenía la certeza de que él se había ocupado de mantenerlo todo en la más absoluta incógnita.

Tae me preguntó un par de veces pero ante mi negativa dejó de hacerlo para como todos pasar automáticamente. -Vosotros sabréis, siempre estáis igual- dijo para zanjar el tema. No volvió a preguntarme y la verdad lo agradecí tremendamente.

Cada vez que entraba en casa, el recuerdo de ese beso me derretía el alma y me frustraba a partes iguales. Sentía sus manos pegándome a su cuerpo, sus caderas bajo mis manos...Como un ritual, pegaba un portazo y entraba en mi casa a grandes zancadas intentando borrarlo de mi mente. Me repetía constantemente que si él no quería nada yo tampoco pero me arrepentía al momento cuando mi conciencia me repetía una y otra vez lo enganchado que estaba a ese hombre.

Diciembre comenzó a ser insoportable en la oficina y solo estábamos a día once. Ese día entré corriendo en el departamento de venta internacional donde trabajaba.

-Llegas tarde-comunicó Jin sonriente.

-Si, lo se, había un trafico de mil demonios-chillé sentándome en mi silla jadeando como un loco.

-Respira Park, nadie va a chivarse al jefe-dijo Tae en voz baja para que solo nosotros le escuchásemos. Abrí los ojos exageradamente y Jin reprimió una sonrisita.

-Taehyung por favor-repliqué. Él levantó las manos y sonrió de vuelta a su ordenador. Durante toda la mañana me dediqué a rellenar nuevos informes y revisar propuestas de presupuestos para tres nuevos edificios en Europa. A media mañana, como si lo hubiese invocado apareció Namjoon por la puerta cargado con una montaña inmensa de libros de contabilidad coronados por una pequeña bandeja de la cafetería con vasos de té para todos.

-¿Te he dicho ya lo mucho que me gustan tus visitas?-preguntó Jin con sorna levantando la cabeza del ordenador cuando nuestro amigo entro por la puerta.

Nam sonrió de lado marcando sus hoyuelos. -Cientos de veces-aseguró.

Tomamos nuestro té mientras charlábamos animadamente sin movernos de nuestro lugar de trabajo. Namjoon nos contó lo aburridos que eran los jueves en el departamento de contabilidad con la revisión y recolección de los libros de contabilidad y Tae y yo compartimos nuestro entusiasmo exagerado por la Navidad que estaba a la vuelta de la esquina. Nuestros amigos también comentaron sus planes para esas fechas y prometimos reservar días para reunirnos todos juntos y celebrar.

-Jimin, tengo que pedirte un favor-dijo Namjoon tranquilo mientras recogíamos nuestros vasos para tirarlos a la papelera. Me volví hacia él con una sonrisa.

-Claro, ¿que necesitas?-Respondí acercándome a su lado.

-Veras, tengo que ir abajo a solucionar un problema con unos contratos de última hora que se me han complicado y me preguntaba si podrías llevar esto arriba al despacho de Yoongi, tienen que estar en su mesa en cinco minutos y sino no llego a lo otro-explicó con una mueca que no sabría describir. En sus ojos vi diversión y a la vez culpabilidad pero también el brillo en los ojos de un chiquillo haciendo una trastada.

-¡¿En serio?!-chillé alarmando a todos los compañeros que estaban trabajando en sus mesas. Los tres allí presentes me miraron en silencio y mi corazón bombeó rápido recordando que Yoongi y yo no nos habíamos visto a solas desde el día del beso.

-¿Y tengo que ser yo precisamente? ¿No puede ir otro no?-pregunté con sarcasmo mientras empezaba a cargarme con todos los libros en mis brazos.

Los tres negaron con la cabeza. Aquello era una encerrona de las buenas.

-Os odio-declaré. Nam sonrió apoyado en el escritorio de Jin mientras este se despedía con la mano. Tae simplemente intentaba no reírse. Lo asesiné con la mirada y me marché cabreado como un mono por la puerta de cristal hacia el ascensor.

Entré en el elevador con un par de empleados de la empresa que me dieron los buenos días y sentí mis manos sudar alrededor de los documentos que llevaba según íbamos parando en las plantas en las que los demás tenían que salir.

Cuando llegué arriba y tras pensarlo durante un segundo, le di al botón de bajar de nuevo pero cuando ya se cerraban las puertas me escabullí entre ellas y me quedé plantado en el pasillo mirando como el ascensor volvía a irse sin mi.

-Maldito Tae, maldito Jin y maldito Namjoon-pensé cuando el silencio sepulcral del lugar me envolvió. 

Histérico y con el corazón latiendo a mil por hora llamé un par de veces a la puerta. Si me escuchó no lo se, así que giré como pude el pomo de la puerta y ayudándome de mi cadera la empuje para internarme en el despacho.

Cerré la puerta detrás de mi y por un segundo lo contemplé allí sentado en su escritorio hablando por teléfono sin ni siquiera darse cuenta de mi presencia.

Avancé en silencio hacia él y cuando me vio me miró extrañado. Me hizo un gesto con la mano para que me acercase y dejase mi carga en su escritorio. Me quedé estático mientras él me miraba fijamente, me sentí algo incomodo por estar escuchando aquella conversación privada con su propio padre.

-Si padre, quédate tranquilo, iré a verte más tarde y te llevaré los informes-aseguró al teléfono. Escuché un par de murmullos demasiado altos al otro lado del aparato y él cerró los ojos intentando guardar la compostura.

Sin decir nada más contempló la pantalla del móvil y se lo guardo en el bolsillo de la americana. Se llevó las manos a la cara con frustración y se froto los ojos. Volvió a mirarme como antes y pude ver lo cansado que estaba mientras me preguntaba internamente cuanto hacía que no descansaba como debería.

-Dime-dijo simplemente. Me arme de valor y saqué mi lado más profesional mientras algo dentro de mi chillaba que me había besado con el jefe como si no lo recordase.

-Buenos días señor Min, me mandan del departamento de contabilidad a traerle estos libros de cuentas del mes pasado para que los revise-informé de carrerilla.

Él me miró estupefacto sin moverse como si aún estuviese asumiendo que me encontraba delante suyo hablándole.

-¿Puedes dejar de tratarme así cada vez que te enfades conmigo?-pidió como si mis motivos para estar tenso con él no fuesen suficientes. Lo miré perplejo y me alejé un poco con intención de irme.

-Si me disculpas, tengo mucho trabajo-titubeé ansioso por salir de allí y ese ambiente cargado que me estaba asfixiando. Casi tropecé con mis propios pies cuando su voz lenta y grave se alzó por toda la sala mientras me marchaba ya hacia la puerta.

-Jimin, te echo de menos-soltó como si nada a mi espalda.

Mi corazón y mi estómago dieron un vuelco y suspiré frustrado. Ese hombre me sacaba de mis casillas. Me di ligeramente la vuelta y lo miré a los ojos.

-Me besas, me gritas, me dices que me olvide y ahora dices que me echas de menos, me parece que ni tu sabes muy bien lo que quieres-reclamé  haciendo aspavientos con mis manos.

-Se perfectamente lo que digo en cada momento, no hace falta que siempre me lo repitas como si no lo recordase-protestó cerrando un par de carpetas que seguían abiertas en su escritorio. Guardo silencio un segundo pero supe que iba a cabrearme en cuanto abriese la boca solo por la cara que puso. -Lo del otro día...fue un impulso de los dos-aseguró quitándole importancia. Como había previsto, eso me molestó tanto que me crucé de brazos con rabia.

-Habla por ti-objeté simplemente dejandole claro que para mi no había sido ningún impulso. Aguardó un segundo sabiendo que se mentía a si mismo, incluso yo lo vi en su mirada lo perdido que se encontraba con esos sentimientos.

-Sabes perfectamente...-empezó a decir pero al verme alzar una ceja en señal de disconformidad el mismo se calló.

-No vamos a empezar con esto otra vez Yoongi, me besaste, te bese, tu no quieres nada, pues vale, pero no me digas que es lo que tengo que sentir, porque no es cosa tuya-sentencié intentando acabar esa conversación tan incomoda. Al contrario el no parecía tener ganas de terminar con aquello tan pronto.

-No soy bueno para ti, sabes perfectamente todo lo que hay detrás y yo no estaba buscando esto sinceramente-volvió a explicar. Me sentí realmente mal por sus palabras, sentía que le pedía demasiado y a la vez me dolía ver como había levantado una coraza alrededor de su corazón para mantenerlo a salvo.

-Pues ya está, no pasa nada, acarreo con lo que siento y ya, no es como si fuese a tatuarme tu nombre en la frente tampoco eh-repliqué irónicamente. Esbozó una sonrisa por mi respuesta.

-No es eso y lo sabes-alegó de nuevo dejándome más confuso de lo que ya estaba. No tenía claro que quería decir con aquello pero tampoco tenía claro si el sabía porque me había besado y menos aún estaba seguro de si realmente no sentía nada por mi. En momentos como aquel, ni yo tenía claro lo que sentía.

Nos quedamos en silencio durante unos minutos mirándonos como si nos volviésemos a ver desde hacía mucho tiempo

-¿Te gustan los tatuajes?-preguntó sin que yo me esperase esa pregunta. Arqueé las cejas confuso por la facilidad con la que cambiaba de tema cuando no le interesaba seguir hablando de algo. Cuando lo miré a los ojos me miraba esperando una respuesta. Lo primero que acudió a mi mente fue la cara de mi padre, diciendo que los hombres de negocios no se tatuaban y lo siguiente el ligero dolor de los pinchazos sobre mis costillas escribiendo la palabra NEVERMIND.

-Me encantan-admití trivial.

-Ahora me dices que llevas alguno oculto-afirmó él como si leyese mi mente.

Me sonrojé intensamente por su mirada pero asentí y llevé mi mano a mis costillas. -Justo aquí-señalé mirándolo a los ojos. Su mirada se oscureció por un segundo y se removió incomodo en la silla. -Cuando mi padre se enteró me mandó a estudiar fuera un año entero hasta que consiguió mi apartamento para no tener que verlo nunca mas, dijo que bajo su techo no iba a vivir con un tatuaje y así fue, cuando volví me regalaron el apartamento por mi cumpleaños y hasta hoy-expliqué para aliviar un poco la tensión que inundaba aquella habitación.

-¿Puedo saber que es?-preguntó curioso. Volví a sonrojarme. Seguía mirándome como si pudiese ver más allá de mi ropa, como si pudiese atravesarme. Esa mirada definitivamente no era legal.

-Es una palabra. Me lo hice después de la gran discusión con mi padre sobre mi carrera, había sido aceptado por la mejor escuela de danza del país, pero como ves, mi padre tenía otros planes para mi. Fue una mezcla de rebeldía hacia mi padre y liberación por mi parte, de dejar marcado en mi piel para siempre que hago lo que me de la gana sin pensar en nada más-expliqué.

-Creo que a todos nos queda claro que haces siempre tu santa voluntad-rechistó con esa sonrisa suya de lado.

-Aprendetelo Min-reiteré quieto en mi sitio. Nos miramos a los ojos y algo volvió a conectar entre nosotros. Él frunció el ceño como si de repente se acordase de algo que le preocupaba.

-Dentro de unas semanas, cuando pasen las fiestas haremos un viaje a Tokyo, todos, para reunirnos con uno de los jefes más importantes con los que mantenemos algunos negocios, es mejor que esteis preparados Taehyung y tu vendréis con nosotros-explicó tras un silencio sin venir a cuento. Sentí como mi corazón aleteaba, una mezcla entre emoción y miedo se apoderó de mi en ese momento.

-Si jefe, estaremos listos-tartamudeé impaciente ahora si por salir de allí para hablar con Taehyung. Sonrió nervioso e inquieto.

-Me da tanto miedo ese entusiasmo que veo en tus ojos cuando te hablo de las misiones que tenemos que llevar a cabo, Jimin-declaró aflojando un poco su corbata como cada vez que se sentía intranquilo.

-Todo irá bien te lo prometo y acataré tus órdenes mientras tenga que ver con la banda-aseguré para intentar tranquilizarlo.

-¿Y luego ya no?-preguntó con un tono juguetón. Volvía a ser el mismo, ese era el Yoongi que era conmigo. El Yoongi que me picaba y me hacía reír y me elevaba al cielo solo con mirarme.

-Ya sabes que no-repliqué siguiéndole el juego. Él sonrió y como si estuviésemos conectados ambos miramos el reloj de nuestras muñecas. -Escucha, tengo que seguir abajo con los informes, tengo montones de datos que contrastar para que todo este listo antes de Navidad-dije lamentándome por tener que marcharme en ese momento.

-Ve, no te interrumpo más-dijó Yoongi mientras me daba la vuelta. -Jimin una cosa, este fin de semana estoy hasta arriba de trabajo, pero ¿haces algo el fin de semana siguiente?-preguntó levantándose de la silla y quedando frente a mi únicamente separados por su escritorio.

-He quedado con Tae y Hobi para dar una vuelta e ir a comprar los regalos de Navidad, nos pasaremos también a ver el encendido del árbol de Navidad de la plaza Cheonggye-informé haciendo memoria de los días que quedaban.

-Está bien, podemos tomar un café todos juntos cuando terminéis, no soy muy fan de las compras ni de la Navidad-manifestó incluyéndose en nuestros planes. Tampoco iba a quejarme y estaba seguro de que los demás estarían encantados de que viniese con nosotros.

-Le diré a Hobi que te informe cuando lo tengamos todo planeado-dije únicamente.

-¿Hablamos esta noche?-preguntó intentando deducir que pasaba por mi cabeza.Me encogí de hombros pero antes de salir por la puerta le lancé una pequeña sonrisa. Sabía que en cuanto se liberase del trabajo, tendría un mensaje suyo como hacía días que no tenía.

Cuando salí del despacho me sentí aun mas frustrado si podía pero a la vez tranquilo por haber dejado las cosas medio solucionadas con el. No quería enfadarme nunca más con ese hombre y en ese momento en mi mente solo había una idea; Hacerle entender que sus asuntos no me daban miedo y que estaba con ellos hasta la médula. Hacerle entender que estaba colgado por él como nunca lo había estado por nadie.

Taehyung me llamó esa tarde antes de cenar y después de pedirle por activa y por pasiva que no contase nada acabé por confesarle todo. Pegó un grito al otro lado del teléfono y colgó la llamada sin querer lo que me hizo reír a carcajadas cuando volvió a llamarme unos segundos después.

Tras colgar vi que me había llegado un mensaje de Yoongi. Era una preciosa foto de las increíbles vistas de todo Seúl desde su apartamento. El mismo lugar donde habíamos compartido una bonita velada días atrás.

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Hola a todos :) 

Ya estoy por aquí con un capitulo más. espero que os esté gustando mucho la historia ya que aunque me está encantando escribirla, me está dando más de un quebradero de cabeza. 

En fin, os aviso también de que he publicado ya el prologo y la introducción de una nueva mini historia Namjin que se llamará Dynamite y que tiene que ver mucho con la temática de esta canción. Espero que os paséis y me contéis que os parece.

Y bueno pues espero que os haya gustado el capitulo aunque sea un pelín mas corto que de costumbre

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