otra vez me encontraba en el baño.

agachado en el inodoro viendo cómo salía la poca comida que había consumido.

mí garganta me dolía como rogándome que parara, pero no podía, ya había comenzado y no sabía cómo parar. mis dedos estaban rojos por la presión que causaba y porque mis dientes los lastimaban.

al notar que mí estómago ya estaba totalmente vacío, me senté en el suelo y reprimí las lágrimas que querían salir de mis ojos, volví a levantarme mareado y oprimí el botón que se llevaría todo. lavé mis dientes tratando de no dejar rastros de nada y me miré al espejo. se me veía más delgado, las ojeras se notaban más marcadas al igual que las bolsitas bajo los ojos, también se me veía más pálido que lo común. sonreí, pero no había rastros de felicidad en mí cara.

salí del baño encontrándome con mí novio fuera de este.

— ¿ya acabaste?— había preguntado mientras guardaba su celular en el bolsillo del pijama. yo sólo asentí.— bien, amor, vamos a dormir ¿sí?

tomé su mano y rápidamente sentí su calor corporal a mí lado mientras caminábamos por el pasillo que nos llevaría a nuestra propia habitación. al llegar, me senté en la cama, ya tenía puesto mí pajama, pero por alguna razón no quería acostarme. de repente sentí unos labios en mí cuello y unas manos en mí cintura. sonreí. pero esta vez sí era de felicidad.

— te amo, sunggie.— me susurró al oído dejando un beso en mí mejilla. comenzó a desabrochar los botones de mí camisa de dormir ante mí atenta mirada. cuando llegó al último lo frené con una mano haciendo que él me mirara confundido.

— ¿p-podrías apagar la luz?— el suspiró pero no me hizo caso, sino siguió con su trabajo.— min...—

— amor, eres hermoso. eres lo más lindo que la vida me puede haber dado.— dejó un beso en mí frente.— no me importa lo que los demás puedan llegar a pensar, para mí eres el ser más hermoso y puro que existe en este asqueroso mundo lleno de complejos.— me volteó para así poder mirar a mis ojos.— te amo, sung, te amo mucho, como jamás a nadie voy a amar y como jamás he amado a nadie.

a este paso, mis ojos estaban llenos de lágrimas que no tardaron en mojar mis mejillas. sus palabras siempre me hacían sentir mejor. me hacían creer que realmente no importaba lo que estaba afuera si lo tenía a él conmigo. no existían mis inseguridades y miedos. sólo existíamos él y yo, y nuestra hermosa burbuja de amor.

— nunca te cuestionaré nada, lo sabes, pero dime ¿aún quieres que apague la luz?— preguntó dejando suaves caricias en mis mejillas. yo negué. quería entregarme a él una vez más, quería ser suyo, volver a pertenecerle como siempre lo había hecho.

— no quiero que apagues la luz, minho.

él me sonrió y juro por mí vida que fue la sonrisa más hermosa que jamás me había mostrado. comenzamos a besarnos lentamente, no había prisa de nada. sólo éramos dos personas amándose.

esa noche, al igual que otras noches más, fue especial y hermosa en todos los aspectos de la oración. amaba a lee minho, amaba demasiado a ese hombre, lo amaba con lo poco que yo tenía. y ya no me cabían dudas, él también lo hacía, y me lo demostraba cada día cuando trataba de sacarme de ese pozo que parecía nunca tener fondo.

— te amo, hyung.

— yo también lo hago, mí amor.

le sonreí con todas mis fuerzas o las pocas que me quedaban y nos quedamos dormidos al mismo tiempo.