Capítulo 4
Jack no volvió a saber de Billy en todo el fin de semana. Decir que se había pasado todo el domingo esperando en su cuarto por si volvía a aparecerse no era una mentira.
Lo había hecho.
Al menos hasta que su hermano volvió a llamar diciéndole por centésima vez que debía volver y casarse con Elisa. Que el hijo del Lord canciller no podía dejar mujeres embarazadas de madre solteras y bla bla blá.
-...Padre no aceptará un nieto bastardo...-Le iba diciendo.
Jack frunció el ceño.
Sí, puede que la idea de un hijo fuera reciente, que el título de padre le viniera en grande y que apenas comenzara a aceptarlo, pero que su hermano llamara bastardo al bebé le molestaba y más aún el que tuviera derecho a llamarlo de aquel modo horrible.
-...Eres un conde Jack, el futuro duque de Sefton ¡Asienta cabeza de una vez! Se acabó lo de ir de vacaciones por ahí jugado a ser un cualquiera. ¡Compórtate como es debido! No dejaré que humilles más a la familia. Bastante has hecho con embarazar a una cualquiera. Papá hasta ha tenido que comprarle un título nobiliario para que se casara contigo. La prensa ya ha empezado a especular sobre la desaparición del pequeño rebelde. Te diré lo que pasará, volverás a casa y serán una bonita historia de amor, en la que le dirás a las cámaras lo locamente enamorado que estabas, y que por eso te casaste con ella. Y será pronto, bastante escándalo ya tendremos cuando descubran que la embarazaste antes de la boda...
Jack no siguió escuchando. Cortó la llamada y miró al frente pensado en las palabras de su hermano.
Más que nada por curiosidad, tomó el ordenador portátil y lo encendió buscando la sección de prensa de celebridades.
Carajo.
Como su hermano había predicho su foto aparecía en la primer plana, luego otras más pequeñas que le habían sido tomadas en distintos parajes por los que había vagado a lo largo de su vida.
¿Dónde está el pequeño conde? Ponían uno de los encabezados.
Escándalo en Sefton: ¡El heredero ha vuelto a escapar! ponía otro.
Luego había un par de fotos más, que respondían a la pregunta de donde había estado el conde trotamundos en otras ocasiones, algunos especulaban con que aún estuviera vagabundeando por Europa.
Al menos nadie lo había localizado.
Aún.
Siguió bajado por las noticias hasta que encontró una que consiguió que se le estrujara el estómago.
Suenan campanas y corceles. Preparativos de boda en la casa Sefton
La nota hablaba de fuentes anónimas aseverando un futuro matrimonio para uno de los hijos del Lord Canciller.
Jack cerró el ordenador negándose a leer una sola palabra más de aquellas notas. Demonios. su padre iba a matarlo.
John William Harrel conde de Meyerside y heredero legítimo del ducado de Sefton, como era conocido por la prensa, había ganado cierta popularidad en su adolescencia por estar involucrado en algunos escándalos en su adolescencia. Para ostentar un título nobiliario había tenido más de un encontronazo con las cámaras en momentos comprometedores. Cosas que para cualquiera eran normales en él eran motivo más que suficiente para que acababa en la primera plana de los medios y con una paliza de parte de su padre el buen Lord canciller.
Era la razón por la que había tomado la costumbre desde los 18 años de largarse del país y andar de incógnito, viviendo como un nadie, como le gustaba recordarle su hermano. Ser un nadie era mil veces mejor, mil veces más natural que su vida aristocrática.
Al menos hasta que alguien lo reconocía y debía volver a Liverpool. A enfrentarse a la ira de su padre con el rabo entre las piernas.
Eso lo hizo pensar en Bill, había sido irresponsable al enredarse con el chiquillo pelirrojo.
¿y si el niño lo estaba usando y sabía quien era?
Esa idea no le gustó para nada.
De mal humor tomó su portafolio y salió hacia la facultad. Terminaría toda relación con el chiquillo ese. Definitivamente no podía permitirse otro escándalo en ese momento. Bastante tenía con su repentino interés por volverse independiente y dejar Sefton.
Cuando llegó a la facultad, lo primero que vio fue una manzana roja sobre su escritorio, acto seguido sus ojos fueron a buscar al propietario de aquel gesto y como esperaba, un pequeño pelirrojo lo recibió con un guiño descarado haciendo que la clase soltara risitas como lo que eran: poco más que adolescentes.
Lo único bueno de la educación protocolar que le habían dado de niño, era que era un experto manteniéndose inmutable, le había valido al jugar al póker y le estaba valiendo en ese momento para no dejar ver lo incomodo que se estaba sintiendo.
Como el adulto que era, o que intentaba decirse que era, se concentró en explicarles cómo aplicar variables aleatorias, de la manera más larga y complicada que conocía.
Como a la media hora de clase sus alumnos lo observaban como si acabara de meterles el cerebro dentro de una licuadora y tuvo que hacer un gran esfuerzo por no sonreír.
Definitivamente estoy haciendo un buen trabajo, se dijo.
Y para rematar les recordó que entraría varios ejercicios del tema en el examen.
Al final de la hora, los vio salir cabizbajos y preguntándose unos a otros lo que no habían entendido y sintió algo de pena, por lo que se prometió a si mismo que ya luego en la clase siguiente les enseñaría la forma fácil de resolverlos. Que se merecían el susto por andar riendo y mandando mensajes en medio de la clase en vez de prestarle atención.
Estaba disfrutando de su pequeña e inocente maldad mientras borraba las anotaciones de la pizarra cuando oyó a alguien acercarse por la espalda. Al girarse, se encontró con cierto pelirrojo sentado en su escritorio con las piernas cruzadas de manera provocativa.
Tenía en su mano derecha la manzana que le había dejado por la mañana.
-No puedo creer que no te gusten las manzanas, siempre me han gustado. No lo sé, me parecen bonitas.-Dijo apreciando la fruta bajo la atenta mirada de Jack.-¿No crees que el rojo es bonito?
-Bill...
El pelirrojo alzó la vista con falsa inocencia.
-Lo que pasó entre nosotros...
-No sé de qué está hablando profesor. -Le dijo en tono sugerente antes de darle una mordida con aquella boca que Jack bien sabía lo que era capaz de hacer.
Demonios, ¿como el chico ese podía hacer del acto de comer una fruta toda una insinuación indecente?
El muchacho masticaba despacio con aquella mueca de placer que hacía que Jack no pudiera apartar los ojos del pequeño reguero de jugo que chorreaba por la comisura de la boca del muchacho, sintió como algo en sus pantalones comenzaba a despertarse y demonios, tuvo que desajustarse un poco la corbata para respirar mejor.
¿Quién demonios había apagado el Aire Acondicionado?
Bill no pudo evitar ocultar una sonrisa picara al ver como de un segundo al otro la atenta mirada del mayor se había oscurecido, y con cuidado delineó los bordes de la mordida con la lengua antes de volver a morderla.
Bill lo estaba disfrutando, de verdad, la manera en la que Jack lo miraba lo hacía sentirse especial, que el muchacho era un chico seguro de si mismo, en lo que cabía, pero nunca estaba de más que alguien se lo recordara. Jack valía para recordárselo incluso si no decía una sola palabra, aquellos ojos oscuros atentos a cada uno de sus movimientos se lo decían todo.
-No volverá a pasar. -Se recordó Jack más para si mismo que para el menor.
Carraspeó, aquellas palabras sonaban amargas en su boca.
Diablos.
Si no fuera quien era...
Tal vez podría renunciar al título...
Claude estaría feliz de heredar el ducado de Sefton.
Su padre vomitaría bilis pura, pero no estaría tan mal.
De hecho hasta le agradaba la idea...
Si tan solo...
-Eso pensé.-Bill interrumpió el hilo de sus pensamientos con un encogimientos de hombros, le acercó la manzana justo por donde había mordido antes, y la puso prácticamente frente al rostro del mayor obligándolo a que le diera un bocado.
Billy Brennan había hecho que mordiera de la fruta prohibida y Jack definitivamente dudaba de su propio autocontrol para no comerse al chico que se ofrecía tan descaradamente.
Como si fuera lo más normal del mundo el muchachito se acercó a limpiar con su lengua los restos del jugo que habían caído por las comisuras del mayor, pero antes de que este último pudiera besarlo ya se había alejado dejándolo con la necesidad latiendo en cada centímetro de su piel.
-En fin, debo irme,-se levantó dejando la manzana sobre el banco y se limpió un polvo inexistente de su ropa- Entro a trabajar a las tres en Harold's chicken, si cambias de opinión puedes buscarme allí. Estaré sirviendo pollo frito hasta las 8.
Chan cha chan!
Que opinan de mi Jack rebelde, se lo tenía bien oculto a su lado sabandija jajja
en fin esto si es todo por la semana bye bye.
Los ama
Red_Queen
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