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˚.꒷‧ 𝐁𝐔𝐆𝐀𝐌𝐁𝐈𝐋𝐈𝐀 ≀ first phase ⌁ ִֶָ















𐚁̸ ֺ۪ ⭒ ݂ Título . . . 𝓥riesea

𐚁̸ ֺ۪ ⭒ ݂ Fandom . . . 𝓚imetsu no 𝓨aiba

𐚁̸ ֺ۪ ⭒ ݂ Flor asignada . . . 𝓓iente de 𝓛eón

𐚁̸ ֺ۪ ⭒ ݂ Cantidad de palabras . . . 1,261

𐚁̸ ֺ۪ ⭒ ݂ Aclaración . . . 𝓤niverso original con mínimas alteraciones, OC & personaje

Su ritmo al trotar era constante y eficaz, sentir el aire fresco de la pradera recorrerle el cuerpo conforme avanzaba era algo sumamente satisfactorio. Su cabello brillaba al igual que su frente por los rayos del sol que lo acariciaban dulcemente, su traje holgado junto a su capa blanca con destellos rojos y amarillos que se movían conforme el viento y su cabello que copiaba las mismas tonalidades se meneaba de un lado a otro, su rostro no podía ocultar la emoción e impaciencia que recorría su ser mientras se acercaba a su destino. Kyōjurō Rengoku iba, como cada fin de mes, de camino hacía el cementerio en donde estaba esperándole su difunta madre bajo aquella lápida que condecorada su tumba.

Sus días favoritos siempre eran en los que podía ir a visitar a su madre, pues siempre luego de ello tomaba camino hacía su hogar donde lo esperaban su amado padre y hermano, los cuales festejaban su presencia en el hogar y llenaba el lugar de un gozo familiar. Hoy no era la excepción, había tomado el camino largo para poder deleitarse con la vista de la pradera, los campos verdes llenos de árboles frondosos y flores de varios colores, ver que todo su alrededor emanaba vida lo llenaba de paz. Hizo una pausa en su andar, dirigió su mirada hacía sus corpulentas manos y se dio cuenta de que no traía consigo las flores de su madre.

-Las habré dejado con la señorita Kanroji... -dedujo, al recordar que le pidió a la misma que se las cuidará mientras él iba junto al señor Uzui a atender unos asuntos.

Mentalmente se abofeteó, pues era su tradición llevarle flores a su madre, pues en vida ella las adoraba dado que era una de las pocas cosas que la hacían sentir viva en su estado lamentable, agarro con fuerza su rostro y lo estrujo, frustrado, no podía regresar a la hacienda, tardaría el doble de camino y para entonces el sol ya se habría ocultado; y no es que temiese de los demonios, pero no quería presentarse con salpicaduras de sangre infernal al frente de su madre. Se tomo un momento para pensar, dio un vistazo a sus costados y se percató que había un pequeño racimo de flores blancas y amarillas.

-Dientes de León... -acercó su mano al tallo de las flores, cortó un par hasta que formó un pequeño arreglo- Lo siento, pequeñas. Esta será la única vez que decida cortarlas, les doy mi palabra -soltó en voz baja, tratando de no soltar demasiado aire frente a las flores.

-Ni siquiera deberías de hacerlo una primera vez -le dijeron, con la mirada buscó en sus alrededores, pero no logró encontrar a nadie-. Aquí abajo, grandote.

Miró las flores, un puntito de diferente color resaltaba de entre todo por su extravagante color rojizo. Acercó las flores a su rostro, tratando de examinar con precisión que era o de quien se trataba, acercó sus dedos para cogerle pero la misma vocecilla lo detuvo.

-¡Quítate de encima, me vas a arrancar las alas como me toques! -se quejo.

-Sal de ahí entonces, nunca había visto un ser de tan diminuto tamaño, ni siquiera un demonio -sinceró, notando como el puntito rojo se movía con frenesí hasta dejar a la vista un cuerpo diminuto a la vista.

-Para tu información, tengo una altura bastante respetable para un hada, grandulón -aclaró. La observó un instante, cabello rojizo, ojos verdes, piel trigueña y contaba con un pequeño vestido blanco que le llegaba hasta por debajo de sus rodillas.

-¿Un hada? Pensé que solo existían en los cuentos de-...

-Ni te atrevas a terminarlo -señalo y puso una mano en su cadera. Lo miro a los ojos y se cruzo de brazos-. Es interesante, por lo que veo eres cazador de demonios, bestias que solo existen en los relatos macabros, a los cuales de seguro te has enfrentado en carne propia; y me dices que ¿En tu cabeza no cabía la mínima posibilidad de que, seres tan hermosos y divinos como las hadas existieran? -hizo una pose.

-Y vanidosos también -agregó, la pequeña soltó un bufido por lo bajo y frunció su pequeño ceño.

-Eso no viene al caso. Cortaste las flores, y no son cualquier flor ¡Son dientes de León! Es algo muy irrespetuoso de tu parte ¡Así como también imperdonable! -refunfuño dando pequeños saltitos.

-Lo lamento, pequeña hadita. Son para mi difunta madre, ella amaba las flores, es por eso que siempre que la visito le llevo algunas de sus favoritas, esta vez he olvidado las mías, pero te pido que me dejes llevarle estas; será primera y última vez que coja unas de este lugar -la pequeña lo miro con cierta tristeza, le regalo una sonrisa comprensiva.

-Lamento mucho tú pérdida pero, si las amaba en vida ¿Porqué no mejor plantas flores en su honor, en vez de quitarle la vida a las mismas?... ¿No te suena más lógico así? -ladeo su cabeza, confundida. Él imito su acción, nunca lo había pensando así.

-Plantar flores conlleva más cuidados, mi profesión no me permite tener tantos momentos accesibles, y tal vez, para cuando los tenga, las flores ya estén marchitas...

-Uhm, tienes un punto -le dio la razón, coloco una mano en su barbilla, pensativa- ¡Ya se! Oye grandote -le llamo- ¿Qué te parece si yo cuido de tus flores? -ofreció con una sonrisa.

-Me... -lo pensó un momento- Me parece maravilloso pero, ¿por qué lo harías?

-Soy guardiana de las flores, mi familia lo ha sido por generaciones, el que tú tomes de estas flores perjudica a mi familia pero, ahora que lo has hecho podríamos hacer un trato para que no vuelva a ocurrir -propuso de manera sutil, el rubio asintió ante ello-. Tómalo como un trato para generaciones. Tú y los tuyos no perturbaran ni irrumpirán este valle, protegerán de el incluso, a cambio; los míos y yo cuidaremos de tu jardín para hacerlo prosperó.

-Pides más de lo que ofreces, pequeña.

-Es Vriesea, pero, si cuidar un jardín fuera tan fácil lo harías tu mismo ¿No es así, grandote? -atacó con burla. Él le sonrió sereno.

-Tienes un punto, Vriesea. Bien, hagámoslo, soy Kyōjurō Rengoku y a partir de mi y de los descendientes de mi generación cumpliré mi palabra -extendió su mano libre hacia ella, con cuidado de no golpearla.

-Y yo, Vriesea, cumpliré mi palabra junto a mi familia hasta que tu descendencia se extinga -con su mano toco el dedo índice del más alto, cerrando así su trato- ¡Bien! Ahora llévame con tu madre, estas pobres flores no aguantan mucho fuera de la tierra -exigió, revoloteando hasta quedar hincada en la palma del rubio.

-Como tú digas, pequeña.

Y así fue, emprendió su camino nuevamente pero ahora con su diminuta acompañante, se sentía aun más dichoso que antes, pues ahora su madre tendría quien la cuidara, aunque fuera de una manera indirecta, pero quien diría que, olvidar unas flores le llevarían a cerrar un trato de por vida con una pequeña pero muy agradable compañía.

















𝓐utor's 𝓝otes


Casi casi me quedo pelón JSJAJSAJSJAJA.
Sin mentir, en 3 días no avance casi ni la mitad
y hoy, 26 de diciembre termine por completar
todo solo porque me dio una crisis sobre si mejor
dejaba todo a última hora o le echaba ganas y de
paso entraba con buenas vibras al año nuevo.

Gente, ni sean como yo.

Breve contexto: leí que en una leyenda nórdicaeuropea los dientes de León en realidad son hadas disfrazadas, y pues, iba a tener otro contexto que nada que ver con el que leyeron pero, me gusto más este (mentiras, no supe como darle forma al otro), pa' ser sincero yo, aunque sé que me quedo ñero,ya me siento bien porque aunque no parezca le metíy mucho, así que nada, no le supe dar final pero equis, somos chavos.

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